En los comentarios de una entrada anterior, se levanta contra la Iglesia y el cristianismo el cargo de haber permitido, condonado o fomentado la esclavitud, y quiero compartir con ustedes algunas consideraciones al respecto.
La esclavitud es una de esas instituciones que aparece en todas las culturas que ha conocido el hombre. Hoy puede parecernos algo salvaje e intolerable, pero la enorme mayoría de los seres humanos que han vivido sobre este planeta, simplemente no habrían podido concebir su forma de vida sin que hubiera personas que realizaran los trabajos manuales. Conocida es la justificación que daba Aristóteles, el gran sabio pre cristiano de occidente, a esta institución, en su libro Política:
La naturaleza, teniendo en cuenta la necesidad de la conservación, ha creado a unos seres para mandar y a otros para obedecer. Ha querido que el ser dotado de razón y de previsión mande como dueño, así como también que el ser capaz por sus facultades corporales de ejecutar las órdenes, obedezca como esclavo, y de esta suerte el interés del señor y el del esclavo se confunden.
También conviene tener en cuenta que nuestra imagen de la esclavitud está fuertemente teñida por el deleznable tráfico de esclavos de raza negra a los Estados Unidos de América, pero ese episodio histórico tenía muy poco en común con la esclavitud que se conocía en la antigüedad, sobre todo por que la esclavitud moderna estaba infectada de un profundo racismo, es decir, la creencia en la superioridad de un hombre por sobre otro en razón del color de su piel, y la explotación y abuso de las personas consideradas inferiores.
La esclavitud antigua, en cambio, tenía diversas fuentes, tales como las deudas, las guerras o el nacimiento, pero ninguna estaba vinculada necesariamente a la raza o color de la piel del esclavo. Así, un agricultor que no podía pagar su deuda al dueño de la tierra, debía servir como esclavo al acreedor, hasta el pago total de la deuda, y esto podía ocurrir varias veces durante su vida. Las condiciones de trabajo eran muy variables, pues había algunos que lo hacían en las minas, donde la vida era durísima, mientras que otros eran servidores domésticos, que compartían las labores diarias con su amo. No olvidemos al esclavo pedagogo, encargado de la educación de los hijos de su amo, de donde los profesores toman el nombre de su disciplina, a Epicteto, filósofo y esclavo, o al Papa Calixto I, que también nació esclavo.
Leer más... »