Queridos todos, ¡Feliz y Santa Navidad!
Queridos lectores, les deseo a todos ustedes y a sus familias una muy Feliz y Santa Navidad y un próspero Año Nuevo 2026, lleno de muchas alegrías.
Si me permiten una reflexión sobre el gran Misterio que vamos a celebrar esta Nochebuena y mañana, día 25 de enero, considero que la Navidad es la fiesta más entrañable y gozosa que existe. Solo puede rivalizar con ella, en alegría, la fiesta de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, tras su sagrada y amarga Pasión y Muerte por todos nosotros. Quiero remarcar el gozo propio de estas fiestas, pues soy consciente de que hay personas a quienes la Navidad no les agrada. Ciertamente, la Navidad es, también, la fiesta más marcadamente familiar del año, sin lugar a dudas; de forma que no es extraño que quienes hayan perdido seres queridos experimenten una profunda nostalgia de ellos precisamente en estas fechas. También pueden sentir un dolor especial las personas que no pueden celebrar la Navidad como quisieran, por distintas circunstancias: Enfermedad, guerras, dificultades económicas, lejanía de la familia o del propio país, etc.
Todo esto es muy comprensible. Sin embargo, pese a todo ello, la alegría tiene que ser el sentimiento predominante en la Fiesta de la Navidad. No me refiero a que tengamos que estar dando, continuamente, saltos de alegría a lo largo de las Navidades (aunque, si llegan, bienvenidos sean, claro que sí); sino a una profunda alegría espiritual, que ilumine nuestra alma y la llene de esperanza y de paz. Debemos permitir y procurar que sean éstos los sentimientos que nos dominen y prevalezcan durante la Navidad, pues toda la Humanidad tenemos motivos sobrados para ello. No en vano, el Evangelio es llamado “la Buena Noticia”. A fe que lo es.

Queridos lectores, como todos ustedes sabrán, el pasado 20 de noviembre se cumplieron cincuenta años del fallecimiento del Generalísimo, Francisco Franco Bahamonde. En España, el actual Gobierno ya lleva tiempo recordándonos esta efeméride y repitiéndonos, a diestro y siniestro (sobre todo, siniestro), lo malo, malísimo, malisisísimo que, en su opinión, fue Franco. Por supuesto, ese mismo Gobierno y sus socios parlamentarios ya se han encargado de impedir que se pueda responder a las mentiras sobre Franco y su Régimen, por medio de la liberticida y tiránica Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática. Mucho “rollo” sobre la democracia y demás, pero ya saben: Una cosa es predicar y, otra, dar trigo. Dime de qué presumes… De este modo, dada la opresión que supone esa ley nefanda sobre quienes discrepamos del actual Gobierno y sus socios respecto a Franco y su Régimen, debo comunicarles que me he visto obligada a modificar seriamente este post respecto a la versión que, en principio, había escrito y que es la que me hubiera gustado poder publicar. Así estamos en España. ¿“Democracia”? ¡Ja! Este término no constituye más que una enorme tomadura de pelo.
Queridos lectores, lo primero de todo, debo pedirles disculpas por mi demora en atender mi blog adecuadamente en los últimos meses. Circunstancias personales mías me lo han impedido. No obstante, a no tardar mucho, espero poder mejorar mi ritmo de publicación de artículos. Dios lo quiera.
Queridos lectores, en relación al asunto objeto de este artículo, lo primero que deseo apuntar es que soy consciente de que no soy la primera persona en opinar sobre él públicamente, dado que otras personas ya lo han hecho con anterioridad y con una contundencia acorde, a mi juicio, a la gravedad del caso. Aunque no es mi deseo añadir más leña al fuego, sin embargo, dicha gravedad me mueve, también a mí, a manifestar mi posición al respecto, desde el respeto y afecto al Cardenal Arzobispo de Madrid y acogiéndome a la libertad que, en tal sentido, nos otorga a los fieles el canon 212 del Código de Derecho Canónico. Examinemos, pues, el mensaje del cardenal Cobo a la llamada “asamblea de la Red Mundial de Católicos Arco Iris (GNRC)”,