InfoCatólica / La Esfera y la Cruz / Etiquetas: democracia

29.05.13

Toy Story, Jefferson y el origen del poder político

Este fin de semana veíamos Toy Story 3 en mi casa. Woody y sus amigos estaban a un paso de recuperar su libertad, cuando Lotso [spoiler alert] el malvado oso que gobierna la guardería con puño de hierro, frustra el intento de nuestros héroes, y ellos se enfrentan a ser obligados a volver al salón de lo bebés. Es justo en ese momento cuando Barbie dice:

“¡La autoridad debería derivarse del consentimiento de los gobernados, no de la amenaza del uso de la fuerza!”

Puesto así no parece mucho, pero en la película funciona perfecto, porque subvierte el estereotipo de la “rubia tonta” que arrastra este personaje y deja a los otros juguetes totalmente sorprendidos ante la fuerza y claridad del mensaje democrático y la denuncia de una supuesta autoridad abusiva y dictatorial, como sin duda lo es la de todo gran oso de peluche rosa.

Pero al verla ayer me di cuenta que infocatólica ha arruinado esa escena para mí, y para que no se me acuse de pusilánime, diré directamente que fue el P. Iraburu.

Me explico. Como buen hijo de nuestra cultura occidental, vivía feliz pensando que la democracia era la mejor forma de gobierno, y me parecía del todo evidente que la autoridad política debía derivarse del consentimiento de los gobernados –tal como decía Barbie, parafraseando la Declaración de Independencia de los EUA, y desde luego que la amenaza del uso de la fuerza estaba fuera de todo legítimo ejercicio del poder político. Lamentablemente para mi disfrute de los filmes de Pixar, la serie del P. Iraburu sobre católicos y política (que debo confesar, sólo he leído someramente ¿Han visto la extensión y densidad de esos artículos?) ha hecho imposible seguir pensando que el la autoridad pueda provenir del consentimiento de los gobernados.

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23.01.13

¿Alternativa a la democracia?

Cada vez se hace más evidente  la democracia dista mucho de ser un sistema político compatible con el cristianismo, y varias veces yo mismo he criticado en este espacio sus principios. Sin embargo, cada vez que hacemos esto, se nos responde “¿Y qué propones? ¿una dictadura teocrática o volver a la “monarquía católica"? La democracia no es un sistema perfecto, pero es el menos malo de los que conocemos”. Esto nso deja una sensación amarga porque en definitiva, somos como la mujer golpeada por su pareja: sabemos que la democracia representativa tiene vicios que la hacen prácticamente intolerable y que ella misma ya no nos soporta, pero nos quedamos con ella, sólo por el temor a que las alternativas sean peores.

Permítanme compartir con ustedes algunas ideas que pueden formar un sistema político alternativo. Este es un mero ejercicio filosófico y utópico, para demostrar que existen otras opciones, si empleamos un poco de imaginación. Por favor, opinen y critiquen dentro de ese mismo espíritu.

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Luego de revisar el texto de esta entrada, me parece que contiene conceptos y propuestas que, sin contradecir las doctrinas de la Iglesia, poco tienen que ver con ella, que pueden sonar extrañas, y que son más bien una reflexión política personal. Ciertamente no es mi intención abusar de la confianza que los editores de Infocatólica me han entregado, al otorgarme generosamente este espacio en su portal, y con ella acceso a un importante número de lectores.

Por eso he optado por poner el cuerpo de esta entrada en mi blog personal, con un enlace, y conversar ahí con los que todavía se interesen por debatir estos temas.

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24.09.12

Reflexiones electorales

A fines de octubre próximo, los chilenos tendremos una elección de alcaldes y concejales, por primera vez con voto voluntario, pues hasta ahora teníamos un sistema de inscripción voluntaria para votar, pero con la obligación de hacerlo en todas las elecciones. Los gringos también se preparan para una elección presidencial en noviembre próximo, donde nuevamente los católicos enfrentan la disyuntiva entre un candidato malo y otro intolerablemente malo. En tal situación, naturalmente nos surgen reflexiones -más o menos conexas- acerca de nuestra participación en estos procesos, incluso sobre la democracia misma.

Me refiero a que la idea de la democracia ha llegado a ser tan importante, que todos se la apropian y nadie se atrevería cuestionarla. En todo el orbe le juran lealtad como el supremo bien político, como si no hubiera nada más allá, y quien ose cuestioanla es tratado como gentil y publicano. A tanto llega la adoración por la democracia, que incluso regímenes políticos totalmente opuestos reclaman para sí el título, desde los E.U.A. hasta la “República Popular Democrática de Corea".

A estas alturas, es evidente que el vocablo “democracia” carece totalmente de sentido en política. Supongo que sin una autoridad central, como tiene la Iglesia, es inevitable que cada concepto que parecía fundacional, eventualmente pierda valor por su abuso. Personalmente me da mucha pena darme cuenta de eso, porque, como les he comentado otras veces, la recuperación de la democracia formó parte de la épica de mi juventud. Hoy parece que, en boca de un político, “democrático” no significa más que “los que están de acuerdo conmigo".

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18.01.11

Me duele la democracia

Cuando nací, Chile había recién entrado a la dictadura, tenía 6 años cuando se realizó el plebiscito que aprobó una nueva Constitución Política, y 14 cuando se hizo esa gloriosa jornada de 5 de Octubre de 1988 en que ganó el NO. Ese día cumplí funciones de estafeta, llevando los resultados desde las mesas de votación hasta las oficinas donde la Concertación por el NO, y otras organizaciones habían instalado un sistema paralelo de recuento de votos para evitar el fraude electoral.

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11.01.11

El voto y el mal menor

Nuestra querida Alemamá explica en 3 sencillos puntos cómo debe entenderse el “mal menor” en un adecuado sentido ético. Ella señala

  • Hay que distinguir si es algo que depende de mí o no.
  • Si depende de mí, no puedo hacer el mal. Ningún mal, ni por más pequeño que parezca. No es elegible. Punto.
  • Si no depende de mí y no lo puedo evitar, debo elegir lo que haga menos daño, o sea el mal menor en el verdadero sentido ético.

Y los comentarios naturalmente se desvían al asunto del voto que deben emitir los católicos. Digo naturalmente, porque la gran mayoría de los católicos, al menos de los que se lo toman en serio, es precisamente en asuntos de política que se plantea el problema de apoyar a grupos o personas que distan mucho de lo que sería un ideal.

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