(405) Conservadurismo neomodernista
60.- La revolución en conserva.— El pensamiento neomodernista pretende el orden, pero también el desorden. Por eso es moderadamente conservador y moderadamente revolucionario.
Pretende guardar el espíritu burgués revolucionario pero desechando su progresismo radical. Reaccionando contra sus excesos pero asintiendo a su numen, como si el mal del nuevo orden fuera accidente y no sustancia. Por eso quiere conservarlo sin desmadrarlo, como si fuera posible el bien y el mal al mismo tiempo.
Condena los modos pero no el carácter de la revolución, a la cual idealiza. Condena sus conclusiones pero no sus premisas.
61.- La autoridad neomodernista.— No es que ejerza la autoridad en clave absolutamente liberal; es que la detenta cual vía media: absolutizando la obediencia y relativizando la autoridad. En la mentalidad neomodernista, la autoridad debe ser obedecida por el sólo hecho de ser legal.
Quien manda, en cambio, no quiere mandar sino apelando al pueblo, de cuyo sentir se considera vocero. Pero sólo moderadamente, para evitar el descontrol. Aquí entran en juego los especialistas, los verdaderos educadores y adoctrinadores del pueblo, que permiten al que manda mandar sin mandar, sin que parezca absolutista o totalitario, pero siéndolo. La teología es sustituida por la sociología transcendental, siendo sus neoteólogos los verdaderos gobernantes en la sombra.
62.- La Soberanía compartida.— La mentalidad neomodernista, de esta forma, entiende la soberanía como una entidad bifronte, a dos manos, al alimón entre la autoridad y el pueblo. No cabe, por tanto, distinción real entre gobernante y gobernado, entre la Iglesia docente y la Iglesia discente, todos enseñan, todos aprenden, todos tienen autoridad, todos han de obedecerse unos a otros, y a eso se le llama comunión.
63.- La auténtica soberanía católica y tradicional.— Frente a este concepto viciado de soberanía, propia del conservadurismo liberal, la doctrina tradicional católica enseña que el Padre delega en Cristo la soberanía mediata de toda nación. Toda soberanía inmediata es delegada de la única soberanía de Cristo, medio por el cual todo gobernante es soberano inmediato por delegación. Toda humana potestad debe ser delegación de la única potestad de Cristo, fuera del cual no hay bien alguno. El único Soberano es Dios. Toda soberanía humana es por delegación suya. No se puede respetar el orden sin honrar la única soberanía de Nuestro Señor. No se puede alcanzar el bien social y político rechando la mediación del único Soberano que es bueno, Nuestro Señor Jesucristo.
64.- La doctrina de la libertad religiosa, en realidad, supone la desvinculación de la soberanía humana de la única Soberanía, y por tanto la autarquía. La difusión de tal doctrina ha producido en el alma de millones de católicos la desaparición de la tradición de la res publica christiana, descristianizando de facto su concepción de la Iglesia, de la sociedad y de la política. Muchos católicos postulan, no sin buena intención, la concepción liberal de la neutralidad de la política, creyendo que es católico separar a Dios de lo público y confinarlo a lo privado.
65.- La tesis neomodernista de la supuesta bondad de la neutralidad religiosa y moral del Estado liberal, para el catolicismo actual en general, es tesis católica. Pero no lo es. Ni el Estado moderno puede ser ni será nunca religiosa y moralmente neutral, antes bien será siempre contrario a la religión rectamente entendida. Ni esta falsa ilusión puede formar parte de la mente cristiana sin grave daño. No se puede conservar la autarquía y la soberanía de Cristo al mismo tiempo. El neomodernista defiende la neutralidad del Estado para conservar la Revolución. Pero para evitar el desorden revolucionario propuga una religión y una moral privadas, que sirvan para sustentar cierto orden público.
La ilusión de un Estado política y moralmente neutral es una ilusión conservadora. Es la tesis del liberalismo conservador del nuevo orden, que pretende el punto medio entre el desorden y la libertad, que propugna una tercera vía para la Revolución, a medio camino entre el caos y el orden, siempre en una encrucijada suspendida entre Cristo y el Leviatán.
La gran ilusión conservadora es que el gran monstruo del Maelstrom pueda domesticarse. La gran ingenuidad conservadora, prodigio de pelagianismo y de irresponsabilidad, es que el Leviatán liberal, a cambio de ocupar el ámbito jurídico y civil, sea respetuoso con las leyes morales y divinas.
Para ello, el neomodernista entregará las leyes, la comunidad política y la vida pública al Leviatán, y a cambio reclamará respeto para su religión privada. Pero olvida, en su temeridad, que el monstruo moderno quiere devorarlo todo, y no se conformará con menos que el alma.
David Glez. Alonso Gracián
32 comentarios
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A.G.:
No se trata de eso, sino de que toda autoridad viene de Dios. Tras la redención, toda autoridad viene de Cristo.
Creo que de lo que se trata es de efectuar una contraofensiva cultural contra el relativismo postmoderno. También sería importante sanear los cuerpos intermedios.
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A.G:
No estoy hablando de nacionalcatolicismo. Hablo de la soberanía de Cristo y del neomodernismo que la combate. Por otra parte, no se puede combatir el relativismo defendiendo las premisas del relativismo.
Tal pretensión es absurda. Lo que no puede ser, no puede ser. Y no hay autoridad que lo haga posible.
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A.G.:
Absurda pretensión, ciertamente. Es que la revolución conservadora nunca será una contrarrevolución. Es que el pensamiento moderno nunca será católico.
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A.G.:
No sabemos los designios de la Providencia, pero lo lógico es que nos encaminemos a la gran apostasía. NO podemos saberlo. Mientras tanto, ser santos.
Muchas gracias por abrir los ojos a esta pobre alma..
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A.G.:
La Iglesia es columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3, 15). Esta crisis debe llevarnos a depurar nuestra fe, a pedir el socorro divino, a procurar purificar la mente católica de las interferencias del siglo y perfeccionar nuestro catolicismo.
Saludos cordiales.
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A.G.:
Debe leerse en continuidad. Por eso hay que tener claro que la libertad religiosa ilustrada y moderna, la libertad religiosa indiferente de los liberales, no es doctrina católica. La Iglesia enseña la libertad del acto de fe, la libertad, también, de la religión, pero no la libertad religiosa moderna ilustrada, que es otra cosa.
Aviso que en este blog no se debate sobre el CVII. Que además no es el tema de este post. Tampoco la potestad auténtica de los pueblos tras las redención. Que toda autoridad venga de Dios, y tras la redención de Nuestro Señor Jesucristo, no merma la potestad de los pueblos, sino las purifica y refiere al Redentor como causa primera de todo bien, también de las sociedades.
Tan simple como eso.
Totalmente de acuerdo, pero hasta que punto se puede forzar a la obediencia de esa verdad a los demás, cuando no la reconocen?
La fe, que no olvidemos que es un don, no se impone. Pero la soberanía de Dios es plena, no queda nada al margen de ella. Por tanto, en el ámbito secular sí se puede imponer. De hecho, se debe. La nación que no hace eso pasa a depender de la "soberanía" de Satanás, príncipe de este mundo. Yo prefiero que mi patria reconozca a Cristo a que sirva a Satanás Y quien dice a Cristo, dice a su única Iglesia, a la única fe verdadera.
Seguro eso lo entiendes.
Pues lo que vale para las convenciones humanas, vale sobradamente para el Orden Natural y Sobrenatural instituido por Dios.
Lo quiera reconocer o no el transgresor.
Del semáforo o de la Ley Divina.
La cuestión es quién lo tiene que imponer y qué cosas tiene que imponer.
Por ejemplo:
¿Se deberían prohibir los partidos políticos (al menos los que defienden el aborto y el matrimonio homosexual)?
¿Se debería limitar o eliminar la libertad religiosa?
¿Los políticos deberían todos obligados a jurar el cargo y no a prometer?
¿Deberían volver a ponerse como festivos de forma obligatoria el día de San José, Santiago, el jueves del Corpus Christi, o el jueves de la Ascensión?
¿Se debería reformar la Constitución para que reconociera la soberanía de Dios?
¿Se debería prohibir el divorcio?
¿Habría que prohibir las playas nudistas?
¿Bastaría con aplicar una férrea batería de leyes para instaurar el reinado social o habría que complementarlo con algo más?
"Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos."
Concilio Vaticano II, Declaración "Dignitatis Humanae", n. 2.
Saludos cordiales.
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A.G.:
Debe leerse en continuidad, no en sentido liberal, ilustrado y moderno. De este pasaje no cabe deducir, abusiva y rupturistamente, que la Iglesia aprueba la libertad religiosa liberal. Porque un católico liberal es un círculo cuadrado.
La fe tiene una lógica específica:
Se cuenta que un joven se acercó un día a un anciano sabio y le preguntó qué debía hacer para conseguir la fe. Con toda bondad y decisión, el anciano le respondió:
"Ponte de rodillas y creerás en Dios? ".
El joven arguyó: " Pero ¿como me voy a poner de rodillas si todavía no creo en Dios? ". El anciano le contestó, sin dudarlo: " Y cómo vas a creer, inocente, si antes no te arrodillas? "
Además de la falta de coacción, el acto de fe tiene que estar libre de intereses espurios. No vale decir: "París bien vale una misa", frase atribuida al rey absolutista Enrique de Borbón, el cual se " convirtió " del protestantismo al catolicismo para acceder al trono de Francia.
Saludos cordiales.
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A.G.:
Obviamente el acto de fe debe ser libre. La doctrina católica tradicional no defiende que el acto de fe no deba ser libre. Pero, ojo, de esta libertad de la fe no se deduce que la libertad religiosa liberal sea doctrina católica. No lo es.
Lo que sí enseña la doctrina católica es que existe un deber religioso para con la religión verdadera que debe guardarse y cumplirse tanto a nivel personal como a nivel social. Quien no tiene fe debe tenerla. Está obligado a tenerla libremente, porque sin fe es imposible agradar a Dios. Nadie es libre para no tener fe, pero todos deben ser libres para tenerla.
Por otra parte, en la Iglesia existe un derecho penal para castigo de los delitos contra la fe de los bautizados, y el Estado puede y debe colaborar con la Iglesia en la instauración de un orden jurídico donde los delitos contra la fe sean reprimidos.
El Estado puede prohibir o no prohibir las falsas religiones según prudencia política en orden al bien común y el orden público
Es evidente que todos estamos llamados a la fe, pero los tiempos de Dios no están sujetos al tiempo del reloj. Dios respeta la libertad del ser humano, tanto que hasta tuvo que pedir permiso a una muchacha judía para poder encarnarse.
Si el Estado u otros colectivos violentan este tiempo Divino se estaría produciendo lo que menciona Néstor en su anterior comentario.
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A.G.:
Andrés está cayendo en error semipelagiano.
Estoy hablando del acto de fe, otro asunto es la obediencia a la ley Natural, en este segundo caso el Estado sí puede aplicar la coerción, sobre todo en los delitos contra la dignidad de las personas.
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A.G.:
Néstor no se ha expresado de manera semipelagiana. Si dice ud que Dios pide permiso o espera a la criatura, como si ésta pudiera actuar por sí sola, y Dios fuera un mero observador, está cayendo en semipelagianismo.
Con respecto a la Virgen María, en el Evangelio de San Lucas se nos narra con el Arcángel San Gabriel anuncia a María su elección para ser Madre de Dios, pero es preciso que María pronuncie el "Fiat" para que el Verbo de Dios se encarne.
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A.G.:
Que trata de mover no, que MUEVE eficazmente.
Toda respuesta sobrenatural del hombre es fruto de la gracia divina. Dios no "espera" que el hombre haga tal o cual cosa en respuesta, sino que Dios mismo, como Causa Primera, mueve al hombre a que actúe libremente. Dios causa primeramente y suscita y sostiene la libertad humana.
Fil 2,13
Porque Dios es quien obra en vosotros el querer y el actuar conforme a su beneplácito.
Eso no significa que no queramos y obremos. Pero es Dios quien nos hace querer y obrar.
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A.G.:
Exacto.
Entonces la libertad humana sería en obedecer a esa gracia divina y ya está.
Luego yo no hablaría propiamente de libertad, sino que la gracia divina sería un adiestramiento para la obediencia.
La función de María sería la de un mero instrumento al servicio de la Causa Divina. Y el Fiat de María, no sería dar ningún permiso sino seria obedecer cumplidamemte a una misión que le envía la causa divina.
Todo muy lógico y racional, conforme a un esquema perfecto.
Saludos cordiales
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A.G.:
"Entonces la libertad humana sería en obedecer a esa gracia divina y ya está. "
No, no eso. Lo que ocurre es que la gracia mueve a la voluntad a moverse a sí misma y por sí misma. La libertad en este sentido es fruto de la gracia. Cuanta más gracia más libertad.
Dios es Causa Primera, por eso, al mover a la criaura, que es causa segunda (porque no es dios), la mueve de tal forma que ella, la criatura, por ser movida, da lo mejor de sí.
El acto de respuesta a la gracia es un acto 100% del hombre, por ser 100% obra de la gracia. Y el resultado es el mismo 100%.
El hombre, en este sentido, por sí solo NADA puede, pero con la gracia todo lo puede. En definitiva, la gracia mueve al hombre a moverse sobrenaturalmente por sí mismo. No puede moverse por sí solo. Pero sí por sí mismo, y es gracias a la gracia. En el orden sobrenatural, el hombre nada puede sin ser movido por la gracia divina.
Lo dice Nuestro Señor: "Sin Mí, no podeis hacer NADA" (Juan 15, 5).
Santo Tomás distingue:
- A veces los entes naturales son movidos desde fuera. Cuando esto sucede, el movimiento se llama violento.
-A veces, en cambio, se mueven por un principio intrínseco.
-Agunas cosas son movidas desde dentro de tal manera que no sólo se dirigen a un fin, sino que conocen el fin. Esto se puede dar de dos modos. Conociendo el fin, pero sin conocer la razón de fin, como en el apetito animal, que se dirige mediante el conocimiento sensorial a bienes particulares; o
conociendo el fin como fin, que es el caso del hombre. Este es el concepto de voluntario que tiene en común con lo natural el proceder de un principio intrínseco, sin embargo se diferencia por proceder con una mayor intimidad. En efecto, lo voluntario supone una mayor autoposesión, de tal manera que el acto procede más desde el sujeto mismo. Por este motivo, sólo las personas tienen actos voluntarios.
Si el acto humano voluntario tiene intimidad y procede más del sujeto mismo, la gracia divina no puede determinar causalmente la voluntariedad de los actos humanos.
La voluntad humana no se puede fusionar con la divina haciéndolas indistintas.
La fusión con el todo es propio de místicas orientales.
Entre el ser humano y Dios hay una relación de Amor, no es una simple relación de causa-efecto
Esa relación de voluntades queda recogida paradigmaticamente en la Oración de Cristo en Getsemaní.
La gracia es dada por Dios al ser humano en la medida en que va creciendo esa relación.
Relación que es asimétrica, es Dios quién en todo momento lleva la iniciativa.
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A.G.:
Andrés discute ud unas cuestiones en las que no está debidamente formado y habla sin saber. En este blog tengo muchísimos artículos explicando la doctrina tomista de la gracia. También las explica D Eudaldo Forment, o Néstor Martínez.También hay libros clásicos, como las obras del P Royo Marín, o del P Garrigou-Lagrange.
El ser humano no puede hacer nada bueno por sí solo, necesita de la moción de la Causa Primera, que le mueva a actuar libremente. Tanto en el orden natural como en el orden sobrenatural, no hay bien libremente realizado por parte del hombre que no proceda de Dios, bien por moción natural, porque no para todo bien se requiere gracia, bien por moción sobrenatural. Pero por sí solo nada puede el hombre, salvo torcer su voluntad y pecar.
Santo Tomás explica que la gracia lo que hace es mover la voluntad humana a moverse a sí misma, de forma que el acto libre es acto cien por cien del hombre que lo realiza, y esta plenitud del acto humano libre, es debida a la moción divina. Cuanto más mueva Dios al hombre, más libremente actúa éste. La gracia lo que hace es activar la libertad humana, perfeccionarla en orden al acto a realizar, habilitar la voluntad para que ésta actúe. Dios da su gracia para que el hombre pueda responderle y en verdad lo haga.
Creo que las cuestión es más sencillas de plantear.
¿Cuándo el ser humano opta por el bien, la verdad, la belleza o la justicia, pone algo de su parte (aunque sea poco) o no pone absolutamente nada?
En el primer caso se puede hablar de libertad y en el segundo de determinismo.
El párrafo siguiente que ha escrito no me saca de dudas:
"Santo Tomás explica que la gracia lo que hace es mover la voluntad humana a moverse a sí misma, de forma que el acto libre es acto cien por cien del hombre que lo realiza, y esta plenitud del acto humano libre, es debida a la moción divina. Cuanto más mueva Dios al hombre, más libremente actúa éste. La gracia lo que hace es activar la libertad humana, perfeccionarla en orden al acto a realizar, habilitar la voluntad para que ésta actúe".
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A.G.:
"¿Cuándo el ser humano opta por el bien, la verdad, la belleza o la justicia, pone algo de su parte (aunque sea poco) o no pone absolutamente nada?
En el primer caso se puede hablar de libertad y en el segundo de determinismo. "
No, ninguna parte, por pequeña que sea, puede el hombre poner por sí solo. Eso es lo que dicen los semipelagianos. Sólo cuando Dios mueve al hombre, éste actúa plenamente. Dios puede mover al hombre habilitando su libertad y sosteniéndola, puede hacerlo porque es Dios, y el hombre su criatura. Y no hay determinismo en ser movido, sino libertad. Porque Dios mueve al hombre a moverse por sí mismo.
Sigue Ud. hablando en plan semipelagiano.
TERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
PRIMERA SECCIÓN
LA VOCACIÓN DEL HOMBRE:
LA VIDA EN EL ESPÍRITU
CAPÍTULO PRIMERO
LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
ARTÍCULO 3
LA LIBERTAD DEL HOMBRE
1730 Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de la iniciativa y del dominio de sus actos. “Quiso Dios “dejar al hombre en manos de su propia decisión” (Si 15,14.), de modo que busque a su Creador sin coacciones y, adhiriéndose a Él, llegue libremente a la plena y feliz perfección”(GS 17):
«El hombre es racional, y por ello semejante a Dios; fue creado libre y dueño de sus actos» (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4, 4, 3).
I. Libertad y responsabilidad
1731 La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios, nuestra bienaventuranza.
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A.G.:
NO, Andrés, es Ud. el que lo está entendiendo semipelagianamente. Como ya le he explicado, el hombre puede responder a Dios por sí mismo, movido por la gracia de Dios. Y le recordé cómo enseña Santo Tomás que la moción divina lo que hace es mover a la voluntad a moverse POR SÍ MISMA. Que es lo que dice el Catecismo: por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo.
Pero no por sí solo. Por sí solo no puede.
El semipelagianismo consiste en creer que el hombre puede responder a Dios por sí solo, en creer que el hombre puede disponer de sí, en orden a su salvación, por sí solo. Como si el hombre pudiera poner su parte, para que Dios pusiera la suya. Pero no, no es así.
El hombre dispone de sí por sí mismo gracias a la moción divina. En el orden sobrenatural, gracias a la gracia. Es la gracia la que mueve al hombre a moverse por sí mismo, como le expuse en mis anteriores comentarios.
Pero no por sí solo. El hombre no puede responder a Dios por sí solo. Esto es semipelagianismo.
Un cordial saludo
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A.G.:
No es cuestión de sacar conclusiones por libre, ni de tergiversar el Catecismo, sino de aceptar la doctrina de la Iglesia, que enseña que el ser humano no puede realizar ningún acto sobrenatural por sí solo, necesita de la gracia divina para responder salvíficamente a Dios. Y negar esta verdad es incurrir en heterodoxia.
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A.G.:
Dice bien en que la libertad es para el bien. Para optar entre bienes en orden a un fin. No para abusar, optando por el mal. Esta opción es indicio de vida del albedrío, pero como la enfermedad es indicio de vida, dirá León XIII siguiendo a Santo Tomás.
Hornero:
Luego estará de acuerdo conmigo en que el hombre tiene capacidad para optar, que es lo único que yo digo. Sin esa capacidad no hay libertad posible.
Ahora bien, para hablar de auténtica libertad el ser humano tiene que, como usted bien dice, adherirse al ser, a mi me gusta más decir vincularse nutriciamente al bien, la verdad y la belleza, en definitiva vincularse al bien perfecto que es Dios.
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A.G.:
NO, lo que dice Ud. Andrés, es que el hombre puede optar al bien por sí solo sin ser movido por Dios. Lo cual es erróneo. Obviamente el hombre tiene capacidad para optar por sí mismo, pero no por sí solo. necesita de Dios tanto a nivel natural como a nivel sobretural. El hombre es causa segunda y no causa primera. El hombre no es dios. Es criatura que depende en todo de Dios.
"¿ Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿de qué te glorías, como si no lo hubieras recibido?" (1 Cor 4, 7)
Evidentemente si opta saludablemente es con ayuda de Dios, pero opta.
Yo no digo que el hombre opte en soledad, si está solo, absolutamente solo, no puede optar por nada.
Respecto a su frase
"Obviamente el hombre tiene capacidad para optar por sí mismo, pero no por sí solo"
Creo que usted me interpreta en el sentido de que yo considerara buena en sí la capacidad de optar.
La capacidad de optar es una mera capacidad (perdone la tautología). La capacidad de optar indica la diferencia ontológica que tiene el hombre respecto a los otros seres. El liberalismo deifica está capacidad de optar, yo, por mi parte no lo hago.
La capacidad de optar tiene que estar dirigida al Bien.
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A.G.:
Andrés, no se trata de optar en soledad, sino por sí solo, con las solas fuerzas naturales sin ayuda de la moción divina. El hombre con sus solas fuerzas no puede responder a Dios, no puede convertirse, ni hacer una obra sobrenatural, etc. Necesita de la moción, del empuje, del auxilio de Dios como Causa Primera. Sólo cuando Dios mueve al hombre éste opta libremente por una obra saludable.
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