InfoCatólica / Espada de doble filo / Categoría: Familia

25.08.15

Higinio Fernández: ¡Granconcurso! - Florilegio kasperiano de autores españoles

Participante invitado: Higinio Fernández, licenciado en Teología Pastoral Buenista por la Universidad Koinonía de Teología a Distancia y profesor en el Instituto de Ciencias Sociorreligiosas de Parla (Madrid). Está casado y mantiene el blog Todos somos hijos de Dios en Multirreligión Digital.

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19.08.15

Propuesta para el Sínodo (VI): no os engañéis

Así dice el Señor: “No os engañéis” (Jer 37,9; cf 1Cor 6,9-10).

Cuando yo era pequeño, aún se enseñaba a los niños la “prueba del nueve”. Se trataba de una serie de sencillas operaciones que permitían comprobar si había algún error en el resultado que se había obtenido en una división complicada. Era un ejercicio meramente práctico, o si se quiere mecánico, porque su fundamento teórico es bastante más complicado que una división, pero servía para darse cuenta fácilmente de que uno se había equivocado y así corregir el error.

Me he acordado de esta vieja regla al pensar en las discusiones relacionadas con el Sínodo de la Familia y se me ha ocurrido que sería estupendo tener también en ese tema una regla práctica para no engañarnos y tampoco engañar a los demás. A fin de cuentas, estamos hablando de la vida de las personas, que es algo mucho más importante que la nota obtenida en un examen del colegio. Nos jugamos mucho y tenemos que acertar en nuestras argumentaciones.

Como la moral familiar es incomparablemente más compleja que una simple división, sería demasiado ambicioso pretender una regla práctica que sirva para detectar cualquier error, pero podríamos tener más suerte si nos limitamos a un sólo engaño, que es especialmente frecuente en las argumentaciones que escuchamos estos días. Se trata de un error comprensible, pero no por eso menos letal: por nuestra historia, nuestra forma de pensar, el influjo de nuestro tiempo y también nuestros prejuicios, en ocasiones unos pecados nos parecen subjetivamente menos importantes que otros y más justificables, al margen de su gravedad objetiva. La fortísima presión de una sociedad que se ha ido paganizando tiene su efecto en nosotros y hace que, inconscientemente, asumamos sus esquemas mentales, que no coinciden con los del Evangelio.

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12.08.15

Propuesta para el Sínodo (V): cuidado con la desesperanza

Vivimos en un mundo desesperanzado. El entusiasmo por la razón separada de la fe en el siglo XVIII dio lugar a una proliferación de “esperanzas secularizadas” o utopías, con resultados desastrosos. Esas utopías, desde la propia Revolución Francesa hasta el nacionalsocialismo o el marxismo, pasando por darwinismos sociales, cientifismos, eugenesias y revoluciones sexuales, han ido dando lugar a una deshumanización y unas matanzas sin precedentes.

Del mismo modo que el fracaso de la razón separada de la fe trajo consigo el relativismo y el pensamiento débil actuales, el fracaso de las utopías terrenas inyectó en el mundo occidental un virus de desesperanza que ha infectado nuestra cultura. Tanto la eutanasia como el aborto son signos inequívocos de esa desesperanza que estrangula a Occidente. Desgraciadamente, la desesperanza omnipresente no se limita al mundo secular, sino que se ha introducido en la Iglesia y, a mi entender, se puede encontrar en varias de las propuestas que se han presentado para el Sínodo de la Familia de octubre.

Ante todo, la desesperanza se manifiesta en la idea de que vivir de acuerdo con la moral cristiana es imposible o sólo está al alcance de unos pocos privilegiados. Esto es algo que, sobre todo en los últimos meses, se ha repetido muchísimo. Por ejemplo, en el llamado “consejo en la sombra” o “sínodo en la sombra", fue algo común a prácticamente todas las intervenciones. Anne-Marie Pelletier habló de “un arquetipo de indisolubilidad ideal, indiferente al estatuto teológico propio del tiempo presente” y de “una teología del matrimonio, que en la actualidad tiende fácilmente a idealizar”. Thomas Söding  animaba a ir “más allá de cualquier idealización”. François-Xavier Amherdt, citando a Philippe Bordeyne, señalaba que “la pedagogía divina no se centra en un ideal, sino que permite discernir lo que hay de positivo en cualquier vida, incluidos los casos de las personas que viven en situaciones irregulares”. Como se puede imaginar, esta supuesta idealización era la razón que se daba para introducir de alguna forma en la Iglesia la “realidad” del divorcio, la convivencia extramatrimonial, otros tipos de familia, etc.

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6.08.15

Polémicas matrimoniales (XXVIII): el P. Thomasset SJ contra la moral católica

No todo es vino y rosas en esta vida. También es necesario hacer cosas desagradables de vez en cuando. Hay quien trabaja en las alcantarillas entre suciedad y ratas, otros tienen que picar piedra bajo el sol abrasador del mediodía y a mí me ha tocado esta semana la tediosisíma tarea de leer disquisiciones heterodoxas. En efecto, hoy traigo al blog mi análisis de la intervención del P. Alain Thomasset SJ, teólogo francés, en el llamado consejo en la sombra convocado hace unos meses en la Universidad Gregoriana por ciertos obispos alemanes, franceses y suizos, para preparar sus estrategias de cara al Sínodo de octubre.

Como es lógico, no he descubierto nada nuevo. Lo que dice el P. Thomasset SJ es lo esperable, teniendo en cuenta dónde pronunció su charla, una reunión semisecreta para planear cómo introducir en la Iglesia el divorcio y cosas similares. Pero no nos adelantemos. Empecemos por el principio, cediendo la palabra al P. Alain:

“Creo que la interpretación de la doctrina de los actos denominados “intrínsecamente malos” es una de las fuentes fundamentales de las dificultades actuales de la pastoral de las familias, porque es la que determina en gran parte la condena de los anticonceptivos artificiales, de las relaciones sexuales de los divorciados vueltos a casar y de las parejas homosexuales, aunque sean estables”.

A mi juicio, el P. Thomasset no podría dejar más claras las cosas. En este párrafo (y en todo su discurso) muestra una forma de razonar que, como he repetido infinidad de veces, es común al card. Kasper y a la mayoría, si no todos, de los que defienden sus tesis. No parten de la Escritura, la Tradición o el Magisterio para llegar a conclusiones sobre el tema del matrimonio, el divorcio, etc. Lo que hacen es partir, como premisa indudable, de que los anticonceptivos son buenos, de que hay que permitir el divorcio y de que las parejas del mismo sexo son fantásticas, y, por lo tanto, cualquier doctrina que se oponga a estas cosas debe ser rechazada. El criterio supremo de la fe ya no es Cristo, sino si una doctrina está o no de acuerdo con el Zeitgeist.

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3.08.15

Polémicas matrimoniales (XXVII): el consejo en la sombra

Quizá los lectores no se hayan enterado aún de que recientemente se han publicado las charlas pronunciadas en la reunión convocada por algunos obispos alemanes, franceses y suizos que tuvo lugar el pasado 25 de mayo en Roma, en la Universidad Gregoriana. Se trató de una reunión de teólogos y obispos cercanos a la postura del cardenal Kasper (o incluso más radicales, aunque parezca mentira), para preparar su estrategia de cara al Sínodo de octubre.

La reunión despertó cierta curiosidad, porque se celebró a puerta cerrada y sólo se permitió la entrada a algunos periodistas escogidos que fueran favorables a las tesis “progresistas” y a los que además se les prohibió que atribuyeran opiniones a personas concretas. Por esta falta de transparencia, fue bautizada con cierta gracia por (otros) periodistas como el “consejo en la sombra”.

Supongo que en este blog comentaremos con el tiempo alguno de los discursos pronunciados en la reunión, pero me gustaría dar mi opinión en conjunto. Visto el contexto (una reunión de teólogos e incluso obispos partidarios de introducir el divorcio en la Iglesia, además de otra sarta de barbaridades), no es que yo esperase que me fueran a convencer sus razonamientos, pero me han sorprendido para mal. Francamente, el nivel teológico es ínfimo. No se trata ya de que estén equivocados, es que resultan inmediatamente evidentes la ausencia total de razones y el desprecio más absoluto por la Escritura (que no es más que “una sugerencia”, sujeta siempre a nuevas interpretaciones subjetivas), la Tradición (que se opone al “kerigma” o se reduce a mera “teología medieval”) y el Magisterio (que se identifica con cualquier cosa que diga cualquier obispo y, por lo tanto, se considera cambiante, pluralista y sujeto al magisterio supremo de lo que diga la sociedad).

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