Polémicas matrimoniales (XXVI): Tolkien y el matrimonio
Para variar un poco, en lugar de hablar de obispos y teólogos, hoy traigo al blog y a esta serie de “Polémicas matrimoniales” unas palabras de J.R.R. Tolkien. Se trata de una carta a su hijo Michael Tolkien, en la que Tolkien padre comparte sus opiniones y experiencias sobre el matrimonio y la relación entre hombres y mujeres.
A mi juicio, precisamente el hecho de no ser palabras de cara a la galería, sino el consejo sincero y de corazón de un padre a su hijo, otorga un valor especial al texto. Además, esta carta nos puede ayudar a comprender mejor los libros de Tolkien al vislumbrar cómo entendía su autor el amor, la fidelidad, el sacrificio y el compromiso, temas que son fundamentales en sus escritos.
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“Los hombres no son [monógamos]. No sirve de nada fingir otra cosa. Simplemente no lo son, al menos no según su naturaleza animal. Para nosotros, la monogamia (aunque hace mucho tiempo que es fundamental para las ideas que hemos heredado) es un elemento de ética revelada, según la fe y no la carne. […] Es un mundo caído y no hay consonancia entre nuestros cuerpos, nuestras mentes y nuestras almas. La esencia de un mundo caído consiste en que lo mejor no se puede alcanzar mediante el libre disfrute o lo que se suele llamar “autorrealización” (que es generalmente un nombre bonito para la autocomplacencia, absolutamente contraria a la realización de los demás), sino negándose a uno mismo, sufriendo. La fidelidad en el matrimonio cristiano conlleva precisamente eso: una gran mortificación.
Para un cristiano, no hay vía de escape. El matrimonio puede ayudar a santificar y dirigir hacia su objeto adecuado sus deseos sexuales, y su gracia puede ayudarlo en la lucha, pero la lucha sigue estando ahí. El matrimonio no le saciará —en el sentido en que comer regularmente sacia el hambre—, sino que le ofrecerá tantas dificultades para vivir la pureza propia del estado matrimonial como facilidades.
Ningún hombre, por mucho que haya amado a su prometida y novia en su juventud, ha sido fiel a ella como esposa en cuerpo y alma sin un ejercicio consciente y deliberado de la voluntad, es decir, sin negarse a sí mismo. Apenas se le dice esto a nadie, ni siquiera a los educados “en la Iglesia”. Los que están fuera no parecen haberlo oído prácticamente nunca.
Cuando el encanto desaparece, o simplemente se atenúa un poco, creen que han cometido un error y que aún no han encontrado su auténtica alma gemela. Entonces, la “verdadera alma gemela” suele pasar a ser la siguiente persona sexualmente atractiva con la que se encuentran, alguien con quien podrían muy bien podrían haberse casado, si no fuera porque… De ahí el divorcio, para proporcionar el “no fuera”.
Y, por supuesto, suelen tener razón: cometieron un error. Sólo un hombre muy sabio, al final de su vida, podría realmente tomar una decisión sensata sobre con qué mujer, entre todas las posibles, debería haberse casado. Casi todos los matrimonios, incluso los felices, son errores, en el sentido de que casi con seguridad (en un mundo más perfecto o incluso con un poco más de esfuerzo en este mundo tan imperfecto) ambos cónyuges podrían haber encontrado un esposo o una esposa más adecuados). Sin embargo, tu “auténtica alma gemela” es aquella con la que de hecho estás casado. En realidad, uno elige poco: la vida y las circunstancias lo hacen casi todo (aunque, si existe un Dios, la vida y las circunstancias deben ser instrumentos suyos o sus intervenciones). […] En este mundo caído, nuestras únicas guían son la prudencia, la sabiduría (poco frecuente en la juventud, demasiado tarde en la vejez), un corazón limpio y la fidelidad de la voluntad…”
(Original tomado de Cartas de J.R.R. Tolkien)
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Ya me parece oír a algunos poniendo el grito en el cielo: ¿Mortificación? ¿Negarse a uno mismo? ¿Un mundo caído? ¡Eso son oscurantismos medievales ya superados! Ahora sabemos que la vida hay que disfrutarla al máximo. ¿Cómo que mi auténtica alma gemela es aquella con la que de hecho estoy casado y que no puedo divorciarme y rehacer mi vida con otra? ¡Será insensible, intolerante, integrista y políticamente incorrecto! Eso podía valer para tiempos antiguos, cuando la esperanza de vida era más corta, pero no ahora. ¡La Biblia dice que Dios quiere que todos los hombres sean felices, así que no puede prohibir lo que me haga feliz! Es una forma de pensar inhumana e inaceptable para el hombre moderno. Este Tolkien casi parece un infocatólico.
Justamente esa forma de pensar, sin embargo, es la que se refleja en las obras de Tolkien. Como señala Elizabeth Kantor, “Aragorn debe de ser el personaje masculino más monógamo de toda la literatura moderna: se enamora de Arwen cuando tiene veinte años; espera, trabaja y gana un reino para ella; por el camino afronta que otra hermosa mujer se enamore de él como un perfecto caballero, hasta el punto de que el hermano de la mujer puede decirle ‘No tienes ninguna culpa en este asunto’; finalmente se casa con Arwen sesenta y ocho años después de haberse enamorado de ella y disfruta ciento veintidós años de un matrimonio feliz y fiel”.
¿Y qué decir de Beren y Luthien? Es una historia épica, pero también de un amor fiel, que sabe sacrificarse por la persona amada. El padre de la hermosa e inmortal doncella elfa Luthien le asigna a Beren una misión prácticamente imposible si quiere casarse con su hija: la recuperación de uno de los tres legendarios silmarils. Beren y sus compañeros emprenden la búsqueda, conscientes de que probablemente morirán, y, en efecto, son hechos prisioneros por los orcos, encarcelados y asesinados uno por uno, hasta que sólo queda Beren. Luthien sigue a Beren y también es capturada, pero consigue finalmente liberar a su amado con ayuda de un sabueso prodigioso. Beren quiere continuar la búsqueda solo, pero Luthien lo acompaña y ambos consiguen llegar a la fortaleza del Señor Oscuro. Allí las cosas terminan mal y Beren pierde una mano, devorada por un gran lobo, que también se traga la joya buscada. Posteriormente, intentando cazar a la bestia, sufre heridas tales que le provocan la muerte y Luthien muere también, destrozada por haber perdido a su amado. Finalmente, por un milagro, ambos vuelven a la vida y viven juntos como esposos hasta la muerte, que había sido asumida por la elfa como condición necesaria para casarse con un ser humano.
Esta idea de aceptar la propia muerte como precio del amor, que se repite en la historia de Arwen y Aragorn, es profundamente cristiana. No hay mayor amor que dar la vida por los que amamos. Amar, de hecho, es dar la vida. Por eso, los esposos cristianos están llamados a quererse con un amor al estilo de Cristo: amor al enemigo, que no se irrita, no toma en cuenta el mal; amor hasta la muerte, que no se acaba, sino que todo lo cree, todo lo espera, soporta todo.
Según indican varios de sus escritos, el propio Tolkien veía en la historia de Beren y Luthien un reflejo de su amor por su esposa. Aunque él no luchó contra orcos y lobos, sí que tuvo que superar dificultades para casarse con el amor de su vida. Se enamoró de Edith a los 18 años, pero era huérfano y su tutor, al descubrir su enamoramiento, le prohibió volver a tener cualquier contacto con ella hasta los 21 años. Él obedeció y durante casi tres años no la vio ni la escribió. El mismo día de su vigésimo primer cumpleaños, sin embargo, le escribió una carta pidiéndole matrimonio. A pesar de que Tolkien estaba sin trabajo, Edith aceptó su oferta y permanecieron casados cincuenta y cinco años, hasta la muerte de Edith, dos años antes de la del propio Tolkien. Están enterrados uno junto al otro y, bajo sus nombres, la inscripción de la lápida dice, simplemente, “Luthien” y “Beren”.
¿Por qué los libros de alguien con unas ideas tan reaccionarias y tan pasadas de moda atraen a tantísimos jóvenes? Precisamente porque perciben en esos libros el eco de algo más, algo que no está presente en la cultura secularizada que los rodea, obsesionada por la “autorrealización” y por la satisfacción inmediata y sin ataduras. En efecto, difícilmente encontrarán algo parecido a Tolkien en la dieta de materialismo ramplón e hipersexualizado bien masticadito que les prepara la televisión o en unos amigos que, probablemente, están tan desorientados y desesperanzados como ellos.
En una de las series de televisión tan habituales hoy, un Aragorn alérgico a la mortificación y a negar sus deseos inmediatos habría tenido un breve affaire con Eowyn y luego le habría dado la patada, diciendo: “No eres tú, soy yo. Pensé que eras la indicada, porque el amor es eterno mientras dura, pero ahora (que ya me he divertido unos días contigo) veo que no somos compatibles. Espero que podamos ser amigos”.
Una Luthien moderna exclamaría, exasperada: “¡Ya estás otra vez dejándote capturar por orcos y hombres lobo! ¡Todos los días lo mismo! Mira, Beren, lo siento, pero tenemos que dejar lo nuestro. Queremos cosas diferentes: tú quieres que te rescaten de las mazmorras de Tol In Gaurhoth, donde sufres terribles torturas, y yo lo que quiero es salir con mis amigas, divertirme y realizarme profesionalmente en mi trabajo de sub-asistente del ayudante de conserje de mi empresa”. O peor aún, al estilo de las propuestas del cardenal Kasper, podría decir: “Escucha, Beren, ya sé que nos casamos y todo eso, y yo te quiero mucho, pero resulta que, con los años, te has quedado de un viejo que da asco, mientras que yo sigo siendo joven y guapa. Y eso de que sólo tengas una mano… ¡Puaj! En fin, ¿qué le vamos a hacer? Me he enamorado de un enano que también es joven y guapo, como en la película esa. No lo busqué, pero pasó y ahora tenemos una relación irreversible, porque ¿cómo iba a volver con un viejo como tú? Entenderás que no podía esperar a que te murieras. A fin de cuentas, tengo derecho a ser feliz”. En definitiva, aburrimiento, aburrimiento y más aburrimiento.
En una modernidad decadente y cada vez más hastiada de todo, que ya hiede a tumba y descomposición, los libros de Tolkien son una brisa de aire fresco, porque sus páginas son agitadas por el mismo viento que soplaba en lo alto de Montecassino cuando unos locos se establecieron allí, el poniente que hacía ondear los pendones en Lepanto, las ráfagas tormentosas del mar de Galilea, la brisa suave de Elías, el Espíritu que aleteaba sobre las aguas antes de la creación del mundo y el último aliento de un Dios crucificado. Son libros que no mencionan a Cristo, pero en cierto modo no hablan de otra cosa.
En su carta, Tolkien recuerda con sencillez la sabiduría cristiana que inspiró tanto su vida como sus libros, comenzando por una verdad de primera comunión, que todos conocemos pero no parecemos recordar: este mundo es un mundo caído por el pecado original y, por lo tanto, el amor no es fácil, sino que requiere una lucha. Más importante aún: amar de verdad implica dar la vida, morir, negarse a sí mismo. Todos esos que intentan por todos los medios que la Iglesia apruebe el divorcio, las relaciones prematrimoniales, la gradualidad de la ley, las parejas del mismo sexo o la comunión estando en pecado, están negando que amar sea dar la vida y falsamente proponen un amor light, superficial, que no exige un auténtico sacrificio.
La otra gran verdad que Tolkien recuerda a su hijo es que tu “auténtica alma gemela” es aquella con la que de hecho estás casado. Es decir, que Dios no se ha equivocado con tu vida, que todo sucede para el bien de los que aman a Dios. Esta verdad es la que hace que el matrimonio sea una aventura y no una trampa, una obra de arte y no un azar sin sentido, un designio de amor y no un terrible error.
¿Quieren los padres sinodales saber el secreto del atractivo de Tolkien entre los jóvenes? No era aggiornarse a cualquier precio o decirle a la gente que hiciesen lo que les diese la gana sin preocuparse por nada más. Su secreto es muy sencillo: “vivir según la fe y no la carne”. O, dicho de otra forma por Tolkien en la misma carta:
“Desde la oscuridad de mi vida, con tantas frustraciones, pongo ante ti lo único verdaderamente grande y digno de amor en esta Tierra: el Santísimo Sacramento… En él encontrarás romance, gloria, honor, fidelidad y el verdadero camino de todos tus amores en esta Tierra y más aún, en la muerte. Por una divina paradoja, la muerte pone fin a la vida y exige la rendición de todos, pero sólo al probarla (o pregustarla), aquello que buscas en las relaciones terrenas (el amor, la fidelidad, la alegría) puede mantenerse o adquirir ese aspecto de realidad y de duración eterna que desea el corazón de todo hombre”.
Los cristianos podemos amar dando la vida porque nuestro destino es el cielo. Y no hay un ser humano en el mundo que no desee el cielo. Ese es el secreto.
54 comentarios
SERIE PROPUESTA PARA EL SÍNODO
Propuesta para el Sínodo (I): Saco y cenizas
Propuesta para el Sínodo (II): predicar la verdad
Propuesta para el Sínodo (III): el matrimonio para toda la vida
SERIE POLÉMICAS MATRIMONIALES
Polémicas matrimoniales (I): la comunión como premio
Polémicas matrimoniales (II): la comunión espiritual
Polémicas matrimoniales (III): Domingo de Pascua
Polémicas matrimoniales (IV): un tema doctrinal
Polémicas matrimoniales (V): el perro verde y una brecha en la muralla
Polémicas matrimoniales (VI): D. Joan Carreras del Rincón
Polémicas matrimoniales (VII): Respuestas de D. Joan Carreras del Rincón
Polémicas matrimoniales (VIII): San Jerónimo
Polémicas matrimoniales (IX): Mons. Vesco y la indisolubilidad disoluble
Polémicas matrimoniales (X): la equidistancia entre la verdad y el error
Polémicas matrimoniales (XI): realidad y no ficción
Polémicas matrimoniales (XII): la analogía con la Lumen Gentium
Polémicas matrimoniales (XIII): supresión de la responsabilidad moral
Polémicas matrimoniales (XIV): el olor a oveja y el olor a Cristo
Polémicas matrimoniales (XV): Fr. Hunwicke
Polémicas matrimoniales (XVI): negar la comunión
Polémicas matrimoniales (XVII): la ley mosaica
Polémicas matrimoniales (XVIII): Mons. Santiago Agrelo
Polémicas matrimoniales (XIX): cardenal Sistach
Polémicas matrimoniales (XX): Mons. Bonny, obispo de Amberes
Polémicas matrimoniales (XXI): Conferencia Episcopal Alemana
Polémicas matrimoniales (XXII): otra vez el Secretario del Sínodo
Polémicas matrimoniales (XXIII): el cardenal Marx nos da una alegría
Polémicas matrimoniales (XXV): Monseñor De Germay
Polémicas matrimoniales (XXV): el cardenal Kasper no quiere contrariar al mundo
Saludos cordiales.
Pero no es "Tol in Gaurnoth" sino Tol In Gaurhoth.
Pero un lapsus lo tiene cualquiera, jajaja...
He creído oír (o más bien leer) que el propio Tolkien, en la vida real, nunca vio con buenos ojos el matrimonio de su amigo --el también narrador oxoniense y ensayista cristiano nuevamente reivindicado y popular C. S. Lewis-- con la divorciada Joy Gresham (el emotivo personaje de "Tierras de penumbra"), cuyo anterior marido estaba vivo y coleando.
En fin, imagino que los acreditados "inklingólogos" que frecuentan estas páginas nos pondrán al tanto de los detalles de este asunto.
Lo triste y asombroso es cómo se tarda en la sociedad actual el comprobar que esa búsqueda de la propia "realización" es el más iluso cuento de hadas, porque nada se consigue sin sacrificio, en la realidad, no en las ficciones de telenovelas o películas.
La formación, a mi ver, es lo que está fallando lamentablemente.
En la misma Iglesia, la preparación al matrimonio deja tantísimo que desear. Para las bodas parroquiales el supremo pontífice suele ser el fotógrafo. La preparación para decision que abarcará toda la vida (en la fe de la Iglesia) por lo común, es mínima.
Si para el sacerdocio se requieren al menos unos 7 años, para el matrimonio, pocos años de noviazgo y unas semanas de conferencias parroquiales son clamorosamente desproporcionadas.
Creo que Tolkien sí se pronunció con enfado acerca del hecho de que ella era divorciada. Pero en realidad el primer matrimonio de ella, desde un punto de vista católico, casi seguro que era nulo, puesto que el marido de Joy, William Gresham, venía de un matrimonio anterior (que sería el válido desde un punto de vista católico, por lo que Joy no estaría de verdad casada con William ante Dios, y por lo tanto sí lo estaría con C.S.L.)
La conversión de Joy -la esposa de Lewis- es muy interesante: comunista atea judía y mística, todo a la vez. Fue una experiencia de la presencia de Dios lo que la convirtió.
Se explica con detalle en este artículo ForumLibertas:
La experiencia mística de la judía atea comunista Joy Davidman, y la de su esposo C.S.Lewis
Poetisa materialista, Joy Gresham sintió la presencia de Dios; cuando ella murió, Lewis recibió una visita de su esposa.
www.forumlibertas.com/frontend/forumlibertas/noticia.php?id_noticia=11970
Enhorabuena por el artículo, Bruno.
Por no mencionar la contradicción vital que supone aceptar que la vida es difícil, y el matrimonio es difícil, pero queriendo a la vez dar consejos ("secretos" por fin averiguados) de que ¡sí se puede! y de que no es para tanto, sólo hay que dejarse abandonar o algo así.
La indisolubilidad, para quien se la merezca, para quien sea capaz y para quien se la crea, pero sobre todo para quien se la merezca. Pero para todos, así por orden del señor alcalde, no deja de ser una utopía, como pretender que a todo el mundo le huela bien el aliento. Hombre, lo deseable es que desde el principio quiera el Señor que encuentres no a la persona de tu vida, sino a la mejor persona de tu vida, o en otras palabras, que no sean muchas las que aparezcan equivocándote a pensar que "te equivocaste". Darte cuenta, como muy bien dice el enorme Tolkien, de que "cuando el encanto desaparezca" serán muchos otros los encantos por los que desde siempre apostaste con esa persona, y ella por ti.
Pero de ahí a querer verlo como una mortificación... pues lo mismo: para el que así le guste más, que hay gente para todo. Yo, desde luego, sacrificios, los inevitables para poder tirar diariamente de esta vida y de la de mis hijos. Ahora que, mortificaciones, sangre de 100 bueyes, "resignación hermanos"... todo eso está muy bien para las películas.
El hombre sin Dios es un borracho que da tumbos de error en error.
Creo que es el comentario elogioso más exagerado que he recibido nunca.
:)
Saludos cordiales.
Carta de JRR Tolkien a su hijo Michael Tolkien, marzo de 1941.
"Hombre, tampoco es que "ahora sabemos que la vida hay que disfrutarla al máximo", eso lo hemos sabido siempre, y desgraciado del que no se haya dado cuenta todavía"
Creo que es evidente que eso no es cierto para los católicos. Quien quiera salvar su vida, la perdera. El que pierda su vida por mí, la encontrará.
"El problema está, como siempre, en querer que todo sea o blanco o negro, y por desgracia está también la escala de grises, pero por suerte está también el espectro de todos los colores"
No. El problema es decir eso para negar que existe el negro y el blanco, que es prácticamente siempre la razón por la que se dice. Hay cosas grises y hay cosas negras y hay cosas blancas. De hecho, si no existen el blanco y el negro no tiene sentido hablar de gris.
La realidad es que hay cosas que son intrínsecamente malas. Esa ha sido siempre la enseñanza de la Iglesia, porque es la enseñanza de Cristo. Negarlo no conduce a nada.
"Por no mencionar la contradicción vital que supone aceptar que la vida es difícil, y el matrimonio es difícil, pero queriendo a la vez dar consejos ("secretos" por fin averiguados) de que ¡sí se puede! y de que no es para tanto, sólo hay que dejarse abandonar o algo así".
No entiendo muy bien esta frase. Para encontrar la solución a un problema, primero hay que entender el problema. Es decir, hay que evitar ideas ingenuas del matrimonio, que lo pintan de color de rosa y que, como no son verdad, siempre llevan al abandono cuando surgen las dificultades. También hay que saber que somos seres caídos por el pecado original e incluso nuestros amores no son buenos de por sí, sino que necesitan redimirse y ordenarse a la Voluntad de Dios (algo que ya sé que no desea oír por su situación personal, pero que no deja de ser verdad). Entonces y sólo entonces, cuando al ver el problema tal como es nos sentimos tentados de desesperación, podemos apreciar la maravilla de la solución que es Jesucristo.
"La indisolubilidad, para quien se la merezca, para quien sea capaz y para quien se la crea, pero sobre todo para quien se la merezca"
Esto no sé lo que es, pero no tiene nada que ver con el cristianismo. Todo es gracia.
"Pero para todos, así por orden del señor alcalde, no deja de ser una utopía, como pretender que a todo el mundo le huela bien el aliento".
No tiene nada que ver. La indisolubilidad no es algo para unos o para otros, sino meramente un hecho, como el hecho de que todos los hombres vivos tienen aliento. Que ese aliento huela bien o mal en un caso determinado o la medida en que cada uno es fiel a esa indisolubilidad es lo que se puede discutir, pero la indisolubilidad del sacramento del matrimonio simplemente es, por mucho que a Guillermo PF no le guste.
"Hombre, lo deseable es que desde el principio quiera el Señor que encuentres no a la persona de tu vida, sino a la mejor persona de tu vida, o en otras palabras, que no sean muchas las que aparezcan equivocándote a pensar que "te equivocaste""
No se entiende muy bien la frase.
"Pero de ahí a querer verlo como una mortificación... pues lo mismo: para el que así le guste más, que hay gente para todo"
Manipulación burda e inaceptable de lo que dice la carta. Tolkien (al igual que la Iglesia) no dice que el matrimonio consista en mortificación. Lo que dice es que, como toda la vida cristiana, el matrimonio implica una fuerte dosis de mortificación, de morir a uno mismo, de dar la vida. El que no entiende eso, vive un cristianismo light que se parece al Evangelio como una chabola al Empire State Building.
"Yo, desde luego, sacrificios, los inevitables para poder tirar diariamente de esta vida y de la de mis hijos. Ahora que, mortificaciones, sangre de 100 bueyes, "resignación hermanos"... todo eso está muy bien para las películas".
Las reclamaciones, a Cristo, no a mí.
"Para las bodas parroquiales el supremo pontífice suele ser el fotógrafo"
Frase buenísima... y terrible.
"La preparación para decision que abarcará toda la vida (en la fe de la Iglesia) por lo común, es mínima. Si para el sacerdocio se requieren al menos unos 7 años, para el matrimonio, pocos años de noviazgo y unas semanas de conferencias parroquiales son clamorosamente desproporcionadas".
A mi entender, de esto es de lo que debería ocuparse el Sínodo, en lugar de sembrar dudas sobre lo que no admite dudas.
"el de Tolkien no fue lo que llamaríamos un matrimonio perfectamente avenido"
Si es que eso existe, que lo dudo.
Durante los últimos años de la vida de Edith, se mudaron a Bournemouth, para que ella pudiera disfrutar de la vida social (que el pobre Tolkien aborrecía). Amar es dar la vida por el otro.
Las preocupaciones de los contrayentes suelen ser: el frack, el vestido deslumbrante de la novia, la marcha nupcial de "Sueño de una noche de Verano" de Mendelssohn, el infaltable arroz a la salida, et. etc.
Cuando se leen lecturas bíblicas, se presenta una homilía o se plantean las solemnes promesas, la distracción general es agobiante.
¿Los párrocos o quienes se encargan de las previas reuniones - cuando las hay - avisan a los contrayentes que, a su vez instruyan a los parientes o amigos, que no se trata de ir sólo a una sala de baile o a un convite social? ¿Que se debe respetar un lugar sagrado?
En fin...habría que examinar, si también de parte de los novios, familia, ministros eclesiales no hay demasiada dejadez respecto a lo esencial contra extremada minuciosidad en las vanas pompas.
"Es curioso que la tentación actual respecto del amor sea lo efímero y descartable. En el siglo XIX era al revés: el amor era un ídolo absoluto, al que había que sacrificar no sólo toda exigencia, sino la misma vida y a Dios, llegando al suicidio por la persona amada."
Es un tema interesantísimo. El romanticismo decimonónico cambió completamente la concepción clásica del amor. Los poetas románticos que terminaban (casi)siempre suicidándose fueron excelentes propagandistas de esta nueva visión.
De hecho, yo diría que lo malo es que se ha mantenido la idea del siglo XIX del amor como un ídolo absoluto, que no está sujeto por ninguna norma ni barrera y al que hay que sacrificarlo todo, incluido Dios... pero que ahora, en vez de ser definitivo y para siempre, dura poco y luego hay que sustituirlo por el siguiente amor, y luego por el siguiente y así ad infinitum. O mejor dicho, ad nauseam.
Es decir, del ídolo del amor romántico se ha pasado al ídolo efímero del amor sexual, apenas vestido de unos restos de romance. Es un peldaño más abajo en la misma dirección.
En esa misma carta, Tolkien señala cómo un hombre podría perfectamente tener varios cientos de hijos sin despeinarse y pone como ejemplo a Brigham Young. Por eso, la "autorrealización" siempre consiste en algún tipo de poligamia en serie (o a veces en paralelo), sin pensar en lo más mínimo en la estela de sufrimiento, desesperanza y traumas psicológicos que el autorrealizado va dejando a su paso en mujeres, hijos y todo bicho viviente que se cruza en su camino.
Casi ningún poeta romántico se suicido, por favor dejar de decir tópicos del movimiento romántico.
Mi mujer presentará si Dios quiere su tesis doctoral en octubre sobre este tema y creedme que de esto sabe un rato.
"Soy feliz cuando hago lo que me apetece". Puede ser una buena definición de felicidad para la sociedad pueril de hoy. O encontramos la felicidad (a Dios) en lo ordinario o no la encontraremos nunca.
Dónde se pueden encontrar más cartas del Tolkien que vayan en este sentido?
Je, je. Sí, tienes razón, era una exageración enorme. Sin embargo, lo cierto es que la idea del suicidio tomo un halo romántico en esa época, en contra de la condena cristiana clásica del mismo, y bastantes escritores mitificaron el suicidio en sus libros. No sólo Goethe en el Werther, sino bastantes más, algunos incluso recomendándolo, como Novalis. Pero suicidarse suicidarse lo hicieron pocos: Chatterton, von Kleist (un poco pronto quizá para ser románticos), Günderrode, Larra, Castelo Branco, Nerval, etc. Probablemente hubo más que murieran de tuberculosis.
En cualquier caso, como decía, lo que sí sucedió fue que cambió la concepción del suicidio: de un acto cobarde y pecaminoso pasó a ser considerado por muchos algo romántico e incluso digno de admiración, al menos como tema literario. Por eso, en cierto modo, yo diría que fue una tentación muy presente para muchos románticos. Todo esto es lo que señalaba Luis: el amor como un ídolo por encima de Dios, la propia vida, etc. Por supuesto, es una gran simplificación, como la típica caricatura de Alenza, pero no está exenta de base, creo yo.
No es cierto que no sea cierto para los católicos que la vida hay que disfrutarla al máximo. Personalmente, e igual que vd., me voy a pegar unas vacaciones que no se las salta un galgo. Y así pues todo lo que humanamente pueda, para mí y para los míos. Que mañana me da un ictus... ¿y?
Lo que sí que no es cierto es que la Iglesia siga exigiendo sacrificio, resignación y malestar para poder merecerse cosas mejores. Eso puede que siga relegado a ciertos sectores, y por desgracia es la huella que socialmente ha quedado, pero como digo, no es lo que yo esté viviendo ahora en mi ámbito (ahora, claro, otra cosa era hasta hace 2-3 décadas). Tampoco es cierto que pretendamos la felicidad caiga quien caiga. Somos mayorcitos, sabemos que ni la vida ni la familia ¡ni los hijos! son ningún bocadito de regalo, así que bastante problemón sabemos ya que tenemos. Por eso, y con más razón, a disfrutar todo lo que se pueda, qué demonios.
Acudir a la escala de grises (yo prefiero la de colores) no es para negar que existen el blanco y el negro. Tampoco nadie le está diciendo a vd. que se escuda en el blanco y el negro para despreciar todas las demás oportunidades. Claro que hay blanco y negro, intrínsecamente malo e intrínsecamente bueno, sólo que no siempre es verdad, por experiencia. Lo que también es cierto es que las cosas no son tan sencillas. "Sí o no, como Cristo nos enseña", nos decían. Ojalá pudiera ser tan fácil. Por lo pronto, no está nada mal desconfiar de los que tan fácil lo tienen. Por experiencia, también.
Es como lo de los amores que necesitan "reordenarse a la Voluntad de Dios", que me vuelve vd. a decir que no me gusta oírlo "por mi situación personal". También vuelvo a repetirle que no es vd. quien me garantiza ninguna verdad, yo le agradezco su empeño, sus oraciones (que ya me encargo yo mismo de ellas), pero permítame que siga dudando de que sean personas de mi Iglesia como vd. las que vengan a solucionarme a mí la espantosa pérdida de tiempo y de salud. Siguen sin convencerme, siguen sin encontrar "el truco".
Y yo no he dado a entender que "no me guste" la indisolubilidad del sacramento del matrimonio. Efectivamente, siempre que sea sacramento para quien así lo haya contraído, por supuesto que allá cada cual. Insisto en que no me parece que todos se la merezcan. Pero otra cosa son las circunstancias particulares CASO POR CASO que obstinadamente se niegan a reconocer, las SITUACIONES IRREVERSIBLES de las que se está ahora empezando a hablar.
Es a vds. a los que no les gustan casos como el tan traído y llevado de la esposa abandonada. Ni su "exposo" se merece que una mujer siga entregada inútilmente en cuerpo y alma a un canalla que la dejó hace 20 años y se fue a Australia, ni ella se merece tener que vivir eternamente amargada porque así les gusta a sus hermanos en la fe desde sus enmoquetadas alcobas lejanas. Me incomoda tener que hablar así, pero es que ya cansan vds.
Sin poner en duda lo que dices me cuesta mucho creer que Novalis afirmase eso. Cuidado con las citas atribuidas a ciertos personajes. Usando el sentido común Novalis tuvo muy fácil el suicido tal y como se desarrolló su vida, enfermo y tras la muerte de su amada escribió poemas a la Virgen hermosísimos. No me cuadra.
Recuerdo haber leído críticas a Novalis por fomentar o aprobar el suicidio. Puede que fuera en alguna época específica de su vida, no sé. Lo buscaré si tengo tiempo.
Por supuesto, el romanticismo tuvo cosas muy buenas. A mí me gustan mucho los románticos ingleses. Y en muchos ámbitos, el romanticismo fue una época de cariño por la Edad Media en contraste con la ilustración (algo que, en el mundo anglosajón, influyó bastante en un cambio de percepción para bien con respecto al catolicismo).
En cualquier caso, si alguna vez tu esposa o tú queréis escribir un post breve sobre el asunto para publicarlo y discutirlo aquí, yo encantado.
Te mandaré algún artículo de mi mujer. Gracias Bruno.
«En la Biblia, al demonio se lo llama el padre de la mentira. Aquel que prometía, o mejor dicho, te hacía creer que haciendo determinadas cosas serías feliz. Y después te dabas cuenta que no eras para nada feliz. Que estuviste atrás de algo que lejos de darte la felicidad, te hizo sentir más vacío, más triste.
Amigos: el diablo es un "vende humo". (...)Por el contrario, tenemos a Jesús, que nos ofrece su jugada. No nos vende humo, no nos promete aparentemente grandes cosas. Nos muestra que el camino es otro. Este Director Técnico les dice a sus jugadores: Bienaventurados, felices los pobres de espíritu, los que lloran, los mansos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los perseguidos por la justicia. Y termina diciéndoles, alégrense por todo esto (cf. Mt 5,1-12).
¿Por qué? Porque Jesús no nos miente. Nos muestra un camino que es vida, que es verdad. Él es la gran prueba de esto. Es su estilo, su manera de vivir la vida, la amistad, la relación con su Padre. Y es a lo que nos invita (...) nos dice que jugar con él es una invitación a la humildad, al amor, al servicio a los demás. Jesús no nos miente. Nos toma en serio.»
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Pienso que este post debería estar en tu serie "propuesta para el sínodo" y no en la de "polémicas matrimoniales".
Estoy leyendo la carta completa de Tolkien, impresionante la visión que transmite sobre ese sacramento y sobre la vida. Este hombre tenía madera de teólogo y místico. Esa carta debería ser la "instrumentum laboris" para el sínodo.
O vivir según la Gracia y no el pecado
Bruno, Habitualmente solemos entender la contraposicion espíritu vs. carne como que el espiritu es lo bueno y la carne es lo pecaminoso, cuando en realidad espíritu es hacer las obras del espíritu, o sea, estar en gracia y hacer las de la carne es pecar, pecados que también pueden ser del alma, es asi?
Por cierto, los pecados que condenaron al demonio, soberbia, envidia...los peores...
Fabrice Hadjad lo explica muy bien en la fe de los demonios
Por cierto, el de Tolkien no fue lo que llamaríamos un matrimonio perfectamente avenido. Edith era de una condición social inferior, era mayor que su marido, detestaba a los amigos de Tolkien, nunca tuvieron una vida social común, etcetera."
No sólo eso. Parece que la conversión de Edith al catolicismo se fue enfriando y en determinado momento dejó de ir a misa y se fue alejando bastante de la fe. Para peor, hacía planteos a Ronald todos los domingos por llevar obligados a sus hijos a misa. JRRT sufrió pacientemente esta situación durante bastante tiempo hasta que Edith hizo las paces con la Iglesia, aunque parece que no volvió a ser tan devota como cuando joven ni a asistir a misa dominical.
Además, no sólo se mudó a Bournemouth (un balneario ya medio démodé en aquel momento) para contentar a Edith, sino que se jubiló por el mismo motivo, cuando no tenía obligación de hacerlo y pudo haber continuado dando clases en Oxford y disfrutando de su vida social, como tanto le gustaba.
Sí, en el Nuevo Testamento la palabra "carne" a menudo significa la naturaleza caída y pecadora del hombre. En ese sentido, que es el que usa Tolkien en esa frase, "carne" incluye tanto el cuerpo como el alma, ya que ambos sufren la consecuencias del pecado original. Ciertamente, los pecados del alma, como la soberbia, a menudo son los peores y los que hacen más difícil la conversión.
¿Machismo?...Maybe
Lo que es impresionante es el triunfo que han logrado los grandes capitales diseñadores del mundo actual, al incorporar a la mujer al "mercado laboral".
Un paso decisivo en la transformación de la sociedad, de ser un conglomerado de familias, a ser una gran empresa.
La realización profesional pasa a ser más importante que la realización humana, o a identificarse con ella.
Los hijos se van preparando para ser criados por el Estado, en cumplimiento del viejo sueño totalitario.
Las funciones naturalmente femeninas se van devaluando y despreciando progresivamente, lo cual confirma el carácter machista de la sociedad actual.
Las mismas mujeres terminan avergonzadas de serlo y tratando de parecerse lo más posible a los varones.
La "perspectiva de género" es como el resumen de todo ese ideario. Es notable la polémica que mantiene con el feminismo anterior, que todavía reconocía la existencia de la mujer.
En realidad, el centro de interés del feminismo de "género" no es la mujer, sino la homosexualidad. Y es lógico.
El homosexual es la estrella de una sociedad que quiere terminar, en el fondo, con la familia y controlar drásticamente la procreación.
Satánico, sin duda.
Saludos cordiales.
Hoy en día puede haber muchas obras y películas de ficción pero ya no representan lo mismo porque no hay verdad en esa ficción ni nadie se la cree más que como un entretenimiento.
El entusiasmo y la admiración, elementos generadores del mundo imaginativo de los Inklings, está ausente hoy en día.
Un Cristianismo sin Cruz es un espejismo, pues no es mas el discípulo que el Maestro. Le propongo que reflexione sobre unos matrimonios que acabaron con uno o varios familiares en los altares:
1) Santa Mónica. Tenía un esposo con mal genio, mujeriego, jugador y sin religión, ni gusto por lo espiritual. Después de 30 años de oraciones y sacrificios, Mónica consiguió la conversión de su marido y su suegra. Mas tarde consiguió la gracia Divina para la conversión de su hijo Agustin.
2) Santa Rita de Cascia. Tenía un esposo bebedor, mujeriego y abusador. Después de 20 años de oración, sufrimiento y silencio, obtuvo la Gracia de la conversión de su marido, que la pidió perdón a Rita y le siguió por los caminos de Dios. También consiguió de sus hijos la Gracia del perdón hacia los asesinos de su padre.
3)Beata Elisabetta Canori Mora. Su marido, al poco de casarse, deja de trabajar de abogado y toma una amante y gasta todo el dinero en aventuras, llevando la familia a la ruina.
Elisabetta se tiene que poner a trabajar con sus manos para mantener y sacar adelante a sus 2 hijas. No se separa de su marido, a pesar de que todos se lo aconsejan, ofrece oraciones y sacrificios y también reza por la amante de su marido.
Elisabetta no consiente el adulterio de su marido. Le amenazan para que lo consienta por escrito y no cede. Tampoco se separa, por que sabe que si algún día hay reconciliación con su marido, ésta será fruto de su fidelidad a la ley de Dios.
Elisabetta se dedica a ayudar a las familias en dificultades espirituales o materiales. Elisabetta predice la conversión de su marido cuando ella muera.
Muere Elisabetta en olor de santidad y se produce la conversión de su marido, que se hace religioso en los Hermanos Menores Conventuales y es ordenado sacerdote y muere también en olor de santidad.
Estas Santas mujeres muestran con sus vidas que el matrimonio es cosa de tres: esposo, esposa y Cristo.
Aun en los matrimonios que humanamente puedan parecer irremediables, hay remedio, pues para Dios no hay nada Imposible.
Hace falta la propia conversión espiritual y la Lucha Espiritual por la conversión del conyuge. Si yo sigo a Dios, Dios ya se encargará de que me siga el conyuge, como vemos en los Santos.
Pienso que el Sínodo tendría que sacar de estas Santas el remedio a las crisis de las familias, que no es otro que vivir en Cristo.
Santidad o muerte.
Hay crisis de familias por que hay crisis de Fe.
También soy devota de Santa Mónica y de Santa Rita. No conozco a la Beata Elisabetta Canori Mora.
En las historias de esas personas vemos que no hay vida sin Cruz, venga esta por donde Dios la permita. "Y cuando soy débil, entonces soy fuerte".
"Señor,¿A dónde iremos? Sólo Tú tienes Palabra de vida eterna." El Maestro nos mostró lo que nuestro corazón anhelaba, lo que nuestra sed de infinito ansiaba, lo que seguiremos buscando en el claroscuro del Misterio atrayente , poderoso ; lo que sólo será develado en la verdadera Vida. La Verdad se halla entre dos seres : Dios y el hombre, hecho a Su imagen ; para crecer en semejanza.
AMICUS: Me gustó su comentario. ¡Gracias !
Saludos cordiales, BRUNO. Le agradezco su excelente artículo.
Como Hijos de Dios y seres únicos e individuales, el Poder de Dios y su Amorosa creatividad sobre nosotros no tiene límites, Todo es Posible!!!! Cuando Dios anda rondando, no podemos dar nada por sentado......Bendita Fe!!!! Ave María!!!
Tentaciones hay en todos los estados de vida.
La gracia de Dios se tiene, para mantenerse fiel al cónyuge y consiguientemente a Dios
Es una carta a su hijo Michael del 6-8 de marzo de 1941. Es la carta 43 según la numeración del libro Letters of JRR Tolkien, ed. H Carpenter & C Tolkien, Harper Collins.
Puedes encontrar el texto en inglés aquí: https://www.ideaofauniversity.website/uncategorized/on-marriage-and-relations-between-the-sexes-j-r-r-tolkien/
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