Las ventajas que internet nos entrega, en términos de comunicación, trámites bancarios y similares, también han creado un nuevo riesgo: que personas desconocidas accedan a información personal importante y/o delicada, que normalmente se encuentra disponible para todo el que pueda acceder a las cuentas que usamos.
Una opción radical es no entregar nunca ese tipo de datos a las empresas o sitios que frecuentamos, pero más allá de eso, los expertos en seguridad informática nos entregan importantes recomendaciones para hacer más segura la navegación por internet, tales como mantener antivirus actualizados, no hace clic en los enlaces llegados de un correo, fijarnos en que nuestro navegador esté usando una conexión segura, no ingresar claves en un computador público, etc.
Con todo, la medida de seguridad más importante que podemos implementar es mejorar la calidad de nuestras contraseñas. En este sentido, desde luego se desaconseja utilizar palabras directamente tomadas del diccionario, porque un programa puede probarlas todas contra una clave en muy poco tiempo (en lo que se llama un “asalto de fuerza bruta), u otros datos relevantes, como el cumpleaños de los hijos o el nombre de tu primera mascota, a los que podría tener acceso quien conozca al sujeto, por ejemplo, a partir de información disponible en facebook. En cambio, se recomienda usar contraseñas de más de 7 caracteres, y que contengan una mezcla de minúsculas, mayúsculas, números y otros caracteres especiales, como arroba, dos puntos, tildes, etc.
Lo cierto es que uno tiende a usar claves obvias, precisamente porque son fáciles de recordar, y en cambio “feX1d4@2r!e3″ puede ser una contraseña totalmente inviolable, pero si la usas una vez cada dos meses, es indudable que necesitaremos el sistema de “recuperar clave” siempre que intentemos acceder al sistema.
Una solución que puede entregarnos las mejores ventajas de ambos mundos puede ser emplear versículos de la Biblia. Por ejemplo, la contraseña “Juan3:16″ (Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna) contiene mayúsculas, minúsculas, números y caracteres no literales, y por otro lado es un verso muy conocido, que no es difícil de recordar.
Desde luego la idea es que uno escoja un verso que le resulte personalmente significativo (para que no lo adivine cualquiera que sepa que uno es católico), y a la vez que nos sirva para no olvidar nuestros deberes como cristianos en todos los ámbitos de la vida. Así, por ejemplo, una clave para ingresar al banco puede ser “1Tim6:10″ (Porque la avaricia es la raíz de todos los males, y al dejarse llevar por ella, algunos perdieron la fe y se ocasionaron innumerables sufrimientos.) y en cambio para Facebook sería “Mateo19:8″ (Él les dijo: Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así.)
No diré que las posibilidades son infinitas, porque no lo son, pero si sumamos al número de versículos contenidos en los 73 libros de la Biblia, las diferentes denominaciones que tienen los libros de la Biblia (Romanos, Rom, Rmn) y los diferentes separadores que podemos usar en vez de dos puntos, la verdad es que tenemos a nuestra disposición a todo un universo de contraseñas únicas, personalizadas, muy seguras, fáciles de tener siempre en mente y que nos ayudan a recordar a cada momento nuestro compromiso cristiano.
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