(409) Doctrina ensordecida
78.- Los neomodernistas ensordecen la función docente de la Iglesia con interferencias conceptuales extrañas de diversa procedencia: fenomenología, filosofía de la acción, deconstruccionismos, situacionismos, normativismos, etc. Para el neomodernismo creer es amar, pero no creer. Por ello les parece que cualquier concepto amable es bien recibido, porque lo importante es amar, y para ellos, en realidad, no la verdad, sino sólo el amor es digno de fe, no la doctrina.
Y es que en su mentalidad la fe no consiste en asentir verdades sino en sentir, experimentar, confiar, pero no creer. Hibridan la fe con el amor humano y minimizan la doctrina, que queda reducida a ensayismo y discursismo teórico, diálogo sin mayéutica y cavilación.
79.- El ejercicio liberal de la docencia implica no querer utilizar la autoridad sino la reflexión, a la manera en que el pensamiento moderno se mal posiciona ante la verdad, como si fuera abusivo creer que es posible conocerla y formularla en enunciados inequívocos. Para ello disimula su desistimiento cognoscitivo con apelaciones al misterio, en clave de teología negativa, o de estética teológica balthasariana.
80.- Para reformar la función docente de la Iglesia será preciso declarar la inidoneidad de las exposiciones que utilizan expresiones vagas, difusas o ininteligibles por su ambigüedad o su carácter meramente ensayístico, y plantear cuáles son los requisitos para considerar adecuado un texto docente. Porque un acto docente no es un acto de potencia absoluta sino un acto ordenado. No todo acto de la Iglesia docente es acto docente.
81.- Terribilidad docente.— Claridad, precisión, clasicismo, sencillez, profundidad, sobrenaturalidad, son algunas de las virtudes que tradicionalmente han otorgado excelencia a la enseñanza eclesiástica.
La motivación esencial, aparte de la entrega del legado recibido, es decir la traditio, debe ser la salud de las mentes y las almas, para que se cumpla la Escritura, que asegura que la Iglesia es columna y fundamento de la verdad (Cf. 1 Tim 3, 15); sí, de la verdad, no de la teoría.
La mens católica habrá de conducirse, de nuevo, con temor y temblor, conforme a la responsabilidad terrible del acervo. Porque no hay doctrina recta sin sacrificios.
La Iglesia en el Maelstrom, I: Contracorriente , II: Sol faciado, III: Apego insensato, IV: Cruz en el Maelstrom, V: Contra las aguas corruptas, VI: Desde lo alto siempre, VII: Doctrina escamondada, VIII: Injerto y mutación, IX: Traición y afán de novedades, X: Misteriosismo y verdad sin doctrina
La Iglesia en el Maelstrom, XI, Subjetivismo pastoral, XII: Domesticar la Revolución, XIII: Sin Cruz y sin justicia, XIV: Titanismo y caída, XV: La ofensiva marxista y conservadora, XVI: Conservadurismo neomodernista, XVII: Falsas doctrinas redivivas, XVIII: Metástasis del Leviatán, XIX: Burocrativismo teológico, XX: Doctrina ensordecida
4 comentarios
Enhorabuena y muchísimas gracias.
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A.G.:
Gracias Ricardo. En efecto, engañifas. Lo trágico es que a menudo con buena intención.
Si la trompeta da un sonido confuso, ¿quién se preparará para la batalla? 1 Corintios 14, 8.
Gracias, don David, por este nuevo excelente artículo sobre las tinieblas modernistas con que el demonio eclipsa la Iglesia de Cristo. Dios lo bendiga. Dios restaure su Iglesia.
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A.G.:
Gracias P Miguel, como bien dice, nos encontramos en un auténtico eclipse, en una confusión sonora considerable. Parece que el faro ha dejado de alumbrar las naves, o lo hace sólo precariamente. Pero la Iglesia sigue siendo columna y fundamento de la verdad. Oremos y luchemos por ello, siguiendo el ejemplo de los santos.
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A.G.:
Gracias Javier por tan buen comentario. La analogía es eficaz. Cómo se enturbia la claridad, y cómo se envuelve en tinieblas.
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A.G.:
En efecto, los neomodernistas progres poco o nada hablan de la auténtica conversión. Los neomodernistas conservadores hablan mucho, pero siempre en clave subjetivista o neoluterana.
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