Chile y su pacto de unión civil
Con bombos y platillos, el Congreso Nacional chileno se prepara para aprobar la ley que introducirá una nueva institución familiar: El Pacto de Unión Civil.
Esta regulación se ha vendido como la solución que la sociedad reclama para la situación de miles y miles de parejas que por diversos motivos no pueden o no quieren contraer matrimonio a lo largo de todo Chile, y que de esta forma podrían adquirir los derechos que antes eran exclusivos de las personas casadas. Así, los convivientes (tanto quiere decir como concubinos) deberán concurrir al Registro Civil para pactar un PUC, podrán adquirir derechos hereditarios o adoptar a los hijos en común.
Desde luego, los grandes ausentes en todo esto han sido los supuestos beneficiados con esta nueva ley, todas estas “familias diversas” que se nos dice añoran el día en que puedan celebrar su PUC. Solo han estado en el congreso los representantes de los movimientos homosexualistas de Chile, el movilh y la fundación iguales. Eso se explica fácilmente cuando recordamos que las parejas de hecho, que son mayoría en nuestro país, ya viven al margen de los devaneos legislativos del Congreso, y todo este ruido mediático no es más que el producto de una solución de compromiso, un aperitivo antes de entrar al plato principal del matrimonio homosexual. Algo para abrir el apetito del lobby gay, y sedar las conciencias de los que todavía conservan algo de cordura.