El último secreto
No sé si hubo un tiempo en que la sexualidad fuera un asunto realmente secreto. Es cierto que hace un par de generaciones se habría considerado inaceptable que una mujer decente se exhibiera como lo hacen hoy en día las modelos, pero también en esa época los padres tenían por costumbre llevar a sus hijos a un prostíbulo para que se “iniciaran". Cualquiera sea el caso, al menos la sociedad en su conjunto mantenía un halo de secreto y misterio al respecto.
Hoy, todo eso lo hemos dejado atrás, pensando que son actitudes propias del oscurantismo y tabúes primitivos. Sin embargo, no sé si estemos mejor, porque donde antes había nerviosismo y expectación hacia la primera noche de boda, hoy tenemos técnicas para evitar la monotonía. El sexo ya no tiene secretos para nosotros… o al menos eso era lo que yo creía a los 20 años.
Grande fue mi sorpresa cuando, 15 años después, empecé a darme cuenta que no todo estaba dicho en esta materia, que había un secreto más, del que nadie me advirtió en clases de biología, que, si mis compañeros de curso sabían, se quedaron en total silencio, y que ciertamente que me gustaría haber conocido antes. Sin más preámbulos, este es, hasta ahora, el último secreto:
El sexo puede unirte a otra persona.
Hay muchas cosas que nos unen a los demás, vínculos biológicos, como un padre con su hijo, ideas importantes como una religión, o una nacionalidad, y experiencias compartidas con otros, como un accidente o una enfermedad. También hay actividades, menos importantes a primera vista, que nos hacen percibir al otro como una persona; cantar una canción juntos, disfrutar una comida o compartir un pasatiempo. Lo claro es que el ser humano está predispuesto a encontrar alegría en esas formas de unión con los otros; para él, nunca es bueno estar solo.
Sin embargo, el sexo nos abre la puerta a un vínculo especial y único. En otras relaciones, ese algo que nos une está allá, afuera de nosotros mismos, y los que nos sentimos unidos, miramos “hombro con hombro” hacia esa cosa, sea una bandera, una nación, o una comida.
Con el sexo es diferente, porque lo que nos une a esa persona, es ella misma, y no otra cosa fuera de ella. Por así decirlo, es un lazo donde ya no estamos “hombro con hombro” junto al otro, frente a un tercero; sino cara a cara, somos uno, tú y yo, con exclusión de otros. En ese aspecto, se parece al amor y al matrimonio, y no es de sorprender que se haya vinculado a ellos.
En nuestra cultura han hecho nata los cínicos que nos proponen que el sexo se limita al placer venéreo. Pero faltan a la verdad, porque si así fuera, si el ser humano no sintiera que la unión personal es indispensable y en todo superior a la mera estimulación de los órganos reproductivos, hace tiempo que la actividad propiamente sexual habría sido reemplazada por medios mecánicos.
Por eso decimos que el nexo al que accedemos a través de esta realidad biológica es único en su intensidad e intimidad, y por lo mismo, va más allá del simple contacto genital.
Dicho todo lo anterior, cabe hacer una advertencia:
El sexo puede unirte a otra persona.
Esta relación fructífera y maravillosa de la que venimos hablando, no se da siempre que hay sexo, ni basta con un solo contacto para establecerla. Como seres biológicos que somos, nuestra sexualidad está sujeta a impulsos, similares a los de otros mamíferos, y por eso es perfectamente posible, bajo imperativos evolutivos, aparearnos sin que por eso surja un vínculo con el otro.
El problema es que esa forma de comportamiento, puramente instintiva o hedonista, conspira contra la unión íntima y personal que hemos descrito, porque al mantener relaciones con diferentes personas, sin la intención de sujetarnos a ellas, el sexo pierde esa capacidad de unirnos a otra. Si me permiten explicarlo con una analogía, el sexo es como una cinta autoadhesiva, tipo scotch: cuando la usas por primera vez se une a la superficie firmemente, y ahí se queda; es cierto que luego puedes despegarla, pero eso tiene un costo, y es que la segunda vez que la uses ya no se pegará tan bien, y si sigues haciendo lo mismo te encontrarás con que al quinto o sexto uso, ya no puede pegarse a nada, y no queda más que desecharla.
Entonces, esta es la advertencia: evita la promiscuidad y el abuso de las capacidades sexuales (pornografía, masturbación), pues de lo contrario, cuando quieras experimentar esa unión especial e íntima con una mujer, te encontrarás con que ya no está disponible para ti, y te darás cuenta que has perdido la posibilidad misma de vivir esa unión.
Disculpen que me extienda tanto, pero todavía cabe hacer otra observación:
El sexo puede unirte a otra persona, pero puede que esa persona no sea la correcta.
Mencionábamos lo similares que son el sexo y el amor, pero ahí también hay una trampa. Me refiero a que esa semejanza puede confundirnos, pensando que existe amor cuando sólo estamos actuando en base al vínculo que hemos establecido a través del sexo, y así tomar malas decisiones que nos afectarán para toda la vida. Es cierto, no hay garantías ni recetas infalibles para ese tipo de decisiones, pero cuando hablamos de la persona con la que nos casaremos, o con quien tendremos un hijo, por mucho que luego digamos “me arrepiento, dejo atrás esa parte de mi vida y doy vuelta la página", lo cierto es que ellas jamás desaparecerán.
Por lo mismo, es importante tener presente que las grandes opciones hay que tomarlas con la mente fría, y el que ya hayamos experimentado la unión sexual atenta contra eso. Esto es así, porque naturalmente querremos prolongar ese vínculo en el tiempo, y eso puede llevarnos a minimizar otros aspectos de la relación que nos advierten de un fracaso a futuro.
Dejo esto casi como una nota personal a mis hijos: cuando los padres dicen “esperen hasta el matrimonio", nunca es “porque sí", sino porque la experiencia nos ha enseñado cosas que no son evidentes todavía. Bueno, hasta ahí el secreto que me tomó doce años de matrimonio alcanzar. Quién sabe qué descubriremos en 10 años más.
5 comentarios
Llevas siglos sin saber de una ex, cero comunicación, nada que te recuerde a ella. Y de repente reaflora a tu memoria sin previo aviso. Y lo hará para atormentarte, para fomentar odio, remordimientos... Emociones absurdas sin una base.
Los que creen en vínculos entre almas (y el sexo es un poderoso 'hilo conductor' de estos vínculos), aconsejan siempre el rezar y perseverar para romperlos. En ese caso, no son sanos.
Pero si damos la vuelta a la tortilla, nos daremos cuenta de lo contrario: lo poderoso, bueno y útil para una relación cuando el sexo se vive de manera ordenada: en abstinencia para los solteros y los novios y en la entrega total de los casados.
:D
Tengo que decir que estoy de acuerdo con los dos primeros puntos,con algunos matices sobre todo en el segundo,pero en general de acuerdo.Sobre todo no sé a que se refiere con el "abuso" de masturbación y pornografía.Si dice que son aceptables salvo que se abuse de ellas,pues también coincido,mas creo que ese no es el caso.
Totalmente de acuerdo con que la sociedad actual adolece de una visión sexual hedonista y genitalizada,cuando es algo más,y más profundo.
Con respecto al tercer punto,no coincido con la idea general(ya ve,todo no podía ser,jaja). Por un lado,a la hora de unir mi vida con otra persona(casándome o no)quiero conocerla completamente. Eso incluye relaciones de compromiso,de convivencia, sentimentales...,y sexuales. El sexo no es tan importante,pero es una parte. No voy a decir que una convivencia previa antes de un compromiso más profundo sea una receta mágica. Pero a mí me ha funcionado,y se lo recomendaré a los míos.Es una posición personal,por supuesto.
Por otro lado,la sociedad retrasa en estos tiempos bastante la incorporación al matrimonio y la paternidad/maternidad. No se es realista si se pide a alguien que no experimente el sexo hasta el matrimonio en las condiciones sociales actuales. ¿Quien quiera hacerlo por cuestiones religiosas o las que sean? Pues perfecto,pero no vale como consejo universal. O se cambian las condiciones sociales para que el matrimonio sea en torno a los 18-20 años,o no es viable exigir a nadie que espere cinco o diez años más,precisamente en los años en los que el deseo sexual es más fuerte.
@ Miguel Vinuesa: La gran mentira del divorcio es que le dice a la gente que podrá "rehacer su vida" y genera falsas expectativas y mucho sufrimiento.
@ Roi: Me refería al abuso de las capacidades reproductivas que se ejecuta mediante la masturbación y la pornografía. Cuando se incurre en estas conductas el efecto es muy similar al de la promiscuidad: creas un patrón de comportamiento sexual del cual tu futura pareja no forma parte, y que luego te avergonzará ante ella. Ambas cosas atentan contra la unión sexual con ella.
Respecto a tu segundo planteamiento, puede parecer razonable, hasta que te das cuenta que estás dando a los otros el derecho de "probarte" un número indeterminado de veces. También es problemático porque te da la excusa perfecta para caer en la promiscuidad, y siendo tan poderosos los instintos sexuales, este es un ámbito donde siempre estamos dispuestos a aferrarnos a cualquier excusa que se nos presente.
Estoy completamente de acuerdo contigo en que la incorporación al matrimonio se ha demorado exageradamente. De hecho escribí acerca de eso hace algún tiempo. Es un tema donde los católicos deberíamos crear conciencia y promover fórmulas que permitan a los jóvenes casarse antes, sin afectar su desarrollo profesional y calidad de vida.
Nunca vine por este blog (ni mucho por estos pagos) salvo ahora que leí este artículo, y creo que el otro día otro.
Has tocado un "temita".
Dejo algunas preguntas, y dos afirmaciones, y una suposición.
¿Será una mera casualidad que en la Biblia, las infidelidades del Pueblo Elegido, o aún de los Cristianos en el Apocalipsis sean denotados sexualmente?
"Fornicación", "Prostituta", "Ramera", "Infidelidad".
¿Y será casual que algunos quieran cambiar la moral sexual católica, así como la misma religión católica, con que los desvíos del Pueblo Elegido de sean denotados con las caracterizaciones referidas?
Dios es Amor
¿Serán casuales entonces las metáforas maritales y sexuales respecto de la infidelidad al Dios Amor y el Primer Mandamiento, o uno de los dos de la ley resumida por Jesucristo ("Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo")?
(¿Y será tan inimporante el voto de castidad en los religiosos, y el llamado a la castidad en cualquier laico?)
¿Y es, al menos en términos generales, posible practicar la castidad hasta y durante el matriminio, sin la ayuda de la Gracia...? Aunque, eventualmente se "caiga". Como supongo que en muchos que lo intenten, pueden haber "caídas", ¿la idea sería entonces, revolquémonos en el piso?
La Gracia eleva
¿La moral católica sin la Gracia, es practicable...?
¿Y puede haber Gracia sin oración y demás medios discernidos por la Iglesia a lo largo de siglos?
(Bueno, me voy, ya levanté demasiado la mano...)
Saludos
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