Propuesta para el Sínodo (IV): amor y enamoramiento
Una de las cosas positivas que ha tenido la polvareda levantada por el Sínodo de la familia es que ha sacado a la luz la deplorable situación de la catequesis sobre la familia en la Iglesia. A menudo, no ya los ateos y agnósticos, sino los mismos cristianos están a años luz de comprender lo que se discute en estos temas, porque nadie les ha enseñado los principios más básicos de la antropología cristiana. Son cosas que en otras épocas se podían dar por sobrentendidas, pero que ahora, tras de la falta de catequesis (o en algunos casos, anticatequesis) del último medio siglo, resultan absolutamente cruciales para el católico medio, que suele recibir su antropología de la televisión.
A mi entender, una de las grandes confusiones del mundo de hoy, que impide a millones de personas entender la doctrina católica sobre la familia, es la confusión entre amor y enamoramiento. Por eso tantos dicen que cuando un matrimonio ha “fracasado”, lo mejor es “rehacer su vida”. De ahí vienen también ideas como que el matrimonio “sólo es un papel” o que no tiene sentido la indisolubilidad del vínculo cuando “el amor se ha acabado”. En general, es una confusión que distorsiona por completo el concepto mismo de matrimonio, que es la base de la familia.
Para comprender bien este tema, empecemos, como siempre debe hacerse, examinando el significado de los términos que utilizamos. El enamoramiento es, ante todo, un sentimiento. Nos sentimos enamorados igual que sentimos hambre, sed, antipatía o cansancio. Como tales sentimientos, no dependen de nosotros; son cosas que nos suceden, no cosas que nosotros decidimos. Por mucho que nos esforcemos, no podemos sentir hambre a base de fuerza de voluntad, ni sed cuando acabamos de beber, ni enamoramiento por alguien de quien no nos hemos enamorado. El enamoramiento, pues, es una pasión, no una acción, con todas las consecuencias que tiene esa distinción.
Como veremos, el enamoramiento es algo bueno, pero, al igual que sucede con todas las demás pasiones, siempre existe el peligro de confundir el medio con un fin y, por lo tanto, absolutizarlo. Es una confusión propia de los adolescentes, especialmente los más inmaduros, porque a menudo lo que en verdad les gusta es el enamoramiento en sí, las “cosquillas” y “mariposas en el estómago” que sienten al enamorarse. Más que amar a alguien, se podría decir están “enamorados del amor”. Se trata de una perversión de lo que es el enamoramiento, porque en lugar de ponerse al servicio del amor verdadero, se absolutiza y toma su lugar. Esta absolutización del enamoramiento es, en realidad, un narcisismo, ya que implica que lo que realmente me importa es un sentimiento que yo tengo, es decir, lo que importa a fin de cuentas soy yo, yo y nada más que yo.
Por desgracia, ese narcisismo, que durante la adolescencia es una etapa normal y pasajera, se ha convertido en la tónica general en nuestra época, también entre los adultos. Se trata de una concepción inmadura de lo que es el amor, muy característica de una sociedad de adolescencia permanente, como es la nuestra, alérgica a todo lo que sea compromiso, sacrificio, entrega definitiva y permanencia. A mi juicio, esta confusión entre lo que es mero enamoramiento y el verdadero amor es la causa de la mayoría de los problemas que sufre la familia hoy y, por ello, creo que debería ser un tema fundamental en el Sínodo.
Para seguir profundizando en la diferencia entre amor y enamoramiento, conviene tener en cuenta una característica fundamental del segundo: de por sí es efímero, se acaba. Cuando la gente dice que “el amor se ha acabado” o que “ya no hay chispa”, lo que en realidad quieren decir es que el sentimiento del enamoramiento se ha terminado o atenuado. Y entonces surgen la angustia, la desesperación, las quejas, las tensiones y, en innumerables matrimonios, el divorcio. Es una postura errada, pero no carente de cierta lógica: si lo importante es el enamoramiento, porque el amor en realidad consiste en enamoramiento, cuando ese enamoramiento se acaba, ya no hay nada que hacer: el “amor” ha desaparecido. La vacuna para esa desesperanza, como veremos, está en saber desde el principio que ese “amor” no es realmente el amor.
Por otra parte, el enamoramiento no sólo se acaba, también puede repetirse y con frecuencia lo hace. La sensación del enamoramiento es, por su propia naturaleza, excluyente, total y eterna: para el enamorado sólo existe la mujer que ama y todas las demás que existen, han existido o existirán, así como el resto del mundo, son como un mero decorado para Ella. No obstante, como hemos señalado, ese enamoramiento excluyente, total y eterno, paradójicamente, se acaba y, por lo tanto, puede volver a surgir con otro objeto, de manera tan excluyente, total y eterna como la anterior. De ahí viene la percepción que tan bien expresa Vinicius de Moraes, de manera algo cínica, en un soneto titulado Fidelidade: el amor es eterno mientras dura.
En este sentido, es perfectamente posible que un casado, cuando lleva X años de vida matrimonial, se enamore de otra persona o que un religioso o un sacerdote sientan un enamoramiento en plena vida religiosa o sacerdotal. Si ese casado, sacerdote o religioso no tienen clara la diferencia entre amor y enamoramiento, entrarán en crisis, pensando que se habían equivocado en su vocación. Si la gracia de Dios no lo remedia y víctimas de un ambiente social en el que el enamoramiento es idolatrado, podrían incluso abandonar su compromiso matrimonial o religioso en pos de un espejismo, a expensas del verdadero amor, que precisamente reside en ese matrimonio o en esa vida religiosa o sacerdotal que se abandonan.
¿Quiere esto decir que debemos huir del enamoramiento como algo engañoso, que promete eternidad pero luego inevitablemente se acaba? No, en absoluto. Lo que tenemos que hacer es entender bien lo que es y no es ese enamoramiento. Ante todo, conviene que comprendamos que el enamoramiento señala más allá de sí mismo; está llamado a transformarse en algo que es aún mejor, que lo supera y trasciende. La finalidad del enamoramiento es convertirse en amor. El enamoramiento no es amor, pero apunta hacia el amor. Su papel, en cierto modo, es humilde, de precursor, como el de San Juan Bautista, quien no dudó en decir aquello de conviene que yo disminuya para que él crezca (Jn 3,30). Esta humildad es el remedio más eficaz contra la idolatría del enamoramiento, porque no es el criado más que el señor (cf. Jn 15,20).
De forma más pedestre, podríamos decir que el enamoramiento es el aperitivo de la comida, que despierta el apetito para el plato principal. Magnífico aperitivo, sin duda, que ha inspirado a poetas y cantores de todas las épocas y es obra de un celestial Cocinero que sabe muy bien lo que hace, pero no por eso deja de ser un aperitivo. Por definición, lo mejor viene después del aperitivo.
En ese sentido, no hay que huir del enamoramiento, sino recibirlo agradecidos como lo que es, un maravilloso don al servicio del amor. De lo que hay que huir es de los enamoramientos desordenados, que, por la razón que sea, no pueden llevar a un amor verdadero, porque los medios no tienen sentido sin el fin. Por ejemplo, el casado que se enamora de la vecina veinte años más joven y deja a su esposa por ella, no está actuando por amor, sino contra el amor, dejándose llevar por una pasión desordenada, que destruye el verdadero amor en lugar de estar a su servicio. Esta situación, frecuentísima en sus numerosas variantes, muestra que pocas cosas hay más dañinas que la idolatría del enamoramiento o la perniciosa costumbre de confundirlo con el amor.
A diferencia del enamoramiento, el amor no es un sentimiento, sino la entrega de uno mismo por la persona amada. No hay mayor amor que dar la vida por los amigos. No es algo pasivo, que nos sucede sin que nosotros tengamos nada que decir sobre ello, sino algo activo, de lo que somos verdaderos protagonistas. De esta entrega surgen el cariño, la ternura, el respeto, la fidelidad, etc.
Esta naturaleza radicalmente distinta de amor y enamoramiento tiene consecuencias cruciales para los matrimonios. Ante todo, destruye la desesperanza que lleva al divorcio a tantos esposos. No tiene sentido decir que “el amor se ha acabado” si amar es algo voluntario y que depende de nosotros. Cuando un sentimiento se acaba, no podemos recuperarlo a base de fuerza de voluntad, pero si “se ha acabado el amor”, sí que podemos hacer algo: amar.
Se suele decir que el amor es ciego, pero no es verdad. Lo que es ciego es el enamoramiento. O por lo menos, es tuerto. Enamorarse produce un sentimiento tan fuerte que impide a un enamorado ver los defectos del objeto de su enamoramiento. Al contrario, tiende a idealizar ese objeto, fijándose únicamente en sus cualidades, sin tener en cuenta sus fallos o al menos dulcificando esos fallos y considerándolos a la luz más favorable posible. Esto es bueno, porque constituye una ayuda para emprender la maravillosa (pero también aterradora) aventura del matrimonio. Sin el “empujón” del enamoramiento, sería mucho más difícil emprender esa aventura (aunque ciertamente no imposible, como muestran innumerables matrimonios concertados felices que ha habido a lo largo de la historia).
Como sucede en muchos otros ámbitos de la vida, la pasión tiende a cegarnos y lo que nos va abriendo los ojos es el auténtico amor. De hecho, un buen matrimonio es un largo proceso en el que se va pasando de la idealización del enamoramiento al auténtico amor, mucho más profundo, que ama a la otra persona como es en realidad, siendo consciente de los fallos del otro. Nadie conoce mejor a un hombre que su mujer y viceversa (con la salvedad de que los hombres solemos ser bastante más torpes en estas cosas, claro).
En cambio, si se ha basado el matrimonio en un supuesto “amor” que, en realidad, no era más que sentimiento, esa experiencia de abrir los ojos se percibe erróneamente como un desastre. Cuando una esposa dice “ya no es el mismo hombre con el que me casé”, está confundiendo las cosas. Cuando el marido protesta “de novia no eras así”, se engaña a sí mismo. De hecho, el verdadero problema de los dos es exactamente el contrario: que ese marido sí que es el mismo con el que se casó, que esa mujer es la misma que fue su novia. Lo que ha sucedido es que han empezado a conocer al otro realmente como es y descubren con horror sus fallos, defectos y pecados, que, según los casos, pueden ser irritantes, serios o gravísimos. En esa situación, la reacción inmadura (y generalizada hoy en día) es huir de lo que a uno no le gusta y cambiar la realidad por la idealización, el amor real del matrimonio existente por el amor imaginario que no es más que enamoramiento (o, más probablemente, enamoramientos sucesivos, porque la misma situación se repite en el siguiente intento de “rehacer la vida”). La tentación siempre es la misma: Bájate de la cruz (cf. Mc 15,30).
En cambio, una correcta antropología revela que, en esos casos, lo que sucede es que el matrimonio ha llegado a un momento crucial (palabra que no por casualidad viene de “cruz”). Se trata de una oportunidad única de transformar el amor incipiente del comienzo, apoyado en las muletas del enamoramiento, en un amor real, adulto y mucho más profundo, que camina por su propio pie. Por supuesto, como saben todos los casados, esta transformación no es fácil, sino que exige morir a uno mismo muchas veces, pero merece la pena. El amor maduro y pleno hace que cada uno de los esposos ya no exija la recompensa inmediata de un sentimiento cálido para entregarse al otro y dar la vida por él, sino que pueda hacerlo sin esperar nada a cambio. Eso es precisamente la definición de amor, que no es un trueque o un intercambio de servicios, sino entregarse a uno mismo sin exigir nada a cambio.
Decíamos más arriba que la idolatría del enamoramiento es, en realidad, una tendencia profundamente narcisista. En cambio, el amor (y el enamoramiento bien entendido, que se funde en ese amor) es exactamente lo contrario, porque el amor busca el bien de la persona amada, no el propio. Se suele poner a los novios como el ejemplo del amor más intenso, pero eso no es más que otro engaño, heredero en buena parte de los folletines del siglo XIX, con una buena dosis añadida del pansexualismo del XX. El amor auténticamente profundo es el de los esposos que han permanecido fieles el uno al otro durante los avatares de la vida, que conocen los defectos del otro, que saben amar también cuando el otro no se lo merece.
No es casual que San Pablo comparase el matrimonio con la entrega de Cristo por la Iglesia, porque el verdadero amor entre esposos es el que se parece al amor de Cristo, que da la vida, que ama al enemigo. Los cónyuges están llamados a amarse con ese amor, a dar la vida el uno por el otro, también cuando el otro no corresponde (es decir, cuando actúa como un enemigo), y pueden hacerlo con la gracia de Dios. Aquí surge una diferencia clave del matrimonio sacramental, porque en él, Dios mismo se compromete a dar la gracia necesaria para amar así. No está garantizado que resulte fácil, ni que no vayamos a retroceder mil veces, ni que no sudemos sangre en ocasiones para lograrlo, pero se nos ha prometido que es posible, porque Dios lo hará posible si aceptamos su gracia.
Paradójicamente, sólo si el enamoramiento se “humilla”, reconociendo que lo verdaderamente importante es el amor, es cuando puede cumplir esa promesa de eternidad que siempre lleva dentro. El enamoramiento sólo puede durar y pervivir fundiéndose en un amor real, hasta hacerse una sola cosa con él. El enamoramiento y el amor se parecen a la semilla y al árbol que crece de ella. Si la semilla no se convierte en un árbol, lo que sucede es que se pudre y se pierde. Del mismo modo, un enamoramiento que no es capaz de transformarse en amor matrimonial, sólido y cotidiano, inevitablemente desaparece, defraudando las expectativas de quienes lo idolatraban, pero si da fruto, ese fruto durará toda la vida.
Un peligro añadido del “amor” puramente sentimental es que degenera fácilmente en mera lujuria, especialmente en el contexto actual de hipersexualización generalizada. Aunque el amor romántico parezca algo “elevado” y, en cierto modo, lo más alejado que hay de las meras apetencias de la carne, de hecho, la distancia entre ambas cosas es muy pequeña. Por supuesto, las mujeres tienden a caer más en la confusión entre romanticismo y amor, mientras que los hombres son más susceptibles a identificar amor y lujuria, pero una cosa lleva fácilmente a la otra, como muestra el famoso libro (y la película) Cincuenta sombras de Grey. No son errores verdaderamente contrarios, sino caras de la misma moneda: un amor entendido erróneamente y reducido a mera pasión.
Si no se comprende bien esta distinción, es imposible entender la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio para toda la vida, porque, como hemos visto, los enamoramientos se acaban y se repiten, de modo que no pueden ser el fundamento de algo verdaderamente duradero. La fidelidad se convierte en una carga, porque no permite seguir un nuevo enamoramiento. También se hace imposible entender la castidad, porque las personas se hacen esclavas de la pasión, confundiéndola con el verdadero amor y persiguiéndola como único criterio de lo que es un buen matrimonio. Asimismo, resulta incomprensible que la Iglesia enseñe que sólo puede existir un matrimonio entre un hombre y una mujer, porque la confusión lleva a pensar que la simple atracción por una persona es lo que justifica todo lo demás. Se desprecia el contrato matrimonial, porque se ha olvidado que el amor consiste precisamente en la entrega mutua, que se realiza pública y solemnemente por ese acto. Así podríamos seguir durante un buen rato, detectando en multitud de errores actuales los efectos derivados de una incomprensión radical de la naturaleza misma del amor.
Así pues, si no enseñamos a los cristianos esta verdad que toda la sociedad parece haber olvidado, de nada servirá lo que podamos decirles sobre preceptos concretos de moral sexual. La triste realidad, sin embargo, es que es algo que no se explica a los católicos. Los cursos prematrimoniales en los que se trata este tema fundamental para los futuros esposos son una minúscula minoría. Aún menos serán las catequesis, clases de religión y cursos en los que a los jóvenes se les muestre la realidad sobre uno de los temas que, probablemente, más les preocupen.
En otras épocas, en las que la enorme diferencia entre amor y enamoramiento era algo de sobra conocido e integrado en las costumbres y normas sociales, al menos implícitamente, era posible obviar el tema. Ahora, sin embargo, cuando el error contrario prolifera sin control, dejar el tema de lado es un auténtico suicidio para la Iglesia. No exagero al usar la palabra “suicidio”: son incontables las personas que se alejan de la Iglesia porque rechazan su moral sexual y familiar, incapaces de comprenderla.
La solución no está, ni puede estar, en abandonar todo aquello que resulte difícil de comprender desde los presupuestos más o menos disparatados de la modernidad. Al contrario, estamos llamados a predicar la verdad que libere a un mundo esclavo. La misión de la Iglesia es salar un mundo soso, pero si la misma sal se vuelve sosa, ¿con qué se la salará? Si los mismos cristianos no conocen la verdad, ¿cómo la proclamaremos?
117 comentarios
SERIE PROPUESTA PARA EL SÍNODO
Propuesta para el Sínodo (I): Saco y cenizas
Propuesta para el Sínodo (II): predicar la verdad
Propuesta para el Sínodo (III): el matrimonio para toda la vida
SERIE POLÉMICAS MATRIMONIALES
Polémicas matrimoniales (I): la comunión como premio
Polémicas matrimoniales (II): la comunión espiritual
Polémicas matrimoniales (III): Domingo de Pascua
Polémicas matrimoniales (IV): un tema doctrinal
Polémicas matrimoniales (V): el perro verde y una brecha en la muralla
Polémicas matrimoniales (VI): D. Joan Carreras del Rincón
Polémicas matrimoniales (VII): Respuestas de D. Joan Carreras del Rincón
Polémicas matrimoniales (VIII): San Jerónimo
Polémicas matrimoniales (IX): Mons. Vesco y la indisolubilidad disoluble
Polémicas matrimoniales (X): la equidistancia entre la verdad y el error
Polémicas matrimoniales (XI): realidad y no ficción
Polémicas matrimoniales (XII): la analogía con la Lumen Gentium
Polémicas matrimoniales (XIII): supresión de la responsabilidad moral
Polémicas matrimoniales (XIV): el olor a oveja y el olor a Cristo
Polémicas matrimoniales (XV): Fr. Hunwicke
Polémicas matrimoniales (XVI): negar la comunión
Polémicas matrimoniales (XVII): la ley mosaica
Polémicas matrimoniales (XVIII): Mons. Santiago Agrelo
Polémicas matrimoniales (XIX): cardenal Sistach
Polémicas matrimoniales (XX): Mons. Bonny, obispo de Amberes
Polémicas matrimoniales (XXI): Conferencia Episcopal Alemana
Polémicas matrimoniales (XXII): otra vez el Secretario del Sínodo
Polémicas matrimoniales (XXIII): el cardenal Marx nos da una alegría
Polémicas matrimoniales (XXV): Monseñor De Germay
Polémicas matrimoniales (XXV): el cardenal Kasper no quiere contrariar al mundo
Polémicas matrimoniales (XXVI): Tolkien
Siento la longitud desproporcionada para un artículo de blog y, al mismo tiempo, la excesiva brevedad para un tema tan amplio, que solo he podido esbozar.
El enamoramiento es recibir un sentimiento y el Amor es querer dar la voluntad.
La mision de tal sentimiento es afianzar el querer de verdad, el querer para siempre,por eso es tan fuerte.
Si el enamoramiento me hace olvidarme de mi por la persona amada, es para que luego en el Amor me acuerde de seguir olvidado y ella recordada.
El enamoramiento es miel para que el Amor sea Fiel.
El problema es que sin la Luz de la Fe,generalmente, el hombre caido no distingue el ego(amor propio desordenado) del Amor. A todo lo mas que llega es al amor de retribucion.
El Amor verdadero ya ha sido iluminado al mundo para que lo imitemos en nuestra vocacion y este no se puede dar sino en la dimension de la Cruz, por la Gracia de Dios.
"pero no quieren venir a la Luz para que sus obras no sean descubiertas"(Juan;3;20)
La Paz de Cristo.
Y, entonces, toda esta discusión sobre divorcio si o divorcio no, y si los divorciados y vueltos a casar pueden comulgar o no... ¿no es una discusión sin sentido, ya que versa sobre algo que no puede darse en la realidad?
Eso es a lo que lleva basar la indisolubilidad en el matrimonio como vínculo de amor, en lugar de en el matrimonio como contrato.
¿No es más lógico reconocer que incluso el amor, el amor auténtico, puede desaparecer sin que eso le reste autenticidad a lo que era antes?
Si enseñan esto, ya no hay por que asustarse ni caer en confusiones con el tema .
Gracias por esplicarlo .
Tu eres libre de pesar como quieras, pero no es lógica tu actitud. Por tus comentarios se aprecia que no entiendes ni aceptas el Magisterio de la Iglesia y que el edificio conceptual de tu fe, si es que la tienes es personal y único, es decir es tu propia Iglesia. La iglesia reformada de ramontxu. No eres el único, sois como decía el evangelio, legión, lo que en España se han construido un Dios a su medida o una moral, a su medida.
¿Pero no te parece que pierdes el tiempo aquí? ¿o es que no puedes dejar de mirar porque en el fondo sabes que estas equivocado?.
Es importante hacer una catequesis a los más jóvenes en este sentido. En las escuelas y universidades nos preparan para distintos oficios deseando que seamos los líderes del mañana, sin embargo, cuando la vocación de una grandísima población del planeta es el matrimonio (o por lo menos, la vida en pareja sin este sacramento), debería ser trascendental para todas las instituciones, católicas o no, cristianas o no, preparar a los jóvenes para esta verdadera aventura que al final va a ser la gran vocación (independientemente del oficio que se ejerza) de la gran mayoría de ellos.
La catequesis para el matrimonio es una asignatura pendiente incluso para los mismos cristianos. De nuevo reitero mi enhorabuena al autor!
Si está mal sentir cosquillitas en el estómago, si tampoco hay que sentir el amor romántico que es base de la literatura de la vida, si tampoco podemos desmelenarnos con el amor pasional con nuestra pareja y lo único que parece importar es el amor cómplice que según lo describes parece más una complicidad fruto de la rutina y el devenir familiar que un sentimiento entre hombre y mujer.
Sinceramente, tal como lo cuentas no hay colorín en la vida ni en el amor.
Pues, me revelo ante lo que dices, me encanta sentir mariposas en el estómago porque Dios nos dio estómago y capacidad para temblar pensando en nuestra chica (o chico, según sea el caso), es estupendo sentir romanticismo y escribir cartas tontas o whatsApps cursilones cada mañana porque tenemos cerebro para ello, es maravillosa la pasión con tu esposa porque Dios nos dio hormonas y deseo para que surja la vida... Me niego a que de entrada haya que renunciar a lo más bonito que nos da la vida para entrar en la rutina. Por supuesto que las cosas se suavizan con el tiempo y se crean miles de vínculos de complicidad igual de maravillosos pero no por ello hay que renunciar a otros aspectos de la vida en pareja.
Cada familia, cada matrimonio es un universo maravillosos que Dios nos regala; considero que ponerle límites porque sí es restarle valor a la vida.
"...hoy es anti-cultural llegar virgen al matrimonio."
Hoy, mayormente da igual si llegas virgen o si no llegas al matrimonio, ni la virginidad, ni un documento, ni un sacramento garantizan el amor, el respeto y la convivencia.
El amor es aquello a lo que se comprometen con ese consentimiento, y es algo que depende de la voluntad de cada uno: querer el bien del otro.
Si después no lo cumplen, no por eso se rompe el vínculo matrimonial, sino que simplemente se vuelve una carga pesada.
Es como cuando se compra algo a cuotas: si después no se paga, no por eso desaparece la deuda.
Saludos cordiales.
Por supuesto, los seres humanos son pecadores en todas las épocas. La época que esté libre de pecados, que tire la primera piedra.
"Lo que digo es que no estoy segura que tiempo atrás las personas entendían la diferencia entre amor y enamoramiento"
Más que entenderla, la daban por supuesta. No necesitaban entenderla explícitamente, era un presupuesto cultural. Por eso se veía mal que alguien dejara a su mujer para irse con otra, mientras que hoy al hombre o a la mujer que hacen eso sus amigos les dicen "claro que sí, tienes derecho a ser feliz".
Aunque las personas no han cambiado mucho, diversos aspectos de la cultura sí que pueden cambiar para bien o para mal. Creo que usted misma lo ha dicho: "Que el matrimonio es para toda la vida estaba insertado en la cultura. Hoy la cultura cristiana está casi extinguida. Por eso no se entiende".
"A la esposa no le importaba que su marido tuviera una amante con tal de que lo hiciera en estricto privado y regresara siempre a casa. Y a la amante no le importaba ser la amante"
A mi entender, esto está más basado en las películas o en casos singularísimos (estilo la amante de un rey) que en la realidad.
"Si una persona no entiende el matrimonio cristiano, mejor que no se case por la Iglesia".
Completamente de acuerdo. A mi entender, una parte importante de los cursillos prematrimoniales debería consistir en hacer entender a algunos novios que no deben casarse por la Iglesia, al menos por el momento, porque antes hay que ser cristiano.
Saludos.
"Hoy, mayormente da igual si llegas virgen o si no llegas al matrimonio"
No es cierto. Basta ver la televisión para darse cuenta de que los jóvenes que no se acuestan con nadie son ridiculizados y sufren una fuerte presión social. Es lo que, en términos cristianos, se llama el Mundo (no el periódico, aunque también).
"ni la virginidad, ni un documento, ni un sacramento garantizan el amor, el respeto y la convivencia"
Por supuesto. Como ya he dicho, el amor, el respeto y la convivencia dependen de la libertad de cada uno, así que por definición no pueden ser garantizados. Lo que sí garantiza el sacramento, como también he dicho, es que Dios dará la fuerza necesaria al que quiera amar cristianamente a su cónyuge pero se vea incapaz de hacerlo.
El hecho de que la virginidad no garantice el amor no significa que sea irrelevante. El hecho de que hoy no se comprenda el valor de la virginidad es una muestra clarísima de que, en realidad y contra todas las apariencias, nuestra época desprecia la sexualidad mucho más que ninguna otra.
La referencia al "documento" también manifiesta, si me permites la observación, una gran incomprensión de lo que es el matrimonio. La entrega mutua de forma solemne y pública es una parte fundamental del matrimonio, por su propia naturaleza.
Como pensemos que si un día te levantas y ya no "sientes" lo que sentías antes y que eso es prueba de que el amor se ha terminado en el matrimonio y sólo queda la resignada rutina, mal vamos.
Pienso que el amor maduro tiene sus momentos de mariposas y sus momentos áridos, y mientras van alternándose esas diferentes etapas con voluntad de perseverar, se crea ese lazo invisible pero fortísimo entre los esposos, que lleva a mirar al cónyuge cada día más con una ternura que mira más allá de los defectos del otro, que disculpa, que es benevolente, que empieza a mirar al otro como el Señor le mira. En fin, aunque no de forma perfecta ni continuada, empiezan a vivir los esposos un amor que se ajusta bastante a la descripción que San Pablo hace en su famosa carta sobre la caridad. Por supuesto con tropezones, curvas y "volveres" a empezar.
Y ese lazo que no hay quien lo desate ya, aunque no acabamos de creerlo, es producto de la gracia recibida en el sacramento del matrimonio y de nuestra voluntad de cooperar con ella.
"Si está mal sentir cosquillitas en el estómago..."
Creo que, probablemente porque no me he expresado bien o porque el texto es demasiado largo, no has entendido el artículo.
Recupero algunos párrafos del artículo:
"Como veremos, el enamoramiento es algo bueno,"
"el enamoramiento es el aperitivo de la comida, que despierta el apetito para el plato principal. Magnífico aperitivo, sin duda, que ha inspirado a poetas y cantores de todas las épocas y es obra de un celestial Cocinero que sabe muy bien lo que hace, pero no por eso deja de ser un aperitivo."
"no hay que huir del enamoramiento, sino recibirlo agradecidos como lo que es, un maravilloso don al servicio del amor"
"es bueno, porque constituye una ayuda para emprender la maravillosa (pero también aterradora) aventura del matrimonio. Sin el “empujón” del enamoramiento, sería mucho más difícil emprender esa aventura"
"El enamoramiento sólo puede durar y pervivir fundiéndose en un amor real, hasta hacerse una sola cosa con él. El enamoramiento y el amor se parecen a la semilla y al árbol que crece de ella. "
En ningún momento he dicho ni se me ocurriría decir que no haya que sentir el amor romántico, que sea algo malo, que haya que renunciar a él, que no haya que escribir "cartas tontas o whatsapps cursilones" (las poesías que he escrito a mi mujer podrían llenar un pequeño libro), etc. Hasta donde puedo ver, todo eso no tiene nada que ver con lo que yo he escrito.
Lo que se critica en el artículo es confundir el enamoramiento con el amor y reducir el segundo al primero. El enamoramiento es bueno y maravilloso, como he dicho un montón de veces, pero no es lo mismo que el amor.
Por otra parte, pareces confundir el amor cristiano del que habla el artículo con una "complicidad fruto de la rutina" y te quejas de que no sea "un sentimiento entre hombre y mujer". Me temo que para responder a eso tendría que escribir otra vez el mismo artículo, diciendo exactamente lo mismo otra vez, así que me limito a remitir de nuevo al artículo. Si te interesa el tema, léelo con calma y verás que dice otra cosa completamente distinta.
Saludos.
"Cuando la vocación de una grandísima población del planeta es el matrimonio (o por lo menos, la vida en pareja sin este sacramento), debería ser trascendental para todas las instituciones, católicas o no, cristianas o no, preparar a los jóvenes para esta verdadera aventura que al final va a ser la gran vocación"
Completamente de acuerdo.
"Basta ver la televisión para darse cuenta de que los jóvenes que no se acuestan con nadie son ridiculizados y sufren una fuerte presión social."
Te copio: A mi entender, esto está más basado en las películas o en casos singularísimos.
Debemos vivir en países distintos, no conozco a nadie que sufra burlas y presión social por no acostarse con nadie, o, a lo mejor, es que en mi entorno la libertad sirve tanto para decir sí como para decir no y ambas opciones son respetables.
Personalmente considero el enamoramiento un estado de idiotez y bobería transitorio, que de alargarse excesivamente en el tiempo puede derivar en algo patológico, especialmente si hablamos de adultos.
"Te copio: A mi entender, esto está más basado en las películas o en casos singularísimos"
Ciertamente, la realidad no es (gracias a Dios) como las películas. Sólo las citaba a modo de ejemplo, no porque describan la realidad, sino porque la realidad del pensamiento de los autores se refleja en ellas. Pero que esa presión social existe me parece evidente. Si lo piensas, lo raro sería lo contrario: siempre existe una presión social a favor del comportamiento más habitual en una sociedad, en cualquier ámbito. Esa presión puede ser para bien o para mal, pero siempre existe. Y cuando un comportamiento diferente significa una condena moral implícita de ese comportamiento más habitual, la presión se hace mucho más fuerte.
"o, a lo mejor, es que en mi entorno la libertad sirve tanto para decir sí como para decir no y ambas opciones son respetables"
Me parece estupendo que tu entorno sea tan libre.
No estoy de acuerdo en que ambas opciones sean respetables. Hay que respetar a todas las personas, pero las ideas y las opciones a menudo son rechazables.
"Personalmente considero el enamoramiento un estado de idiotez y bobería transitorio, que de alargarse excesivamente en el tiempo puede derivar en algo patológico, especialmente si hablamos de adultos."
Buena frase. Me he reído al leerla y resalta varias cosas que es necesario resaltar. Pero me parece más precisa mi interpretación, sobre todo porque el enamoramiento es algo bueno. El problema está en absolutirzarlo hasta que desplaza al verdadero amor.
Gracias por tu comentario.
Por ese camino , estoy convencido, no descubrirán el amor jamás, entre otras tragedias humanas. Y no es nada respetable esta postura, por mucha "libertad" que parezca suponer.
Se ha diluido completamente la frontera entre la libertad y el libertinaje. Y se atropella tranquilamente al otro en nombre de la "libertad" del más fuerte. Eso es darwinismo moral. Y las leyes van a refrendarlo como una conquista de la "democracia" y a imponerlo a los que no han descubierto estas maravillas. Darwinismo político, que es lo que se está viendo por todas partes, pero endulzado con promesas fantásticas, llenas de palabras bonitas. Castro-Chávez omnipresente, hasta en la conciencias.
Este caos es la única dirección que le queda a la humanidad cuando se proclama la ausencia de valores objetivos y de Dios.
es.m.wikipedia.org/wiki/Casa_chica
(añadir www)
Lo positivo de la crisis actual es precisamente lo que tú comentas: innovar una mejor catequesis matrimonial.
.
Renzo: cuando digo que hoy es anti-cultural llegar virgen al matrimonio es porque les hacen bullying, se burlan de ellos, si se enteran que lo son. Coincido con Bruno. Y eso es lo que resulta incomprensible. Por eso siempre digo que los paladines de la tolerancia son los más intolerantes.
Hay un vídeo que siempre recomiendo de una parejita que dicen verdades sobre el enamoramiento, el noviazgo y el matrimonio y dan razones poderosas. Voy a buscarlo.
"Creo en el amor a primera vista. Pero tengo por aconsejable dar un segundo vistazo".
Las primeras impresiones, ya favorables ya enojosas, no son las mejores consejeras.
Así, tanto S. Agustín, como S. Jerónimo, cuando se convirtieron al cristianismo, no bien comenzaron a leer la Biblia, se les caía de las manos, comparando su poca elegancia con Cicerón u Horacio. Pero...perseveraron y son hoy en día los grandes maestros de la exégesis escriturística.
"El amor no se vive sólo en la luna de miel, sino sobre todo cuando se va la miel y queda la luna".
Es que amar cuando todo es maquillaje, ausencia de arrugas, Miss Universo o Charles Atlas, es simplemente una engañifa. Se ama a una persona, con sus cualidades y defectos. No se idealiza a Blancanieves o al príncipe azul. Eso está bien para cuentos de Grimm o Disney, pero queda a leguas de la realidad.
Y...si bien su música es atrapante, el argumento de "Carmen" de Bizet, es de lo más bajo y absurdo que se pueda pedir, como en la famosa "Habanera: "L' amour est enfant de Bohème, qui n'a jamais, jamais connu des lois" (= El amor es hijo de gitanos que nunca, nunca ha conocido leyes). Porque, si el amor es entre humanos, no puede estar ausente aquello que caracteriza al género humano: la inteligencia.
Una cosa es "Eros", el angelote ciego que dispara sus dardos sin ton ni son (sin pensar, sin leyes, a capricho) y otra, el verdadero amor, "Agape", "que no busca lo que es suyo" (I Cor 13, 4).
Saludos cordiales.
La "falta de amor" no es un motivo de nulidad, así que con seguridad la nulidad se declaró por otros motivos. Al carecer de datos no podemos saber por qué, ni si se hizo correctamente o no, así que no creo que merezca la pena discutir sobre el tema.
"Si para que haya auténtico matrimonio cristiano no es suficiente con el enamoramiento, sino que hace falta que haya amor, y si el amor verdadero no puede desaparecer nunca, ¿no se deduce que todos los matrimonios que se rompen, lo que sucede es que eran nulos desde el principio?"
Me temo que no has entendido nada (y yo que pensaba que ya eras todo un experto en estos temas). Para que haya auténtico matrimonio cristiano, es suficiente con que los contrayentes reciban válidamente el sacramento del matrimonio. Otra cosa muy diferente es cómo deben vivir los esposos su matrimonio.
Y claro que el amor puede desaparecer, porque es algo libre y un esposo puede decidir libremente dejar de amar a su cónyuge.
"Eso es a lo que lleva basar la indisolubilidad en el matrimonio como vínculo de amor, en lugar de en el matrimonio como contrato"
Como no has entendido nada, tus conclusiones son disparatadas. Además, como ya te he explicado en alguna ocasión, eso que llamas el "matrimonio como contrato" no es algo ajeno al amor. El amor es la entrega mutua y la celebración del matrimonio es la solemnización pública de esa entrega.
"¿No es más lógico reconocer que incluso el amor, el amor auténtico, puede desaparecer sin que eso le reste autenticidad a lo que era antes?"
Sigues sin entender nada. Claro que puede desaparecer (porque amar es algo libre y voluntario) y claro que eso no le resta autenticidad a lo que era antes. Hasta tal punto no le resta autenticidad que la entrega irreversible de amor que se realizó al contraer matrimonio no se puede revertir posteriormente.
Nada de eso quita que el deber de un casado sea amar a su esposa y viceversa. Y, como he dicho no sé cuántas veces, lo que garantiza el sacramento es que, si uno quiere, puede encontrar en Dios la gracia necesaria para seguir amando a su cónyuge, por muy difíciles que sean las circunstancias. Por supuesto, no garantiza que uno vaya a quererlo, porque somos libres.
Ahora, yo digo (pensando, pobre de mí, que te había entendido) que para que haya auténtico matrimonio cristiano es necesario que haya amor y me respondes que no, que "para que haya auténtico matrimonio cristiano, es suficiente con que los contrayentes reciban válidamente el sacramento del matrimonio".
Es más: admites que el amor puede desaparecer y, sin embargo, "la entrega irreversible de amor que se realizó al contraer matrimonio no se puede revertir posteriormente"
Profesor Bruno, ¿en qué consiste esa "entrega irreversible de amor en la que el amor puede desaparecer" , aparte de en un compromiso, en una promesa... en un contrato?
¿Qué diferencia hay entre lo que dices tu y decir que el amor es una cosa y el matrimonio otra?
Pero la guinda del pastel es cuando dices que el amor es un "deber" del casado hacia su esposa. Bruno, una cosa es que el amor no se reduzca al mero enamoramiento visceral y otra que pueda existir un amor totalmente exento de sentimiento, un amor compuesto solamente de obligación. En mi humilde opinión de tonto que no entiende nada, Bruno, eso no es amor.
Podríamos decir que uno no elige de quien se enamora....
Lo de la pastoral en relación a catequesis prematrimoniales es para dedicar otra entrada. Desde luego la Iglesia en ese tema debe ponerse las pilas. Aparte de conocer y discernir bien entre enamoramiento y amor la preparación al Sacramento debería cuidarse más.
Uno puede tener pensamientos impuros (el demonio trabaja). Y cuando uno tiene plena advertencia de que es un pensamiento pecaminoso y lo rehúsa, no consiente, no hay pecado, todo al contrario, ya que si uno vence la tentación gracias a Dios, adquiere más méritos y más Gracia. Los Sacramentos y la oración ayudan mucho, ya sea uno religioso o seglar,
Con su permiso, imprimo su texto para leerlo en los cursillos prematrimoniales que mi amada esposa y yo tenemos el privilegio de dar en nuestra parroquia. Por supuesto que hemos hecho mucho hincapié en la distinción que usted propone entre enamoramiento y amor, la cual es cierta y cuya confusión, signo de nuestro tiempo, genera múltiples problemas en las parejas, tanto de novios como de casados.
Repito, magistral.
Me alegro de que les haya gustado. Por supuesto, pueden utilizarlo libremente.
Saludos.
Seguramente sí eres de otro entorno muy diferente al que vivimos los demás.
Te aseguro que una joven (y no digamos un chico) que sea virgen y diga que su intención es seguir siéndolo hasta el matrimonio, no sólo es ridiculizado sino que puede sufrir aún algo más grave.
Si el joven ya es más mayorcito probablemente no tendrá ni amigos, salvo que se refugie en un gueto "ideológico" lo cual es tremendo.
Paralelamente, hay que admitirlo también, una chica muy liberal (chica, no chico) en materia sexual sigue siendo también tratada cn desprecio y burlas igual que antaño.
Eso pone muy difícil a una adolescente adquirir una identidad firme y segura y no problematizar la sexualidad como fuente de conflictos internos y con el mundo. La niñas siguen enfrentándose a la pubertad como el comienzo de un verdadero problema.
Al final parece que sí hay una norma, más o menos volátil, para ser respetada: "Menganita sólo lo hace con su novio". Y eso parece que funciona salvo que los novios le duren a la niña quince días.
Como me decía una niña, hace ya unos quince años, en catequesis, a propósito de su madre, que iba por el tercer novio después del divorcio: "Profe, profe: ¿a que hacer el amor es pecado si lo haces con alguien que no sea tu novio?" La otra niña con la que porfiaba, sostenía que no era pecado en ningún caso, a condición de que se hiciera por amor.
En fin. Es todo una locura.
PS: si alguien se pregunta por mi respuesta a las niñas, como ya tenía tablas, les dije que ese no era el tema que tocaba ese día pero que, como era muy importante su duda, al acabar podían dirigirse al párroco ,que estaría encantado de aclarar esa cuestión. Ya sé que escurrí el bulto. Pero se trataba de su madre. Y la niñas tenían 9 años. No soy San Atanasio.
"Como me decía una niña, hace ya unos quince años, en catequesis, a propósito de su madre, que iba por el tercer novio después del divorcio: "Profe, profe: ¿a que hacer el amor es pecado si lo haces con alguien que no sea tu novio?" La otra niña con la que porfiaba, sostenía que no era pecado en ningún caso, a condición de que se hiciera por amor."
Imagen magistral para describir la realidad entre los católicos en relación con este tema. ¡Y en sólo dos frases! Cualquiera diría que eres escritora. :)
"Por cierto. Yo no creo que el "enamoramiento" se acabe necesariamente."
Yo no he dicho que se acabe necesariamente. He dicho que se acaba necesariamente si no se funde con el verdadero amor, que es su finalidad: "Paradójicamente, sólo si el enamoramiento se “humilla”, reconociendo que lo verdaderamente importante es el amor, es cuando puede cumplir esa promesa de eternidad que siempre lleva dentro. El enamoramiento sólo puede durar y pervivir fundiéndose en un amor real, hasta hacerse una sola cosa con él. El enamoramiento y el amor se parecen a la semilla y al árbol que crece de ella. Si la semilla no se convierte en un árbol, lo que sucede es que se pudre y se pierde".
De hecho, es algo que sucede con todas las pasiones y el placer que las acompaña: tienden a aguarse y prácticamente desaparecer si se las separa de su fin.
"Ya sé que yo soy tonto..."
No te hagas la víctima, que no te pega. :)
"pero es que tu te contradices, y eso hace muy difícil entenderte"
Podría ser, ciertamente, pero como veremos no es así en absoluto en este caso.
"Has venido diciendo en otros posts que la razón de que el matrimonio sea irreversible es que el amor auténtico es entrega total e irreversible"
Cierto.
"Ahora, yo digo (pensando, pobre de mí, que te había entendido) que para que haya auténtico matrimonio cristiano es necesario que haya amor y me respondes que no, que "para que haya auténtico matrimonio cristiano, es suficiente con que los contrayentes reciban válidamente el sacramento del matrimonio""
Es que tu conclusión no se basa en absoluto en las premisas. Recibir el válidamente el sacramento del matrimonio es lo mismo que entregarse total e irreversiblemente (en el caso de los católicos, claro). Una vez que se produce esa entrega, ya hay matrimonio cristiano y, al ser una entrega irreversible, ese matrimonio durará hasta la muerte de uno de los dos cónyuges.
Nada de eso se ve afectado por el hecho de que, posteriormente, uno de los dos cónyuges o los dos sean infieles a esa entrega. No está en su mano revertirla, pero sí vivir como si no existiera. Peor para ellos.
Una vez más, te pondré el ejemplo de una venta. La venta de una casa consiste en la entrega irreversible de esa casa a cambio del precio correspondiente. Una vez que se realiza la venta, la casa se ha entregado de forma irreversible. Si el vendedor luego se arrepiente, es libre de hacer como si esa venta no existiera y de introducirse como okupa en la casa, pero nada de eso afecta a la venta.
"Es más: admites que el amor puede desaparecer y, sin embargo, "la entrega irreversible de amor que se realizó al contraer matrimonio no se puede revertir posteriormente" Profesor Bruno, ¿en qué consiste esa "entrega irreversible de amor en la que el amor puede desaparecer" , aparte de en un compromiso, en una promesa... en un contrato? ¿Qué diferencia hay entre lo que dices tu y decir que el amor es una cosa y el matrimonio otra?"
Esa argumentación no tiene lógica. La entrega irreversible, ya la llames compromiso, promesa, contrato o xwerlhoiuyss, es amor, porque el amor, no me canso de decirlo, consiste en dar la vida, en entregarse. Y vivir de acuerdo con esa entrega es amor. Que libremente dejes de amar a tu esposa al cabo de x años no destruye la entrega de amor que realizaste al comienzo de tu matrimonio. Lo único que hace es que tú vivas incoherentemente con la realidad de tu matrimonio.
Otro ejemplo: un médico se licencia en medicina y, durante cinco años, actualiza constantemente sus conocimientos como debe hacer todo buen médico. Sin embargo, al cabo de esos cinco años, se cansa de leer artículos médicos y no vuelve a leer nada de Medicina en su vida. Como es lógico, eso es impropio de un buen médico, pero no le quita lo que aprendió en la carrera. No hay contradicción alguna en esas cosas, simplemente incoherencia vital del médico, que no vive como debería, pero eso no hace que deje de ser médico.
"Pero la guinda del pastel es cuando dices que el amor es un "deber" del casado hacia su esposa. Bruno, una cosa es que el amor no se reduzca al mero enamoramiento visceral y otra que pueda existir un amor totalmente exento de sentimiento, un amor compuesto solamente de obligación. En mi humilde opinión de tonto que no entiende nada, Bruno, eso no es amor".
Otro salto lógico erróneo. Que el amor sea un deber no significa que sólo sea un deber. Que el amor no sea sentimiento no significa que esté "totalmente exento de sentimiento".
Por ejemplo, es deber (moral y legal) de los padres cuidar de los hijos. ¿Significa eso que tu relación con ellos es un mero deber? Claro que no.
En cuanto a los sentimientos, el amor es mucho más que el sentimiento, pero igualmente eso no significa que los sentimientos no tengan nada que ver con él. Como ya he dicho en el artículo, el enamoramiento no sólo es una ayuda maravillosa para el amor, sobre todo al principio, sino que además tiende por su propia naturaleza a fundirse con ese amor y, de hecho, esa es la única forma de que persista y no desaparezca.
Entonces, si el enamoramiento es tan maravilloso y está tan vinculado al amor de los esposos, ¿cómo sabemos que el amor no consiste en sentimiento? Porque en la vida de todos los esposos surgen multitud de ocasiones, e incluso épocas, en las que uno no siente nada y sigue amando. Porque los esposos cristianos hacen la experiencia de que, con la ayuda de Dios, pueden amar a su cónyuge también cuando no les apetece, cuando ese cónyuge no actúa razonablemente, cuando pierde la paciencia, cuando está "emocionalmente distante", etc. es decir, cuando se porta como su "enemigo" o cuando él mismo siente un enamoramiento por otra persona. Esos momentos no son toda la vida matrimonial, pero existen e incluso pueden ser muy largos en algunos casos.
Si uno no sabe que el amor no consiste en mero enamoramiento, cuando llegan esos momentos se derrumba y cree que el amor se acabado. Por eso es fundamental saber cuál es la esencia del amor: la entrega mutua.
Saludos.
El amor viene a ser una aproximación integral de un ser con otro, centrados en el AMOR de Dios. Dios no hace tonterías. Somos nosotros los que engañamos y nos auto engañamos con espejismos que no llevan a nada serio. Como en todo lo trascendental, vale la pena produndizar, más que polemizar.
Confundes la promesa, o el contrato, con el cumplimiento de esa promesa o contrato.
El hecho de que pongas como ejemplo el contrato de compraventa de una casa lo prueba. En una compraventa la firma del contrato coincide con la ejecución de ese contrato. El comprador paga, el vendedor entrega las llaves, el notario da fé y todo concluído. Ya no hay nada que cumplir después. Uno puede arrepentirse de HABERLO HECHO (infinitivo perfecto: irreversible), pero da igual. Ya no puede incumplir ese contrato.
El matrimonio es totalmente distinto. En la boda, uno no se entrega. Sólo se compromete (con intención de que ese compromiso sea irreversible, si quieres) a entregarse. La entrega viene (o no viene) después, a lo largo de décadas.
Tu juegas, no sé si conscientemente o no, con dos sentidos de la palabra "entrega". Uno es sinónimo de promesa o contrato. Cuando uno dice "yo me entrego a tí para toda la vida", lo único que está haciendo es una promesa. El otro sentido es el de entrega verdadera, día tras día, año tras año, que sería el cumplimiento de esa promesa.
La cuestión es que la palabra "irreversible" sólo tiene sentido aplicada a la promesa, no a su cumplimiento. Por eso, tu puedes decir que el matrimonio católico es irreversible sólo si te refieres al mismo como promesa (como contrato), no como cumplimiento. La obligación puede perdurar hasta la muerte si el derecho así lo estipula o, simplemente, si uno se lo impone a sí mismo por ser fiel a la palabra dada, pero el cumplimiento no está automáticamente garantizado y ni siquiera se puede decir que siempre sea posible cumplirlo.
Efectivamente, sólo se puede decir que siempre es posible cumplir esa promesa si consideramos que el cumplimiento consiste únicamente en abnegación, trabajo, sacrificio... En ese caso, puede resultar difícil, pero se puede cumplir. Con la ayuda de la Gracia.
Pero eso no es amor. Tu dices que "...en la vida de todos los esposos surgen multitud de ocasiones, e incluso épocas, en las que uno no siente nada y sigue amando". Eso no es amor, Bruno. No juegues también con esta palabra. Si uno, realmente, no siente nada y lo único que hace es esforzarse porque hizo una promesa irreversible, eso no es amor. Será fidelidad, abnegación... pero no amor, porque el amor es un sentimiento. Un sentimiento que, si es auténtico, te lleva a la abnegación y a la entrega sin necesidad de contrapartida, sí, pero es un sentimiento.
Y la cuestión es que un sentimiento puede dejar de existir y luego es muy difícil, si no imposible de recuperar. No depende sólo de tu voluntad. Puede que su pérdida haya sido culpa tuya, pero, aún en ese caso, no necesariamente es recuperable.
Así que, decir que amar es obligatorio, es un sinsentido. Igualmente, decir que el matrimonio, en cuanto relación de amor, es irreversible es un sinsentido. Decir que el matrimonio es irreversible sólo tiene sentido si lo consideramos como una promesa, como un contrato, un conjunto de obligaciones... y lo desligamos del amor.
Las catequesis matrimonial debería darse en los colegios. Se ha perdido mucho tiempo.
terminales, leprosos o de todo tipo y por encima de ello los atienden con dedicación
¿no están demostrando AMOR? ¿El amor se da sólo cuando se aceleran las pulsaciones del
corazón o se pone la piel de gallina? Con todos los primeros reparos, que experimentó Francisco de Asís,
al besar al leproso, ¿lo hizo sin amor?.
¿No amamos los cristianos de América o Europa a los hermanos de Indonesia o Bangalore, pese que no los conozcamos y por ende, no experimentemos "sentimientos afectivos para con ellos?
Siendo el amor la más excelsa de las virtudes teologales, no se basa tanto en los encantos de la persona amada, sino en la benevolencia, apartándose lo más que pueda de la concupiscencia. "No busca lo que es suyo".
Dios dice que amemos al prójimo y también que amemos al enemigo, seguramente porque por lo general es la misma persona.
saludos...
En la celebración del matrimonio católico no se dice eso tan oído en las películas de "hasta que la muerte nos separe". En cualquiera de las tres fórmulas se dice, de manera directa o dialogada, " yo te recibo como esposo/a y prometo amarte fielmente durante toda mi vida".
De la mía, no de la tuya. Parece contradecir la disolución del matrimonio por la muerte de un cónyuge. De hecho, muchas viudas (y viudos) sentimos la idea de un nuevo matrimonio como una infidelidad, no sólo a la palabra dada sino al amor . Ya sé que no lo es según la Iglesia, pero por algo san Pablo insistiría tanto en permanecer viudas las viudas, no como obligación, pero sí como algo muy recomendable.
(e insisto un poco en lo de antes: sin el fuerte y vehemente sentimiento de amor, el amor maduro del paso del tiempo no es amor)
La primera (sin entrar en nomenclaturas bioquímicas de las que tampoco me acuerdo bien) es que, aparte de todo el sentimentalismo y consecuencias sacro-civiles que queramos detallar, cuando hablamos del enamoramiento no estamos más que describiendo el envoltorio vivencial de unas comprobadísimas reacciones hormonales y enzimáticas que, involuntariamente como es obvio, nos suceden por dentro del cráneo determinando, en menor o mayor o hasta grandísima medida, unas actuaciones y relaciones sociales a las que poca explicación razonable podemos dedicar. Otra cosa ya es la rienda suelta o la represión que cada uno queramos, o nos inciten, a adjudicarle a este tipo de fenómenos, eso ya a cada cual sus respectivas consecuencias, resultados, comportamientos, felicidades o destrozos.
Por otra parte, y sin abundar mucho porque ya se está encargando Ramontxu de ello, me parece efectivamente de una resignación tristísima el hecho de perder por completo el amor (no digamos ya el enamoramiento de aquellas reacciones bioquímicas iniciales), a fuerza de caer en la rutina de los años y de los hijos independientes. Como evitación de la soledad (¡y no es poco!), lo entiendo y hasta lo celebro (de hecho, lo comparto y lo vivo). Ahora, como amor verdadero, yo también lo niego rotundamente. Vamos a dejarlo en cariño, o en compañía. Pero sostenella y no enmendalla, simplemente por justificar que nos han obligado a que sea hasta la muerte, pues es una verdadera pena, muy canónica y todo lo que queramos. Y eso era justamente el matrimonio para muchos abuelos nuestros, y todavía conozco yo a alguna anciana viuda que todos sabemos que descansó más ella que el marido muerto. Ejemplo, ninguno. Legalidad, vale.
A raíz de esto último, yo dejaría caer el tema de las segundas nupcias por fallecimiento. Siempre me ha resultado curiosísimo cómo un amor y una entrega por siempre jamás pueden cambiar de personajes tan legal y canónica como alegremente (con perdón). Es algo que a veces me he preguntado en algún funeral, después de la habitual alusión al "momento en que nos reunamos con nuestro/a hermano/a fulano/a en la vida eterna": ¿con la primera mujer o con la segunda?
Por último, y sin querer sinceramente entrar en polémica puesto que conozco perfectamente los argumentos, no quiero dejar pasar el caso que nadie quiere afrontar. No ya el de que el enamoramiento suele comportar, como ya se ha debatido de sobra, su consecuencia sexual (estoy hablando de personas adultas que saben lo que quieren e incluso terminan casados, no de competiciones de instituto). Me refiero al caso que tenemos entre nosotros, queramos o no queramos aceptarlo ni permitirlo: cuando el enamoramiento, el amor, la entrega, el compromiso, el envejecimiento incluso, se producen entre personas del mismo sexo (autocomprobado y autodemostrado que no es posible humanamente intentarlo siquiera con semejantes del sexo contrario).
Me imagino que esto ya es evidentemente la excepción, como no podía ser de otra manera, porque lo pone no sé dónde y demás y tal y tal. Sin embargo... ahí está.
_______________________________
Marcos 12:18-27
La compasion sin accion,hace incompleto el querer del corazon.
La voluntad mueve al sentimiento a querer y la Fe mueve la voluntad a obrar,porque el querer obrar es la obediencia al mandamiento de Dios; "¡Amad!".
Lo ideal es amar con sentimiento, aunque ya no sea el mismo que el del enamoramiento.
Pero el que ama cuando no siente,hace a Cristo presente ,que nos mando amar a los enemigos, que es Amor sobrenatural que no necesita de cariño.
Cuando se ama en Cristo,en Verdad, sin sentir,no es mentir , espera paciente y contento que volvera el sentimiento. La Gracia no se olvida de la fidelidad y el que ama,sienta o no,vive en Paz.
La Paz de Cristo.
Saludos y gracias.
[Bah: creo que el comentarista en cuestión no debe de estar bien de la cabeza. Yo le he borrado dos o tres comentarios que ha hecho aquí, porque eran absolutamente disparatados. Intentaré hablar con el bloguero]
Ahora bien, creo que Dios aprovecha la sequedad y aridez de sentido que nos causan las acciones pecaminosas o simplemente tibias y no centradas en EL,sino en la mundanidad y vanidad ,para confirmarnos en la fidelidad. Pienso que mucha culpa de la falta de buenos sentimientos en nuestro corazon,es nuestra. Creo que cuanto mas amamos,mas sentimos el Amor,el Gozo,la Paz y la Contricion. Y cuantas mas vida egocentrica y egoista llevamos,mas sentimos las bajas pasiones.
Y es que todavia no estamos en el cielo,y somos arrastrados por fuertes apegos desordenados,propios de este cuerpo mortal,herido e inclinado a desear lo que no es Dios.
Cordiales Saludos.
En el Matrimonio o en la preparación para el mismo, habría que ser claro en las etapas del amor y sus diferentes características, pero JAMAS identificarlo solamente con la flecha de Cupido o el relumbrón del o la modelo más elegante.
encuentra.com/matrimonio/e_la_misa_nupcial_el_rito_del_matrimonio15589/
Un consejo para los matrimonios en problemas: visiten al Santísimo juntos. Conozco un matrimonio que no había día que no pelearan como perro y gato, en privado y en público... Como último recurso para salvar su matrimonio por amor a sus hijos decidieron ir juntos a buscar al médico, al Santísimo. Todos los días iban y se arrodillaban y rezaban. Ahora son todo amor. Es un verdadero milagro. En serio que están viviendo una segunda luna de miel. Y están felices.
el amor, que se reviste de diferentes maneras (paterno, filial, amistoso, matrimonial,...) ha de aprender
a nutrirse, no sólo de caramelitos y buena onda, sino, con la ayuda de Dios, también superar
dificultades, asperezas, discusiones,
La Madre de Sta. María Goretti, sin ser una gran teóloga, valida sólo de su catecismo, perdonó a
Alessandro Serenelli, el brutal asesino de su hija. Ambos asistieron a la canonización de la santa
adolescente en 1950.
El amor: del médico a los enfermos, del amigo al amigo, del ofendido al ofensor, dentro de la fe cristiana
viene del amor pisoteado de toda la humanidad para con su Padre, Dios, por medio del pecado, superado
por el amor incondicional del Hijo de Dios, que pide a su Padre, por quienes no saben lo que hacen.
Mejor seria dar un buen antídoto contra el miedo: la castidad. Por algo el casto san Juan fue el único al pie de la Cruz.
Estas antropologias son excelentes y vienen muy bien y ayudan, la expuesta por don Bruno. Pero el hombre es débil y confuso, y el discernimiento falla frecuentemente. Que hacer para no confundirse aun teniendo la teoría delante? Los Mandamientos nos mantienen con el control al volante, para poder discernir, y no tener miedo. El hombre es débil, necesita del carril de los Mandamientos, si no, es fácil perderse también con la buena teoría. Me pregunto: que puede aprovechar de este artículo una pareja que se va a casar y sigue fornicando?
A ver cómo les argumentas, a estas alturas de la ilustración humana, que su compromiso vital de por vida, que incluso se va a formalizar ante la sociedad, y si quieren ante la asamblea religiosa a la que pertenezcan grupal y comprometida o como mucho culturalmente, no sólo es una decisión ideal y trascendental sino que pueden y deben dar "un pasito más" para que su determinación sea todavía más perfecta, más sagrada, más eficaz, más acorde con lo que desde fuera tenemos que opinar sobre su intimidad: que se deberían estar quietecitos, no pasar "de ahí" esos centímetros, dar el paso de su vida ignorando esa faceta tan complicada y definitiva y fiarlo todo a la legalidad, a la tranquilidad ajena, a la innecesariedad y sobre todo a la... ¡sorpresa!
También bajo el solo sentido común, a no ser que se trate de un libertino empedernido, se pueden comprender las fases del amor y diferenciarlas de la bacanal institucionalizada.
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Y dale, Renzo, que no: que la pubertad no es la madurez y que la presión de la propaganda, del ambiente y del grupo son una losa de un peso tal que una niña que está entrando en la adolescencia no puede soportar con su sola conciencia, confusa, dubitativa y frágil. No hay libertad de hecho porque no hay ese respeto que reclamas y sí una presión continua, ubicua, multiforme, no siempre explícita que no se puede contrarrestar con las solas armas de la voluntad de una criatura que apenas empieza a conocer su cuerpo en transformación y sus sentimientos, sensaciones, ideas, deseos, proyectos, etc
La presión social ha existido siempre y siempre a afectado a las/los adolescentes de la misma manera. Lo único que cambia es la orientación de esa presión. Probablemente ahora la presión es menor, al haber más pluralidad que hace, digamos, 50 ó 100 años. Si te parece que esa presión es perniciosa es porque no estás de acuerdo con la dirección que toma, pero la presión como tal es algo inevitable, es uno de los mecanismos que moldean al ser social que es el hombre.
Antes también existía, aunque al no haber tales medios, el impacto era menor, pero desde luego que sí. La maldad no es algo único de esta época; existe, siempre ha existido, y me temo que siempre existirá.
El pluralismo sí existe. No puede decir que los católicos no participan de esa tolerancia y pluralismo pues no es cierto. Otra cosa distinta es que las leyes y la sociedad en un país aconfesional no se rijan por una confesión determinada, Y los medios publican lo que les parece, según también el perfil de los lectores, pero no tienen ninguna obligación de publicar todo lo que a usted, a mi o a otros nos parezca como esencial.
.
Sobre Planned Parenthood, ha leído la noticia? Es un verdadero escándalo, tanto que grandes firmas como Coca Cola le han retirado el financiamiento. Hay un gran debate en el Congreso de EEUU. Y ud. me dice que no se pública porque no es de interés de los lectores?
Eso tiene un nombre: censura. Publican que han sacrificado al perro de la enfermera por temor al contagio del ebola y no publican el tráfico de fetos que revela lo que en realidad es el aborto: racista, clasista y un gran negocio
A eso le llama ud. pluralismo. Nosotros lo llamamos dictadura del pensamiento único pro-aborto y pro-gaymonio.
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Ha existido siempre. ¿Y?
No me parece perniciosa por la dirección que toma, me parece perniciosa toda presión. La dirección de la presión que sufrió mi madre era justo la contraria y me parece espantosa, espantosa a más no poder. No imaginas hasta que punto era espantosa y así lo he dicho siempre.
No has entendido nada. Te ciegan los prejuicios. Mi intervención sólo pretendía decir que no es cierto que haya libertad. No la hay. La presión social, precisamente porque ha existido siempre, existe tambien hoy, y bien fuerte.
Pero vamos a ver, ¿no tiene usted Infocatólica, en donde la informan?, ¿no tiene otros medios?. Yo creo que sí, pues de hecho estamos informados. Pluralismo se refiere a que usted puede utilizar diferentes fuentes para informarse, cosa que antes no estaba permitido. No existe un único medio, ni exclusivamente una línea ideológica. De todas formas, aquí le dejo unos cuantos links a periódicos:
bbc.com/mundo/noticias/2015/07/150715_eeuu_video_polemica_abortos_organos_fetos_jg
cnnespanol.cnn.com/2015/07/29/grupo-en-contra-del-aborto-publica-nuevo-video-de-planned-parenthood/
laopinion.com/nuevas-acusaciones-por-venta-de-organos-contra-planned-parenthood
Es que dependerá también de que medios lea, pero creo que más que censura lo que existe es desinterés. Y en cuanto a lo de la censura de comentarios, si yo le contara...pero es que no sé para que fui a tales medios, conociendo la línea ideológica que los caracteriza.
Mire lo que he encontrado:
elcomercio.pe/mundo/eeuu/organizacion-pro-aborto-acusada-vender-organos-fetales-noticia-1826535
elcomercio.pe/mundo/eeuu/se-indignan-leon-muerto-no-bebes-abortados-noticia-1829522
Ahí lo tiene. El problema de Internet es que hace falta saber buscar (en Google tiene que poner las palabras claves, por ejemplo elcomercio.pe Planned Parenthood órganos y ahí le sale el resultado de la búsqueda, otras veces es algo más complejo. Además, es frecuente que el diseño de la página web sea un desastre, un auténtico caos y si va acompañado de ventanitas publicitarias y demás historias, ya es para coger el ordenador y tirarlo por la ventana.
Bueno, de todas formas, puede consultar otras publicaciones. Gracias a Dios, ni Perú, ni España son regímenes dictatoriales, y salvo excepciones, se tiene libre acceso a Internet.
Pues, si es cierto lo que dices de que, lo que te parece mal, es cualquier tipo de presión social, tienes razón al decir que no te había entendido.
Es cierto que la presión social limita y condiciona la libertad individual, pero yo creo que eso es inevitable y no necesariamente malo. El hombre es un ser social y no puede crearse una postura sobre todos y cada uno de los temas a partir de cero. De hecho, la mayoría de las opiniones que tenemos como propias son, en realidad, interiorizaciones de lo que la sociedad nos transmite. La cuestión es, hasta qué punto es posible disentir en aquellos temas en los que para uno son importantes, o, por el contrario, hasta qué punto la presión social es asfixiante. Y en esto, yo creo que las cosas van a mejor, no a peor.
Y es que hasta el mundo parece a veces querer hablar más sobre el tema que la Iglesia, por ejemplo me recuerdo de una canción de moda en mis épocas universitarias, "she will be loved" de la banda Maroon 5, tenía una estrofa que decía así:
It's not always rainbows and butterflies
It's compromise that moves us along, yeah
My heart is full and my door's always open
You come anytime you want, yeah.
No hay que ser un genio para darse cuenta que la idolatría del enamoramiento y la ilusión de vivirlo es la fuerza que dirige a los jóvenes en las decisiones que toman (el tipo de actividades que realizan, el grado de idolatría al sexo que tienen, el tipo de amistades que buscan, las maneras de socializar que adoptan, la adiquisición de vicios). Si están llenos de errores en ese tema, sus decisiones serán equivocadas, muchas de ellas dejando tremendas consecuencias. Ante esta realidad, me deja pasmado el silencio sepulcral que hace la Iglesia sobre el tema. El Papa denuncia todo el tiempo la indiferencia que se tiene a los jóvenes, pero el hecho que no haya ni un solo documento eclesiástico dedicado a la principal problemática de los jóvenes, no me parece precisamente el ejemplo de inclusión. Algo como este post, sencillamente no existe entre documentos de la Iglesia, y la necesidad de que lo haya se la comprueba de inmediato aquí mismo: dos o tres personas comentaron que se lo van a imprimir para usarlo en sus catequesis.
Hay muchos discursos bellísimos de los tres últimos Papas dirigidos a los jóvenes, es más, diría que sus discursos con mayor unción kerigmática son precisamente los que han dirigido a los jóvenes, pero en ninguno vi que se trate de este tema de una manera clara y directa.
Cuando la Iglesia no despierta y da las respuestas que necesita dar, se llegan a cometer los peores errores. Ya vimos lo que causó la respuesta tardía a los problemas sociales que ocasionó la revolución industrial.
Lo que tiene que salir de este sínodo es un "catecismo del amor y la familia", escrito en ese lenguaje directo, transparente y dinámico del actual Papa --algo como ese librito excelente del padre Bojorge "La casa sobre roca"--, donde se hable sin rodeos y con la debida extensión del enamoramiento, la sexualidad, el crecimiento en la virtud, el sacrificio, la llamada a la santidad. Cuanta falta hace que nuestra santa madre Iglesia se pronuncie sobre ésto y sea luz para los pueblos. San Juan Pablo II dijo una vez: "Familia: Sé lo que estás llamada a ser." Pues creo que las familias piden de igual manera: "Iglesia: sé lo que estás llamada a ser, indícanos cómo debemos ser familia y cómo no debemos serlo".
La pregunta que me queda por hacerte es, ¿estás de acuerdo en que es tan respetable la decisión de decir sí, que la de decir no?, suponiendo en ambos casos que la decisión se toma libremente, al menos en el sentido habitual del término.
Conmigo no intentes ser capcioso. No funciona.
"AMOR Y RESPONSABILIDAD", del entonces Cardenal Karol Wojtyla.
Lo compré por el año 1978, y es de la editorial Razón y Fe. S.A.
Los capítulos son:
Capitulo 1: La persona y la tendencia sexual.
" 2: La persona y el amor.
" 3: La persona y la castidad.
" 4: Justicia para con el Creador.
Anexo: La sexología y la Moral. Revisión complementaria.
En pdf lo podéis encontrar en:
www.mercaba.org/LECTOR_PDB/Amor%20y%20Responsabilidad,%20Cardenal%20Karol%20Wojtyla.pdf
Aunque recomiendo lo compréis (no tengo ganancia en ello). Es un santo y sabio libro que vale muy mucho tenerlo en propiedad.
No es posible que un discurso dirigido a jóvenes que minimice la importancia del enamoramiento les llegue y les cale. Y estoy por decir que no sólo a los jóvenes. No sé al qué llamarás "idolatría" del enamoramiento, pero no es buen comienzo llamarlo así.
No sé si los que hablan en esos términos no han estado nunca enamorados. Pero ¿os podéis imaginar el rechazo que a una persona enamorada le causa un discurso que le está preparando para cuando eso tan maravilloso que siente y vive "se le acabe"? No sé vosotros, pero a mí me sueltan ese discurso machacón al los 17-20 años, en medio de esa deliciosa experiencia envolvente y etereizante del enamoramiento ¡y echo al correr! Y también huiría del insistente discurso de advertencia sobre los peligros de la narcosis del enamoramiento. Que los tiene. Y hay que prevenirlos. Pero es mil veces mayor y mejor el efecto positivo al corto, medio y largo plazo del enamoramiento que ninguno de sus peligros.
¿Se nos podría ocurrir una manera menos sombría de predicar la excelencia del matrimonio ?
Nunca en la Iglesia se entendió (salvo algunos radicalismos heterodoxos como el de Tertuliano, por ejemplo) que la indisolubilidad matrimonial fuese más allá de la muerte de alguno de los cónyuges.
Ya San Pablo admite las segundas nupcias (1 Co. 7, 39):
"La mujer está ligada a su marido mientras él viva, mas una vez muerto el marido, queda libre para casarse con quien quiera, pero sólo en el Señor".
Porque ya lo dijo el Señor en en Evangelio (Mc.12, 25):
"Pues cuando resuciten de entre los muertos, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido, sino que serán como ángeles en los cielos".
La comparación con los ángeles viene muy a cuento, porque los ángeles no tienen hijos, porque tampoco mueren.
La procreación es una consecuencia de la mortalidad. Las especies corpóreas dejan de existir si no procrean, porque están sujetas a la muerte.
Los resucitados, en el Cielo, no van estar sujetos a la muerte, como Cristo, que resucitado de entre los muertos, no muere más.
Por eso entre ellos el matrimonio no va a existir, nadie va a ser esposo o esposa de nadie.
En cuanto al amor humano, es decisivo saber si radica esencialmente en la voluntad o en el sentimiento.
No puede ser las dos cosas a la vez, porque hablando de lo que es esencialmente y "per se", cada una de ellas excluye a la otra.
Y es claro que ha de radicar esencialmente en la voluntad, porque eso es lo que distingue al ser humano de los otros animales, que también tienen sentimientos, pero sin inteligencia ni voluntad, es decir, sin espíritu.
Saludos cordiales.
No sé qué clase de discurso te estarás imaginando, no sé qué es "machacón" para ti. Lo que sí sé es que hay muchísimos jóvenes sedientos de conocer la verdad sobre el amor, y del papel que tiene esa misteriosa pasión tan poderosa que es el enamoramiento, y de la manera de saber qué hacer con ella, como también criterios para discernir cuándo es buena, cuándo no. Esta es una de las principales preguntas que tiene un joven cuando busca a Jesús y le dice: "maestro, qué tengo que hacer para tener vida eterna".
La situación socio-cultural ha cambiado mucho, especialmente en el aspecto de cortejo, enamoramiento y sexualidad. Pero la Iglesia todavía no ha respondido a las cuestiones que han surgido con esos cambios, y urge que lo haga.
En el Ritual del Matrimonio que pude encontrar en Internet (curas.com.ar) dice:
Primero pregunta al esposo:
N., ¿QUIERES RECIBIR POR ESPOSA A N.
Y PROMETES SERLE FIEL, TANTO EN LA PROSPERIDAD COMO EN LA ADVERSIDAD,
EN LA SALUD COMO EN LA ENFERMEDAD,
AMÁNDOLA Y RESPETÁNDOLA DURANTE TODA SU VIDA?
El novio responde:
SI, QUIERO.
Luego el celebrante pregunta a la novia:
N.,¿QUIERES RECIBIR POR ESPOSO A N.
Y PROMETES SERLE FIEL, TANTO EN LA PROSPERIDAD COMO EN LA ADVERSIDAD,
EN LA SALUD COMO EN LA ENFERMEDAD,
AMÁNDOLO Y RESPETÁNDOLO DURANTE TODA SU VIDA?
La novia responde:
SI, QUIERO.
O sea, no "durante toda mi vida", sino "durante toda su vida".
Ahora sí.
Pero lo curioso es que el Nuevo Ritual del Matrimonio dice "durante toda mi vida".
¿Y eso?
Parece que la única forma correcta de entenderlo es con una restricción: "durante toda mi vida, en tanto que él o ella viva también".
Saludos cordiales.
"La situación socio-cultural ha cambiado mucho, especialmente en el aspecto de cortejo, enamoramiento y sexualidad. Pero la Iglesia todavía no ha respondido a las cuestiones que han surgido con esos cambios, y urge que lo haga".
Puedo estar equivocado, pero yo creo que la Iglesia sí ha respondido a ello, ya sea en el libro que he recomendado anteriormente, como en las catequesis de los miércoles del Papa San Juan Pablo II sobre "la teología del cuerpo".
Si lees en el libro "Amor y responsabilidad" el apartado en donde diferencia "atracción" (en este post "enamoramiento") de amor, creo que se expresa claramente al respecto.
Claro, ya soy abuelete, y puede que lo lea con el poso de la formación adquirida en mi ya lejana juventud, pero sigo creyendo que en la actualidad y para los jóvenes de hoy, sigue siendo claro.
Perdona mi intromisión.
Es muy importante la manera de comunicar, fue uno de los signos de pentecostés el que la gente entendía todo lo que decían los apóstoles.
"Machacón"= este post, sus comentaristas, este portal cada vez que se toca el tema .
Y no dudes de mi comprensión del texto. No sólo he entendido perfectamente su literalidad sino que sé leer contenidos implícitos; de ahí mi comentario .
Los textos que cita Tomás Bertrán son los que hay y son muy buenos. Esos textos son los que la tarea pastoral de la Iglesia ha de "traducir" y hacer llegar a los jóvenes. ¿En serio pretendes que se escriba un texto magisterial dirigido al jóvenes y "en su lenguaje"? Lo que nos faltaba ya . Pero cualquier día, eh.
Dicho todo esto y leídos nuevos comentarios, me reafirmo, con mayor convencimiento si cabe, en mi comentario de las 12:58.
" Esos textos son los que la tarea pastoral de la Iglesia ha de "traducir" y hacer llegar a los jóvenes."
Pues, después de décadas ya se ve que algo más está faltando. Muy pocos cristianos saben hablar cristianamente de enamoramiento, más pocos aún saben hablar de sexualidad. Es evidentemente que el Magisterio necesita apoyar con más fuerza este aspecto.
" ¿En serio pretendes que se escriba un texto magisterial dirigido al jóvenes y "en su lenguaje"? Lo que nos faltaba ya."
Cuando dije que me gustaría, es eso. ¿Por qué no?
Pasó más o menos un mes, sin que la familia me dijera a nada, y un día se presentó en la consulta su esposa (cercana a los 90 años) acompañada de su hija, y la esposa me dijo que "su Perico" se murió a los días de estar ingresado. Para consolarla le dije que "angelitos al cielo" y que no perdiera la esperanza. Me cortó y me dijo, con los ojos radiantes: ¿Sabe lo que mejor recuerdo de mi Perico?. Pues que un mes antes de caer enfermo le dije: "Perico, hace tiempo que no me das un beso. Dame uno"
Se me erizarosn los pelos. Ver a dos ancianos, tras muchos, muchos años de matrimonio. que todavía se pedían un beso. Entonces le pregunté a la esposa si su Perico se lo dio, y me soltó un sí radiante y lleno de felicidad.
Ya no era un beso sensual, era una beso de atracción espiritualizada. Era "SU Perico". Era un beso en donde ya no contaba la belleza física, sino que contaba que era "SU Perico". Su marido, su hombre y ella su esposa, su mujer. Un beso tan puro como lo puede ser el beso de una madre a su hijo.
Esto se lo conté a un sacerdote, que hoy en día es Obispo, y me dijo: "Esta anécdota cuéntasela a los jóvenes de hoy en día, para que empiecen a entender el matrimonio".
Así lo hago.
¿y desde cuándo la Iglesia interpreta tan tergiversamente como tú los gestos de ternura entre enamorados, lo sean a los 16 años, lo sean a los 90?
En el ser humano el agape, el darse totalmente al otro sin esperar nada a cambio, es muy difícil, por no decir imposible. El agape, creo yo, sólo lo realiza en su infinita acepción Dios.
El hombre o mujer puede amar al otro dándose al otro, entregándose al otro en todo su ser, pero, pero, siempre debe haber una reciprocidad, ya que si el otro no le da nada a cambio, no se entrega también, la fuente del amor que mana del corazón del que se entrega totalmente puede secarse, ya que no recibe agua del otro.
Es cierto que el matrimonio es para santificarse, por eso el matrimonio por la Iglesia, instituído por el mismo Cristo, no es un mero contrato, es un contrato ELEVADO A SACRAMENTO, con lo que todo ello comporta de Gracias que Dios da a estos esposos unidos en santo matrimonio, en donde hay su erotismo, al principio pasional, que con el tiempo esta pasión se va debilitando para convertirse en amor, amor con atracción más difícil y por esto más perfecta, ya que se llega a sentir atracción por el otro con todos sus defectos que al principio no se ven. Es como el que va a Misa. Uno puede ir a Misa porque siente felicidad en ello, y otro, porque está en la noche oscura, va a Misa porque ama Dios aunque no note ganas de ello. Es más meritorio el que va sin ganas por amor a Dios y para agradarle que no el que va con todas las ganas ya que Dios le pone un caramelo en la boca.
El ejemplo que puse de los dos ancianos no quiere decir que sea un matrimonio santo, como tampoco quiere decir que no lo sea. Lo que sí demuestra este ejemplo, vivencia verdadera, es que a los jóvenes de hoy en día, que a los tres o cuatro meses ya están cansados el uno del otro, que ya no se casan porque tienen miedo a la responsabilidad, que no quieren tener hijos por lo mismo, es que hay casos, y por tanto es factible, en que el matrimonio puede (y debe) ser hasta que la muerte los separe, y si se muere uno de ellos y el otro quiere guardale en su recuerdo y no quiere volve a casarse, aunque la Iglesia dice que lo puede hacer ya que es libre, es muy meritorio, como el caso del que va a Misa sin sentir sensaciones de levitación.
PD.- Y para un matrimonio santo también hay que leerse la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio, la Casti Connubii, la Humanae Vitae, la Familiaris Consortio, la Populorum progresio.....
Y si la lectura de estos documentos no son comprensibles para la juventud de hoy en día (ya sabemos como está la comprensión lectora) pues lo que sí la pueden entender (léase por ejemplo catequistas. o sacerdotes de parroquia) la puedan desmenuzar hasta convertirla en papilla ya que los alimentos sólidos no los pueden digerir. Que hagan como los médicos, que cuando explican la enfermedad al paciente no usan de terminología médica, sino que lo explican lo más comprensible al paciente. No cuesta tanto
infovaticana.com/2015/08/03/1631706/
Se "recomienda" a los medios no publicar los vídeos del tráfico de fetos porque han sido publicados bajo una "falsa identidad" y porque "viola la privacidad" de Planned Parenthood. Que viva la democracia y la libertad de expresión! Que viva el tan mentado pluralismo!
Y el hombre tampoco necesita una mujer que le de hijos para sobrevivir el día de mañana, cuando las fuerzas flaqueen. Esa supervivencia está asegurada por el Engendro de Bienestar, de forma anónima, pero por medio de los hijos de otros.
Este es el “matrimonio cultural” o matrimonio civil, un matrimonio orientado, dirigido y determinado por las condiciones de vida, que hoy son como son, y mañana serán de otra manera.
Esto explica cómo una misma generación ha pasado de una concepción de matrimonio para toda la vida a la aceptación del divorcio exprés, porque, en realidad, participaban de un modelo de matrimonio de conveniencia.
Al margen, y aunque pueda coincidir a veces, hay otro modelo matrimonial: El matrimonio de vocación cristiana, un matrimonio en el que el amor implica una decisión, y no un a ver qué pasa.
Con todas las tonteras de feminismo y género ya llevamos dos generaciones de mujeres que viven la maternidad como una carga que "les impide la realización personal".
Y también el materialismo nos hace despreciar las tareas sin remuneración económica. Hace mucho tiempo que venimos criando personas "castradas" para el verdadero amor.
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