Si oviesse buen señor
No es ni mucho menos la primera vez. Ayer, en una columna publicada en el diario The New York Times, el papa Francisco ha vuelto a hablar de los sacerdotes para soltar unas cuantas lindezas: «por desgracia», los sacerdotes parecen a veces amargados y tristes, más solterones que casados con la Iglesia, más funcionarios que pastores y más soberbios que alegres».
Ya sé que la Iglesia es otra cosa, pero me voy a tomar la libertad de hacer una quizá no demasiado acertada comparación, pero si el presidente de una empresa afirma con cierta frecuencia que sus empleados son tristes, amargados, demasiado rígidos, soberbios y más funcionarios que cercanos a la gente, el problema no lo tienen los empleados, lo tiene la empresa, incapaz de motivar a los suyos para que sean y vivan otra cosa.