(412) Obstáculos tradicionales y caciquismo teológico
88.- Obstáculos tradicionales.— El moderantismo católico, en su proyecto de modernización del catolicismo, encuentra obstáculos en la tradición. Concretamente, en la negativa tradicional a admitir una relación de amistad entre cristianismo y civilización moderna. El moderantismo congenia amigablemente con el progresismo teológico, y en general con toda forma de modernismo, porque el moderantismo es subjetivista. Lo es, entre otras razones, porque concibe la fe como un acto de reivindicación de la propiedad privada. Y en este sentido le conviene estar en paz con los progresistas, para que no le quiten la fe.
La mente tradicional, sin embargo, es considerada hostil, y por tanto enemiga de la conciliación. Por lo que reblandecer sus aristas, mediante un nuevo concepto moderno y subjetivista de tradición, es la primera condición del pactismo católico.
89.- Armonías imposibles.— Para favorecer el pactismo en el catolicismo nada mejor que reivindicar un pluralismo moderado, el consonantismo doctrinal, que admite diversidades conceptuales siempre y cuando no sean cacofónicas, con el fin de evitar conflictos y favorecer la comunión. Pero es un pluralismo no tradicional, contrario al legítimo. Porque la mente clásica admite, a la manera de Balmes, que hay verdades de muchas clases porque hay realidades de muchas clases. Pero lo que no admite es que la verdad sea incognoscible ni que sea informulable, ni susceptible de diversificación contradictoria, ni de moderación dialogal. No hay consonancias sin resolución de disonancias.
Convendrá al pactismo católico, en su proyeto modernizador, diluir la autoridad en un nuevo concepto de ejercicio: la función docente no será autoritativa, sino dialogante. Se habrá de recurrir al consejo de expertos, a la autoridad popular de los neoteólogos, supuestos voceros de la espiritualidad del pueblo. El ejercicio de la autoridad doctrinal habrá de “constitucionalizarse", y serán los expertos neoteólogos, los genios pastorales, los líderes asociativos, con su nueva autoridad no institucional, los nuevos representantes del Espíritu Santo, y los artífices de la nueva comunión.
90.- La restauración conservadora, falsa comunión.— La estabilidad moderantista no es más que una utopía. Porque la restauración pactista que propone, con su sinfonismo tenue, no es más que caciquismo teológico. La mente tradicional no puede sino rechazar esta falsa paz consistente en hacer concesiones y dejar gobernar al progresismo espiritual de vez en cuando, con tal que éste acate el sistema y se mantenga dentro de un orden.
Pretender que haya que reconocer la voz de la autoridad en la voz de los neoteólogos progresistas, supuestos representantes del sentido de la fe popular en sus diversas interpretaciones, no es más que caciquismo de especialistas. Porque ni las doctrinas teologicas progresistas, de un Teilhard de Chardin por ejemplo, representan la fe del pueblo, ni la comunión doctrinal y eclesial se puede sustentar en la permisión de ellas.
La trasposición de la autoridad doctrinal de lo alto de la pirámide a su base, como pretende el moderantismo, será desastroso. La autoridad docente quedará reducida a portavoz de las inquietudes y las “iluminaciones” del pueblo, manipulado por los especialistas; y la unidad doctrinal, y por ello la pax romana en la Iglesia, será una ficción.
David González Alonso Gracián
La Iglesia en el Maelstrom, I: Contracorriente , II: Sol faciado, III: Apego insensato, IV: Cruz en el Maelstrom, V: Contra las aguas corruptas, VI: Desde lo alto siempre, VII: Doctrina escamondada, VIII: Injerto y mutación, IX: Traición y afán de novedades, X: Misteriosismo y verdad sin doctrina
La Iglesia en el Maelstrom, XI, Subjetivismo pastoral, XII: Domesticar la Revolución, XIII: Sin Cruz y sin justicia, XIV: Titanismo y caída, XV: La ofensiva marxista y conservadora, XVI: Conservadurismo neomodernista, XVII: Falsas doctrinas redivivas, XVIII: Metástasis del Leviatán, XIX: Burocrativismo teológico, XX: Doctrina ensordecida, XXI: Neomodernismo y principio hegeliano, XXII: La herejía que sigue y crece, XXIII: Obstáculos tradicionales y caciquismo teológico
17 comentarios
Ese tren va a arrasar con todo lo que se le ponga por delante, a menos que Aquel que calma los vientos y los mares lo detenga de cuajo. Pero en ese caso, todos los que estén dentro van a ser aniquilados.
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A.G.:
Muy bien expresado Luis Fernando. En efecto, dentro del Maelstrom ya no se puede parar. De ahí el peligro y ruina de ser «moderaditos». Gracias.
El revolucionario no se anda con semejantes falsas excusas. Va a lo que va y lo dice.
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A.G.:
Sin duda alguna. Y esa pretensión de imitación de catolicismo es lo que ha camuflado la revolución bajo un disfraz de orden y de falsa comunión. Lo constatamos, por ejemplo, en la defensa que los moderados hicieron de la heterodoxia de Teilhard o el modernismo de Blondel.
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A.G.:
“El hombre mediocre tiene horror al catolicismo: lo encuentra exagerado; le gusta más el protestantismo, al que considera moderado.. Muy a propósito, desde luego.
Respeto a Maritain, es uno de los propagandistas del moderantismo, aunque su primera etapa fue salvable. Luego, sin embargo, se hizo profeta del conservadurismo liberal, el de tercer grado, no del primer y segundo grado, que esos los criticaba. Como bien dice, solamente por gracia divina vendrá la salud, el restablecimiento, la salida del pantano.
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A.G.:
Ciertamente tiene su parecido.
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A.G.:
Gracias Juan. Este asunto, paso a paso, va tomando mayor claridad.
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A.G.:
Yo no uso el término neocón, sino moderantista, liberal conservador, moderado... círculos cuadrados....antítesis del católico tradicional, sobre todo hispánico.
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A.G.:
Lo siento Adriana no conozco el tema lo suficiente, no puedo ayudarla.
Estos ríos caudalosos riegan el mundo con el amor, constitutivo de lo mas íntimo del ser creado, participación de la Vida Trinitaria. Los cristianos somos las fuentes terrenas y los cauces por los que derivan las aguas del amor desde el Seno de Dios.Y estas aguas y ríos han de construir la CIVILIZACIÓN DEL AMOR (S. Pablo VI)
El mundo en que vivimos nos impide ver los horizontes del nuevo Paraíso Terrenal que nos anuncia María. Pero la Luz de su Aurora ilumina nuestra mente y templa nuestro corazón hasta arrojarnos confiados e intrépidos a la conquista de los nuevos territorios de “la Jerusalén Celestial que viene del lado de Dios” (Apoc 21, 2), “CRUZANDO EL UMBRAL DE LA ESPERANZA” (S. J. P. II).
A un mundo tal sólo la gracia sobrenatural tiene el poder de devolverle la sana visión de la realidad. La durísima prisión de su encierro sólo puede ser asaltada por los ángeles que Dios envíe, sea exterminadores, como en Sodoma y Gomorra, sea como salvadores. La AURORA DE MARÍA nos anuncia un nuevo amanecer, un despertar del pesado sueño que nos paraliza, un horizonte de esperanza y de vida nueva que trasciende los muros del laberinto: Ella pone al alcance de nuestra vista EL NUEVO PARAÍSO TERRENAL, CORRAMOS A SU ENCUENTRO.
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A.G.:
No creo que venga un paraíso terrenal antes del fin del mundo. No me parece doctrina católica.
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A.G.:
No he leído el documento y no puedo opinar. Pero lo leeré. Un saludo.
Esta cuestión, tal como la expone largamente Pío XII, está presente, desde ángulos diferentes, en el pensamiento de S,Pablo VI y S.J. P. II. al que me he referido en mi tercer comentario a este excelente y oportuno artículo de D. Alonso Gracián. Añado una referencia a S.J. XIII: en una noticia del “Osservatore Romano” de los días en que anunciaba la convocatoria del CV II : el Papa afirmaba que es su propósito, el que “la Iglesia sea librada del polvo acumulado sobre el solio pontificio desde al época de Constantino, a fin de que nuevamente “resplandezca sin mancha y sin arruga”; palabras éstas, repetidas por la Virgen en uno de los Mensajes al P. Gobbi. En cuanto a S.J. P. I, baste recordar que tuvo la luminosa idea a reunir los nombres de sus dos antecesores inmediatos, decisión ratificada luego por S.J.P. II.
A la voz expresada por la Iglesia, se suma la voz autorizada de María que, desde La Salette nos advierte sobre los acontecimientos de estos “últimos tiempos”. En Fátima nos revela el triunfo de su Corazón Inmaculado en el mundo, que comporta hechos decisivos: derrota del anticristo, derrumbe de la Babilonia, todo en preparación de la venida del reino glorioso de Cristo. Así, la cuestión del advenimiento del paraíso terrenal, es explícitamente mencionada por la Virgen: “Un gran prodigio se va a realizar EN VUESTRO TIEMPO (mayúsculas mías)…dentro de poco el desierto florecerá y toda la creación volverá a ser aquel jardín maravilloso que fue creado para el hombre, para reflejar de manera perfecta la mayor gloria de Dios” (Gobbi, 28-nov-1979); “Por medio de vosotros Yo devolveré a su esplendor la Obra de la creación, de la redención y de la santificación, de modo que la Santísima Trinidad reciba su mayor gloria…después de la derrota de toda forma de ateísmo y de soberbia rebelión” (id. 13-mayo-1980). En San Nicolás Jesús nos dice: “Ha venido el Día, ¿Y no lo ven? Ha venido la Misericordia, ¿Y no la aceptan?” (2-nov-2013 ).
Así, la cuestión del advenimiento del Paraíso terrenal en nuestro tiempo queda comprendida en un amplio contexto de documentos de los últimos Papas y de Mensajes de la Santísima Virgen y de Jesús. En cuanto a la cuestión del “fin del mundo” predicho en la Escritura, creo que requiere una consideración aparte, porque pareciera que en el contexto señalado podría interpretarse de modo restrictivo al “fin del tiempo del hombre viejo del pecado y de su obra la Babilonia” que han de desaparecer con el fragor de una catástrofe. Es de suma importancia que sea estudiada, porque ha sido presentada siempre como término violento de nuestro tiempo presente, sin nexo de continuidad con una “transfiguración” general del hombre y de la creación, cerrando la perspectiva a un horizonte luminoso que ya estaría obrando entre nosotros. El camino se bifurca, conforme se acepte o no las intervenciones extraordinarias de la Virgen.
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A.G.:
Apreciado hornero, la Tierra Nueva y el Cielo Nuevo vendrán tras el fin del mundo, después del Juicio Final. No esperemos paraísos terrenales en estos tiempos de muerte y corrupción.
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A.G.:
Amigo hornero, le ruego no continúe con el tema. Sabe que en este blog prefiero no difundir revelaciones privadas, ni salirse del tema del post.
Que venga un paraíso terrenal a este mundo caído no forma parte de la doctrina católica. Sí el advenimiento de la Tierra Nueva y el Cielo Nuevo tras el Juicio Final. Los católicos no esperamos paraísos terrenales en este mundo sometido a corrupción.
CATECISMO 1042 "Al fin de los tiempos el Reino de Dios llegará a su plenitud. Después del Juicio final, los justos reinarán para siempre con Cristo, glorificados en cuerpo y alma, y el mismo universo será renovado"
Entre tanto, la voz profética del Papa Pío XII nos alentaba a emerger del espíritu de postración, llamado asidia, conforme al ejemplo de San Pablo. De modo semejante, lo hicieron los últimos Papas. Para que haya una “nueva evangelización” de la humanidad toda, se requiere el aliento y sabiduría dados por el Espíritu Santo. No podemos abordar el caos intelectual y moral, que ha sumido al mundo en la apostasía, sino contamos con una visión profética que vaya más allá de la realidad inmediata tal como la perciben los sentidos y la inteligencia natural. Necesitamos trascender la realidad del pecado y del error, como ha sido siempre la esencial visión de los grandes santos y evangelizadores. La erudición ni la lógica de la apologética son suficientes para vencer la resistencia que presentan a la verdad los hombres confundidos por el astuto espíritu del mundo, por el orgullo que rechaza a la “humilde Sierva del Señor”; que no concibe que Ella haya sido investida por Su Hijo, de la sabiduría, poder y astucia que superan a las insidias de satanás. Eluden a la Virgen, no proclaman su anunciado triunfo de Su Corazón Inmaculado en el mundo, ni admiten que conduzca las milicias celestiales como la Señora Vestida de Sol. Ni osan mencionar tan eminente misión y dignidad de la Madre de Dios. Así, al rechazar el auxilio que Cristo nos envía por medio de Su Madre, rechazan, consientes o no, al mismo Cristo, como lo afirma Él en San Nicolás: “El que rechaza a Mi Madre, a Mí me rechaza”. No comprenden la naturaleza escatológica de los tiempos presentes, que hemos entrado plenamente en el Apocalipsis, en los “nuevos tiempos de la Aurora de María”. Entonces, ¿Cómo han de ser eficaces los esfuerzos por enderezar la nave escorada de la Iglesia, que al decir de Benedicto XVI, hace aguas por todas partes y pareciera amenazar hundirse? ¿Piensan que con la buena voluntad e inteligencia sólo humanas, esto es, prescindiendo de la Virgen y de sus mensajes que nos previenen, iluminan, y alientan, podrán ser útiles a la causa de la Iglesia y del Evangelio? Ha llegado el momento de plantear estas cuestiones, porque de la respuesta que demos se seguirá el bando en que militemos.
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