12.02.19

Nuevas objeciones a la Vía del Movimiento

Me alegró mucho encontrar un par de artículos en Internet dedicados al argumento del movimiento para demostrar la existencia de Dios.

El primero es de la página memes católicos, y logra poner en términos más claros lo que yo he intentado explicar aquí.

Curso de Apologética: la Vía del Movimiento

El segundo artículo busca refutar la 1ª Vía y, aunque no lo consigue, al menos no cae en las objeciones estándar (quién mueve al motor inmóvil, no sabes qué había antes del big bang), e intenta comprenderlo en sus propios términos.

El primer motor inmóvil no es un argumento a favor de la existencia de Dios

Decía que me ha alegrado leer ambos artículos, y en español, porque los veo como el fruto del esfuerzo de importantes autores tomistas por difundir una forma de pensar rigurosa, una sana filosofía. En tiempos que nos ha tocado vivir, de alta tecnología, satisfacción inmediata y reacciones emotivas, no es poca cosa.

Veamos a continuación el segundo artículo en detalle y a fin de responder sus críticas a la 1ª Vía.

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7.01.19

Chile ya no es un país católico

Una encuesta publicada pocos días atrás por el Centro de Estudios Públicos indica que el número de católicos bajó del 69% al 55%, es decir, 14 puntos porcentuales en los últimos diez años.

Se mantiene así la misma tendencia desde el decenio anterior, año 1998, cuando los que se declaraban católicos  era un 73%. Es notable que en los estratos altos, que definen las leyes y dirección general del país, solo un 46% se identifica católico, mientras que el 44% (cifra que es equivalente a la anterior desde un punto de vista estadístico) dice ser ateo o agnóstico. En todo caso, esto no implica necesariamente una mayor secularización, pues incluso entre el 24% de encuestados que se identifican como “sin denominación” (ni católico ni evangélico), la mayoría de ellos (un 56%) cree en la vida después de la muerte. La confianza en la Iglesia, en tanto, solo alcanza un 13%.

A nadie puede sorprender las paupérrimas cifras que obtiene la Iglesia en esta encuesta, considerando los factores que se conjugan. Por una parte, el acceso a un mejor estándar de vida, que se asocia a una menor importancia de la religión en la vida de los individuos; y por otra, los numerosos casos de abuso cometidos por sacerdotes y religiosos, que naturalmente conlleva el rechazo a la Iglesia. Poco se puede hacer a estas alturas respecto de ambos. Se trata de un resultado esperable, que no se puede atribuir más que a la incapacidad de los católicos de encarnar su propio mensaje.

Más interesante me parece comentar la columna de Daniel Matamala en torno a la encuesta, titulada El Chile Poscatólico. Si bien el autor en general no destaca por su perspicacia o profundidad de análisis, en este caso ofrece un buen resumen de las reacciones naturales antes este nuevo escenario.

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3.12.18

Sensatez y sentimiento

Un breve verso encontrado por ahí.

Cuando tenía 2 años noté que las personas venían en dos sexos, hombres que se parecían al papá, y mujeres, que se parecían a la mamá.

A los 4 creía que un hombre se convertía en mujer si se cortaba el pelo y se ponía vestido.

A los 8 ya sabía que se podia usar el pelo largo y usar vestido, y ser hombre, y que lo importante eran sus  genitales.

A los 16 aprendí que en los mamíferos, incluyendo la especie humana, la reproducción es sexuada, y que por lo tanto existen 2 sexos, que el sexo de un individuo viene determinado por la información genética reproducida en cada célula del cuerpo, y que queda fija desde la concepción. En particular, el marcador genético XX indica identidad femenina, y XY indica identidad masculina.

A los 32 me contaron que algunas personas no se sentían identificadas con su sexo.

Siempre supe que a los hechos no les importan tus sentimientos.

2.11.18

10 respuestas a 10 propuestas

Hoy apareció en la prensa Las 10 ideas del mundo laico para enfrentar la crisis de la Iglesia. Se da por descontado que la solución a esta crisis provendrá de los laicos, de modo que este tipo de documentos son más o menos inevitables. Esta vez son dos textos redactados por laicos chilenos, con 10 propuestas. Es notable que el artículo habla de que los autores son “laicos mayores", una categoría que al menos yo no había escuchado.

Lamentablemente no hay enlaces para revisar los originales de las propuestas, así que solo nos queda comentar lo que dice el artículo. Veamos:

 #1. Fin al clericalismo

El clericalismo supone un ejercicio corrupto del poder religioso, y nadie podría estar a favor de eso. Los papas lo han denunciado, los obispos, los laicos de una y otra tendencia al interior de la Iglesia. ¿Ha sido más grave en Chile? Es posible. Cuando la Iglesia denunció las violaciones a los DDHH durante la dictadura ganó cierto prestigio que pudo haberse traducido en abusos de poder.

 Terminar con el clericalismo no es una solución en sí, más bien es un intento de dar con una explicación, una causa de lo ocurrido. Pendiente queda escuchar qué propuestas concretas puede haber para dar fin a esta tendencia.

 #2. Rol de los laicos

Básicamente es lo mismo que lo anterior. Para terminar el clericalismo los laicos deben tomar un rol más preponderante en la Iglesia. En este caso se toma como ejemplo el Opus Dei y su énfasis en la participación de los laicos. “El gran problema es haber endiosado a los sacerdotes y haberlos seguidos sin ninguna reflexión. El papel de los laicos para nosotros desde la Obra es central” dice Ana María Gálmez, y tiene toda la razón.

 Yo agregaría que un paso previo a dar mayor rol a los laicos es que estos se formen adecuadamente. Lamentablemente, cada vez que hay un curso de formación en la parroquia la gente interesada es muy poca. Tampoco creo que haya verdadera resistencia a dar mayor participación a los laicos. Con todo el trabajo que existe en una parroquia y los sobre exigidos que están los curas, no veo que alguien se negara a recibir un poco de ayuda.

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17.10.18

¿Funciona el argumento ontológico?

“Dice el necio en su corazón: no hay Dios” (salmo 53)

Aparte de las 5 Vías de Santo Tomás que hemos venido revisando, hay muchos otros argumentos para demostrar la existencia de Dios. Entre ellos está el “argumento ontológico", asociado con san Anselmo de Canterbury (1033-1109), que se suele expresar de la siguiente forma:

  1. Por definición, Dios es un ser del que nada más grande puede ser imaginado.
  1. Un ser que necesariamente existe en la realidad es más grande que un ser que no necesariamente existe.
  2. Así, por definición, si Dios existe como una idea en la mente, pero no necesariamente existe en la realidad, entonces podemos imaginar algo que es más grande que Dios.
  3. Pero no podemos imaginar algo que sea más grande que Dios.
  4. Así, si Dios existe en la mente como una idea, entonces Dios necesariamente existe en la realidad.
  5. Dios existe en la mente como una idea.
  6. Por lo tanto, Dios necesariamente existe en la realidad.

¿Convencido? No mucho, seguramente, y con razón. Los escépticos suelen denunciar aquí un argumento circular o petitio principii, es decir, que la premisa con que comienza el argumento ya lleva implícita la conclusión. En la definición de Dios  como “aquello más grande que podemos pensar", está incluida la idea de su existencia. En particular el Kant criticó esta clase de argumentos, explicando que no son más que un juego de conceptos mentales, que nada nos dicen acerca de la realidad.

El mismo Santo Tomás, en pleno S. XIII, advierte contra esta forma de razonar. Nunca bastará, dice él, con definir a Dios para demostrar que existe, porque en realidad jamás podemos comprender a fondo a Dios, y saber qué es. Eso no implica que sea imposible demostrar a Dios, solo que la ruta para hacerlo es otra, a través de sus efectos que sí conocemos.

Los filósofos medievales eran extremadamente rigurosos en sus razonamientos, y es extraño que argumento ontológico realmente haya sido propuesto como una demostración. Tal vez no era ese su objetivo.

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26.09.18

Objeciones a la 2ª Vía de Santo Tomás

Teníamos pendiente continuar con el análisis de las 5 Vías para demostrar la existencia de Dios, de Santo Tomás de Aquino. En particular, nos quedó en el tintero revisar algunas respuestas comunes a la 2ª vía.

“Oye, pero esto es lo mismo que la 1a Vía”

Hay un parecido evidente en la estructura con que Santo Tomás explica las dos primeras vías. Comienza con un dato empírico verificable (que existe el cambio, o un orden de causas eficientes), luego establece que ese dato se explica por una serie de entes, para luego descartar que esa cadena pueda extenderse infinitamente. Esa estructura ha llevado a que muchos crean que se trata del mismo argumento, que se nos “pasa gato por liebre” al presentar dos argumentos que en realidad no es más que lo mismo con diferentes palabras. Richard Dawkins lo dice así: “Las tres primeras [pruebas de Tomás de Aquino] son solo formas distintas de decir lo mismo y pueden ser consideradas en conjunto” (El Espejismo de Dios, Cap. 3, R. Dawkins, Espasa Calpe 2007))

Es cierto que hay parecidos, pero solo una lectura superficial llevaría a concluir que hablan de lo mismo. La 1ª y la 2ª vía se parecen entre sí tanto como una rueda y una pizza: ambas pueden tener la misma forma, pero a nadie se le ocurriría ponerle una pizza a un carro o darle un mordisco a una rueda.

El punto de partida es diferente para ambas demostraciones (la realidad del cambio en la 1a, las cadenas causales en la 2ª) y discurren también en terrenos filosóficos diferentes (Las paradojas de la escuela eleática, por un lado; y las cuatro causas de Aristóteles, por otro), y por lo mismo es evidente que no son el mismo argumento.

Encuentro fascinante que el marco filosófico de ambas vías no sea religioso, ni siquiera tiene que ver con la teología natural. La doctrina del acto y la potencia resuelve el problema del cambio planteado por Parménides. La teoría de las cuatro causas nace para entender la realidad física. A primera vista, ninguna de las dos tiene nada que ver con Dios o la espiritualidad.

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14.08.18

Crisis en la Iglesia chilena

La ordalía de la Iglesia chilena parece no tener fin a la vista.

Antes de que el Papa Francisco anunciara su visita a Chile, la cosa venía mal por varios años. Comenzó con casos antiguos como el de Fernando Karadima, y siguió con un permanente flujo de nuevas acusaciones. Se esperaba que la visita papal marcara un hito en ese proceso. A comienzos de 2018, Francisco llegó y se fue, dejando la sensación de que había poco interés en lo que venía a decir. Lo único que quedó en claro fue que había sido mal informado de la severidad de la crisis de la Iglesia en Chile.

Al poco tiempo los obispos chilenos fueron citados a Roma, y como un gesto inédito presentaron su renuncia en masa. Algunas fueron cursadas inmediatamente y hay rumores de que se aceptarán más, pero de nada sirvió para apaciguar los ánimos. Luego arribó un delegado papal, Charles Scicluna, obispo de Malta, que se entrevistó con los laicos de Osorno y nuevamente pidió disculpas a las víctimas de abusos. El delegado papal se fue de Chile, pero la Iglesia siguió en los titulares. Esta vez, el Ministerio Público abrió con bombos y platillos investigaciones por encubrimiento contra los obispos, en base a la carta enviada por el Papa Francisco, donde lamentaba ese tipo de conductas.

Más recientemente, el Presidente Piñera amenazó sutilmente con no asistir al Te Deum ecuménico (servicio anual con ocasión de las fiestas de independencia), si lo oficiaba el arzobispo de Santiago, investigado por encubrimiento. Y así, suma y sigue, decenas de denuncias y episodios que serían muy largos de detallar aquí. Sería un alivio que un cura sea acusado de desfalco, estafa y robo, dije una vez, y a los pocos días hubo un caso.

Es natural que todo este proceso genere rechazo en la población. Rechazo a la Iglesia en general y a los obispos en particular. Según una encuesta reciente, solo el 46% de los chilenos se declara católico, y un 83% respalda la afirmación de que la Iglesia no es honesta ni transparente.

¿Qué hace un católico de a pie con todo esto?

Primero, sentir vergüenza. Eso resulta inevitable. Luego, tratar de entender cómo llegamos aquí, y qué se puede esperar a futuro.

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6.08.18

¿Se puede ser católico y penalista?

La pregunta puede parecer rebuscada, pero los recientes pronunciamientos del magisterio hacen que sea perfectamente válida.

Desde siempre los abogados dedicados al derecho penal, los filósofos morales y de la política, se han preguntado acerca de la competencia e idoneidad del Estado y sus agentes para imponer penas a los ciudadanos. Naturalmente la pena de muerte ha sido objeto de una particular reflexión en este sentido.

Sin intentar resumir un debate que se extiende por siglos, digamos que el argumento más fuerte a favor de eliminar la pena de muerte ha sido la combinación de su carácter irreversible y la posibilidad de un error judicial. La posibilidad de que se cometa una injusticia, que se ejecute por error a una persona inocente, es un riesgo tan alto y terrible. Existiendo otras medidas para detener al delincuente, no parece justificado mantener la pena de muerte como una sanción común en el derecho penal.

El argumento contra la pena de muerte es fuerte, pero hasta ahora no presentaba mayor problema para un abogado católico. Ambas posiciones, a favor y en contra, eran admisibles y sujetas a un juicio prudencial de las circunstancias, pues la pena de muerte no era algo intrínsecamente malo. La posición de los papas recientes, y lo que reflejaba el Catecismo en la redacción que se modificó hace pocos días, era que en la circunstancia actual sus riesgos superaban con mucho a sus beneficios, y por tanto se había vuelto poco prudente.

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31.07.18

Aborto ¿Una cuestión de ponderación?

Pocos días atrás en la capital chilena se realizó la marcha anual por aborto libre. Apenas unos pocos meses después de entrada en vigor de la ley de aborto en 3 causales, y ya van por el aborto libre, lo que había sido su objetivo desde siempre. Abrigo la esperanza que esto sirva a mis hermanos que creen que se puede negociar con la cultura de la muerte. No sean tontos útiles.

La Tercera se une a la orden del día, con una columna donde nuevamente parece ofrecernos un acuerdo razonable, una solución de compromiso. Específicamente, la columnista Sylvia Eyzaguirre propone el viejo sistema de plazos.

¿Cómo equilibrar el interés en la vida del feto con el derecho de la mujer a disponer de su cuerpo? Lo razonable es establecer un espacio de tiempo dentro del cual la mujer puede decidir si desea tener ese hijo, y fuera del cual el feto tiene derecho a nacer. Esta posición pondera ambos aspectos, los intereses de la mujer y del feto, y por lo tanto es la posición más razonable. Quienes defienden el derecho a abortar sin límite de semanas son efectivamente unos “mataguaguas”, y quienes quieren prohibir absolutamente el aborto son cavernarios, pues ambas posiciones ignoran el otro lado de la moneda.

Habrá quien encuentre esta solución razonable y “democrática”, pensando que la justicia suele encontrarse en un término medio entre dos posiciones extremas. Nada peor hay en una sociedad moderna y democrática, que ser motejado de extremista o “cavernario”. Por eso la columna se titula “certezas que matan”. En democracia no hay certezas absolutas, todas las opiniones son válidas, y la única guía que nos queda es la empatía con una u otra posición, o la simpatía de tal o cual rostro.

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12.06.18

Santo Tomás en YouTube

El otro día me encontré con este video:

Como ven, se trata de un ateo que aborda uno de mis temas favoritos, las pruebas de la existencia de Dios de Santo Tomás. El tono general del video es al menos respetuoso, por lo que me he animado a comentar su explicación de las 5 vías. Hasta consideré la idea de responder por el mismo medio, pero está visto que no tengo un rostro para la TV. En fin.

Pueden adelantar sin perderse mucho hasta el minuto 3, ya que antes de ese momento se dedica a hablar de temas propios de su canal y a presentar a Santo Tomás. Previo a explicar las 5 Vías, hay una breve digresión acerca de la diferencia entre una demostración y una prueba. Según el anfitrión del canal, una prueba se basaría en la experiencia, en cosas que se pueden ver o tocar; en tanto que una demostración sería un proceso lógico, un silogismo que se resuelve en sí mismo sin referencia a nada real. Con esto se nos intenta decir que las 5 Vías serían meras “demostraciones”, y no verdaderas pruebas, que solo podían ser tomadas en serio en una época precientífica, pero no hoy en día.

Hay varios errores aquí. En primer lugar, no siempre es tan claro establecer una distinción entre prueba y demostración. Él da el ejemplo de una huella dactilar como prueba de un delito, pero las pruebas científicas en un proceso judicial nunca se bastan a sí mismas. Son indicios de otro hecho que se debe demostrar, y para ello debe llevarse a cabo un proceso lógico. Una huella debe compararse con la impresión dactilar de un sospechoso, y luego realizar la inferencia que permita conectar a esa persona con el delito. En segeundo término, no es cierto que las demostraciones, sean meros artefactos de la antigüedad. Sin ir más lejos, disciplinas plenamente vigentes como la matemática o la física teórica, construyen en base a demostraciones axiomáticas, casi sin referencias a la realidad.

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