3.09.25

El precepto dominical

El tercer mandamiento de la ley de Dios, “santificarás las fiestas”, expresa el deber moral que el hombre tiene de tributar culto a Dios. Como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica: “Durante el domingo y las otras fiestas de precepto, los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día del Señor, la práctica de las obras de misericordia, el descanso necesario del espíritu y del cuerpo” (n. 2185).

El mandamiento de la Iglesia, explica también el Catecismo en el n. 2180, determina y precisa la ley del Señor: “El domingo y las demás fiestas de precepto los fieles tienen obligación de participar en la misa” (Código de Derecho Canónico, canon 1247).

¿Cómo se cumple este precepto? “Cumple el precepto de participar en la misa, quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde” (Código de Derecho canónico, canon 1248, &1). Ese “por la tarde” hace referencia a la víspera del festivo – que empieza “después de la hora nona”, o sea, no antes de las cuatro de la tarde del día anterior al festivo -.

¿Se trata de una obligación absoluta, que no admita excepciones? No. Evidentemente, las excepciones confirman la norma: “los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio. Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2181).

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30.08.25

Lecturas: “Los médicos de Auschwitz”

El autor de “Los médicos de Auschwitz. La historia de los ejecutores de la Solución Final” (Espasa, Barcelona 2025), Bruno Halioua, médico e historiador, es especialista en el nexo que vincula la medicina con el exterminio propiciado por el nazismo.

En el prólogo del ensayo, escrito por Claude Quétel, se dan algunas claves que permiten entender la “génesis de la Solución Final”. Esa génesis pasa por un ambiente cultural propicio a pasar del entusiasmo por el eugenismo, por el perfeccionamiento de la especie humana, a la defensa de la eutanasia. Una defensa que no fue exclusiva de los alemanes. Alexis Carrel, premio Nobel del Medicina en 1912, escribió en 1935: “¿Por qué la sociedad no debería deshacerse de los criminales y de las personas alienadas de manera más económica? […] Una instalación para la eutanasia, equipada con el gas apropiado, permitiría deshacerse de ellos de manera humana y económica”. Los nazis pensaban lo mismo y comenzaron por el asesinato médico directo, por “la eutanasia”, de los enfermos mentales. Lo que siguió fue el asesinato medicalizado en los campos de concentración; es decir, el genocidio.

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14.08.25

Respuestas matizadas a problemas complejos

Veo un ejemplo de respuesta matizada a un problema complejo en el n. 2241 del “Catecismo de la Iglesia Católica". No me parecería buen criterio reducir cualquier juicio de la Iglesia sobre tan diversos temas que irrumpen en la actualidad de cada día a simples titulares. Habrá que pensar más, razonar más, callar más. Y hablar cuando sea inexcusable no hacerlo.

Cito el n. 2241:

“2241 Las naciones más prósperas tienen el deber de acoger, en cuanto sea posible, al extranjero que busca la seguridad y los medios de vida que no puede encontrar en su país de origen. Las autoridades deben velar para que se respete el derecho natural que coloca al huésped bajo la protección de quienes lo reciben.

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1.08.25

Pablo Cervera Barranco – Javier Pueyo Velasco, “Mirarán al que traspasaron”

Pablo Cervera Barranco – Javier Pueyo Velasco, “Mirarán al que traspasaron”. Historia de la espiritualidad del Corazón de Cristo, Grupo Editorial Fonte, Burgos 2025, ISBN 978-84-100023-99-4, 618 páginas.

 

Los autores de esta obra que presentamos son Pablo Cervera Barranco, sacerdote de Madrid, doctor en Teología por la PUG de Roma y licenciado en Filosofía, además de director de la revista “Magnificat”, y Javier Pueyo Velasco, HNSSC, sacerdote de Toledo, doctor en Teología por la Universidad de Navarra y profesor del Instituto Teológico San Ildefonso en Toledo.

El título y el subtítulo del libro nos dan cumplida idea de la temática y de la perspectiva desde la que se aborda. El texto de Zac 12, 20: “Mirarán al que traspasaron” dirige la atención hacia una mirada que marca el ritmo de la historia: como promesa expectante del Mesías venidero, como cumplimiento salvífico que declara la irrupción del tiempo de Dios (cf Jn 19,37), como señal salvadora de los últimos tiempos que todos reconocerán, incluso quienes le traspasaron (cf Ap 1,7). Desde esta mirada surge una teología del Corazón de Cristo, muy presente también la enseñanza de los últimos papas: Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. El subtítulo, “Historia de la espiritualidad del Corazón de Cristo”, apunta al desarrollo continuado de esta mirada a lo largo de la historia de la Iglesia – los Padres, los autores espirituales de la Edad Media, las grandes aportaciones de los siglos XVII y siguientes - con el deseo “de dejar hablar a los textos de cada época. De ahí que los mismos merezcan, además de una lectura pausada, una atención meditativa correspondiente a la atmósfera y sentimientos con que fueron escritos” (p. 19).

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31.07.25

El cardenal Newman, doctor de la Iglesia, y la lógica de la fe

Estamos cerca de la proclamación como doctor de la Iglesia del cardenal san John Henry Newman.

Tengo una gran simpatía por Newman. En su momento, estudié muy a fondo alguna de sus obras – en especial la “Gramática del asentimiento” y los “Sermones Universitarios” -. Y a su pensamiento sobre el acto de fe dediqué tres capítulos de mi tesis doctoral. Incluso el título de esa tesis, que luego se publicó como libro, estaba tomado de una frase suya: “También nosotros creemos porque amamos".

Yo no conozco un análisis más detallado y convincente sobre el carácter razonable del acto de fe que el que Newman llevó a cabo. No planea su pensamiento sobre generalidades, sino que, más bien, se remonta desde lo concreto – su propia adhesión de fe – a lo universal.

Es el suyo un pensamiento profundamente original. D.A. Pailin acierta al escribir: “La fuente [de su pensamiento] es básicamente Newman mismo”. Y el propio cardenal lo corrobora al referirse a los “Sermones Universitarios”: “se escribieron con largos intervalos de interrupción, de manera ocasional por no decir imprevista; sin la ayuda de teólogos anglicanos y sin ningún conocimiento de los teólogos católicos”.

Solo una inteligencia profundamente reflexiva puede alumbrar una obra tan singular. Alejado de cualquier escuela, Newman elabora una epistemología muy atenta a la experiencia. El papel que reconoce a la conciencia muestra la relevancia concedida al carácter personal y concreto del conocimiento humano: “No puedo pensar con otra mente que no sea la mía, como no puedo respirar con otros pulmones que no sean los míos. La conciencia está más próxima a mí que cualquier otro medio de conocimiento”.

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