P. Chus, ¿desde cuándo la solución a la herejía pelagiana es la herejía luterana?

Sin mérito alguno por nuestra parte, porque de lo que recibimos damos, sin la menor duda InfoCatólica es el portal católico de internet donde más y mejor se escribe sobre la gracia y en contra de las doctrinas heterodoxas que la combaten. En ello se aplicó el P. Iraburu en multitud de posts de su blog “Reforma o Apostasía” (dieron lugar al libro “Gracia y libertad”), en ello se aplican de forma habitual Eudaldo Forment, Néstor Martínez y Alonso Gracián, y en ello nos aplicamos otros blogueros de forma más ocasional.

Si algo nos caracteriza a todos, con los matices que se quieran, es nuestra insistencia en señalar el peligro de la espiritualidad pelagiana y/o semipelagiana. Por eso, me ha causado gran impacto leer en Alfa y Omega el siguiente titular

La herejía que más preocupa al Papa: el pelagianismo en la Iglesia de hoy

Tras dicho titular, llega la siguiente introduccion:

El Papa Francisco no deja de alertar sobre el riesgo de volvernos pelagianos, una herejía condenada por la Iglesia hace siglos y que sin embargo está introducida de manera sibilina en nuestra vida diaria. El dominico Chus Villarroel lleva décadas escribiendo y alertando sobre este peligro, pero sobre todo predicando que el amor de Dios, ante todo, es gratuito, y que «más que hacer, se trata de dejarse hacer»

“No va mal la cosa", me he dicho. Precisamente en mi post de hace un par de días hablaba de ese “dejarse hacer” de la siguiente manera:

El santo abandono en la voluntad de Dios -que no tiene nada que ver con un quietismo estéril- no está precisamente de moda.

Mientras leía la entrevista al P. Chus Villarroel, todo iba bastante bien hasta que he llegado a esta pregunta y su correspondiente respuesta (negritas mías):

¿Cómo se vive la gratuidad en el día a día?

La gratuidad trae consigo que el Espíritu Santo te hace ver que no es tu obra, sino que es obra de Dios. Una consecuencia es que se te quita el peso de la salvación, no lo llevas tú. Y el pecado y la lucha contra el pecado dejan de ser el centro de la vida espiritual, ya no estás centrado en el combate, en los sacrificios, en las cautelas de todo tipo, en la condena, etc. Cuando todo gira en torno al pecado, te olvidas de la fuente. ¿Pero qué importancia tiene tu pecado cuando vives en compañía de Aquel que ha muerto gratuitamente por ese pecado? Aunque lo vuelvas a cometer, por tu debilidad, ya no es lo mismo.

Al leer eso, he saltado LITERALMENTE de donde estaba prostrado. ¿Qué? ¿cómo? ¿qué ha dicho este hombre? Y he seguido leyendo (negritas mías):

¿Por ejemplo?

Yo suelo dar el ejemplo de la masturbación. Si eres un masturbador y tienes el Espíritu Santo, tu masturbación ya no es lo mismo. Porque si estás en la dimensión del Espíritu, tu masturbación se transforma en una pobreza. «Te basta mi gracia, aguanta tu pobreza. Yo lo iré sanando a lo largo de la vida». Pero tú sabes que ese pecado está clavado en la Cruz de Jesucristo, y lavado por su sangre. Si no, entramos en el escrúpulo, en hacer todo lo que pueda para librarme de esto que odio, en las cautelas. Había un aforismo en el siglo XVI que decía: «A quien hace todo lo que puede Dios no le niega su gracia». Eso es falso.

Voy a ser claro. Lo que plantea el P. Chus Villarroel no es la doctrina sana, santa, católica -y tomista- sobre la gracia y el pecado, sino la pestífera herejía luterana. La soberanía de Cristo, que conlleva - porque nos concede- la lucha  y la victoria contra el pecado, es el centro de toda vida que merezca el nombre de cristiana. La lucha contra el pecado no es una lucha en nuestras propias fuerzas. Es claro que solo la gracia de Dios nos libra del pecado. Es claro que solo por la gracia de Dios podemos vencer el pecado. Es claro que Dios es quien nos hace querer y obrar conforme a su voluntad para alejarnos del pecado. Entre otras razones porque es precisamente el pecado lo que más nos aleja de Dios. Y si es pecado mortal -caso de la masturbación-, el alejamiento es radical, de forma que si morimos sin confesarnos de dicho pecado, vamos de cabeza al infierno.

Existe una diferencia esencial entre no caer en la desesperación por aquellos pecados que parecen acompañarnos durante años y años y el caer en una especie de indiferencia ante la gravedad de los mismos. Y de ninguna de las maneras se puede apelar a la gracia para tranquilizar las conciencias de quienes viven en pecado mortal. Muy al contrario, enseña el apóstol San Pablo (negritas mías):

Entonces, ¿qué? ¿Pecaremos, puesto que no estamos bajo ley, sino bajo gracia? ¡En absoluto!
¿No sabéis que, cuando os ofrecéis a alguien como esclavos para obedecerlo, os hacéis esclavos de aquel a quien obedecéis: bien del pecado, para la muerte, bien de la obediencia, para la justicia?
Pero gracias sean dadas a Dios, porque erais esclavos del pecado, mas habéis obedecido de corazón al modelo de doctrina al que fuisteis entregados;liberados del pecado, os habéis hecho esclavos de la justicia.
Rom 6,15-18

¿De qué, pues, nos está hablando el P. Chus Villlaroel? ¿qué doctrina es esa que rebaja la importancia del pecado? ¿qué tipo de vida espiritual es esa en la que uno vive esclavo de la carne -por ejemplo, a través de la masturbación-, en vez de libre en el espíritu? ¿acaso ha dejado ser cierta esta otra verdad que predica San Pablo?

Por lo tanto, el que se crea seguro, cuídese de no caer. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla.
1 Cor 10,12-13

¿Lo ha leído usted, P. Chus? La gracia no se nos da para que nos creamos seguros, sino para que podamos vencer al pecado en nuestras vidas. Y al pecado se le vence… dejando de pecar. Sí, por gracia. Pero dejándolo. 

La única seguridad que tenemos es que si pecamos y pedimos perdón, Dios nos perdona (1 Jn 1,9). La única seguridad que tenemos es que si, por gracia, pedimos la conversión, Dios por gracia nos la concede. La única seguridad que tenemos es que a pesar de que seguiemos siendo pecadores, Dios es paciente para con nosotros, “porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión” (2ª Ped 3,9). Pero este mismo domingo hemos leído en el evangelio a Jesucristo diciendo dos veces “y, si no os convertís, todos pereceréis” (Luc 13,3 y 5).

No, la solución a las herejías pelagiana y semipelagiana no es la herejía luterana, que convierte la justificación en una cuestión meramente forense, que deja al pecador esclavo de su naturaleza caída y pecadora y no restaurado en la santidad que Dios exige y pide porque al mismo tiempo la da.

Hoy y siempre: santidad, por gracia, o muerte.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Esta es la respuesta del P. Chus Villarroel a este post:

http://www.religionenlibertad.com/chus-villarroel-entra-en-el-debate-sobre-la-diferencia-entre-pelagianismo-48295.htm

Y mi respuesta a su respuesta:

http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/1603110958-respuesta-a-las-aclaraciones