Esas fascinantes historias de conversión
Decíamos antes que el grupo más interesante de conversiones era aquel en que no se detectaba un interés más allá de lo espiritual para cambiar su afiliación, y donde, por otro lado, tampoco había una intervención sobrenatural evidente, porque sólo en este caso nos encontramos con un razonamiento o experiencia reproducible, una explicación que nos permite considerar si nosotros, puestos en una situación parecida, podríamos llegar a hacer lo mismo.
En este contexto, las historias de conversión tienen el valor de la objetividad. Me refiero a que dentro de un debate entre posiciones diametralmente opuestas, ambas partes suelen descalificarse una a otra, imputándose motivos ocultos (machismo, afán de poder) para no aceptar la prístina claridad y evidente fuerza de los argumentos y pruebas, o simplemente atribuir el poco resultado de sus esfuerzos dialecticos a la estupidez del interlocutor.
Por ejemplo, cuando se dice “si el Papa fuera mujer, el aborto sería un sacramento", al mismo tiempo se acusa a los jerarcas de la Iglesia de ser una camarilla únicamente interesada en mantener sus poder sobre las mujeres, y a los laicos de haber sido engañados por los clérigos, a causa de su estupidez.
El converso rompe esa lógica de descalificaciones.
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