InfoCatólica / La Esfera y la Cruz / Categoría: Política y derecho

6.08.18

¿Se puede ser católico y penalista?

La pregunta puede parecer rebuscada, pero los recientes pronunciamientos del magisterio hacen que sea perfectamente válida.

Desde siempre los abogados dedicados al derecho penal, los filósofos morales y de la política, se han preguntado acerca de la competencia e idoneidad del Estado y sus agentes para imponer penas a los ciudadanos. Naturalmente la pena de muerte ha sido objeto de una particular reflexión en este sentido.

Sin intentar resumir un debate que se extiende por siglos, digamos que el argumento más fuerte a favor de eliminar la pena de muerte ha sido la combinación de su carácter irreversible y la posibilidad de un error judicial. La posibilidad de que se cometa una injusticia, que se ejecute por error a una persona inocente, es un riesgo tan alto y terrible. Existiendo otras medidas para detener al delincuente, no parece justificado mantener la pena de muerte como una sanción común en el derecho penal.

El argumento contra la pena de muerte es fuerte, pero hasta ahora no presentaba mayor problema para un abogado católico. Ambas posiciones, a favor y en contra, eran admisibles y sujetas a un juicio prudencial de las circunstancias, pues la pena de muerte no era algo intrínsecamente malo. La posición de los papas recientes, y lo que reflejaba el Catecismo en la redacción que se modificó hace pocos días, era que en la circunstancia actual sus riesgos superaban con mucho a sus beneficios, y por tanto se había vuelto poco prudente.

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30.08.17

5.05.17

Por qué no soy feminista

Algunas entradas atrás manifesté mi solidaridad con las metas y la dirección general de los feministas. Nadie podría estar en contra de terminar con las discriminaciones injustas, y a veces eso suede por el solo hecho de pertenecer a cierto sexo. Ciertamente que espero que mis hijas y mi esposa tengan las mismas oportunidades que un varón en análoga situación, si no mejores.

Al decir cosas como esta, me han dicho que soy feminista aunque yo no lo sepa, incluso aunque no quiera serlo. Yo lo niego rotundamente.

Tengo la sensación que el feminismo es expresión de una gran cantidad de “energía moral” que está mal dirigida. La mayoría de las personas sentimos la necesidad de hacer el bien, una energía que nos lleva a querer de colaborar por dejar el mundo un poco mejor de lo que lo encontramos. Esa urgencia por el bien está profundamente arraigada en la conciencia humana y, a no dudarlo, proviene directamente de Dios. Por eso respeto profundamente a los feministas.

Sin embargo, no puedo soslayar que el feminismo está profunda y peligrosamente equivocado.

Gustan los feministas de decir que solo buscan igualdad, pero eso se demuestra falso muy fácilmente. Yo mismo, por ejemplo, estoy a favor de la igualdad de hombres y mujeres, de la misma forma como estoy a favor de la igualdad de chilenos y argentinos, de rubias y morenas, de feos y bonitos. Sin embargo, eso no me hace más feminista, ni internacionalista, ni morenista, ni feísta. Si algo, buscar la igualdad me hace más pro-vida, y más católico, pues aparte del cristianismo no hay otra doctrina que tan radicalmente haya defendido la igualdad de todos los miembros de la especie humana.

El feminismo no es solo luchar contra la desigualdad. Es luchar contra la desigualdad y algo más, una causa específica de esa desigualdad. El feminismo identifica sostiene que el origen de la desigualdad es el machismo, o el patriarcado. No sé si todavía habrá feministas tan radicales que todavía crean que la causa de la desigualdad son los hombres, pero si los hay, si importancia es nula. En general el movimiento feminista se enfoca en denunciar el machismo o el patriarcado.

Mi problema con el feminismo es que no es más que marxismo actualizado.

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13.03.17

Límites a la libertad de conciencia (II)

En el post anterior decíamos que, a pesar de ser un derecho fundamental, la libertad de conciencia no es un derecho absoluto, y que la sinceridad de la conciencia es una exigencia básica para cualquiera que quiera invocarla. Sin embargo, ese no es su único límite. La libertad de conciencia también debe ceder y limitarse cuando su ejercicio afecta los derechos de los demás, o el bien común.

En un mundo simple e ideal todos los derechos se ejercerían sin límites ni problemas. Todos opinaríamos, nos desplazaríamos y viviríamos sin afectar jamás los derechos de otros. Sin embargo, eso solo será posible cuando vivamos completamente aislados. Nuestro mundo, en cambio, está lleno de conflictos entre derechos, y de interacciones sociales cada vez más complejas. En nuestro mundo, los derechos, incluso aquellos que todos reconocemos como fundamentales, deben limitarse cuando afectan los derechos de los demás.

Para resolver los conflictos entre derechos fundamentales no hay reglas directas y fáciles, porque las particularidades de cada caso son muchas. En principio, podemos hablar de dos grandes reglas. La primera es que debe darse prioridad a un derecho fundamental por sobre otros derechos (de un colectivo, o del Estado). Por ejemplo, si un médico se niega a hacer un aborto por motivos de conciencia, debe respetarse su derecho por sobre el de la mujer, porque no existe un derecho fundamental a practicarse un aborto.

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27.02.17

Límites a la libertad de conciencia (I)

Luego de aclarar en algo las aguas sobre la libertad de conciencia, religión, culto y otras más, habíamos quedado de hablar sobre los límites de esos derechos. Nuestros visitantes, sin embargo, se abalanzaron a discutir sobre el tema. Que no puede tolerarse que le digan degenerado a un homosexual, o que va a ir al infierno; ni que la florista se niegue a atender una boda gay; y que no hablen de libertad religiosa los que no cumplen todos los preceptos de una religión. En otras partes incluso se pide que se prohíba a las Iglesias enseñar sobre la homosexualidad.

Lo que piden, en definitiva, es que haya límites a la libertad de conciencia y religiosa… y tienen razón. Al menos en parte.

Las disciplinas jurídicas desconfían de los derechos absolutos. Summum ius summa iniuria reza un aforismo, uno de los primeros que se enseñan en la escuela de derecho. Establecer un derecho como absoluto e intocable, habitualmente provoca mucho más daño que bien. Hacer justicia, en cambio, casi siempre parte por fijar una regla general y luego rodearla de excepciones y distinciones. Las libertades de religión y de conciencia, no son la excepción.

Al mundo moderno no le gustan las distinciones ni excepciones, prefiere las cosas simples. Le gustan los memes y los titulares, y también los derechos absolutos expresados en términos sencillos. La libertad de expresión, por ejemplo, se presenta como un derecho sacrosanto a expresar lo que yo quiera y de la forma que quiera. Si va al lado de una foto de Voltaire y en letras blancas, mejor que mejor. Parece que cualquier forma de límite a su ejercicio, es una carga intolerable para cualquier sociedad democrática, y pensar siquiera en censurar un periódico o un sitio web es la obra del demonio y de las dictaduras.

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