Nuevas fronteras para la libertad de expresión o ¿En qué te afecta que los gay se casen?
Unos días atrás, el sitio web OK Cupid organizó un boicot contra el navegador Firefox de Mozilla, al enterarse que Brendan Eich, uno de los directores de la fundación encargada de mantener el navegador era contrario al matrimonio homosexual, y había hecho donaciones a campañas políticas en favor de mantener el matrimonio entre un hombre y una mujer.
Finalmente, El boicot fue exitoso, pues a los pocos días el Eich renunció a su puesto, al tiempo que la directora de Mozilla emitió un comunicado disculpándose con la comunidad por no haber actuado con la rapidez necesaria una vez que la controversia estalló.
Además de la reacción esperable entre los defensores del matrimonio natural, esta situación hizo saltar las alarmas de algunos, incluso en el campo homosexualista, por lo que este resultado representa para la libertad de expresión. Por ejemplo, el columnista gay Andrew Sullivan, escribe:
¿Ahora será forzado a caminar por las calles en vergüenza? ¿Por qué no el cepo? Todo este episodio me repugna, como debería repugnar a cualquiera interesado en una sociedad diversa y tolerante. Si este es el movimiento por los derechos gay de hoy –acosando a nuestros oponentes con un fanatismo más propio de la derecha religiosa que de otros– entonces no cuenten conmigo. Si estamos por intimidar la libertad de expresión de otros, no somos mejores que los abusadores anti-gay que estaban antes que nosotros.
¿Y la réplica de los que apoyaron el boicot contra Brendan Eich? Él conserva la libertad de opinar lo que guste, pero si va más allá de opinar y apoya una campaña que niega sus derechos a una minoría, debe estar dispuesto a sufrir las consecuencias. Después de todo, nadie toleraría que trabajara como director de una gran compañía un nazi o miembro del Ku Klux Klan.