Roberto Navascués reflexiona sobre su libro El monje que no quiso reinar (Ramiro II el monje)
Nacido en Zaragoza en 1975, se crió en el cuartel de la Guardia Civil de Utebo. Cursó sus estudios en el centro Miguel Artazos. Desde niño soñó con conducir un camión, y a ello se dedicó al alcanzar la edad adulta. Apasionado de la lectura y el conocimiento autodidacta, en 2020 su afición por el fútbol y la tauromaquia fue sustituida por una auténtica pasión por la religión, la fe católica —junto con su arte y simbología— y la historia en general, especialmente la medieval. Un largo período de incapacidad le permitió ahondar en estas inquietudes. No hay mal que por bien no venga.
¿Por qué una novela sobre Ramiro II el monje?
Pues creo que es un personaje tremendamente maltratado en la historia, alguien de una importancia inmensa, sobre todo en la historia del Reino de Aragón y lo que posteriormente fue la Corona Aragonesa, que nunca catalana ni catalano aragonesa, como nos quieren hacer creer y de hecho según donde lo están consiguiendo.
Ramiro es el último rey del Reino de Aragón como tal, un hombre que tuvo que dejar su vocación para con Dios para cumplir su deber con el Reino. Cambiar la tonsura por la corona, por así decirlo. Quería de algún modo hacerle justicia a él y repasar el reinado de sus hermanos, sobre todo Alfonso.
Alfonso está muy presente durante toda la obra…
Sí. Está claro si me has seguido un poco por redes que siento auténtica devoción por Alfonso, un hombre clave en la historia de este país, que de haber nacido en Burgos o León sería mucho más conocido. En cambio, el nacionalismo leonés, con el imperdonable beneplácito de las instituciones aragonesas, se ha encargado de injuriar y calumniar a este rey, que es mucho más importante en la historia, no sólo de España, sino del mundo en realidad. Pues estamos hablando nada menos que del Amfortas de Eschenbach, el rey pescador del Grial. Pero eso ya es otra historia.