La Virgen María y San José, con san Leandro
Meditamos hoy con tres textos de San Leandro tomados de su “Libro de la Educación de las vírgenes y del Desprecio del mundo".
13.11.24
Meditamos hoy con tres textos de San Leandro tomados de su “Libro de la Educación de las vírgenes y del Desprecio del mundo".
9.09.24
Hacia el año 645, san Fructuoso recorría por la Bética el valle del Guadalquivir fundando monasterios y suscitando vocaciones. Atraídos por su fama de santidad, muchos acudían a escuchar la predicación de la Palabra de Dios. Así no solo se acrecentaba la formación cristiana del pueblo, sino que también ardían sus corazones en el deseo de seguir a Cristo, tanto en la vida ordinaria como en la consagración a Dios.
Una de aquellas almas jóvenes que quedó profundamente conmovida al escuchar al santo abad fue Benedicta, la hija de unos nobles hispano-romanos de Cádiz. Sus padres la habían prometido con un “gardingo”, noble joven de familia visigoda educado en el Palacio Real de Toledo y destinado al servicio de la Corona.
5.07.24
Recientemente nos ha recordado el Papa que la liturgia nos garantiza la posibilidad del encuentro con Cristo, y que de esta fuente hemos de beber el auténtico espíritu cristiano1. Así ha sido siempre en la vida de la Iglesia y en la espiritualidad. Durante los primeros siglos del Cristianismo se fueron formando, en una armonía de unidad y diversidad, los diversos ritos litúrgicos, formas de celebrar la eucaristía, los demás sacramentos y el oficio divino.
Durante los años del reino hispano-visigodo fue muy grande la vitalidad de la Iglesia enEspaña, también en el campo de la oración litúrgica. Aquellos Santos Padres hispanos compusieron, revisaron y renovaron muchos textos de la que conocemos como Liturgia Hispana, y tras la invasión musulmana de la Península Ibérica se conservó ese tesoro espiritual entre los mozárabes.
San Ildefonso de Toledo fue uno de aquellos hombres dotados literariamente para realizar este servicio al Pueblo de Dios y, primero como abad de su monasterio y después como obispo, compuso varias misas y oficios litúrgicos. Al incorporarse los textos a la celebración del misterio cristiano no queda la huella del autor, puesto que pasa a ser oración de toda la Iglesia, y sin embargo tanto la memoria de su santidad como el trabajo textual de los expertos, hacen que podamos intuir la autoría de algunos de aquellos santos visigodos en las oraciones hispano-mozárabes.
31.05.24
San Ildefonso escribió dos libros para guiar a los bautizados hacia la santidad. El primero, que se titula De cognitione baptismi (El conocimiento del bautismo), es una instrucción doctrinal y litúrgica acerca de la iniciación cristiana destinada a los catecúmenos, a los recién bautizados y a todos los fieles. Este tratado tiene su continuación en De itinere deserti (El camino del desierto), una catequesis espiritual acerca de las virtudes. Con espíritu evangelizador, buscaba suprimir de modo catequético las prácticas supersticiosas e idolátricas tanto de los germanos como de los hispanorromanos.
El texto está repleto de citas bíblicas y de alusiones a otros textos de la Escritura sin citarlos explícitamente1. Igual ocurre con los escritos de los Padres de la Iglesia (San Agustín, san Isidoro, san Gregorio Magno, san Inocencio I, san Gregorio de Tours), que son empleados abundantemente. Alimenta así nuestra oración y meditación, y también nos hace descubrir lo que vivía su autor, mediante oraciones que él mismo dirige a Dios. Comienza el tratado sobre el bautismo pidiendo a Cristo su ayuda para lo que desea exponer:
Jesús, hijo de David,ten compasión de mí, ilumina mis ojos para que vea que debo llegarme a ti, asegura mis pasos hacia ti para no desviarme del camino, abre mi boca para que pueda hablar de ti2.
14.05.24
El escrito más admirado de san Ildefonso, el tratado «De la Virginidad de Santa María», ha sido leído y meditado abundantemente, se conservan del mismo más de cincuenta códices manuscritos y según algunos es el libro más copiado y difundido de la Edad Media después de los textos litúrgicos, lo que indica la importancia que le dieron los mozárabes y los cristianos de los reinos peninsulares. Fue el primer tratado de teología popular mariana, que enseña las verdades de fe y muestra el modo de orar a la Virgen.
El libro fue redactado en defensa de la Virginidad y Maternidad de nuestra Señora frente a dos herejes y a un judío, e iba destinado a Quírico, obispo de Barcelona. El obispo de Toledo quiso difundir con este libro el amor y la devoción a María.
Con un cuidado estilo literario, reiterando las ideas principales y usando abundantes sinónimos, la prosa poética de este libro mostró el entusiasmo religioso del autor, y deslumbró a sus lectores durante siglos. Él mismo había orado diciendo: «Yo quiero ser esclavo de la Esclava del Señor».
Consta de doce capítulos precedidos de una humilde confesión de su pequeñez y de una oración suplicando la luz divina. A la misma Virgen María le pide ayuda para su proyecto de alabanza y defensa contra los que negaban su Virginidad o la menospreciaban. Con abundantes citas bíblicas del Antiguo y del Nuevo Testamento prueba la venida del Mesías, su acción y divinidad y el cumplimiento de las profecías. Desde ese fundamento cristológico proclama las maravillas de la Anunciación, de la Encarnación y del nacimiento virginal del Señor para finalizar su libro en una oración de súplica y ofrenda a Santa María.
Sacerdote diocesano de Toledo. Madrileño de 1972, aunque sus orígenes familiares son malagueños. Habiendo recibido una educación cristiana en su familia y en varios colegios religiosos. Después de estudiar filosofía y teología en el Seminario de Toledo ha desempeñado el ministerio en diversas parroquias de las diócesis de Toledo y de Madrid.
Es licenciado en Estudios Eclesiásticos, licenciado en Antropología Social y Cultural y Máster en Filosofía. Profesor de Religión católica y de Filosofía en varios institutos públicos y colegios concertados.