Algunos aspectos históricos de la crucifixión
Si se hiciera un juicio histórico a la Iglesia, es decir, uno para decidir si ha sido un factor benéfico o no para la humanidad, no tengo dudas que uno de los puntos fuertes de la defensa sería el haber relegado la práctica de la crucifixión a los anales de la historia. Debido a que vivimos en una cultura cristianizada (aunque no cristiana) tenemos una impresión bastante higienizada de lo que significa la crucifixión, y a juzgar por nuestras pinturas y películas, las causas más probables de la muerte de Jesús serían la deshidratación, insolación a causa del intenso sol de palestina, o puro aburrimiento. Pero lo cierto es que esta es una práctica de de antigua data, desarrollada por diversos pueblos para asegurar el dolor más intenso, por el mayor lapso de tiempo posible.
La conciencia acerca de la brutalidad de este método de ejecución ha vuelto a instalarse entre nosotros gracias a la medicina moderna, que ha mirado con detención los procesos que sufriría el cuerpo humano al ser expuesto a este método de ejecución, lo que nos ha permitido apreciar el delicado y concienzudo método de tortura que implicaba la crucifixión. Esto se vio reflejado con claridad en la película “La Pasión", que tanto escándalo provocó por la violencia que exhibía, donde el protagonista soporta el castigo físicos hasta límites claramente sobre humanos, en marcado contraste con las representaciones que hasta ese momento habían hecho los cineastas del evento.
Sin embargo, más allá del punto de vista médico, todavía hay otro aspecto comúnmente olvidado de la crucifixión, referido a al impacto social que tenía. Como la gran mayoría de nosotros sólo ha oído de una persona crucificada en toda la historia de la humanidad –Jesús de Nazareth–, tendemos a asumir que el sufrimiento físico que experimentó fue especialmente brutal y macabro, y definitivamente único, en parte debido a su significado teológico. Sin embargo, la historia ha encontrado registros de esta práctica que se remontan al S. VI AC, en Asiria, y nos cuenta que estaba bastante extendida entre los diversos pueblos del mediterráneo, que la conocían y la temían.

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A propósito de la
Es curioso que, en el diálogo entre escépticos y cristianos, el concepto mismo de Dios sea una barrera, pues lo habitual en un debate es que las partes al menos estén de acuerdo sobre qué se va a discutir. Me refiero a que ateos y agnósticos suelen hablar de un dios que es muy fácil de negar, un ser tal vez poderoso, pero en definitiva uno más dentro de los dioses a los que los hombres han adorado. En esta categoría tenemos a Thor ("Tú no crees en Thor ni en Odín; yo no creo en Thor, ni en Odín, ni en Yavé"), la tetera de Russell ("Hay tanta evidencias de tu dios como de una tetera que orbite a Venus"), o el paródico
Hace unos días me he encontrado con la edición en español de este libro, originalmente titulado “The Year of Living Biblically". El autor es un periodista gringo, agnóstico de familia judía, que se propuso seguir literalmente las reglas de la Biblia por un año y registrar sus aventuras intentando vivir en el Nueva York moderno, según todos los mandamientos dictados hace miles de años.


