Propuesta para el Sínodo (I): saco y cenizas
He escrito mucho sobre las polémicas previas al Sínodo de los obispos sobre la familia y creo que ha llegado ya el momento de que no me limite a criticar, sino que ofrezca mis propias propuestas.
He estado pensando un tiempo sobre qué tema debía abordar primero y, finalmente, me he decidido por lo que considero más importante de todo. Hasta tal punto me parece importante que estoy convencido de que, si no se hace, el Sínodo será, en el mejor de los casos, un fracaso y, en el peor, lo que conseguirá será ahondar en los mismos problemas, errores y pecados que nos han llevado a la situación actual.
¿Cuál es mi primera propuesta? Saco y cenizas. Penitencia.
Hace ya años, desde el tiempo postconciliar, se oye hablar con frecuencia de los “signos de los tiempos”. Aparentemente, según los que insisten en este tema, los signos de los tiempos son cosas como el deseo generalizado de cambiar una esposa con arrugas o antipática por un modelo nuevo y mejorado, las ganas de tener relaciones sexuales con quien uno quiera y cuando uno quiera, el deseo de vivir egoístamente el matrimonio sin dar la vida por los hijos, la exigencia por parte de muchos de que la Iglesia apruebe como virtuoso el mal que les atrae a ellos en particular… y esos signos de los tiempos sugieren que la Iglesia debería adaptarse por completo a los nuevos tiempos, cambiando su doctrina y sus normas disciplinares.
Cualquier lector sensato, sin embargo, sabe que, lejos de ser signos de nuestro tiempo, son rasgos y tentaciones comunes a los seres humanos de absolutamente todas las épocas. No se me ocurre nada más triste para un cristiano que pensar y proclamar desvergonzadamente que los pecados son signos de los tiempos y señales de la voluntad de Dios. Es más, confundir esas dos cosas se parece extrañamente al pecado contra el Espíritu Santo, por el que algunos judíos igualaban el Espíritu de Cristo con las obras de Satanás (cf. Mt 12,24-32).
Por definición, los signos de los tiempos son características específicas de nuestra época, que la diferencian de las demás, no algo tan constante (y tan aburrido) en la historia humana como el pecado. Si queremos encontrar esos signos de los tiempos, de modo que pueden ayudarnos a discernir la voluntad de Dios para nosotros hoy, lo que tenemos que hacer es fijarnos en lo que verdaderamente es diferente en nuestra época de otras épocas pasadas.
Vamos a señalar, a modo de ejemplo, algunos de los evidentes signos de los tiempos propios de aquellas iglesias de occidente que se han descristianizado en una apostasía generalizada y nos fijaremos sobre todo en el matrimonio y la familia: el 80 o 90% de los bautizados no va a misa, ni siquiera los domingos; los matrimonios en no pocas iglesias locales se han reducido en tres cuartas partes a lo largo de pocos decenios; las prácticas anticonceptivas han invadido la mayor parte de los matrimonios católicos, que las usan sin mala conciencia, en buena parte porque la Humanae Vitae fue silenciada por conferencias episcopales enteras y, entre muchos clérigos, la anticoncepción parece haber sido aceptada como lícita o al menos inevitable y no se combate con la luz de la verdad; en pocos años, el número de hijos ha disminuido a menos de la tercera parte; no hay apenas transmisión de la fe de padres a hijos, porque nadie da lo que no tiene; prácticamente nunca se predica sobre males como la pornografía, la fecundación in vitro o la anticoncepción y algunos conocidos teólogos los alaban en vez de combatirlos; la plaga del divorcio se extiende entre los católicos y hay incluso obispos y cardenales que plantean introducirla en la Iglesia contra las propias palabras de Cristo. Son cosas que habrían dejado asombrados a cualquier católico de hace cien años.
Pues bien, siendo ésta la realidad de matrimonios y familias, los obispos pretenden reunirse en sínodo para hablar de la doctrina católica sobre la familia, aunque saben perfectamente que en sus diócesis una gran parte de sus propios sacerdotes niegan habitualmente la doctrina católica acerca de esos graves pecados señalados y así se lo enseñan a los fieles. Algunos usan como argumento para excusar la falsedad de su enseñanza que los laicos no creen la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad y la vida familiar, cuando cualquier católico sabe que durante décadas y décadas esa doctrina ha sido silenciada o directamente negada desde los púlpitos, en los confesionarios, en los cursos prematrimoniales y en las salas de catequesis.
El mismo Papa señala que puede que la mitad de todos los matrimonios cristianos sean nulos, pero al parecer, en las diócesis y parroquias ninguno de los responsables concretos de que esos matrimonios no se estén realizando según la voluntad de Dios y las normas de la Iglesia cree tener responsabilidad alguna por ello. Los teólogos que se ríen de la moral católica son elogiados, financiados y promovidos por universidades, editoriales, librerías y congregaciones religiosas católicas. En multitud de países, los católicos (incluida una gran parte del clero) piensan, votan y actúan absolutamente igual que el mundo y ahora no pocos de sus obispos, en lugar de evangelizarlos, proponen cambiar el Evangelio para que sea más mundano y así deje de parecer extraño que los católicos piensen como el mundo.
¿Signos de los tiempos? No hay mayor signo de los tiempos que el hecho asombroso de que los mayores enemigos de la enseñanza de la Iglesia, tanto en la teoría como en la práctica, estén dentro de la propia Iglesia. Por supuesto, siempre ha habido pecados y pecadores en la Iglesia, pero esta amplísima revuelta contra la doctrina católica, especialmente por parte de los encargados de enseñar esa doctrina es algo excepcional y ha causado o permitido que se causen la mayor parte de los males que aquejan a las familias católicas de hoy.
¿De verdad no hay nadie que sea capaz de interpretar ese evidente signo de los tiempos? ¿Es que nadie recuerda ya la terrible segunda parte de la parábola de Cristo?
“Pero si aquel siervo dice en su corazón: “Mi señor tardará en venir; y empieza a golpear a los criados y a las criadas, y a comer, a beber y a embriagarse; el señor de aquel siervo llegará un día, cuando él no lo espera y a una hora que no sabe, y lo azotará severamente, y le asignará un lugar con los incrédulos. Y aquel siervo que sabía la voluntad de su señor, y que no se preparó ni obró conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que no la sabía, e hizo cosas que merecían castigo, será azotado poco. A todo el que se le haya dado mucho, mucho se demandará de él; y al que mucho le han confiado, más le exigirán” (Lc 12,45-48)
Hemos recibido mucho de los siglos cristianos del pasado. Muchísimo. Se nos confiaron países en los que prácticamente toda la población se consideraba católica, en que, como mínimo, la moral familiar cristiana era aceptada como la verdad, aunque la debilidad humana, como es lógico, siempre estuviera presente. Se nos dio una riquísima doctrina católica y reflexión teológica y bíblica sobre la vida familiar, se nos dieron los ejemplos de tantísimas familias cristianas santas a lo largo de dos milenios de cristianismo… ¿Y qué hemos hecho? Nada y peor que nada. Despilfarrar el capital de siglos y siglos, malgastando, como el hijo pródigo, la herencia recibida. Intentar parecernos todo lo posible al mundo, cambiando la buena noticia de Jesucristo por una salvación mundana, por la utopía más descabellada, por la (antepen)última moda que llegaba a nuestros oídos. Aprovechar el prestigio que tenían hábitos y sotanas para despeñar a las ovejas. Destruir, en fin, que es mucho más fácil que construir.
El resultado era inevitable: muerte, confusión y lamentos. La sal se ha vuelto sosa y el mundo se muere porque le falta la verdadera Vida de Dios. La temperatura por defecto de los católicos hoy es la tibieza. El amor por la Cruz de Cristo (o al menos el deseo de llegar a amarla) ha sido sustituido por un horror a esa misma Cruz y el intento de desterrarla de la predicación, de la devoción y de la vida moral. La luz nos molesta y se pide que sea sustituida por una penumbra mucho más cómoda, en la que todos los gatos sean pardos y no existan ni el vicio ni la virtud. La desesperanza de los que quieren convencernos de que es imposible salir del pecado se presenta impíamente como “misericordia” y el engaño y la mentira como “tolerancia”. Sion deserta facta est, Jerusalem desolata est (Is 64,10).
La solución es sencilla y la conocemos desde que somos niños: arrepentirse, reconocer el propio pecado y pedir perdón. Tenemos que pedir perdón, encabezados por los que mayor responsabilidad tienen en estas enormes infidelidades colectivas, que son, con todo el respeto del mundo, los obispos y sacerdotes. Los que han actuado como guías ciegos, con grandes y prestigiosas vigas en los ojos, y han conducido al hoyo a tres cuartas partes de los católicos tendrán que reconocer su responsabilidad en el desastre antes de reunirse a pontificar sobre lo que hay que hacer para solucionarlo.
Y como también los seglares tendríamos que haber rezado más por ellos, haberles sostenido en su debilidad y haber evangelizado a tiempo y a destiempo, la Iglesia entera debe hacer penitencia por la culpa que todos tenemos en este desastre que, como dirían en inglés, es de “proporciones bíblicas”. Yo no soy un profeta, ni hace falta que lo sea, porque hace mucho tiempo ya que Dios envió a un profeta para decirlo con toda lucidez:
“Tocad trompeta en Sion, promulgad ayuno, convocad asamblea, reunid al pueblo, santificad la asamblea, congregad a los ancianos, reunid a los pequeños y a los niños de pecho. Salga el novio de su aposento y la novia de su alcoba. Entre el pórtico y el altar, lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: Perdona, oh Señor, a tu pueblo, y no entregues tu heredad al oprobio, a la burla entre las naciones. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?” (Jl 2,15-17).
Si esto no se hace, me temo que todos los documentos, reuniones, exhortaciones apostólicas, discursos y montañas de papeles del Sínodo no servirán absolutamente de nada. No digo de poco, sino de nada, porque aferrándonos a nuestros pecados no podemos ni llegar a conocer, ni menos a hacer la voluntad de Dios. “¿Qué unión hay entre la luz y las tinieblas? ¿Qué armonía entre Cristo y Belial?” (cf. 2Co 6,14-15).
Para que el Sínodo sirva para algo, debe comenzar con un tiempo prolongado y sincero de penitencia, a ser posible encabezado por el mismo Papa, con los gestos públicos adecuados que no le será difícil elegir, llorando por sus propios pecados y por los del resto del pueblo y pidiendo a la Madre de Dios que nos enseñe cómo debe ser una familia cristiana. Imítenlo los obispos en sus diócesis, vestidos de saco y ceniza, seguidos por todos sus sacerdotes y por el pueblo fiel, unidos en un llanto que suplique del cielo la misericordia que no han merecido nuestras obras.
Por supuesto, la penitencia debe estar seguida por la conversión. Si el gran problema de nuestra época es que en tantas catedrales y parroquias de Occidente se oculta o se niega la doctrina católica, es absurdo discutir sobre lenguajes y planes de pastoral para renovar la vida cristiana en matrimonios y familias, mientras no se recupere en los pastores la fidelidad a su misión de enseñar al pueblo la verdad católica sobre matrimonio, familia y tantas otras cuestiones fundamentales. No tiene, por ejemplo, ningún sentido hablar de la atención a los divorciados si no se hace todo lo posible y lo imposible por formar, defender y sostener a los matrimonios católicos para que no separen lo que Dios ha unido, para que no sean dañados por los horrores propios del divorcio. Es ridículo hablar de misericordia, si no decimos al mismo tiempo la verdad. “Conviértenos, Señor, y nos convertiremos a ti” (Lam 5,21).
O nos vestimos de saco y ceniza para convertirnos y pedir perdón o continuamos por el camino ancho, que lleva a la perdición y la extinción. No hay otra posibilidad. Que Dios nos ayude a escoger bien.
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Polémicas matrimoniales (I): la comunión como premio
Polémicas matrimoniales (II): la comunión espiritual
Polémicas matrimoniales (III): Domingo de Pascua
Polémicas matrimoniales (IV): un tema doctrinal
Polémicas matrimoniales (V): el perro verde y una brecha en la muralla
Polémicas matrimoniales (VI): D. Joan Carreras del Rincón
Polémicas matrimoniales (VII): Respuestas de D. Joan Carreras del Rincón
Polémicas matrimoniales (VIII): San Jerónimo
Polémicas matrimoniales (IX): Mons. Vesco y la indisolubilidad disoluble
Polémicas matrimoniales (X): la equidistancia entre la verdad y el error
Polémicas matrimoniales (XI): realidad y no ficción
Polémicas matrimoniales (XII): la analogía con la Lumen Gentium
Polémicas matrimoniales (XIII): supresión de la responsabilidad moral
Polémicas matrimoniales (XIV): el olor a oveja y el olor a Cristo
Polémicas matrimoniales (XV): Fr. Hunwicke
Polémicas matrimoniales (XVI): negar la comunión
Polémicas matrimoniales (XVII): la ley mosaica
Polémicas matrimoniales (XVIII): Mons. Santiago Agrelo
Polémicas matrimoniales (XIX): cardenal Sistach
Polémicas matrimoniales (XX): Mons. Bonny, obispo de Amberes
Polémicas matrimoniales (XXI): Conferencia Episcopal Alemana
Polémicas matrimoniales (XXII): otra vez el Secretario del Sínodo
Polémicas matrimoniales (XXIII): el cardenal Marx nos da una alegría
"que lo blanco que yo veo, creer que es negro, si la Iglesia jerárquica así lo determina". S. Ignacio de Loyola
"Hermanos, para celebrar dignamente este sagrado Sínodo, comencemos por reconocer humildemente nuestros pecados, especialmente los cometidos contra el matrimonio y la familia".
"Yo confieso ante Dios todopoderoso", etc.
Mi duda es si esta crisis de la Iglesia no esconde un mal mucho más profundo. Ya lo dijo S.Pablo en su epistola a los Corintios (osea que la cosa muy nueva no es)..."si los muertos no resucitan, comamos y bebamos que mañana moriremos" (creo q la cita era así).
Que el mundo se comporte así tiene su lógica. Pero que cierta parte de la Iglesia que debe mirar a un horizonte más lejano, se quede en el aquí y el ahora... es cuando menos signo de mundanidad.
Si tenemos claro que hay un "después" esperándonos, todo irá enfocado a ello.
Si no...pues eso...comamos aquí.
Y cuidado, Loyolo: que ni la Jerarquía ni el Sto. Padre tienen potestad para cambiar un punto de las palabras de Cristo.
Pero son ellos los que mejor interpretan las Escrituras y la Tradición. No cometamos el error de los protestantes o lefevrianos.
"Mandaré a mis dos testigos para que profeticen, durante mil doscientos sesenta días, VESTIDOS DE SACO . Estos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Señor de la Tierra,..(Ap. 11,3-4)
Estos dos testigos olivos dando a entender que son de estirpe judía. Y candeleros en la mano de Jesús tenidos y sostenidos (Ap.1,20) son la iglesia de Esmirna (Ap.2,8) y la iglesia de Filadelfia (Ap.3,7-13)
Uno de ellos, Filadelfia, lleva largo tiempo esperando a que Esmirna dé el sí en aceptar su misión como iglesia de fin de tiempo para empezar a profetizar según está escrito. (Ap. 11,1-14)
Pero antes el mundo Tierra tendrá que ver y soportar la prueba que Jesús tiene preparada (Ap. 4,10) para probar a los moradores de este planeta Tierra.
Malos pastores que confunden al pueblo y llaman bien a lo que está mal y viceversa los ha habido desde tiempos antiguos. Isaías ya denunciaba a éstos en esos tremendos versículos:
"Ay de los que llaman al bien mal y al mal bien, que toman las tinieblas por luz y a la luz por tinieblas, que consideran a lo amargo dulce y a lo dulce amargo" (Is. 5,29).
Y Jeremías denunciará a los "pastores que destruyen y dispersan las ovejas del rebaño del Señor" (Jer. 23,1).
Nada nuevo pues bajo el sol. Lo que sí es específico de nuestra época es lo que ya profetizaba el Señor para los últimos tiempos, una acumulación de tantos males que desnortará incluso a muchos elegidos: "la maldad reinante -decía Jesús- enfriará la caridad de muchos" (Mt. 24,12).
Sinceramente, nadie puede negar que si a una época de la humanidad le cuadran esas palabras es a la nuestra.
La anticoncepción, por ejemplo, un gravísimo mal, antesala de la cultura de la muerte, que no puede ser silenciado. Hay que dar aviso. Y primero, saco y cenizas.
Muchos son los males que nos aquejan, y hay que combatirlos con las buenas armas de Cristo, sin desperdiciar ninguna gracia de combate. Y esto hace infocatólica, dar aviso de que estamos en guerra contra las tinieblas.
Y si el Espíritu Santo nos concede ponemos delante del Balrog, le gritaremos con voz clara y potente: -no puedes pasar!
La Iglesia, no obstante, fundándose en la Sagrada Escritura reafirma su práxis de no admitir a la comunión eucarística a los divorciados que se casan otra vez. Son ellos los que no pueden ser admitidos, dado que su estado y situación de vida contradicen objetivamente la unión de amor entre Cristo y la Iglesia, significada y actualizada en la Eucaristía. Hay además otro motivo pastoral: si se admitieran estas personas a la Eucaristía, los fieles serían inducidos a error y confusión acerca de la doctrina de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio.
San Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 84
Y no entenderás que haya cardenales y obispos que quieran pisotear esa clara enseñanza de la Iglesia.
De hecho, también sabrás que:
“Así pues, se deduce claramente que el Magisterio de la Iglesia enseña la no extensión de la potestad del Romano Pontífice a los matrimonios sacramentales ratos y consumados como doctrina que se ha de considerar definitiva...” (S. Juan Pablo II, discurso de 21/1/2000 al Tribunal de la Rota Romana, nº 8)
Si es así, vas por buen camino.
El problema es que el signo de los tiempos es que lo que era pecado y siempre ha sido pecado, ya no lo es y nunca lo fue. Que la Iglesia ha metido un patón enorme durante siglos. Que la Biblia es un rollo macabeo y solo valen 4 frases y no podemos estar seguro siquiera si fueron dichas por Jesús.
Ese es el signo de los tiempos: que los católicos la hemos "liado parda" y hemos oprimido la naturaleza humana durante milenios.
¡Y a ver quién es el guapo que baja del burro a esta sociedad que eso piensa!
Y comenzar con una Misa, como ha dicho el Padre Iraburu es muy importante.
Muchos estamos de acuerdo con esta edificante propuesta de Bruno, que sea una completa realidad para crecer en la verdadera espiritualidad y santidad.
"No habrá servido absolutamente de nada"
Es que no son cosas independientes. Para enseñar bien la doctrina de Cristo, primero hay que reconocer los propios pecados y responsabilidad en esa misma tarea.
Muchas gracias. Es un honor estar en tan buena compañía.
Que el Espíritu Santo nos ilumine a todos para ser completamente fieles a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo.
El Papa también es un obispo. Y, si no recuerdo mal, he indicado en el artículo que debería encabezar la penitencia, llorando por sus propios pecados y por los de toda la Iglesia en este ámbito. Todo ministerio en la Iglesia conlleva una gran responsabilidad, de la que un día se nos pedirá cuentas.
Saludos cordiales.
Si no se arregla la mens conforme la verdad natural y conforme la fe, no se puede cambiar la vida. La inteligencia iluminada por la fe es la regla de la vida moral. Si falta la verdad, ¿cómo se vivirá una vida moral? ¿cómo se hace una pastoral sin fe íntegra?
Cada vez extraño más a Benedicto.
Porque no bastaron Juan Pablo II, ni Benedicto XVI para cortar las prácticas, que venían poniendo por obra desde décadas y que ahora pretenden expandir por toda la "CATHOLICA".
Porque...esa "sic dicta retractación de Kasper" es lo más entreverado, que se puede pensar. "EL Papa no apoya mi propuesta, pero hay muchos obispos de mi lado". ¿"Su" propuesta encuentra apoyo en el Evangelio y la genuina tradición de la Iglesia o es un embrollado conjunto de sofismas?
¿Los diversos Kasper, Lehmann, Marx, Hünnermann y tantos ilustres "Wissenschaftler" admitirán alguna vez, que, desde su altivez han despreciado al episcopado africano, polaco y los de tantas otras latitudes o permanecerán pertinaces en su pretensión de imponer la "Deutsche Weltanschauung" a todo el mundo católico?
Porque Nínive oró la Misericordia de Dios la perdonó, estoy segura que la Verdad de la Iglesia prevalecerá sobre el mundo.
"Son las consecuencias del nominalismo voluntarista masivo, y el brutal cambio de paradigma en el pensamiento del católico"
Sí, escribí hace poco tiempo sobre ese mismo tema. Es algo que todo pensador católico (y no católico) debería tener en cuenta:
La desistencia de la autoridad en la Iglesia
"Si no se arregla la mens conforme la verdad natural y conforme la fe, no se puede cambiar la vida. La inteligencia iluminada por la fe es la regla de la vida moral."
La sombra del nominalismo voluntarista es alargada.
Pero de nada sirve la reforma moral sin verdad. Un moralista sin verdad es más peligroso que un gorila borracho.
Algo lindante con la acidia.
Ciertamente apasionante. Un buen tema para las tertulias de don Gabino.
Mirando a Lutero, uno de los grandes representantes de la tendencia, yo añadiría la reducción de la fe a mera esperanza irracional. La fe fiducial, que a su vez ha dado lugar a las utopías seculares que tan malos frutos dieron en el siglo XX.
[...]
Es decir, habrían llegado a la conclusión del que el NOM es voluntad de Dios (!!!) y que por tanto, en vez de oponerse a él, hay que colaborar con él.
Son los mismos, por lo general, que critican a la "Iglesia constantiniana" y a la "Cristiandad", pero en realidad ellos quieren reeditar la Cristiandad, con el NOM en lugar del Imperio Romano y David Rockefeller en lugar de Constantino.
La diferencia, crucial, es que el Imperio Romano adoptó la fe católica, mientras que aquí se trataría de que la Iglesia reniegue de su doctrina para adoptar los postulados relativistas, naturalistas, en definitiva, masónicos, del NOM.
Es posible que estos prelados aspiren a convertir a la Iglesia en la oficina religiosa del NOM.
Por eso digo y sostengo que vivimos en la peor crisis de toda la historia de la Iglesia.
Saludos cordiales.
Lo siento, pero no vamos a desviar el tema del post hacia Mons. Lefebvre y la SSPX. Ciñámonos, en la medida de lo posible, al tema tratado.
Una vez aceptado que lo que sucede, sucede porque tiene que suceder, no queda otra que adaptarse. Algunos con reservas, como hizo Juan Pablo II en aspectos heroicos, como la defensa íntegra de la moral sexual. Otros, ni eso.
Ese es el derrotero de buena parte de la jerarquía durante las últimas décadas, empezando por el discípulo más augusto de Jacques Maritain.
El miedo de algunos hace que se nuble su entendimiento y no sean capaces de ver los buenos frutos que ya está teniendo el Sínodo y que tendrá.
También participó, tengo entendido, en algún evento organizado por el "Congress for Cultural Freedom", patrocinado por la Fundación Ford, pero en realidad manejado por la CIA para apoyar a la izquierda no marxista o no comunista en Europa, en un intento por detener el avance comunista europeo después de la guerra, que se apoyaba en el lema de la "paz" contra EE.UU. que tenía la bomba atómica.
Obviamente que ni Maritain ni los otros intelectuales que participaban en estos eventos tenían porqué saber que era una operación de la CIA, eso se supo mucho después.
Y el asunto es que después de la segunda guerra mundial había que alinearse con los "aliados", que comprendían a los liberales, masones, comunistas, y que gravitaban todos, téngase presente, en torno a Wall Street.
Saludos cordiales.
No, [...].
solo dejas lo que te cito a ti!
Como ya le he dicho, no vamos a seguir por ese camino.
En cuanto a lo que dice sobre el Sínodo, conviene recordar que el Sínodo, al igual que las Conferencias Episcopales, no tiene autoridad doctrinal por sí mismo. Lo que tiene autoridad doctrinal es la exhortación apostólica postsinodal que, si lo desea, escribe el Papa después del sínodo.
En cuanto a los buenos frutos del Sínodo, estoy de acuerdo: por ejemplo, por fin han salido a la luz una serie de obispos que, tristemente, no parecen aceptar la fe católica. Eso era necesario para poder corregirlos y evitar que hicieran daño. Además de eso, están surgiendo estupendas defensas del matrimonio y la doctrina católica como reacción a las barbaridades dichas por esos obispos y cardenales, lo que también es estupendo. Oportet haereses esse.
Y, si Dios quiere, habrá otros frutos. Sobre todo si, como sugiero en el artículo, se hace penitencia y se pide perdón a Dios por lo mal que lo hemos hecho durante décadas y décadas en este ámbito.
No me llame mentiroso.
2º comentario a las 5.26am. cita de S.Ignacio de Loyola para que se relaje el clima apocalíptico de algunos
Lo siento, pero no está permitido en este blog acusar a otros comentaristas de mentir.
Sr. Loyolo: Lamento haberle denominado mentiroso; Pero me reafirmo en que su cita sobre S. Ignacio no es pertinente ni apropiada al tema en cuestión.
La Verdad (si, con V. mayúscula, como ud. ha escrito) no la puede definir el Sínodo.
Esa cita de S Ignacio (vaya si ha traído cola) se encuentra en el contexto del 4ºvoto de obediencia al Papa de los jesuitas.
La exhortación apostólica post-sinodal es la que tendrá autoridad doctrinal (~= Verdad), como dice el bloguero, no el sínodo en sí. (Madre mía, aquí hay que hilar muy fino).
Me siento interpelado personalmente y me da vértigo pensar que tengo mucho que cambiar.
Nuestros países europeos, otrora cristianos, se han vuelto a las fábulas, y son como la puerca que después de lavada se revuelva en el barro, o como el perro que vuelve a su vómito, y, al fin, acaban peor que antes de su conversión al cristianismo. Y esto no puede, no debe quedar sin expiación.
Mientras tanto, creo efectivamente que lo que toca es penitencia (como pidió el ángel con la espada de fuego junto a la Virgen María en la visión del tercer secreto de Fátima) y reparación. Pero como no la va a haber, salvo en elementos llenos de gracia, Dios mismo enviará su penitencia en forma de Aviso y posterior castigo. Porque quien no quiera pasar por la misericordia de Dios (confesión y cambio de vida) deberá pasar por su Justicia (Revelaciones de Cristo a Santa Faustina Kowalska). Y ya es tanto el caudal de mal en el mundo, que no se detendrá por mano humana, sino por intervención divina (la Parusía). Roguemos por nuestros hermanos y por nosotros mismos, para que nos convirtamos más cada día, y para que cuando Él llegue, nos encuentre con las lámparas encendidas.
A ese punto le respondí en mi comentario de las 9.42: que "YO VEO".
Le aconsejo que se repase la relación entre la Verdad y la Iglesia, y sus relaciones de "posesión"· y "custodia".
La exhortación post-sinodal tendrá la autoridad devenida del Santo Padre, no del Sínodo, que es consultivo.
¿Qué tan adecuado puede ser el uso de ese término "signos de los tiempos" como una especie de reloj en cuenta regresiva para llegar a la parusía?
Pregunto porque más de uno interpreta la gran apostasía que vivimos como una antesala a la gran tribulación que vivirá la Iglesia. Todo esto puede provocar cierta actitud de dejadez, como para decir "pues yo me tiro muy agusto en mi sillón y que suceda lo que tiene que suceder".
Espero no desviar mucho la discusión.
Un saludo.
Ud. inició el presente debate pretendiendo aplicar la categoria del 4º voto ignaciano a la hipótesis de un cambio doctrinal en la Iglesia Católica. Vulgo: mezcló el cochino con la velocidad.
El que no se ha explicado, nada, nada, ha sido usted, pero no resulta nada facil el hacerselo entender. Soy perseverante, gracias a Dios.
Disculpe que no me haya interesa do por el tema: como progresa su ilustración sobre las realaciones entre "doctrina revelada" e "Iglesia"; adecuadamente?
Gracias de nuevo.
Nunca he pensado que Francisco vaya a hacer un cambio doctrinal. Sólo hay que revisar mis comentarios.
Le ha traicionado el subconsciente.
Mejor ser pocos y realmente fieles que muchos y apóstatas en su gran mayoría. La Iglesia Católica debe dejar clara en el final del Sínodo cual es la línea pastoral conforme con la sana Doctrina y cual no. De lo contrario la Iglesia Católica será una Iglesia un tanto caótica y cismática de facto aunque no de iure.
El problema es que no todo el mundo sabe hacer este discernimiento, y la confusión será mayor aún.
Por eso el post de Bruno es TAN oportuno.
Hagamos penitencia, por amor de Dios, y no nos resistamos a lo que Dios quiera permitir, que si nos ha puesto en este momento de la historia de la Iglesia, no nos negará la gracia suficiente para afrontarlo.
El saco y la ceniza sirve, si la memoria no me falla, Santo Domingo fundó primero las monjas inesitas que fueron el apoyo de las otras obras emprendidas después. No vamos a decir que como los dominicos están en decadencia hoy, la oración de las inesitas no sirvió.
Oración y penitencia.
"Cuando un pronunciamiento con rango magisterial sea contrario a la interpretación que la línea editorial de Infocatólica hace de la doctrina de la Iglesia, téngase por no puesto. El que lo obedeciera sea anatema. Los seguidores de Infocatólica tienen el derecho, y el deber, de desobedecerlo, apartarse de la Iglesia de Cristo y proclamar abiertamente el comienzo de la parousía."
Los Obispos, cuando enseñan en comunión con el Romano Pontífice, deben ser respetados por todos como testigos de la verdad divina y católica; los fieles, por su parte, en materia de fe y costumbres, deben aceptar el juicio de su Obispo, dado en nombre de Cristo, y deben adherirse a él con religioso respeto. Este obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento de modo particular ha de ser prestado al magisterio auténtico del Romano Pontífice aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él, según su manifiesta mente y voluntad, que se colige principalmente ya sea por la índole de los documentos, ya sea por la frecuente proposición de la misma doctrina, ya sea por la forma de decirlo.
Lumen Gentium 25
Aquí tenéis los deberes hechos
"Pero el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado, por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer".
Dei Verbum 10
De tal manera que si algún pronunciamiento pretende estar sobre la Palabra de Dios o sobre el magisterio dogmático previo, no puede ser considerado magisterial de manera alguna.
Como tal cosa no ha ocurrido, no cabe esperar que ocurra.
En InfoCatólica nos limitamos a recordar lo que enseña la Escritura y lo que ha enseñado el Magisterio de forma INFALIBLE en doctrinas con rango de dogma de fe (p.e, lo de Trento sobre divorciados vueltos a casar y la necesidad de estar en gracia para acceder a la comunión eucarística). Y si es infalible, es irreformable. Para hacer tal cosa no es necesario ser obispo. Basta ser católico.
Para que me entiendas. Un Papa, un sínodo o un concilio ecuménico no puede aprobar que haya segundos matrimonios mientras vivan los cónyuges de un primer matrimonio.
Pero hombre, ¿por qué tergiversas de esa forma las cosas? Nadie dice eso y tú lo sabes perfectamente. Lo único que se dice (y es algo en lo que no puede no estar de acuerdo un católico) es que el Magisterio no puede contradecir las verdades enseñadas por el mismo Magisterio de forma infalible.
Tú, en cambio, montas un falso dilema, del estilo de ¿y si el Papa mañana afirmase como dogma de fe que la Virgen no es inmaculada desde su concepción? Es un falso dilema, porque si decimos que entonces aceptaríamos que la Virgen no es inmaculada desde su concepción, a pesar del dogma de Pío IX, estaríamos aceptando que la verdad es cambiante con el tiempo, algo que es absurdo. Y si decimos que no lo aceptaríamos, nos acusas de que no somos católicos porque no aceptamos los dogmas.
El "truco" está en que te basas en futuribles en lugar de basarte en la realidad. Nosotros, en cambio, señalamos y defendemos con firmeza lo que enseña la Iglesia sobre el matrimonio y el divorcio (no lo que enseña la línea editorial de infocatólica, como tan maliciosamente sugieres) y, por hacerlo, nos criticas y te burlas de nosotros. En realidad, quienes de hecho (no en futuribles) rechazan la doctrina de la Iglesia son los cardenales Kasper y Marx, Mons. Bonny, etc. y, cuando lo señalamos, pones el grito en el cielo.
Si quieres, puedes intentar mostrar que no entendemos bien lo que enseña la Iglesia o alguna otra cosa que se te ocurra, pero eso que haces no es argumentar. Son trampas saduceas de la peor especie. Y no ayudan en nada a conocer la verdad.
No sé si se ha fijado en las palabras "cuando enseñan en comunión con el Romano Pontífice" dentro del texto que cita. Cuando un obispo se aparta de lo enseñado, por ejemplo, por Trento, deja de estar en comunión con la Iglesia y sus palabras no sólo no deben ser obedecidas, sino que es obligación moral de todo católico resistirlas.
Nestorio, Ulfilas, Pablo de Samosata o Eusebio de Nicomedia eran obispos.
Me alegro de verte por aquí y de estar de acuerdo contigo.
Saludos.
Dios la bendiga! Bruno excelente articulo! Agradezco todos los comentarios clarificadores.
Frente al actuar de quienes pertenecen a más altas "esféras" de la iglesia, mi familia, iglesia doméstica, aparece ante mí como una pequeña "burbuja", como una pompa de jabón: un instante en la historia de la humanidad. Sublime instante, sin embargo, puesto que define la forma de la iglesia toda. Tras-lúcida para dejar ver dentro de esa transparencia que la constituye esa otra transparencia que contiene.
¿Qué hace que cada burbuja se constituya siempre una perfecta burbuja: esa figura que es al mismo tiempo el fondo, el contenedor que es en el mismo momento el contenido? ¿Qué es lo que hace que cada familia cristiana sea una familia cristiana? El Evangelio. Cambialo y ya no habrá burbujas. Habrá miles de formas, la que le de la gana a cada uno, formas de lo más domésticas, pero ya no iglesia. Pienso en el reflejo del mundo que llevamos pegado a la superficie, y como nos veremos desde fuera deformados por otras perspectivas. Pienso en lo fácil que resulta atravesarla con un dedo y quedar inmersos en el vacío del mundo. Informes. Y pienso como hacer que dure el mayor tiempo posible, lo eterno: revistiéndola de Evangelio, capa a capa, día a día.
Me interpela la opacidad de la tibieza, que amenaza con empañarlo todo y dejarnos ciegos y a la deriva. Pienso que soy madre y que se me han encomendado estos hijos y que por ellos tengo la tarea de mantener fiel al Evangelio nuestra iglesia doméstica. Me pregunto que tan sólidas son estas paredes. Pienso en lo que hoy he hecho bien, y en lo que he hecho mal.
El llamado es concreto, y está inmerso en mi tarea diaria: poner el termómetro a la familia. ¿Está en 36,5°? ¿En 37,3°? Pues debiera estar por los 40°, aun cuando no se esté del todo cómodo y a gusto.
Menos ibuprofeno y más purgante.
Pues no es que no pueda, es que no tiene sentido plantear la cuestión. Porque contradice la misma noción de Dios, de creación y de omnipotencia. La voluntad sigue al ser, no al revés. La voluntad sigue a la inteligencia, la voluntad es inteligible, la voluntad no puede alterar el orden de la inteligencia.
Del mismo modo, tampoco tienen sentido plantear qué pasaría si un Papa define un dogma que contradice otro dogma. No tiene sentido la cuestión, porque contradice la misma noción de dogma, contradice la misma noción de verdad, contradice la misma noción de Papa.
Pero eso no es la Iglesia, es otra cosa.
A lo que iba con la Lumen Gentium 25 es a que lo que saldrá del Sínodo será bueno para la Iglesia.
Eso no significa que ahora no haya pastores que creen confusión o que directamente vayan contra el magisterio (Kasper, Marx...) y que no los haya luego. Los habrá, hay que tener esto claro.
La pena es el miedo que le tienen a este Papa muchos católicos. Desconfían completamente de él.
La confianza absoluta, sólo en Dios. Maldito sea el hombre que confía en el hombre, dice el profeta.
Tampoco esto se sigue de la doctrina católica. De un Sínodo puede salir un completo desastre, como de un cónclave o de un concilio o de un pontificado. La Historia de la Iglesia está llena de ejemplos.
El exito no está asegurado por el Espíritu Santo.
Iba a responder, pero creo que Luis lo ha indicado muy bien. Dios no lo hace todo, de manera que sólo tengamos que sentarnos a esperar. La vida cristiana es un combate y no es extraño que un sínodo lo sea también.
Otra cosa es que Dios pueda sacar un bien hasta de los desastres e incluso de los pecados, pero eso no quita que un desastre sea un desastre y un pecado sea un pecado. Además de confiar en Dios, hay que luchar para evitar los desastres y para no pecar.
La Iglesia, hoy, es la misma que fundó Cristo. Los Apóstoles y sus sucesores son vicarios de Dios para el régimen de la Iglesia, fundamentada en la fe y en los Sacramentos de la fe. Y así como no les es lícito establecer otra Iglesia, tampoco pueden transmitir otra Fe ni instituir otros Sacramentos; sino que, por los Sacramentos que brotaron del costado de Cristo pendiente en la Cruz, ha sido construida la Iglesia (SANTO TOMÁS, S. Th. III, q.64, a.2 ad 3).
"No tengáis miedo... Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28, 10.19)
Este es mi mensaje final. Ya me he quedado agusto. Saco y ceniza a full
Pero mi comentario iba dirigido a Virginia.
En todo caso me tenéis que reconocer (y se lo digo también a Luis Fernando: suscribo tu comentario, que conste) que ya que vosotros ponéis (con razón no lo niego) en la necesidad de defender la doctrina, ponga yo el acento en la necesidad de confiar en la Iglesia, el papa y el Espíritu Santo. Y en la interpretación auténtica de la misma.
Estamos de acuerdo en el texto: Luis Fernando pone las negritas en el segundo pàrtafo y yo las pongo en el primero.
Así estamos todos más equilibrados, no sea que a algunos les de por echarse al monte.
de nuevo: no es lo mismo. No mezclen peras con manzanas. Pedro no era alguien personalmente confiable y lo demostró algunas veces. La confianza, que es una expresión eminente de la virtud teologal de la esperanza, sólo puede predicarse respecto de Dios.
Ciertamente, hay que confiar en la Iglesia y amarla. Y el Espíritu Santo no defrauda. No hay que cansarse de repetirlo y me alegro de que lo hagas.
Dicho eso, yo no estoy seguro de que nadie vaya a actuar de manera impecable, ni siquiera yo mismo (especialmente yo mismo). Es más, estoy seguro de que prácticamente todos vamos a actuar mezclando lo bueno con lo malo, es decir, como pecadores. La Iglesia es santa, pero nosotros somos en gran parte pecadores, así que la confianza en la Iglesia no puede ser la del burgués que espera plácidamente en su sofá, sino del guerrero que lucha con todas sus fuerzas en su puesto, a pesar de la fatiga y su debilidad, mientras confía en que su Rey sabe lo que hace, incluso aunque algunos compañeros tiren las armas al suelo y salgan huyendo.
Dios garantiza lo que garantiza. En lo demás, nuestras miserias afloran inevitablemente. No creo que ser consciente de eso haga que amemos menos a la Iglesia. Es más, creo que es la única forma de amar verdaderamente a la Iglesia: con los ojos abiertos y conscientes de la misericordia que Dios tiene con sus miembros, incluido uno mismo. Dios actúa en la debilidad.
La Iglesia conserva la sucesión apostólica.
Los obispos y el papa están puestos por el E.Santo para regir la Iglesia de Dios. (Se que ahora vas a decir que eso no es así, pero te equivocas) Lo dice el apóstol Pablo (Act XX,28)(Concilio de Trento, Doctrina sobre el Sacramento del Orden Denzinger-Schön.1768 (960)). Te gusta Trento, verdad?
Luego cuando muchos decimos que confiamos en el papa en realidad, en lo que confiamos es en el Espíritu Santo
Hay que distinguir. Pensar es distinguir.
Ahí es dónde hay que pensar. En la Doctrina hay que escuchar, leer e interiorizar.
Lee, lee Trento y S. Pablo
A Cristo le pasaba muy a menudo.
" no fue prometido a los sucesores de Pedro el Espíritu Santo para que por revelación suya manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia santamente custodiaran y fielmente expusieran la revelación trasmitida por los Apóstoles, es decir el depósito de la fe".
Curiosamente, esta declaración forma parte de la definición de la infalibilidad papal.
Queda clarísimo que la asistencia del Espíritu Santo no es para definir novedades, sino para custodiar y exponer la doctrina católica de siempre.
Usar la confianza en el Papa y sus potestades para justificar la alteración de la tradición y de la doctrina que siempre ha sustentado la Iglesia es una operación de estafa y terrorismo intelectual.
Ud. me acusa de haberle atribuído la afirmación de que el Sínodo cambiará la doctrina, lo que no correspondería a su intención.
Para ello, me he basado en parte del comentario suyo de 09/06/15 5:26 AM en el que afirmaba que "lo que determine la jerarquía en el Sínodo será la Verdad." En este comentario esta parte ha desaparecido , pero ud. en su comentario de las 09/06/15 5:16 PM, lo reafirma, incluyendo la frase final: "no sean capaces de ver los buenos frutos que ya está teniendo el Sínodo y que tendrá."
Por lo tanto, no me invento. No me acuse infudadamente, por favor.
Prosiga adecuadamente su investigación sobre las relaciones entre la Verdad y la Iglesia. Ánimo!!!
Esperaremos la Exhortación Apostólica Postsinodal ( año siguiente?) que es la autoridad al respecto de lo tratado en el Sínodo., y, DEBEMOS PREPARARNOS CON SACO Y CENIZA.
Lo que está claro es que corresponde a la Iglesia interpretar auténticamente la revelación transmitida por los apóstoles. A la Iglesia y no a un internauta.
Los Lefevrianos entienden que la Dignitatis Humanae altera la revelación transmitida por los apóstoles. La Iglesia entiende que no y esto convierte a los lefrevianos en un grupo marginal.
Hubiera sido interesante que ingocatolics hubiera existido en tiempos del Concilio Vaticano II para poder haber leído la opinión de algunos comentaristas. Muy interesante.
no ha llegado el final del sínodo ni el papa se ha pronunciado. Recemos mientras
en latín se decía quiero recorda " ROMA LOCUtA CAUSA FINITA".
Confiemos como dice Bruno, por cierto no puedo estar más de acuerdo con lo que has dicho, Convirtamonos nosotros.
Donde esta Pedro esta la iglesia.
Así es, y ya lo ha hecho durante los últimos veinte siglos en forma definitiva. Cuestión concluida.
Se debe estudiar, no se pueden decir barbaridades sobre misterios, como la Santisima Trinidad, escribirla en Minuscula,la Palabra Espiritu,y no poner Santo ue es DIOS; no es el espiritu ue vuela!!!!
No soy teologo como vos pero les recomendaria ue lean Los Dones del Espiritu Santo del Padre Philipon!!!!!!Los Fieles debén estudiar, porue tambien tenemos como dices mucha responsabilida.REFORMA,REFORMA.SOLO CRISTO, Y EL ESPIRITU SANTO; UE EXISTEN NOS SACARÄN DE ESTO!!!!!!!!Hay ue Estudiar, las heterodoxias ue obstruyen su acción , la desacralización!!!!a ALGO TAN SAGRADO, como la SANTISIMA MISA, no se puede parecer a un lugar de entretenimiento!!!!!!!!La MUERTE, y el INFIERNO, nos esperán sino salimos de esto.Como los ue luchan, y se convierten podran gozar de la Vision Beatifica, pero el panorama es el ue describes, perdón el teclado tiene una letra ue no funciona
Adelante, a la CONVERSIÖN!!!!!!perdon por las mayúsculas.
Piénsalo y verás que sigues razonando al revés. Te basas en futuribles para quitar fuerza a lo real. Eso no es una argumentación, es la disolución de cualquier argumento racional. Usando el mismo ejemplo que ya cité: es como criticar a los que defienden que no se puede dudar que la Virgen fue concebida sin pecado porque ¿y si el Papa dijera lo contrario? Ergo si defiendes que la Virgen es inmaculada y que ningún católico puede decir lo contrario, ni siquiera el Papa, eres un lefebvriano y te pones por encima del magisterio de la Iglesia.
No se puede razonar así. Lo que nos toca a los católicos no es imaginar extraños futuribles, sino defender la doctrina de la Iglesia real, tal como es, contra los que la niegan.
Esa argumentación, que es utilizada de forma mucho más extrema por Marx, Kasper y Compañía, utiliza ilegítimamente el ministerio petrino, que fue puesto por Cristo al servicio de la verdad, como criterio de escepticismo de la misma doctrina de la Iglesia. Ya sé que lo harán de manera inconsciente, pero es algo verdaderamente diabólico: la roca firme que Cristo puso como cimiento, esa argumentación la convierte en roca para golpear la enseñanza de la Iglesia y convertirla en algo puramente provisional, que siempre se puede negar, porque "¿y si el Papa dijera que tengo razón al negarla?" ¡Corcho! Si ya veinte papas y concilios han dicho que no tienes razón al negarla.
Lo mismo sucede cuando dices "Lo que está claro es que corresponde a la Iglesia interpretar auténticamente la revelación transmitida por los apóstoles. A la Iglesia y no a un internauta". Eso es cierto, pero la conclusión que sacas de ello es errónea, porque la utilizas ilegítimamente para negarnos el derecho de adherirnos firmemente a esa interpretación auténtica que ya ha hecho la Iglesia. Según esa forma de argumentar, la "interpretación auténtica" sólo existiría en un futuro nebuloso y sólo para quitar fuerza a cualquier verdad que podamos conocer hoy, pero nunca actúa para decir: esto ha sido interpretado por la Iglesia, de forma irreformable, luego nadie lo puede cambiar, ni siquiera la propia Iglesia (como enseña el Concilio Vaticano I y el resto de la doctrina de la Iglesia).
Por supuesto, cuando defendemos la fe podemos equivocarnos, como les pasa a los lefebvrianos con muchas cosas. ¿Y qué? Eso no justifica quitar fuerza a la verdad que conocemos por el hecho de que quizá en el futuro podría demostrarse que estamos equivocados en algo. Eso no es más que una versión beatilla del relativismo ambiente y no ayuda en nada a una argumentación entre católicos, sino que más bien es la destrucción de cualquier posible argumentación, porque ese criterio podría aplicarse a absolutamente cualquier cosa que digamos. Si estamos equivocados en algo, estupendo, muéstralo, pero relativizar la verdad no es un argumento, sino la renuncia a cualquier argumentación.
Por supuesto, con todo esto no pretendo echarte la bronca ni reprocharte ni nada por el estilo. Pero creo que es muy importante entenderlo, poque se trata de una cuestión fundamental para entender la fe católica, previa y más importante aún que la propia disputa sobre el matrimonio.
Saludos.
"Lo que está claro es que corresponde a la Iglesia interpretar auténticamente la revelación transmitida por los apóstoles. A la Iglesia y no a un internauta". Eso es cierto, pero la conclusión que sacas de ello es errónea, porque la utilizas ilegítimamente para negarnos el derecho de adherirnos firmemente a esa interpretación auténtica que ya ha hecho la Iglesia. "
Y digo yo: ¿cuándo os he negado yo el derecho de adheriros firmemente a la interpretación auténtica que ya ha hecho la Iglesia?
A mí no se me ocurriría apartarme un ápice de la doctrina de la Iglesia: no se me ocurriría ir a comulgar mañana de manos de un sacerdote casado, o decirle a un hombre separado y vuelto a casar que vaya a comulgar. Sería una barbaridad por mi parte, porque yo acepto la doctrina de la Iglesia.
Lo que no se me ocurrirá, y es lo que yo critico, (y lo criticó duramente porque me parece una irresponsabilidad) es que si la Iglesia católica se plantea un debate sobre el celibato del clero o sobre la pastoral de los divorciados vuestra respuesta sea abrir un debate ( unas veces sibilinamente, otras abiertamente) sobre el fin de los tiempos, el cisma, o sobre negarse a aceptar aquello que no es acorde con vuestra interpretación de la doctrina tradicional.
Es que son dos cosas completamente diferentes.
Y ojo, porque una cosa es la concepción ideológica que vosotros tengáis sobre la Iglesia, sus prioridades y sus necesidades y otra muy distinta lo que es la Iglesia en sí misma, en tanto que Iglesia de Cristo movida por el Espíritu.
"Tu argumentación empieza a ser sólida cuando pones en mi boca cosas que no he dicho. Es decir, se te da muy bien argumentar contra lo que no he dicho, pero se te da tan bien argumentar contra lo que realmente digo."
Eso es falso. Veámoslo.
"Y digo yo: ¿cuándo os he negado yo el derecho de adheriros firmemente a la interpretación auténtica que ya ha hecho la Iglesia?"
Muy fácil. En ese mismo comentario, diciendo: "lo que yo critico, (y lo criticó duramente porque me parece una irresponsabilidad) es que si la Iglesia católica se plantea un debate sobre el celibato del clero o sobre la pastoral de los divorciados vuestra respuesta sea abrir un debate ( unas veces sibilinamente, otras abiertamente) sobre el fin de los tiempos, el cisma, o sobre negarse a aceptar aquello que no es acorde con vuestra interpretación de la doctrina tradicional."
Nosotros defendemos la doctrina tradicional y actual de la Iglesia (que es lo mismo). Pero cuando lo hacemos, nos criticas y dices que lo que defendemos es "nuestra interpretación", pero no lo muestras en concreto, lo dices en general. Es decir, nos criticas por adherirnos lo mejor que sabemos y con toda la firmeza posible a la interpretación auténtica que ya ha hecho la Iglesia y rechacemos absolutamente lo contrario a ella, como si el hecho de que esa adhesión sea "nuestra" ya la convirtiese en subjetiva e inválida.
Nosotros estamos encantados de que intentes mostrar en concreto algo en lo que nos equivocamos y casos en los que creemos que algo es doctrina de la Iglesia en realidad no lo es. Pero eso no lo haces. En cambio, lo que nos dices es que podríamos estar equivocados y por eso no podemos decir que nada es irreformable, porque por definición todo lo que digamos que es irreformable es nuestra interpretación y, por lo tanto falible. Eso destruye por completo la fe católica, porque según eso nadie, ni siquiera el Papa (excepto en el instante mismo de estar definiendo un dogma), podría decir firmemente que algo es verdad, ya que, por definición, estaría hablando de su interpretación sobre esa verdad o sobre lo que la Iglesia dice que es verdad. Es decir, en realidad lo que haces es negar que podamos conocer la verdad.
Eso es un argumento relativista y circular y no lleva a ningún sitio. además de contradictorio consigo mismo, porque tú tampoco puedes estar seguro de ese mismo argumento, ya que es falible y la Iglesia podría decir mañana que es falso, así que no tienes ningún derecho a pretender que eso es objetivamente verdad y debemos aceptarlo, mientras que lo nuestro es mera interpretación subjetiva y personal. Por ese camino no se llega a ningún sitio y se destruye la fe.
La realidad es que afirmas que defender un dogma definido por el Concilio de Trento y una doctrina constante de la Iglesia, como hacemos, es una irresponsabilidad. Cuando la misma fe católica dice que un dogma no se puede cambiar. Lo definido dogmáticamente es infalible e irreformable. Y lo podemos conocer perfectamente. No conocemos nuestra interpretación de la verdad definida, conocemos la verdad definida. Porque de otro modo no tendría sentido alguno la existencia de dogmas (ya que nunca conoceríamos lo infalible, sino sólo nuestra interpretación falible y, por lo tanto, de nada serviría esa infalibilidad).
Y por supuesto, que el Papa abra un debate no quiere decir que sea bueno hacerlo. Es una decisión prudencial en la que el Papa se puede equivocar como han hecho infinidad de veces los papas anteriores a él. Apelar a la autoridad como criterio de verdad en cosas que no están en absoluto garantizadas por Dios es ilegítimo. Y desde luego lo que no quiere decir es que se puedan debatir los dogmas, porque eso es negar la fe católica. El Papa puede permitirlo en función de su autoridad, quizá equivocándose o quizá buscando, por ejemplo, que se rebatan más fácilmente los errores al manifestarse, pero en ningún caso eso puede ser una razón para que sea admisible dudar de lo que ya ha sido definido.
Dices: "Y ojo, porque una cosa es la concepción ideológica que vosotros tengáis sobre la Iglesia, sus prioridades y sus necesidades y otra muy distinta lo que es la Iglesia en sí misma, en tanto que Iglesia de Cristo movida por el Espíritu."
Esto es buenísimo. De manera que, porque sí, porque tú lo dices, todo lo que decimos queda invalidado porque es "nuestra concepción ideológica".
Todo lo que dice absolutamente todo el mundo es parte de su "concepción ideológica". Incluido todo lo que has dicho tú en tu comentario, lo que dice el Papa cuando habla y todo lo que se ha dicho desde que existe un ser humano. Ergo recordar eso no añade nada a ninguna cuestión a no ser que, como es evidente, lo uses a manera de embudo: lo nuestro es dudoso y lo tuyo correcto.
En resumen: si tienes un argumento concreto sobre algo en lo que creas que estamos equivocados sobre toda esta cuestión del matrimonio, señálalo y arguméntalo. Estaré encantado de considerarlo y discutirlo. Si sólo tienes comentarios relativistas que por su propia naturaleza destruirían cualquier argumentación racional posible, con eso no aportas nada a la cuestión.
Es un subterfugio modernista más para reinterpretar el dogma y hacerlo "evolucionar". Ya cansan estos progres.
Qué yo no critico que vosotros defendáis la doctrina tradicional de la Iglesia (aunque vuestros hincapiés y subrayados vayan siempre para el mismo sitio y haya elocuentes silencios sobre otros aspectos fundsmentales de la doctrina de la Iglesia, la ideología también se cuela por la jerarquía de valores).
Porque ni siquiera respondo a tu comentario, respondo a esta sfirmación de Virginia:
"Por supuesto que Gabriela tiene razón aquí. Si las resoluciones finales contuvieran proposiciones contrarias al Magisterio precedente e infalible, deberían ser descartadas, como deben ser descartadas de plano todas las proposiciones heréticas de los cardenales "disidentes".
El problema es que no todo el mundo sabe hacer este discernimiento, y la confusión será mayor aún. "
Y expreso mi hondísima preocupación a que personas como Virginia (cuya manera de interpretar la doctrina de la Iglesia está fuertemente ideologizada y es bastante poco permeable a muchas de las afirmaciones magisteriales que se han venido realizando desde el Vaticano II hasta hoy: por ejemplo, recuerdo una vez más que la Evangelii Gaudium tiene carácter magisterial) a que personas como Virginia, decía, sean las que influyan sobre un nutrido grupo de lectores (la mayoría también fuertemente ideologizados, solo tienes que ver como están reaccionando ante la próxima encíclica que aun no conocen, y no porque afecte a temas de la doctrina tradicional, sino porque contradice sus cerradas miras ideológicas, cuando no sus intereses económicos) .
E influyan sobre ese grupo de lectores con interpretaciones sesgadas frutos de su animadversión ideológica a un papa que no traga a sus amigos de extrema derecha nacionalista antisemita y militarista y no fruto de una aceptación de la intetpretación auténtica del magisterio de la iglesia cum Petro et sin Petro. Perdona que sea así de clarito pero el tema es así de crudo y de peligroso.
"Que no bruno, que no. Que te ofuscas y no lees bien mis comentarios."
Podría ser. Veamos si de hecho es así.
"Qué yo no critico que vosotros defendáis la doctrina tradicional de la Iglesia"
Pues hombre, tú mismo lo has dicho: "lo que yo critico ... sobre la pastoral de los divorciados vuestra respuesta sea abrir un debate ... sobre negarse a aceptar aquello que no es acorde con vuestra interpretación de la doctrina tradicional." Más claro no puede ser. Has dicho con total claridad que criticas que defendamos (nuestra interpretación de) la doctrina tradicional. algo que no sólo tenemos derecho a hacer, sino que es nuestro deber.
"(aunque vuestros hincapiés y subrayados vayan siempre para el mismo sitio y haya elocuentes silencios sobre otros aspectos fundamentales de la doctrina de la Iglesia, la ideología también se cuela por la jerarquía de valores)"
Las acusaciones deben a) argumentarse y b) ser concretas. De otro modo, lo que son es más bien insultos. Por favor, no hagas eso. Es un tema interesante, pero si quieres tratarlo, trátalo bien.
"Porque ni siquiera respondo a tu comentario"
Tu respuesta empezaba por "Tu argumentación..." Y seguías haciendo un montón de acusaciones contra "vosotros". Pretender ahora lo contrario no es legítimo.
"respondo a esta afirmación de Virginia:"
Primero, sólo has dirigido un comentario a Virginia, el primero. Y en ese mismo comentario nos estabas hablando a todos: ""Cuando un pronunciamiento con rango magisterial sea contrario a la interpretación que la línea editorial de Infocatólica hace ... Los seguidores de Infocatólica.... apartarse de la Iglesia de Cristo". A partir de ahí, en todos los comentarios estabas hablando conmigo o con Luis y no con ella y decías cosas como "me tenéis que reconocer ... que ya que vosotros ponéis" "pones en mi boca ... se te da muy bien" "vosotros ponéis", "concepción ideológica que vosotros tengáis sobre la Iglesia", etc.
Segundo, la cita que ofreces de Virginia, hasta donde puedo ver, es correcta: "Si las resoluciones finales contuvieran proposiciones contrarias al Magisterio precedente e infalible, deberían ser descartadas, como deben ser descartadas de plano todas las proposiciones heréticas de los cardenales "disidentes". El problema es que no todo el mundo sabe hacer este discernimiento, y la confusión será mayor aún".
Como sabes, las resoluciones de un sínodo no tienen valor magisterial. Lo que tiene valor magisterial es la exhortación apostólica postsinodal. Por lo tanto, lo que puedan decir la mayoría de ese grupo de obispos, si es contrario a la doctrina de la Iglesia, debe ser descartado de plano, exactamente igual que las declaraciones del cardenal Kasper, etc.
Y sigues haciendo acusaciones contra Virginia que nunca son argumentos concretos, sobre algo concreto que ella diga, sino generalizaciones despectivas. Eso no puedo admitirlo, ya lo sabes. Discute con ella un punto concreto, pero no la injuries.
"Perdona que sea así de clarito pero el tema es así de crudo y de peligroso."
Es que el problema es que no has sido clarito en absoluto. Si fueras clarito, se podría discutir lo que dices, pero, al menos por ahora y en este tema, te has limitado a generalizar sin hablar de nada en concreto y de forma fuertemente despectiva.
Y no has respondido a nada de lo que te he dicho en mis comentarios. Por cierto, eso que te he dicho sobre el relativismo de tus argumentos (o kantismo residual, como muy bien señala Luis) valdría igual para tu (hasta el momento inexistente, al menos aquí) discusión con Virginia, porque las cosas que dijiste en el comentario antepenúltimo, como te señalé, nos afectan igualmente a Virginia, a ti, a mí, al Papa y a todo ser humano que existe. Señal de que las usas a modo de embudo. Así que da igual a quién respondieses, porque la cuestión es la misma. Por eso estaría bien que lo pensaras, porque, como te decía, es una cuestión fundamental, previa a cualquier discusión sobre el sínodo, el matrimonio, el Papa, Virginia o lo que sea.
Mira, planteas temas muy interesantes a menudo. Muchas veces me hacen pensar y me gustaría discutirlos. Pero sinceramente te digo que necesitas una ascesis en la forma de discutir, para evitar algunos vicios que hacen que las discusiones no puedan ser fructíferas: generalizaciones exageradas, prescindir de los argumentos del contrario, algunos planteamientos de orientación relativista, la tendencia a no aterrizar tus propios argumentos, el embudo, etc.
Por supuesto, no eres el único. Es más, todos tenemos que practicar esa ascesis para que las discusiones no se conviertan en meros intercambios de gritos.
Saludos.
Pero sí me parece urgente disculparme si me comentario ha podido parecer injurioso o despectivo. Mi intención no era esa, sino más bien hacer florecer la ideología que subyace en el debate. Y que es importante hacerlo de vez en cuando porque si no el debate se convierte en una artificial pantalla de floridos argumentos y se esconde la verdadera cara de lo que está en juego.
Pero entiendo que pueda resultar ofensivo y lo retiro. Y a Virgina quiero decirle que a pesar de la caña que le doy le tengo un especial e imprevisto cariño. No sé si ella me creerá, pero es cierto.
Y una última apreciación. A mí también me encanta debatir contigo, pero para que ese debate sea fructífero tendrías que prescindir de algunos vicios que ya te iré detallando con tiempo.
Un abrazo.
Gracias por tus comentarios.
"Ahora me vas a perdonar, pero lo de ver relativistas por todas partes, es más propia de cierta paranoia del pensamiento dogmático que de mi natural inclinación, que dista mucho de ser relativista".
No sé si entiendo bien esta frase, pero creo que es evidente que, en una época que se caracteriza en comparación con otras por el triunfo en todos los niveles del relativismo, se encuentren relativistas por todas partes e, incluso en aquellos que no lo son, se pueda discernir una influencia del relativismo. Lo extraño sería lo contrario.
"Algunos escrupulosos serían capaces de ver en quien dijo que era el sábado el que está hecho para el hombre al primer relativista de la historia"
Suena a frase efectista pero algo vacía de sentido. Al decir aquello, Cristo mostró que transgredir un mandamiento meramente ritual no es intrínsecamente malo, sino que hay ocasiones en que es lícito, mirando al bien mayor del hombre. El equivalente actual sería, por ejemplo, la obligación de ayunar en viernes santo o de usar casulla para la celebración de la Eucaristía. No conozco a absolutamente nadie que piense que ese tipo de mandamientos sean absolutos y no admitan casos excepcionales. Yo he participado más de una vez en una misa celebrada sin casulla por razones más que válidas y seguro que alguna vez he estado enfermo y no he podido ayunar en viernes santo o en miércoles de ceniza. En conclusión, no veo qué tiene que ver todo esto con el relativismo.
"Y una última apreciación. A mí también me encanta debatir contigo, pero para que ese debate sea fructífero tendrías que prescindir de algunos vicios que ya te iré detallando con tiempo".
Sin duda, como ya dije en mi comentario. Sólo hay una diferencia: que en mi blog la obligación de moderar los debates me corresponde a mí. Pero me parece muy bien que muestres todos mis vicios. Y si hace falta, que me exhortes a vestirme de saco y ceniza.
"Por cierto, de diez el discurso del papa a los sacerdotes de hoy"
No lo he leído. Lo buscaré.
Pero no me puedo resistir a alguna ráfaga:
Reducir el alcance de la expresión de Cristo del Sábado y el hombre, que es una de esas frases maravillosas de Cristo que son capaces de resumir el sentido de su predicación y de su vida, al tema de las casullas me parece sencillamente una frivolidad.
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