Polémicas matrimoniales (XXIV): Monseñor De Germay
Como no todo ha de ser criticar lo malo, traduzco hoy para el blog un texto excelente aparecido en La Croix con respecto a las polémicas matrimoniales en el marco del Sínodo de los obispos sobre la familia. Es de un obispo francés, Monseñor Olivier De Germay, obispo de Ajaccio (ya sé que Ajaccio suena a italiano, pero es una diócesis francesa de la isla de Córcega, precisamente donde nació Napoleón).
Monseñor De Germay dice varias cosas importantísimas. Una de ellas es señalar, contra lo que afirmó el card. Kasper, que la “comunión espiritual”, en el caso de personas que están en situación de pecado grave, propiamente es un “deseo de comunión”, que Dios tendrá en cuenta y recompensará abundantemente, pero que no equivale a la comunión sacramental. También me parece fundamental indicar, como hace este benemérito obispo, que la participación en la Eucaristía no se limita a comulgar y que hay que recordar la importancia de unirse a la ofrenda al Padre del sacrificio de Cristo en la Cruz. Finalmente, me gustaría resaltar, como dice Mons. De Germay, que el hecho de que los divorciados en una nueva unión no se acerquen a comulgar es una expresión de la seriedad del vínculo matrimonial y de su “deseo de fidelidad” e incluso constituye un testimonio de ese deseo ante el resto de los fieles.
En el marco del debate deseado por el Papa Francisco, me gustaría hablar sobre las personas divorciadas en una nueva unión. Al exponer mis convicciones —y también a mis preguntas— no hago más que aportar mi contribución a la reflexión en curso, convencido de que el Espíritu Santo nos mostrará el camino correcto.
El tema es importante, aunque sólo sea por las situaciones de incomprensión y de sufrimiento que están ligadas al mismo. La Iglesia debe ser capaz de acompañar mejor estas situaciones en la fidelidad al Evangelio.
Muchos se han mostrado a favor del acceso a los sacramentos, al menos en ciertas circunstancias. Las propuestas, basadas en el deseo de mostrar una mayor misericordia, son a menudo interesantes. La mayoría de ellas, sin embargo, sugieren la necesidad de cambiar la disciplina actual. A mi entender, sin embargo, esta dificultad pastoral que encontramos hoy está vinculada a otras realidades que tenemos que afrontar si queremos llegar a la raíz del problema. De lo contrario, corremos el riesgo de acompañar tranquilamente la secularización de la iglesia bajo una falsa apariencia de piedad.
Muchos sacerdotes no han sido formados para acoger a los divorciados vueltos a casar. Se sienten incómodos con ellos y a menudo oscilan entre la tentación de cerrar los ojos y la de limitarse a recordarles cuál es la ley. La urgencia está en enseñar este “arte de acompañamiento” que ha pedido el Papa Francisco. Los que lo practican saben lo hermoso que es acoger a estas personas, escuchar sus anhelos y también sus sufrimientos, para decirles que son amados por Dios, que tienen su lugar en la Iglesia y, al mismo tiempo, ayudarles a releer su historia a la luz de la fe, a comprender cómo Dios está involucrado en su matrimonio sacramental y la vinculación de ese matrimonio con el sacramento de la Eucaristía. Ese apoyo es difícil, pero permite que estas personas se den cuenta de que tienen un camino de santidad que deben seguir, un camino que tenga en cuenta la realidad objetiva de su situación.
Con ese acompañamiento, pueden entender el significado de lo que se les pide. Aceptando humildemente participar en la Eucaristía sin comulgar, realizan un acto de obediencia y de fidelidad a la Iglesia y a Cristo. En cierto modo, se presenta ante el Señor diciendo: “Señor, reconozco que hoy mi vida ya no es coherente con la señal de la Alianza, pero sé que no me reduces a este aspecto de mi vida y todavía me llamas a seguirte. Presentándome ante ti como el publicano del Evangelio (Cf. Lc 18, 9-14), vengo a decirte que deseo serte fiel”. A pesar de que, por las vueltas que da la vida, no hayan cumplido el voto de fidelidad al cónyuge, esas personas todavía pueden manifestar su deseo de fidelidad a Cristo. Lejos de caer en la autojustificación, muestran su sed de Dios y su fe en la mediación de la Iglesia, mientras que convierten su deseo de comunión en una ofrenda espiritual.
Este camino espiritual sólo es posible a través de una pastoral que ayude a los fieles a “participar activamente” en la Eucaristía. Ahora bien, esto es, a mí me parece, la verdadera dificultad pastoral de hoy. Mientras que el Concilio Vaticano II, haciendo hincapié en las dos dimensiones de sacrificio y de banquete de la Eucaristía, se refirió a la participación de los fieles uniendo el ofrecimiento y la comunión (Cf. Constitución sobre la Liturgia, 48), hemos olvidado casi por completo su dimensión sacrificial a la vez que se ha generalizado la comunión sistemática por parte de los fieles. La gran mayoría de los católicos practicantes no saben que, por su bautismo, están llamados a ofrecer el sacrificio de Cristo al Padre y a renovar la ofrenda espiritual de su vida. En ese contexto, hablar participar en la Eucaristía sin comulgar resulta incomprensible.
Mi experiencia me ha llevado a maravillarme de cómo las personas que se han vuelto a casar por lo civil pueden descubrir el significado más profundo de la Eucaristía. Su “deseo de comunión” (me parece que esta expresión es más precisa que la de “comunión espiritual”) sólo tiene sentido en la extensión de esta ofrenda —en parte, dolorosa— que es también la expresión de un deseo profundo y una tensión hacia la comunión plena. Su participación en la Eucaristía misma se convierte en un testimonio para todos nosotros, que a veces comulgamos sin pensar; un testimonio que forma parte del compromiso de su matrimonio sacramental. Muestran que se toman en serio la indisolubilidad del matrimonio y, por lo tanto, la lealtad inquebrantable de Cristo para con su Iglesia. Lejos de ser un castigo, el hecho de no comulgar se convierte en una misión.
Algunos han propuesto considerar la posibilidad un camino penitencial que preceda al acceso a los sacramentos. ¿Es que no se corre el riesgo de separar de una manera marcadamente subjetiva a aquellos que tienen circunstancias atenuantes de los que no las tienen? Incluso si ciertamente hay que tener en cuenta la diversidad de situaciones, la cuestión, me parece a mí, es otra. Cuando Jesús habla a la mujer samaritana de su situación matrimonial, no juzga su pasado, sino que le ayuda a ver la realidad de su situación actual: “El que ahora tienes no es tu marido”. De esa forma, va a conducirla por un camino espiritual, no prescindiendo de su situación, sino integrándola hasta convertirla en un testigo: “Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho” (Jn 4, 29).
Confiemos en que el Espíritu Santo nos guiará hacia soluciones pastorales que no alteren la claridad y la radicalidad de la señal de la Alianza.
Monseñor Olivier de Germay, obispo de Ajaccio
60 comentarios
SERIE PROPUESTA PARA EL SÍNODO
Propuesta para el Sínodo (I): Saco y cenizas
SERIE POLÉMICAS MATRIMONIALES
Polémicas matrimoniales (I): la comunión como premio
Polémicas matrimoniales (II): la comunión espiritual
Polémicas matrimoniales (III): Domingo de Pascua
Polémicas matrimoniales (IV): un tema doctrinal
Polémicas matrimoniales (V): el perro verde y una brecha en la muralla
Polémicas matrimoniales (VI): D. Joan Carreras del Rincón
Polémicas matrimoniales (VII): Respuestas de D. Joan Carreras del Rincón
Polémicas matrimoniales (VIII): San Jerónimo
Polémicas matrimoniales (IX): Mons. Vesco y la indisolubilidad disoluble
Polémicas matrimoniales (X): la equidistancia entre la verdad y el error
Polémicas matrimoniales (XI): realidad y no ficción
Polémicas matrimoniales (XII): la analogía con la Lumen Gentium
Polémicas matrimoniales (XIII): supresión de la responsabilidad moral
Polémicas matrimoniales (XIV): el olor a oveja y el olor a Cristo
Polémicas matrimoniales (XV): Fr. Hunwicke
Polémicas matrimoniales (XVI): negar la comunión
Polémicas matrimoniales (XVII): la ley mosaica
Polémicas matrimoniales (XVIII): Mons. Santiago Agrelo
Polémicas matrimoniales (XIX): cardenal Sistach
Polémicas matrimoniales (XX): Mons. Bonny, obispo de Amberes
Polémicas matrimoniales (XXI): Conferencia Episcopal Alemana
Polémicas matrimoniales (XXII): otra vez el Secretario del Sínodo
Polémicas matrimoniales (XXIII): el cardenal Marx nos da una alegría
"Lejos de ser un castigo, el hecho de no comulgar se convierte en una misión" Así es.
Nunca se había hablado tan seguido, tan pública y universalmente, y tan a fondo del matrimonio, y sus vínculos con la moral, los sacramentos, la liturgia y, en general, la pastoral. Me sorprenden y regocijan estas intervenciones de auténticos creyentes. Y de Obispos que se toman en serio lo que enseñan.
En el artículo anterior se cifraba en un 20-10% los bautizados que iban a Misa los domingos. Qué cantidad de éstos están divorciados y con pareja?
Ojalá este fuera un problema por el que se viesen colapsados los curas de las parroquias y tuvieran que explicar por qué no pueden comulgar. Sería buena señal, pero me temo que esto no pasa.
Creo que se está muy centrado en ese punto concretó del sínodo cuando es algo que no va a durar ni 5 minutos en el debate. No hay por donde cogerlo. Obvio que no se va a cambiar la doctrina en eso.
----------------------------------------------------------------------------------------------
Esto viene de antiguo. Ya viene de que muchos sacerdotes no han sido formados para acoger a los que usan de métodos anticonceptivos en su matrimonio. Se sienten incómodos con ellos..........
Y digo esto por experiencia que paso a explicar:
Como médico he procurado acogerme con fidelidad, por pura Gracia de Dios y ayuda de la Virgen, a la Doctrina y Magisterio de la Iglesia sobre lo que se nos pide, a los médicos, en no dar ni permitir todo aquello que va contra el matrimonio y lo mata, como son anticonceptivos, FIV, abortos, etc., a pesar de recibir insultos y amenazas e incomprensiones incluso de los mismos compañeros. Y lo que me escandalizaba era que al explicar esto en confesión a los sacerdotes me decía que hacía bien y que siguiera así, pero mi sorpresa era que jamás les oía decir a ellos en sus homilías que los que usaran de estos métodos (anticonceptivos) no podían comulgar.
Llegué al punto de que al llamar la atención a un sacerdote que no usa el confesionario ya que sólo se limita a celebrar dos confesiones comunitarias al año, que le dije que no eran válidas y que estaba engañando a sus fieles, le propuse que en la homilía dijera que los que en el matrimonio usaban de métodos artificiales no podían comulgar, y su contestación fue tan lacónica, como cínica, hipócrita y cobarde: "No toca".
Repito, el que los sacerdotes digan que en pecado mortal se puede comulgar es producto de muchos años de cobardía y de avergonzarse de Cristo delante de los hombres; pero como no conocen el Evangelio, no se dan cuenta de que Cristo se avergonzará de ellos delante del Padre y de sus ángeles.
Jamás he oído una homilia sobre anticonceptivos, pildoras, preservativos,... referidos al matrimonio. De hecho, creo que casi todos los matrimonios católicos que conozco (de ir a misa domingos, comulgar y muchas veces las mujeres a diario) usan de todo. Además con esa excusa de que en las cosas de los esposos no se metan los curas y la Iglesia
Aunque creo que los laicos tenemos ahora que llevar la batuta en estos temas, y aprovechar esas conversaciones que salen con otros matrimonio de ir a misa para dejar claro que, como decimos nosotros, nos cuidamos de manera natural, como la Iglesia quiere, o por lo menos así lo intentamos, pero siempre indicando que nunca usamos métodos anticonceptivos, píldoras, preservativos o lo que sea.
Toca a los verdaderos matrimonios dar testimonio de esa verdad, y no fuera de la Iglesia, sino dentro de ella, que es donde más falta hace. Porque ver ir a comulgar matrimonios que sabes que usan ligadura o preservativos es doloroso.
Estoy con Percival en que es bueno que se hable de algo que antes o por tabú o por tácito silencio dejaba a mucha gente en la ignorancia.
Juan Pablo ll el Grande ya decía que el peor mal es la ignorancia y a decir verdad no se ponía demasiado fácil a los laicos la claridad en estos temas.
Por otro lado no somos quienes para juzgar a otros: los hechos sí podemos pero nos faltan datos de las personas.
En cuanto a homilías genéricas sobre la castidad he oído... pero los pormenores y acompañamiento en cada caso es tarea pastoral individualizada.
Este debate para los que estamos sin pareja y por situaciones que a veces somos el lado que no quisimos el divorcio, nos molesta y muy contradictorio, lo digo por mi experiencia y la de otros. Es urgente mantener la doctrina y no a rodillarse ante falsa misericordia. Hay casos y casos pero nunca debe haber excepciónes. El pecado es pecado. El abrir incorrectamente esa puerta de permitir la comunión a los que hemos estado en adulterio y que ya esta dicho por Nuestro Señor es ir a favor del mundo. Y que hay de los que vivimos divorciados y mantenemos el respeto y vida de fe?
"Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido" (LUCAS 19;10)
¡Caramba! Hasta cuando quieren usurpar, cambiar y malinterpretar la PALABRA DE JESUCRISTO. Estoy totalmente seguro, que hay más almas de divorciados al lado de mi SEÑOR JESUCRISTO, que almas de muchos teológos del CLERO SECULAR, desvirtualizadores de la ESENCIA DE LA PALABRA DE DIOS. Solamente me apego a la verdad.
Has puesto el dedo en la llaga cada vez más purulenta de la contracepción, de aquellos barros estos lodos. La Humanae vitae ha venido a ser gran piedra de tropiezo a toda la Cristiandad : "Como está escrito: He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo, y piedra de caída; Y aquel que creyere en ella, no será avergonzado" (Romanos 9,33) . Lamentablemente, los métodos de la regulación artificial de la natalidad son piedra angular del marxismo y derivados. ¿Qué estado de bienestar es posible sin el control de natalidad? Es lógico que de esta caja de Pandora haya salido la ideología de género, no podía ser de otro modo; una vez que los cónyuges cometen un acto de fornicación se quiebra la sacralidad del acto conyugal y todo tipo de fornicación queda justificado. El feminismo, el aborto, el adulterio, la promiscuidad, la sodomía, etc. son inevitables hijos de la misma concepción materialista de la vida. Tienen toda la razón quienes pretender igualar el matrimonio entre homosexuales al matrimonio entre hombre y mujer, salvo santas excepciones, ambas uniones parten de los mismos presupuestos materialistas. A algunos, no muchos, nos puede acusar el remordimiento, subconsciente en términos psicológicos, pero una vez vendida la santidad la respuesta invariable de Satanás es ¿a mí qué?
Según San Lucas "Nadie pone en oculto la lámpara encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la lumbre" . Para desgracia y condena de muchos la pastoral (praxis) tienen la lámpara de la Humane Vitae bien oculta en el baúl de los recuerdos bajo siete sellos. Ahora "no toca" hablar de la contracepción sino aceptar sus frutos.
Quien mal anda, mal acaba.
.
Pero supongo que eso no se entiende como "Alegría del Evangelio" sino como aguafiestas penitencial del saco y cenica.
--------------
Usted confunde las cosas amigo: cuando Cristo evitó la lapidación de la prostituta diciéndole a los judíos que "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra" se refería precisamente a esto: que nadie puede asesinar o condenar a muerte a alguien por un pecado mortal, como se estilaba siguiendo la Ley de Moisés. Cristo no quiere que nadie sea ajusticiado por cometer un pecado mortal (e decir, a los adúlteros no hay que ajusticiarlos) sino que les da la oportunidad de confesarse (como hizo la prostituta con él cuando le dijo que era prostituta), arrepentirse y cambiar de vida. No es que Cristo tolere o bendiga el pecado mortal, como Ud. quiere hacernos ver con lo que dice, sino que perdona a quien se arrepiente, exigiéndole que tenga propósito de enmienda y cambie de vida. Por eso le dijo a la prostituta, una vez que ésta se confesó con él: "Yo tampoco te condeno", "Vete y no peques más". Esto es, la prostituta le confesó que lo era y él la perdona (porque era Dios, al igual que el sacerdote tiene la potestad de perdonar en nombre de Cristo en el Sacramento de la confesión), pero le exige que cambie de vida, es decir, que deje la prostitución ("Y no peques más").
Aplicado esto a los divorciados vueltos a casar sería lo siguiente: si quieres volver a comulgar tienes que estar en gracia de Dios, y por eso Cristo te exige que te confieses de tu adulterio y que cambies de vida: o dejas a la nueva novia que te has echado o vives con ella en castidad.
Espero que le haya quedado claro. No confunda más, por favor.
El Señor es mi pastor, nada me falta.
Que no tiren ninguna piedra los señores obispos.
Pero que digan luego "ve y no peques más", por favor.
"500,000,000 de Católicos no pueden comulgar por el tema de haber sido vueltos a casar".
Uno lee hasta ahí y ya no sigue, porque eso es tan absurdo que no hay quién se lo trague. Hay unos mil doscientos millones de católicos en el mundo. Y usted dice que quinientos millones de esos católicos están divorciados y vueltos a casar. ¡El 40%! Por lo tanto, si quitásemos a los niños, a los religiosos y a los solteros, su cifra querría decir que todos los católicos casados están divorciados.
Un despropósito monumental.
Muchas gracias por el testimonio. Que Dios se lo pague abundantemente.
Necesitamos ver que es posible vivir como Dios quiere. No es fácil, pero con la gracia de Dios, se puede.
Le parece bien a usted que si sabemos que el adulterio es pecado mortal, y alguien se acerca en esa situación a nosotros, entonces le digamos tranquilo, siga en Misa, rece, te queremos, no comulgues, pero... siga así. como quien dice, "el que peca y reza pues empata".
Ciertamente, si sabemos que el adulterio, por las causas que sea, es pecado mortal, pues lo justo es recordarle constantemente a estos amigos que dejen el adulterio: así de sencillo. El acompañamiento no está en dejarlos tranquilos, sino en animarlos a que sí pueden dejar esa relación proscrita en el Evangelio, por el mismo Jesucristo
Asi que mientras no se ataje el problema y los curas sigan sin hablar claro en sus sermones (se le alzará en armas el pelagiano feligrés (mejor que se largue y vuelva convertido, porque impide el acercamiento de los que buscan la verdad)), sin pedir la confesion, sin hablar de los novisimos, sin amar la Eucaristia hasta el punto de advertir antes de la comunion de que no se acerquen los que estan en pecado mortal, pues no le veo solucion a esto.
El acompañamiento al adultero es la obligación de todo pastor con la oveja descarriada, esto es, la que esta en pecado mortal y por lo tanto va camino del infierno. Pero mientras se siga sin pedir el "no pequés más", como tampoco lo hace Mon De Germay aqui, pues no funciona. Discursos para sabios
Ciertamente, la forma excesivamente suave de hablar es un defecto propio de los obispos en nuestra época. Estoy completamente de acuerdo en que deberían ser mucho más claros.
En este caso, sin embargo, no se habla de acompañamiento en el pecado, sino de acompañamiento para salir del pecado y, para eso, es fundamental el asistir a Misa y el apoyo de la Iglesia. Sin duda, Mons. De Germay se refiere a la necesidad de conversión de la persona que está en adulterio, porque habla de tener en cuenta su situación objetiva, de no caer en la autojustificación, de tomarse en serio la indisolubilidad de su matrimonio, de que no han cumplido su voto de fidelidad, etc. Y sobre todo, recuerda la (durísima y clarísima) frase de Cristo: "El que ahora tienes no es tu marido". Esto último es definitivo: pocos obispos del mundo se atreverían a usar esa frase en este contexto.
De acuerdo en todo, excepto en lo que dices de Mons. de Germay. Como señalaba en el comentario anterior, el obispo habla de tener en cuenta su situación objetiva, de no caer en la autojustificación, de tomarse en serio la indisolubilidad de su matrimonio, del deseo de comunión (porque la comunión espiritual o sacramental es imposible en pecado grave), de que no han cumplido su voto de fidelidad, etc. Y sobre todo, recuerda la (durísima y clarísima) frase de Cristo: "El que ahora tienes no es tu marido". Esto último es definitivo: pocos obispos del mundo se atreverían a usar esa frase en este contexto.
¿Podría (y debería) ser más claro? Yo creo que sí, pero lo fundamental es que diga lo que tiene que decir y así lo hace. Otros obispos no lo hacen.
Además, hay que tener en cuenta que aquí está hablando de una cuestión muy concreta, planteada por el card. Kasper: ¿pueden acceder a la comunión los divorciados vueltos a casar? Y su respuesta es clara: no. La pastoral con las personas que están en adulterio es mucho más amplia, pero no se puede exigir al buen obispo que la incluya entera en su artículo.
Por eso creo que ese relato no es el mas indicado para los divorciados vueltos a casar, porque desde Jesús, el divorcio esta prohibido y es pecado volverse a casar, desde Jesús eso es adulterio. Por eso al sermón le falta el "no peques más" del relato de la adúltera.
No es que quiera cargar demasiado las tintas, pero es que creo que estamos en una situacion donde abunda la esquizofrenia, porque muchos feligreses, presbiteros y obispos, salvo excepciones, se han sencillamente inventado la realidad. Hace nada me dice una feligrés asidua que tenemos que mostrar mas alegria (hay muchos obsesionados con mostrar alegria), yo le digo que la iglesia esta medio vacia no por falta de alegria sino porque no se predica la verdad completa, no se habla del pecado ni de los novisimos, ella me reponde que no podemos estar siempre con la tristeza de hablar del pecado ni de los novisimos. Esquizofrenia: en realidad casi nunca se habla del pecado y de los novisimos nunca. Otro, anciano de misa diaria en la misma parroquia, con hijo sacerdote, hace de monaguillo, hace dos semanas le sugiero muy suavemente usar la bandeja de comunion, y el senor salta agresivamente contra mi como nunca se le habia visto antes, contestandome que el CVII habia aligerado de todas esas cosas. (... Santa Misa Tridentina, don Bruno, me ha faltado añadir, la mejor medicina contra la esquizofrenia actual, se habla claro y no es posible la irreverencia contra NSJC)
Jesús dijo: Ahora bien, os digo que quien repudie a su mujer - no por fornicación - y se case con otra, comete adulterio [Mateo 19;9]. El - divorcio por fornicación - es aceptado por Cristo... esa es la solución y el costoso proceso [solo para ricos] de la anulación. Moisés tuvo la Misericordia que hoy no tiene la Iglesia.
Y que Te parecen los Cientos de Millones de Hermanos Protestantes que No Regresan a la Iglesia Católica Precisamente por Ese Tema?
Ante una situacion asi, realmente la Iglesia en el fondo esta invitando a la vida en castidad no?
El deseo de comunion me ha quedado claro, pero seria como un paso intermedio a una verdadera propuesta de vida celibe o vida, tal vez, en espera de una posible reconciliacion con el conyuge.
Quiero decir, la Iglesia nos dice que es posible esta situacion particular para un cristiano, el Señor da la Gracia para poder vivir en soledad (vive como si no tuvieras marido, mujer, hijo....) , porque solo Dios basta.
Entiendo que es el pensamiento de la Iglesia no?
agradeceria si me lo puedes aclarar
Muy interesante el post,
A caso la Primera Iglesia no Comulgaba Compartiendo el Pan? Y era por mucho mas santa que la de ahora. Donde lees en los Santos Evangelios a San Pedro o a San Pablo consagrando el Pan eucarístico?.
El segundo mensaje o consideración que me parece debiéramos hacer todos, y creo que permite una mejor comprensión de la presente cuestión, es el hecho desproporcionado entre nuestra mísera condición natural humana y el abismo al que descendemos por causa del pecado. “Pero nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro” (II Cor 4,7). Me parece que esta verdad nos lleva a la comprensión de la misericordia de Cristo si tenemos voluntad de ascender nuevamente hasta Él. En verdad tenemos poca conciencia de la maravilla del tesoro que Dios puso en nosotros mediante el Bautismo, y de la enorme responsabilidad a la que nos obliga este don. Por ello, cuando caemos, como es el caso particular del adulterio, pareciera haber cierta desproporción entre nuestra conciencia humana y nuestra responsabilidad ante Dios y la consiguiente sanción.. Esto no justifica en absoluto el pecado, pero lo hace más comprensible humanamente; lo mismo ocurre con todos los demás pecados originados siempre en nuestra miseria natural humana. Estamos llamados a una vida divina de la cual distamos grandemente, y si no tuvimos el necesario conocimiento acerca de la necesidad de la gracia para mantenernos en ella, resulta obligado cierto criterio comprensivo y misericordioso acerca de la situación de nuestros hermanos caídos. Debemos acercarnos a ellos como el médico al enfermo, no para horrorizarnos de su enfermedad sino para alentarlos y ofrecerles la medicina del aliento, de la oración y de la conversión. No existe pecado, por grande y grave que sea, que no pueda repararse por la gracia de Dios. Esta posibilidad de volver siempre como el hijo pródigo a los brazos del Padre, creo es la buena nueva del Evangelio que mejor se aviene a quien se siente incapaz de remontar el precipicio de su error. No es minimizando el pecado, esto es la enfermedad del alma, como se lo cura y supera. Es comprendiendo su grave perturbación y mostrando el camino que nos permite no obstante salir de él y vivir nuevamente en la alegría de la fe, de la gracia, de la justicia y del amor.
Por último, no olvidemos el tremendo poder de astucia e insidia del demonio, llamado por Cristo “príncipe de este mundo”, al cual estamos expuestos como las ovejas al lobo. No nos alcemos impacientes contra las ovejas mordidas , curemos sus heridas, como hizo el samaritano con el aporreado por los malhechores. Los cristianos vivimos en un duro combate, y a veces estamos tentados de abandonar a su suerte a quienes por negligencia fueron copados por el enemigo, y hasta alistados en sus falanges. Seamos solícitos ante el lamento profundo de nuestros hermanos que lo llevan en silencio, muchas veces oculto ante ellos mismos.
María, la Madre de Cristo, es la primera ayuda que debemos invocar. Vemos que se la cuestiona, que se mal interpreta la devoción de los hijos hacia Ella. Pidámosle también por quienes no comprenden su misión de Madre inseparable de Su Hijo y de sus hijos los hombres.
Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien. Si realmente creen los acompañarían estos signos... por ello ahora solo nos cansan con largas homilías de que hagamos lo que muchos de los que nos exhortan no hacen.
El Pueblo de hoy necesita lo mismo que el pueblo de ayer: Sanación, Liberación, Unción y Bendición... y lo que se nos esta dando es largas homilías y hasta se nos están negando los Santos Sacramentos.
Claro. Lo que está diciendo este obispo es que salir del pecado no se consigue por las propias fuerzas. Por eso, al que está en adulterio hay que animarle a que rece, a que vaya a Misa, a que pida al Señor volver a estar en unión con él (eso es el "deseo de comunión"), etc. Y así el Señor le dará la fuerza para cambiar de vida, confesarse y dejar de pecar, ya sea volviendo con su esposa o esposo o, si eso no es posible por alguna razón, viviendo en castidad sin relaciones sexuales.
Este obispo habla de como ayudar a alguien a salir del adulterio. Es decir, lo que siempre ha enseñado la Iglesia.
Deje de decir tonterías o borraré sus comentarios.
"Que fácil es decirle a un Hermano Separado o a un Católico vuelto a casar: sacrificate por Cristo y no ames a tu nueva esposa haciendo el amor con ella"
Es que no tiene una nueva esposa, su esposa es la primera, porque se casó "hasta que la muerte los separe". La segunda, como le dice el mismo Cristo a la Samaritana, no es su esposa, sino una mujer con la que vive en adulterio.
El versículo que ha citado no significa lo que usted cree. Donde dice "no por fornicación" es una explicación de que Jesús no se refiere a las parejas que no están casadas, sino que viven en fornicación, porque esas pueden y deben separarse. La prueba es muy sencilla: los otros evangelistas dicen, de forma absoluta, que todo el que repudie a su m ujer y se case con otra comete adulterio.
No es la Iglesia la que manda estas cosas, es Cristo. Si a usted no le gusta, allá usted, pero no mienta diciendo que es cosa de la Iglesia. Un católico no puede tener dudas sobre ello, porque es dogma de fe.
Lo que dice de los protestantes muestra que no tiene ni idea de lo que son los protestantes. Pero además, aunque fuera verdad (que no lo es) daría igual, porque lo que importa es la verdad, no si a la gente le parece fácil o difícil vivirlo.
Dice también: "Donde lees en los Santos Evangelios a San Pedro o a San Pablo consagrando el Pan eucarístico?"
Esta afirmación muestra una enorme ignorancia, porque en los Evangelios la única Eucaristía que aparece descrita es la de la Última Cena, en la que quien consagró el Cuerpo y la Sangre de Cristo fue el mismo Señor.
Por favor Lee Bien lo que Dice Cristo, que he anotado de la Santa Biblia Jerusalén.
Lo que pudiera haber sido remediado con un matrimonio, con ese hombre con quien convivía o con otro.
Lo que de entre tantos maridos seguramente hubiera habido el tema del divorcio por fornicación.
Usted no sabe griego y lo que piense usted que significa la Escritura, que ni siquiera puede leer en su idioma original, no vale absolutamente nada. A nadie le importa lo que usted piense que significa, lo que importa es lo que dice la columna y fundamento de la verdad, que es la Iglesia.
No se trata de "una interpretación". Es lo que ha enseñado la Iglesia, con la autoridad de Cristo, desde los tiempos del mismo Cristo y es un dogma de fe. Un católico no puede no creer un dogma de fe infalible. Si no lo cree, no es católico.
“Si alguno dijere, que la Iglesia yerra cuando ha enseñado y enseña, según la doctrina del Evangelio y de los Apóstoles, que no se puede disolver el vínculo del Matrimonio por el adulterio de uno de los dos consortes; y cuando enseña que ninguno de los dos, ni aun el inocente que no dio motivo al adulterio, puede contraer otro Matrimonio viviendo el otro consorte; y que cae en fornicación el que se casare con otra dejada la primera por adúltera, o la que, dejando al adúltero, se casare con otro; sea anatema” (Concilio de Trento, Canon VII sobre el sacramento del matrimonio).
Si usted niega un dogma de fe, no puede presentarse aquí como católico, porque está mintiendo. Y si miente, borraré sus comentarios.
Y, francamente, si tengo que leer otra tontería sobre los millones de protestantes que no se hacen católicos porque la Iglesia no admite el divorcio, me va a dar un síncope. Si no tiene ni idea de lo que es el protestantismo, no hable de ello.
(Buscamos) madurar un verdadero discernimiento espiritual y encontrar soluciones concretas a las muchas dificultades e importantes desafíos que la familia debe afrontar en nuestros días”
En una sugestiva frase, Francisco les pidió a los fieles su oración por este debate “para que aquello que nos parezca impuro, nos escandalice o espanta, Dios -haciéndolo pasar por su 'hora'- lo pueda transformar en milagro”.
Esas palabras parecieron una alusión sobre todo a la prohibición que pesa sobre los católicos divorciados en nueva unión que actualmente no pueden comulgar.
Esperemos que los Obispos latinoamericanos se hagan eco y en el Sínodo nos hagan sentir que tanta prédica papal no haya caído en saco roto.
Desde La Barca, (www.labarcaglobal.blogspot.com) quizás el único blog independiente hecho por y para católicos divorciados en nueva unión de todo el mundo, elevamos nuestra mirada al Cielo esperando que el Espíritu Santo ilumine a todos los que tienen en sus manos terminar con el sufrimiento y la discriminación que tantos creyentes comprometidos estamos padeciendo.
Mientras tanto y siguiendo su derrotero seguiremos HACIENDO LIO.
Mundy
[email protected]
Dejar un comentario