"Un hombre de Iglesia".
Ha muerto el Gustavo, Gutiérrez por más señas, y a una parte de la Iglesia, la más progre en el mercado eclesial, se le ha llenado la boca de espumarajos. Y han pretendido salpicar a todo el que estaba lo suficientemente cerca.
“Un hombre de Iglesia". “Un hombre que hizo de la opción por los pobres su bandera y su compromiso". Y todo así…
Es que no hay como morirse para que te hagan Santo: como ya no hay Infierno, porque no hay pecado -sigue hablando la progrez-, todos al Cielo! Porque todos Santos! Amén.
Es curioso cómo, a todos éstos que no creen en nada que no sea ellos mismos, en cuanto se les muere uno, se le manda al Cielo y por la vía rápida. Curioso, como mínimo.
Su gran y único “mérito” para todos estos de piel y alma “rojas como la grana", al decir de la Escritura Santa hablando del pecado: ser el padrazo de la “teología de la liberación".
A costa, eso sí, de buscar cargarse a la Iglesia que lo había acogido como Madre desde su Bautismo, y luego como dominico. Y se la ha cargado en una parte notable de Hispanoamérica.
A costa, eso sí, de convertirse en un hijo díscolo donde los haya, como primera toma de posición; para pasarse luego al Enemigo, renegando y traicionando a su propia Madre. Qué ya son méritos! Los mejores para toda esta patulea de renegados, sin Padre y sin Madre por propia decisión.
“Teología de la liberación” que ni es Teología, pues se levanta y se construye contra Ella: pretender que el marxismo es la clave de interpretación no ya de la Teología sino de la misma Palabra de Dios, ya es pretensión; y suena a blasfemia…
Ni es “liberación", sino un meternos, como el propio marxismo preconiza, en la mayor de las esclavitudes: el Mundo y la Historia SIN Dios. Sin Él no pasamos de esclavos: ya se encarga el NOM de recordárnoslo periódica y regularmente.
Pues este es el “santazo” que nos ha nacido en cuanto se ha muerto. “Un hombre de Iglesia” cien por cien, modelo de dominicos, de religiosos, de sacerdotes, de Jerarcas y de todo el que pretenda vivir como hijo de Dios en su Iglesia en medio del mundo. Toma nísperos, Marcela!!!
Como Otegui, terrorista convicto y confesó, para la progrez laica diz que de izquierdas: “un hombre de paz". Pues tal cual. Todo igualito: que a ésto se ha rebajado una parte notable de la Jerarquía.
La progrez eclesial está de luto, y lo proclama y lo llora con sus lamentaciones -cada vez quedan menos-, y sus loas: hay que intentar animarse, aunque sea un imposible metafísico.
Por seguir pregonando sus “méritos inigualables", recordaremos que la Iglesia Católica ha perdido la partida frente a las sectas, frente al narco, frente a las guerrillas, frente a los protestantes de todo pelaje y frente a las almas: está en un retroceso desconocido hasta el presente, gracias a la asunción de dicha “teología” y de la susodicha “liberación” por parte de los Jerarcas de turno.
Recordáis lo de “los curas guerrilleros"? Por señalar algo. Eran los auténticos curas. Los que rompían todos los moldes. Los que llegaron incluso a tocar poder político…
La iglesia que asume los presupuestos de la TL se convierte en una secta más, como ha quedado demostrado en su quehacer -en su deshacer-, supuestamente eclesial. Con el agravante de que, al ser “neófita” en estos menesteres, va a la cola de todas las demás. Añadiendo en su contra que, en ese viaje antinatural e irracional, es la que más tiene que perder. Y lo pierde. Y lo ha perdido.
No les bastó, a los Jerarcas entregados a este aquelarre, las declaraciones al respecto del Cardenal Ratzinger: demoledoras de tal “teología": la tritura.
Tampoco, las palabras y los gestos del Papa Juan Pablo II, allí mismo, en la tierra y con las almas que padecían todo ese sufrimiento.
Nada les fue suficiente. Cuando una conciencia se deja corromper por las ideologías muy difícilmente tiene vuelta atrás. Ahí están ahora en el machito los Jerarcas infectados de entonces y las semillas que sembraron y han brotado.
Y qué se han encontrado? La nada. Una Iglesia vacía. No ya sin alma, sino sin ningún cuerpo delante: NO hay ya casi nadie. Nadie les escucha. Nadie les sigue: la Iglesia ya no está. Sólo están ellos diciendo que ellos sí son la iglesia.
Claramente, y con una constancia que nos confirma en la Fe, el Espíritu Santo nos muestra y nos demuestra que la Iglesia no la hacemos sólo los hombres: Él está y actúa, como quiere y cuando quiere. Y, además, es Él el que “se lleva el gato al agua". Y no hay otra: Dios NO pierde nunca la Guerra.
Gratias tibi Deus, gratias tibi!