(397) Sin Cruz y sin justicia
48.- El neomodernista es antijurídico.— Y esto confunde su concepto de redención. Rechaza términos jurídicos clásicos, como pena, deuda, satisfacción vicaria, reparación, expiación, castigo. El pecado, piensa el personalista, es a lo sumo una ofensa, pero no una deuda que exija ser saldada.
La justicia se predica para la comunidad temporal, no para la comunidad sobrenatural, que es la Iglesia, ni para las relaciones del hombre con Dios, ni del miembro de la Iglesia con Cristo Cabeza. Para estas realidades se postula una misericordia desjuridizada, un bondadismo sin justicia, una pseudomisericordia que clama al Cielo.
Se minimiza por tanto el derecho penal, desaparece el concepto tradicional de castigo, que es aceptado, a lo sumo, como corrección medicinal, pero no como pena expiatoria. La pena, propiamente hablando, es reemplazada por la sanción administrativa. El estado de pecado es sustituido por el estado o situación de irregularidad, en clave administrativista.
49.- El neomodernista malentiende el pecado original y personal.— Porque no considera su efecto principal, que es hacer recaer sobre el género adámico la ira de Dios y su justa indignación. Ignora, por ello, el pecado como un estado desordenado de enemistad, personal y social, que demanda corrección y restauración vindicativa.
Por el contrario, predica un Dios que no se aira con quien le traiciona, sino que ama igualmente a todos, como si nadie le hubiera ofendido, o hubiera sido sin querer, o incluso ¡meritoriamente!, como acto significativo de la humana libertad, que supuestamente Dios respeta. Predica un dios indiferente al pecado. El neomodernista se excusa torticeramente en la inmutabilidad divina para defender la impunidad, para borrar los contornos del estado de gracia y del estado de pecado, para disolver en las aguas modernas del Maelstrom (aguas de soberbia, de indiferentismo, de revolución), la deuda contraída con Dios.
50.- El neomodernista considera que Dios ama por igual a todos los hombres.— Y que a todos concede las mismas gracias, que depende de cada uno aprovecharlas en mayor o menor grado según su particular generosidad. Es por tanto semipelagiano. Dios respeta nuestra libertad, dice, y espera indefinidamente el movimiento del hombre hacia Él, bien por naturaleza, bien por gracia igualitaria, con la que todo hombre cuenta, sea católico o hereje o pagano.
En el fondo, en su mentalidad naturalista, nadie es hereje ni pagano, todo el mundo tiene dentro lo sobrenatural, todo el mundo anhela a Cristo, lo sepa o no, no importa si es budista, animista, musulmán o protestante. Todo el mundo, opina el neomodernista, está en estado de amistad con Dios, porque Dios ama a todos sin importarle el pecado. La Cruz, por tanto, es superflua, porque un supuesto misterio pascual de resurrección para todos abarca a todos sin distinción de justo ni pecador: En su inefabilidad misteriosa no hay lugar para la ira, es decir, para la justicia.
El neomodernista considera que Dios ama por igual a todos los hombres, no tiene sentido hacer distinciones elitistas, nadie está ni en estado de gracia ni en estado de pecado. Nadie es hijo de la ira, dice, porque Dios ama a todos por igual y siempre está esperando ante la puerta del hombre a que el hombre abra cuando quiera. Dios a todos por igual porque nadie le debe nada.
51.- El neomodernista sustituye la satisfacción sobreabundante de Cristo por la mera solidaridad.— Y a esta solidaridad califica de pascual, porque por premio promete una resurrección gloriosa general y felicísima. Sustituye la tradicional ira de Dios (que Cristo había de aplacar con su sacrificio), por un amor indiferente (que se despliega en valores humanos). No entiende que el honor de Dios ofendido exija una satisfacción, lo considera un antropomorfismo medieval.
Nosotros, sin embargo, reclamamos la doctrina tradicional, y reivindicamos, como deber inexcusable del cristiano, confesar explicitamente la satisfacción sobreabundamente operada por Cristo Salvador Nuestro. Porque:
«I. Si alguno no confiesa que Adan, el primer hombre, cuando quebrantó el precepto de Dios en el paraíso, perdió inmediatamente la santidad y justicia en que fue constituido, e incurrió por la culpa de su prevaricación en la ira e indignación de Dios, y consiguientemente en la muerte con que Dios le habla antes amenazado, y con la muerte en el cautiverio bajo el poder del mismo que después tuvo el imperio de la muerte, es a saber del demonio, y no confiesa que todo Adán pasó por el pecado de su prevaricación a peor estado en el cuerpo y en el alma; sea excomulgado.» (CONCILIO DE TRENTO, Ses. V, 17 de junio de 1546, Decreto sobre el pecado original)
La Iglesia en el Maelstrom, XI, Subjetivismo pastoral, XII: Domesticar la Revolución, XIII: Sin Cruz y sin justicia
14 comentarios
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A.G.:
Y el Romano y el de San Pío X, que son magníficos y muy tradicionales.
"El pecado, piensa el personalista, es a lo sumo una ofensa, pero no una deuda que exija ser saldada"
Me parece que uste toma el término "personalismo" como un término talismán al que achacar todos o casi todos los males del catolicismo actual.
En cualquier caso, respecto a su frase, más que saldar una deuda yo hablaría de reparar el mal realizado.
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A.G.:
Dice Ud.:
"más que saldar una deuda yo hablaría de reparar el mal realizado."
No sólo reparar, también saldar la deuda que produce el pecado. Porque el pecado nos endeuda con Dios, de forma que hemos de pedir: PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS, asociados a la obra satisfactoria de Nuestro Señor, tal y como Él mismo nos enseñó a pedir.
Me da Ud. la razón: es doctrina silenciada, desconocida, rechazada. Debe saber, Andrés, que el pecado además de ofender, endeuda con Dios. A Dios se le DEBE satisfacción, penitencia, expiación, reparación también.
Hablo a distintos niveles, principalmente, como repito a menudo, del personalismo idiosincrásico, de la mentalidad personalista, o sea del neomodernismo, del nuevo paradigma, y en concreto de la Nueva Teología. Pero además hay muchos textos y autores, sobre todo aquellos que hablan de la llamada teología del misterio pascual, tras la Segunda Guerra Mundial, y critican el concepto tradicional de satisfacción. Si empieza Ud. a investigar sobre ello, a leer a Odo Casel, por ejemplo, comprobará que la teología del misterio va en esta dirección, no digamos en sus continuadores, y en general, la nueva concepción del derecho penal. Son ideas que vinieron de Francia, principalmente, y que burlaron la condena de la Humani generis. Además, se escucha muy a menudo en homilías y predicaciones. También en la calle, hablando con uno y con otro, sobre todo con gran parte del clero, educado en los principios de la Nueva Teología (o sea, del personalismo teológico). Y, principalmente, como menciono a menudo en este blog, se trata de la mentalidad o idiosincrasia que ha producido la escuela personalista.
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A.G.:
Andrés, confunde Ud. tal vez reparar. Pues satisfacer a Dios ofendido es también reparar (la ofensa), es decir, el honor divino, sufriendo la pena DEBIDA (la deuda) a modo de satisfacción (que en este caso fue sobreabundantísima). Reparar es por eso también aplacar la ira divina con la satisfaccion que se debe.
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A.G.:
Gracias Juan. Muchos católicos se escandalizan con la doctrina de siempre, porque no la conocen, llevan decenios recibiendo mala formación de la Nueva Teología. Y algunos creyendo, quizá de buena fe, que estas novedades modernas son una maravilla. Es una pena.
Ese sufrimiento es debido a vivir alejado del amor de Dios, es precisamente este amor de Dios el que ,a modo de fuego, ha de purificar al alma para darle a conocer sus pecados e imperfecciones
Es decir, en todo momento hay una pedagogía amorosa divina actuante (la ira de Dios no hay que entenderla como un mero enfado antropomórfico); en la medida que el alma es dócil a esa intervención divina se consigue la anhelada purificación.
Este proceso es sumamente doloroso, no es una simple palmadita en la espalda y decir que no pasa nada por vivir apartados de Dios.
No cualquier sufrimiento es fecundo, debe estar vinculado con el amor a Dios y de Dios.
Dios es un amante celoso que nos quiere exclusivamente para Él.
Por cierto
Feliz día de San Juan de la Cruz!
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A.G.:
No me atribuya falsamente reduccionismos. Este post no abarca todos los temas, sino el tema de la desjuridización de la redención, y en concreto la pérdida del sentido de la satisfacción sobreabundante de Nuestro Señor. La verdad Andrés,se lo digo amistosamente, no le veo mucho sentido a que cada vez que publico un post venga ud. a mostrar su disgusto con todo lo que escribo. En Infocatólica y en otros portales hay otros blogueros con una teología más afín a la suya. Si disiente con todo tal vez no es el tipo de lectura que necesita.
Unos han dejado de creer y otros, para hacerlo, destrozan la doctrina fabricándose un Dios que vulnera la justicia, mero títere de las exigencias humanas. De manera que ni contricción ni reparación de la culpa, mera confesión de algo que hicimos que a Dios no le puede afectar.
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A.G.:
Interesante lo que comenta, Palas Atenea. Impresiona eso de que el ejemplo de los justos ya no sirve.
Aunque parezca raro observar la virtud también es juzgar, positívamente por supuesto, y esa costumbre permite que el ejemplo sea válido. De lo contrario podemos tener delante un ejemplo de prudencia, justicia, fortaleza, templanza o caridad y no percibirlo. La fe ardiente de alguien no conmueve y la esperanza se confunde con ingenuidad.
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A.G.:
No pueden ver la virtud, no emiten juicios morales, es cierto. No me cabe duda Palas Atenea que esta suspensión del juicio forma parte de la mentalidad liberal vigente.
Participo también en otros foros, el suyo me ayuda para cuestionarme mi fe, cosa que le agradezco.
Evidentemente no coincido con su rechazo a la filosofía personalista, pienso que en ella hay muchos elementos positivos.
Participar en un foro en el que se asistiera siempre a lo que dice el autor sería un poco aburrido.
No le parece?
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A.G.:
Pero esto no es un foro, amigo, sino un blog de crítica al neomodernismo personalista y exposición de la doctrina tradicional. Por lo que el disentimiento continuo no procede.
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A.G.:
Manuel no entiendo exactamente qué quieres decir, no sé si es una crítica a este post o a la mentalidad que se denuncia en él o a ambas cosas.
Piénselo, además: cómo puede creer nadie que pueda ser posible reparar, por ejemplo, la muerte de otro (aun por imprudencia). Podrá haber una serie de normas que establezcan unos baremos con el valor de cada categoría de persona, como en la Ley antigua, quedando sin perdón el pecado hasta que lo pedía a Dios el sacerdote por todos a su tiempo. La recomposición del mundo que establece Cristo es por eso perfecta al darnos, con el perdón del Padre, en sí mismo un don sobrenatural, el don no menos sobrenatural de la gracia para esa reparación de lo que, por definición no puede ser reparado ni siquiera en el mundo (sin esa gracia). Lo inconmensurable por lo inconmensurable. Cristo hace así una creación nueva, sana el mundo en lo que sus hijos le seamos dóciles.
Quien te ha creado sin ti, decía san Agustín, no te justificará sin ti. El modernismo es una mala interpretación de esta frase, como viene usted a sugerir, don Alonso. El respeto de nuestra libertad por parte de Dios no significa que éste se tenga ante nosotros como ante un Adán o una Eva y abola todo lo que ha hecho hasta ahora, hasta el momento en el que nuestra libertad ha llegado a ser un nuevo dato en el mundo. De esa historia forma parte el envío de su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Cristo es lo que sale por la puerta cuando hoy en día se dice eso de que Dios respeta nuestra libertad, que es lo contrario de lo que decía san Agustín: no hay justificación ni, por lo tanto, santificación, fuera de la gracia de Cristo ni, por tanto, de su esposa la Iglesia. Dios no rechaza a ningún hombre, venga de donde venga, pero sin Cristo -cabeza de la Iglesia- no hay salvación posible, porque sin él no conocemos ni queremos a Dios, como nos repetía san Juan. Muy apropiado tema para un día como hoy en el que rememoramos a aquel gran teólogo de la Cruz, tan a menudo convertido por los modernos en un sosaina melifluo sin doctrina ni consistencia. Que Dios se lo pague.
Pues pretendía expresar a mi manera la experiencia que tengo de la alergia a lo jurídico.
Es decir, coincido bastante contigo. Posiblemente, en el fondo coincidamos en los "objetivos finales" casi siempre. Otra cosa es que tengamos preferencias distintas sobre el modo de alcanzarlos.
Es que el tal Ánomos es un pelmazo, y siempre está dando lata.
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A.G.:
Ja ja ja verdad Ánomos es un pelmazo. Es verdad lo que dices de que hay una alergia a lo jurídico, lo constato diariamente.
Ciertamente, la Salvación es un don gratuito concedido por el Sacrificio Redentor de Cristo.
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