(367) La Iglesia en el Maelstrom, I: contracorriente
1.- Ferendo vincam, sufriendo venceré.— El lema de Don Juan de Borja, tan clarividente, tiene sustancia. La pictura es elocuente: una roca que enfrenta la corriente y la resiste, sufriendo la potencia de sus olas. Tal es la situación de muchos católicos hoy día.
La solidez le viene a la roca de su densidad; para el cristiano, de la gracia, de la doctrina de siempre, de la ascética y la mística tradicionales.
—La roca resiste la pujanza del Maelstrom, pero no por sí sola. La imaginamos con raíces, cual árbol pétreo, calando hasta lo profundo, cual causa segunda consciente de su papel, que es depender por completo de su Causa Primera.
Ferendo vincam. Nos toca enfrentar la corriente, para no estar a su merced.
2.- Del acto principal.— De los dos actos que componen la virtud de la fortaleza, atacar y resistir, el principal y más difícil es resistir. Porque, contra lo que comúnmente se cree, «es más penoso y heroico resistir a un enemigo que por el hecho mismo de atacar se considera más fuerte y poderoso que nosotros» (Royo Marín, Teología de la perfección cristiana, §325).
—Resistir o soportar la muerte antes que abandonar el bien, de hecho, es el acto principal de la fortaleza (Cf. Santo Tomás, II, II, 124).
Nos interesa el aguante de la roca, que quiere prevalecer, permanecer en sí misma contra las fuerzas disolventes. Nos interesa la virtud del escollo que enfrenta al mundo, para que el mundo moderno tropiece contra su propio mal, que es su subjetivismo, su vértigo de muerte. Nos interesa, pues, no un principio de bienestar, sino de contradicción. No lo obtendremos de las fuerzas solas, sino del orden sobrenatural.
3.- ¿Adónde va el buey que no are?.— Dice un refrán castellano muy antiguo, como en La Celestina, IV, 154. No cabe eludirlo, que la empresa de plantar cara no tiene término; como el noble animal de labranza, en otros tiempos, que no eludía su labor, no quiera el católico zafarse del órdago, sino antes bien acometerlo; pues la respuesta refranada es clara: a la carnicería o al matadero.
Sepa el católico que no tiene otra: toca arar de sol a sol la tierra del catolicismo; sembrar, de nuevo, el acervo de verdades, para que mañana alimente a las nuevas generaciones. Pues, ¿adónde iremos, de no hacerlo? A la carnicería de los demonios, al matadero de sus potestades.
La responsabilidad es clara, no hay forma de eludirla: llegado el tiempo de católica labranza, no ha lugar para modernidades. Nullum otium servis, no hay descanso para los siervos. No puede esperar el Cristo Total; hay que servir al Depósito. Nuestra manera de servir será a hechura de la roca, que contra la corriente del Maelstrom se afirma con la ayuda de la gracia, y se dispone a sufrir resistiendo.
12 comentarios
Por cierto, no hagas caso de este comentario si quieres, pero creo que el verbo enfrentar es reflexivo. Enfrentarse al enemigo y no enfrentar al enemigo, lo que además pone de manifiesto que al enfrentarnos a algo o a alguien la resistencia es activa y consciente. Los hispanoamericanos lo usan como afrontar, lo que no es correcto, creo. Hace años lo leí en El dardo de la palabra de Lázaro Carreter, distinguiendo enfrentar, confrontar y afrontar, con su preciso significado cada uno. Siempre un placer leer tus artículos.
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A.G.:
Gracias Curro Estévez. Sembrar el acervo, he aquí la tarea que tenemos, pensando sobre todo en las próximas generaciones, que no deben encontrarse con filosofías modernas vestidas de catolicismo, sino con la philosophia perennis.
Enfrentar puede tener sentido transitivo, lo busqué en el diccionario panhispánico de dudas, y lo permite. Lo cierto es que da un sabor arcaizante, castizo, que se agradece, creo.
Tal como está escrito este artículo: la roca que enfrenta la corriente, me parece que el sentido es el mismo.
Muy oportuno:
mejor es el que aguanta que el que conquista un castillo.
La Ciudadela Católica resiste, no hay que dejar resquicio sin defender. También en la vida personal: no dejar hueco alguno a cualquier mal, ni en acto ni en hábito, que puedar penetrar como enemigo en la ciudadela interior y abatirnos.
Me gustó el matiz que aporta:
en el primer caso es el yo-sujeto el que prevalece y en el segundo es el complemento directo.
Creo que es ese el sentido que quise darle, de descentramiento de la propia subjetividad. Objetivarlo todo, incluso el propio cuerpo (contra la moda piadosa y teologica hoy reinante, que lo diviniza sin sentido) y verlo como algo extraño, es el arma mejor contra el dolor, contra el pecado, contra la vanidad del mundo.
Y no por mero estoicismo, porque el papel de la gracia es fundamental, y el honor de Dios. Sino porque la vida es milicia, y verlo todo, incluso a uno mismo, desde el campo de batalla, es crucial.
"La Pie de Gallo"
La idea de la resistencia católica plasmada en el floklore argentino.
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A.G.:
Wow, la letra tiene muchísima sustancia, y la música lo mismo. Me ha gustado mucho.
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A.G.:
Así es, cueste lo que cueste, porque con gracia se puede todo (Fil 4, 13)
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Así es:
Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados a la deriva por todo viento de doctrina, en la falacia de los hombres, que con astucia conduce al error;
Ef 4:14
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A.G.:
Con astucia, y con su instrumento la ambigüedad. La crisis actual, el deterioro doctrinal de hoy, es obra de la ambigüedad, más que del error expícito. Es la táctica modernista, blindar el error tras la equivocidad y la multiplicidad de lecturas.
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A.G.:
Gracias Manuel, milicia es la vida del hombre sobre la tierra, combate cristiano, natural y sobrenatural.
Esto se ve muy bien en el matrimonio.
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A.G.:
No trata el post de la fidelidad, ni del cumplimiento del deber, sino de la virtud de la fortaleza, de su acto principal, que es la resistencia al ataque del enemigo, mundo, demonio, carne, modernismo...
Ser conscientes de nuestras fidelidades evita que caigamos en la triste frase de Ortega:
"El hombre es en esencia soledad"
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A.G.:
Es verdad, para ser fieles hay que resistir.
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A.G.:
Indudablemente
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