10.11.25

"Todo el que es de la verdad escucha mi voz"

Queridos lectores, lo primero de todo, debo pedirles disculpas por mi demora en atender mi blog adecuadamente en los últimos meses. Circunstancias personales mías me lo han impedido. No obstante, a no tardar mucho, espero poder mejorar mi ritmo de publicación de artículos. Dios lo quiera.

En esta ocasión, traigo al blog unas palabras que, a buen seguro, muchos de ustedes conocen bien: Fueron dichas por Jesucristo a Pilato, durante su primer diálogo. La respuesta completa del Señor a Pilato, cuando éste le preguntó si era rey, fue la siguiente:

“Tú lo dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz” (Jn 18, 37)

En estos tiempos recientes en que en la Iglesia Católica se habla mucho sobre escuchar, escuchar, escuchar… me han venido a la memoria, con frecuencia, estas palabras de Jesús. Por lo visto, en nuestra época, hay voces dentro de la Iglesia que proclaman que los católicos tenemos que escuchar; no concretan con exactitud a quién debemos escuchar, pero lo, por lo visto, tenemos que hacerlo. Mi impresión es que, a lo que parece, tenemos que escuchar la voz de los hombres y no precisamente de los más santos. Como si, hasta hace poco tiempo, la Iglesia hubiera sido insensible y dura a esas voces, pobrecitas voces de pobrecitos hombres y ahora eso tiene que cambiar; porque una Iglesia verdaderamente misericordiosa y sinodal tiene que estar en permanente escucha. Por lo que yo he percibido, hay que escuchar a los líderes de otras religiones, a los colectivos LGTB, a los divorciados y vueltos a casar, a las mujeres que quieren ser curas, a los masones, a los “progresistas", etc. De forma que, según parece, sea la Iglesia quien trate de amoldarse a los deseos proclamados por esas voces y no a la inversa.

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28.09.25

"Honrarás a tu padre y a tu madre"

Queridos lectores, como pueden observar, el título del artículo de hoy consiste en la formulación del Cuarto Mandamiento de la Ley de Dios. He querido referirme a él, pues, en los tiempos que corren, me parece más que pertinente traerlo a consideración; no tanto en relación a los hijos menores de edad, sino, sobre todo, en cuanto a los hijos mayores de edad, respecto a sus padres ya entrados en la ancianidad. Ello es así, porque, aunque sé que existen hijos muy buenos, que asisten con solicitud a sus padres ya ancianos, velan por ellos y les tratan con cariño, también soy consciente de que se dan abundantes casos, extraordinariamente lamentables, de hijos adultos que se desentienden por completo de sus padres y, no solamente no miran por ellos, sino que ni siquiera mantienen con ellos el menor trato; o tienen un trato francamente escaso. Y esto, incluso, en el momento de la muerte del progenitor y aun después, respecto a sus restos. Conozco ejemplos desgarradores, en este sentido. No sé cómo estarán las cosas en Hispanoamérica, en relación a este asunto; pero, en España, no es difícil encontrar casos de flagrante abandono de los ancianos por parte de sus hijos y nietos (a mi modo de ver, con menor culpa de los nietos que de sus padres; sobre todo, si los nietos son menores de edad). Y esto, tanto si el padre o la madre ancianos se encuentran viviendo en su casa, como si se hallan ingresados en una residencia de ancianos. De hecho, es conocido cómo, durante la pandemia del tristemente famoso virus COVID-19, se dieron abundantes casos de personas mayores dispuestas a desheredar a sus hijos, por la indiferencia y el abandono de éstos respecto a la suerte de sus padres en tan difícil trance. Sin ni tan siquiera llamarles por teléfono.

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31.08.25

El sorprendente mensaje del cardenal Cobo a los "católicos arco iris"

Queridos lectores, en relación al asunto objeto de este artículo, lo primero que deseo apuntar es que soy consciente de que no soy la primera persona en opinar sobre él públicamente, dado que otras personas ya lo han hecho con anterioridad y con una contundencia acorde, a mi juicio, a la gravedad del caso. Aunque no es mi deseo añadir más leña al fuego, sin embargo, dicha gravedad me mueve, también a mí, a manifestar mi posición al respecto, desde el respeto y afecto al Cardenal Arzobispo de Madrid y acogiéndome a la libertad que, en tal sentido, nos otorga a los fieles el canon 212 del Código de Derecho Canónico. Examinemos, pues, el mensaje del cardenal Cobo a la llamada “asamblea de la Red Mundial de Católicos Arco Iris (GNRC)”, cuyo contenido puede leerse íntegro en la noticia de InfoCatólica que les enlazo. Sin duda, hay muchas cosas que pueden decirse sobre él. Yo deseo reflejar las que a mí más me han llamado la atención.

Lo primero que quiero poner de manifiesto sobre el mensaje en cuestión es que no me llamo a engaño acerca del tipo de “católicos” a los que Su Eminencia afirma dirigirse. El Cardenal no se ha dirigido a católicos homosexuales que se esfuerzan en vivir la castidad, según indica en el Catecismo de la Iglesia Católica que han de hacer; sino a un colectivo de homosexuales que, autoproclamándose católicos, desean vivir su homosexualidad de forma práctica, esto es, realizando actos homosexuales y que, además, pretenden que la Iglesia acepte tal situación como válida y buena y, por tanto, nos imponga ese punto de vista perverso a los demás católicos. Este extremo ha quedado muy claro en el post publicado, al respecto, por Néstor Martínez. Además, si el Cardenal se dirigiera a homosexuales verdaderamente católicos, el texto de su mensaje, sin duda, hubiera sido de un tenor muy distinto.

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1.08.25

¿Ser católico es ser un "perdedor"?

Queridos lectores, en el pasado mes de mayo hubo dos noticias, casi simultáneas, que me llamaron, poderosamente, la atención. Una de ellas se refería a un farmacéutico alemán que, por razones de conciencia, ha perdido su licencia profesional de farmacéutico; lo cual me ha parecido durísimo y bastante heroico por parte de este hombre. La otra noticia era atinente a la denuncia del Gobierno de España contra el valiente obispo D. Juan Antonio Reig Pla, con motivo de unas palabras que Su Ilustrísima pronunció en una homilía y que no han gustado nada a nuestro anticristiano Gobierno. No es ésta la primera denuncia que ha recibido en su contra Mons. Reig Pla y, a Dios gracias, todas las interpuestas contra él han sido archivadas por los Tribunales.

Son dos ejemplos recientes de casos de persecución a católicos por sus creencias religiosas y morales, entre muchos otros, incluso más graves, que también están teniendo lugar en diferentes países. Naturalmente, la Historia de la Iglesia está llena de muchos más, son muchos los Santos que lo han perdido todo, hasta la vida (y, en no pocas ocasiones, padeciendo unas formas de muerte horrorosas) por amor a Jesucristo y en coherencia con su fe cristiana. Y, en otras ocasiones, no se pierde la vida, pero se pueden sufrir graves perjuicios en esta vida. Así pues, uno puede preguntarse: ¿Ha de ser esto siempre así? ¿Ser católico, a lo que parece, es llevar siempre las de perder?

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8.07.25

La grave responsabilidad de los políticos ante Dios

Queridos lectores, dado que, en España y otros países de Occidente, los políticos se dedican, desde hace muchos años, a legislar y gobernar como si Dios no existiera y, en abundantes aspectos, contra lo que Dios expresamente ha determinado por medio de la Santa Iglesia Católica, conviene abordar la cuestión de la gravísima responsabilidad moral que recae sobre ellos, en relación a su actividad pública. Máxime cuando en España, recientemente, hemos tenido el último ejemplo de la profunda perversidad de la mayoría de los diputados del Congreso, de su repugnante y malvada forma de legislar. En esta ocasión, además, el Partido Popular ni siquiera se ha molestado en disimular sus verdaderas intenciones y objetivos, al contrario de lo que ha venido haciendo hasta ahora para engañar a sus electores católicos; electores, por cierto, encantados, en su mayoría, de dejarse engañar, porque, dicen, lo importante es que no gobierne el PSOE. Pues nada, ahí tienen a los dos partidos, juntos y en comandita, admitiendo a trámite, en el Congreso, la última infamia salida de ese partido acreditadamente perverso que, desde luego, es el PSOE. Y con apoyo, también, de los separatistas antiespañoles, faltaría más. Pero, por lo visto, el problema es solo el PSOE, mientras que el régimen salido de la Constitución del 78 es toda una bendición, oigan. Pues nada, así nos va.

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