Sobre la Búsqueda del Jesús Histórico (parte I)
Hace más de dos siglos que se inauguró la “Búsqueda del Jesús Histórico” y a pesar que esta empresa ha construido carreras académicas y la publicación de muchísimos libros, sus resultados han sido francamente decepcionantes, por no decir completamente negativos. Todos conocemos los sesudos tomos que se han escrito, intentando separar “el Jesús de la historia del Cristo de la fe” como si este último no fuera más que el producto de un gran engaño religioso multisecular, pero no muchos se dan cuenta de lo débiles que son los fundamentos de toda esta investigación.
La principal fuente de información con que contamos acerca de Jesús son los evangelios canónicos –tan conocidos por todos y respetados por los cristianos como Palabra de Dios–, y en ellos, la figura de Jesús es claramente divina, tal como lo observó el rabino Jacob Neusner. Por eso es natural que, quien busca reducir el cristianismo a una obra meramente humana, comience por minar la confianza en lo que ellos nos cuentan. No nos engañemos: ese, y no otro, es el motor tras los numerosos libros y publicaciones realizados bajo el emblema de la “Búsqueda del Jesús Histórico”.
Por lo tanto, el punto de partida para desacreditar los evangelios es sostener:
- Que ni Jesús ni sus apóstoles escribieron nada,
- Que, por lo mismo, los evangelios fueron escritos por testigos secundarios, y
- Que fueron severamente alterados con posterioridad a los hechos, según intereses particulares.
A continuación revisaremos la primera de estas afirmaciones, dejando las dos restantes para las entradas siguientes.