2.08.25

1.08.25

María Saavedra habla de su libro «América es nombre de mujer», sobre las mujeres que forjaron el continente

María Saavedra Inaraja. Doctora en Historia de América por la Universidad Complutense de Madrid (1998), actualmente es Profesora Titular de Historia de América en la Universidad CEU San Pablo (Madrid). Dirige la Cátedra Internacional CEU Elcano. Historia y Cultura Naval, desde su creación en julio de 2019. Es autora de numerosos trabajos sobre temas vinculados con las poblaciones indígenas de América, así como en aspectos de la historia de las ideas americanas. Cabe destacar títulos como La mujer en la América prehispánica, Una princesa inca en Trujillo Francisca Pizarro Yupanqui, legado de la nobleza inca y la sangre española,Indigenismo y Evangelización. La primera expansión del cristianismo en América,Los frailes cronistas y el nacimiento de la antropología o El mercedario Martín de Murúa y su visión de la mujer andina.La editorial Ciudadela publicó su primera novela histórica, El capitán de la Victoria. Letras desde la mar de Juan Sebastián Elcano.

Ha realizado estancias de investigación en Lima, Montevideo y Buenos Aires. Ha recibido varios premios y distinciones, y en 2020 fue condecorada con la Gran Cruz al Mérito Naval.

¿Por qué un libro titulado América es nombre de mujer?

Tiene un doble sentido: por una parte, descriptivo, puesto que a lo largo de sus páginas se relata la vida de mujeres muy diferentes que contribuyeron a forjar ese mundo que hoy conocemos como América.

Pero el origen de este título es más bien el intento de crear una metáfora. Mi punto de partida es que América, tal como la conocemos hoy, comenzó a gestarse en 1492. Antes de aquella fecha no existía nada que pudiéramos llamar América. En realidad, en aquel nuevo continente no encontramos un todo desde el punto de vista cultural o político. El Nuevo Mundo era un gigantesco solar, poblado por grupos muy diversos. Algunos, como los que encontró Cristóbal Colón en el área Caribe, apenas habían llegado a desarrollar sociedades primitivas. Por otra parte, tenemos los grandes estados continentales, la confederación azteca y el imperio de los incas.

Para cada una de estas sociedades, el mundo era “su” mundo. No existía cohesión entre todos ellos, y desde luego no se sentían parte de un todo común. Se comienza a forjar esa comunidad con la llegada de los españoles. Es entonces cuando aquellos pueblos comienzan a tener rasgos que los identifican (no igualan) como son la lengua, la cultura, el alfabeto latino, la relación católica…

ES esta visión la que me llevó a la metáfora que he mencionado antes: América es la madre que, a partir de 1492, da a luz una nueva realidad. Y este parto es doloroso, claro que sí; en ocasiones traumático y violento. Muchas veces es fruto de la llamada inculturación: la cultura cristiana renacentista se expande sobre toda aquella realidad humana, elevando muchos elementos que, en la medida que son compatibles con esa cultura que importan los españoles, contribuyen a crear esa cultura mestiza, que es resultado de ese simbólico parto.

¿Por qué en la historia de América especialmente han pasado a la posteridad los hombres en general (guerreros, conquistadores, misioneros…)?

Esto ha sido así como en todas las sociedades anteriores al siglo XX. Tradicionalmente se ha construido una historia de carácter político: decisiones de gobernantes -hombres en su mayoría-, conflictos entre pueblos llevados a cabo por guerreros -hombres- legislación redactada por hombres, rituales religiosos presididos por hombres… No podemos negar que esto ha sido así. ¿Hay excepciones? Por supuesto, no podemos olvidar a una de las mujeres que aparecen en el libro, Isabel I de Castilla. Su gobierno marcó el destino de España y, en mayor medida, el de América y el del mundo.

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31.07.25

José María García Guerra valora desde dentro las peregrinaciones a Chartres y a Covadonga

José María García Guerra (Sevilla 1978). Jefe de equipo de oficinas de Correos. Jefe de Capítulo en la peregrinación tradicional a Chartres (Francia). Miembro de Nuestra Señora de la Cristiandad España, en la peregrinación tradicional a Covadonga.

¿Cómo valora la evolución de las peregrinaciones a Chartres y Covadonga de los últimos años?

En primer lugar decir que aún tratándose de peregrinaciones hermanas, son muy diferentes debido a su origen, su entorno y su desarrollo. Me permito esta valoración después de 7 años como peregrino en Chartres, 4 de ellos como jefe de capitulo, y de haber estado en la organización de Nuestra Señora de la Cristiandad-España desde los comienzos.

La París-Chartres es una peregrinación madura y muy consolidada, con un crecimiento sostenido de 43 años en un entorno difícil, pero accesible por las diócesis, las comunidades religiosas y de laicos, así como por los sacerdotes formados en la tradición, y eso puede verse en el relevo generacional, la implicación de las familias, los capítulos de niños o la enorme cantidad de voluntarios jóvenes, que contrasta con la experiencia de los principales responsables. Quisiera agradecer públicamente a Bertille, Ambroise y especialmente a David Smith, responsable de los capítulos extranjeros, por su constante atención y ayuda a los jefes de capítulo.

La Oviedo-Covadonga entra en su quinta edición, su crecimiento anual ha sido en alguna ocasión del 100%, en un entorno a mi juicio más desfavorable en sus primeros años. No existe una cantera de voluntarios y con una organización en general bastante joven en edad y experiencia. Es justo reconocer la iniciativa y persistencia de Diana Catalán como Presidente de la asociación, y de tantos responsables, voluntarios y peregrinos en estos 5 años tan intensos, donde con mucha asistencia de Dios y a pesar de nosotros mismos, se ha levantado de la nada un evento de referencia para las comunidades tradicionales de España. Debo hacer también una mención especial al expresidente de Notre-Dame de Chrétienté, Jean de Tautiers, y a otros hermanos franceses que siempre han estado dispuestos a ayudarnos en cuanto les hemos pedido y que a día de hoy siguen trabajando para la prosperidad de la nuestra y de otras peregrinaciones.

Dicho esto, la valoración es muy positiva. Como Capítulo en Francia, el 2025 ha sido fabuloso debido a la constante consolidación de la operativa y un nuevo hito en número de peregrinos y ángeles guardianes que rezan con nosotros, sumando un total de 250, 40 de nosotros caminando.

En Covadonga el progreso ha sido fantástico y a mi juicio, el reto ahora pasa por asentar lo conseguido. Hay mimbres para ello, pero se necesita ayuda y oraciones. Desde hace 2 años hay que limitar las inscripciones en Francia y en España se llegó al umbral de capacidad en 2024. En ambas peregrinaciones se ven conversiones, vocaciones religiosas, amistades y matrimonios, todo ello en un ambiente de ejemplar alegría cristiana especialmente sobresaliente.

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30.07.25

¿Una nueva primavera para la Iglesia en Francia? Hay una oleada de bautismos y conversiones

Hay señales que ni los más escépticos pueden ignorar. En un momento en que la apostasía silenciosa se convierte en programa de Estado y las élites celebran la descristianización como un progreso, surge otro fenómeno, más profundo y arraigado. En los rincones discretos de la Francia eterna, la de los campanarios y los cruceros, una juventud se levanta. La Francia católica no está muriendo: se está levantando.

La creían muerta. La decían superada. Y sin embargo, está resurgiendo —como tantas veces, en la prueba, en la humildad, en la fidelidad. Este despertar, silencioso pero vigoroso, se ve en las cifras, en los corazones, en los sacramentos.

Durante la Noche Santa de Pascua de 2025, 10.384 adultos recibieron el santo bautismo en las iglesias de Francia. Una cifra sin precedentes, con un aumento del 45 % respecto al año anterior, y del 90 % respecto a 2023.

En algunas diócesis, los catecúmenos se han duplicado. En diez años, su número ha aumentado más de un 160 %.

Pero lo más llamativo es esto: la mayoría de los bautizados tiene menos de 25 años. No son nostálgicos, ni hijos de familias tradicionalistas. Son almas que, en su mayoría, vienen de un mundo sin Dios, que lo han probado todo, salvo la luz, y que al final de su búsqueda redescubren la verdad y la belleza de la Iglesia católica.

No se trata de conversiones superficiales, sino de compromisos profundos. Lejos del relativismo dominante, estos jóvenes abrazan la fe católica como una doctrina integral que da forma a la vida, a la inteligencia y a la moral. No vienen a buscar un sentimiento religioso vago, sino un camino de salvación.

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29.07.25

La Escuela de la Virtud del Padre Palau, ideal para combatir hoy los nobles combates de la fe

Rosa María Ber Miralles. Esposa y madre. Natural de Horta de San Juan (Tarragona). Actualmente vive muy cerca de la capital tarraconense. Desde 2017 difunde y estudia la vida y obra del beato Francisco Palau y Quer. Ella asegura que nadie que conozca a este carmelita descalzo queda indiferente. Muy importante para entender nuestros tiempos, pero también para vivir y morir mirando el triunfo de la Iglesia por María…

¿Cómo nace la Escuela de la virtud del beato Palau y con qué fines?

Pues en ese momento, mayo de 1851, el P. Palau está recién llegado a Barcelona, habiendo puesto fin, por el concordato entre el gobierno de España y la Santa Sede, a su exilio en Francia. También por las persecuciones a las que allí fue sometido.

El motivo del exilio había sido el mismo, la persecución: matanzas de frailes, exclaustración, guerra carlista, etc. La España convulsa de ese momento, fruto de las corrientes liberales originadas por la revolución francesa.

Poniéndose bajo la jurisdicción de Monseñor José Domingo Costa y Borrás llegado a la diócesis barcelonesa el 9 de mayo de ese mismo año y conocido del carmelita exclaustrado.

Después de un retiro en las montañas del Montsant (Tarragona) en oración, sacrificio y penitencia, meditando sobre sus nuevas circunstancias, buscando discernir la voluntad de Dios, regresó el apóstol y a la vez que predicaba en diferentes iglesias de Barcelona, en contacto con la realidad de esas gentes y de España, surgió su más ambicioso plan hasta ese momento: la Escuela de la Virtud. La que daba comienzo el 16 de noviembre de 1851. También Monseñor Costa y Borrás le había confiado la dirección de los ejercicios espirituales del seminario conciliar de Barcelona.

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