Al César lo que es del César
Conversando acerca de si podría haber un partido político católico, un visitante comenta:
De suyo tal partido debería llamarse César y hacerle caso al Señor: “Al César lo que es del César".
Jamás partido alguno podrá servir a los intereses de Dios, porque por principio político debe someterse a la voluntad de “la mayoría". Y la voluntad de Dios no es negociable, no se adapta a componendas, ni lobbys, ni sobornos ni nada de lo que César exige.
Cristo es Rey, no “presidente” ni “diputado". Su reino no es de este mundo, y Él murió y resucitó afirmándolo. Quien diga lo contrario, miente (como todos los políticos).
Al parecer, lo que nuestro lector propone es que nunca un cristiano podría actuar en política, porque el reino de Cristo no es de este mundo, y Él dijo “al césar lo que es del césar". Me llamó la atención esta frase en particular, porque se usa a veces para que los cristianos que actúan en política se olviden de sus convicciones y, si aceptan intervenir en política, se sometan a sus reglas de total prescindencia en materia espiritual, pues habría una barrera insalvable entre esos dos ámbitos: al césar lo que es del césar y a Dios lo que es Dios, la política y la religión no se mezclan.
Pero ¿es esto lo que NSJC tenía en mente cuando dijo estas palabras?
Para averiguarlo, revisemos el pasaje en su contexto. Aquí la versión que nos transmitió San Mateo, en el capítulo 22 de su evangelio: