29.05.25

Alasdair McIntyre, crítica y alternativa a la modernidad

El filósofo Adaslair McIntyre (Glasgow, 1929 – Indiana, 2025), fallecido el pasado 21 de mayo, es uno de los autores que más a fondo ha planteado una crítica a la crisis moral de la modernidad, así como una alternativa a la misma. Y lo ha hecho situándose en los “márgenes” de la modernidad, para comprenderla desde dentro y juzgarla desde fuera. Los recursos para una renovación ética y política se encuentran, nos dice, en el pensamiento de Aristóteles y de Tomás de Aquino y en una comprensión narrativa de la vida humana.

Se suelen distinguir tres etapas en su larga trayectoria filosófica. Entre 1951 y 1971 lleva a cabo sus primeros desarrollos en el campo del pensamiento: se ocupa de la relación entre marxismo y cristianismo; de filosofía de la religión, teología natural y psicoanálisis; así como de ética y sociología. En 1970 se traslada a EEUU y, entre 1971 y 1977, realiza una reflexión autocrítica. A partir de 1977 se dedica al proyecto “Tras la virtud”.

La crítica a la crisis moral de la modernidad parte de un diagnóstico según el cual no hay forma de ponerse de acuerdo racionalmente sobre asuntos morales - pensemos, a modo de ejemplo, en la cuestión del aborto o de la eutanasia -. Lo que prima en ese ámbito de la vida no son los criterios racionales, sino el emotivismo; es decir, los sentimientos y los intereses de cada uno. La alternativa a esa crisis la encuentra McIntyre en una concepción neo-aristotélica de la actuación moral que anteponga las virtudes a las reglas y normas.

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21.05.25

León XIII, tradición y progreso

La elección del nombre “León” por parte del actual pontífice hace pensar en su homónimo predecesor más próximo, el papa León XIII, Joaquín Pecci (Carpineto 1810-Roma 1903), cuya vida se extendió por casi todo el siglo XIX; una centuria marcada, sobre todo, por el ideal de progreso en las diferentes áreas de la existencia humana: la ciencia, la política, la economía, la cultura…

Hijo de un funcionario de los Estados Pontificios y perteneciente a una familia de la pequeña nobleza, Joaquín Pecci fue ordenado sacerdote en 1837. Se doctoró en Teología y pronto ingresó en la Academia de Nobles Eclesiásticos de Roma – hoy Pontificia Academia Eclesiástica -, donde se formaban, y aún se forman, los sacerdotes al servicio de la diplomacia de la Santa Sede. Fue enviado como delegado pontificio a poner orden en diversos territorios de los Estados de la Iglesia, tarea que desempeñó con competencia, y Gregorio XVI lo nombró nuncio apostólico en Bélgica en 1843. En ese país estuvo muy atento a los elementos que podían ayudar a potenciar la presencia de la Iglesia en el mundo moderno. En 1846 fue nombrado arzobispo de Perusa, siendo creado cardenal en 1853. Su episcopado se caracterizó por la eficacia de su gobierno buscando conciliar siempre la tradición de la Iglesia con el progreso de los tiempos. Pío IX lo llamó a la Curia, nombrándolo camarlengo de la Santa Iglesia Romana en 1877. Tras un cónclave de solo dos días, fue elegido papa el 20 de febrero de 1878.

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14.05.25

“En tus manos”. La obra poética de Gilberto Gómez González

El grupo editorial Fonte, en su colección de poesía espiritual, ha publicado – en una edición preparada por Pablo Cervera Barranco - “En tus manos” (Burgos 2025), un libro que recoge gran parte de la obra poética de Gilberto Gómez González. El autor, nacido en Albeos (Creciente, Pontevedra) en 1952, estudió en los seminarios de Tui y de Vigo. En 1975 fue ordenado sacerdote – acaba de celebrar los cincuenta años de ministerio - , en 1986 se incorporó a la diócesis peruana de Abancay, de la que fue obispo auxiliar desde 2002 y de la que es obispo residencial desde 2009. Aficionado desde niño a la escritura, ganó en 2005 la XXIV edición del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística con su poemario “Via lucis” y en 2022 se publicó su obra “Rosario. Poesía, oración y mística”.

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10.05.25

¡Pedro ha hablado por León!

El concilio de Calcedonia, celebrado en el 451, ayudó a precisar la fe de la Iglesia afirmando la unidad de Jesucristo – un único sujeto, una única persona e “hipóstasis” - en la distinción de las dos naturalezas, la divina y la humana: “Confesamos a uno y el mismo Cristo…, que subsiste en dos naturalezas, sin mezcla, sin cambio, sin separación ni división”. A esta clarificación doctrinal contribuyó el papa san León I Magno con una carta dogmática dirigida en 449 al patriarca Flaviano de Constantinopla en la que distinguía, en Cristo, entre “naturaleza” y “persona”: “Quedando, pues, a salvo la propiedad de una y otra naturaleza y uniéndose ambas en una sola persona…”. Este escrito se leyó en Calcedonia en medio de los aplausos de los obispos que participaban en el concilio: “¡Esta es la fe de los padres, esta es la fe de los apóstoles! ¡Todos creemos así!… ¡Pedro ha hablado por León!”.

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28.04.25

El papa, sucesor de Pedro

Los colores del Vaticano son el amarillo y el blanco, y el escudo dos llaves entrelazadas, una dorada y otra plateada, coronadas por una tiara papal. El color de las llaves hace referencia a un pasaje evangélico. En la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Simón Pedro dio la respuesta acertada: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Esa confesión de fe, que está a la base de la función primacial que Cristo le confía, no se debe a las cualidades de Pedro como ser humano, sino a la gracia y a la revelación de Dios: “Tú eres Pedro – le dice Jesús -, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará”. Y es justo en ese momento cuando Jesús le otorga el poder de las llaves: “Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos”. La plata, de ahí el color blanco, simboliza la llave que ata y desata en la tierra. El oro corresponde a la llave que ata y desata en los cielos, de ahí el color amarillo.

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