El fin de la secularización
Una de las ideas en común entre creyentes y escépticos es que occidente está en proceso de secularización. Esto significa que el paso del tiempo y el progreso apuntaría a que en un futuro más o menos cercano la gran mayoría de las personas serían ateas, o al menos agnósticas.
El mecanismo que explica ese proceso sería diferente, según estemos ante un escéptico o un creyente. Los ateos y agnósticos, enamorados del cientismo, creen que los avances científicos y las bondades de la tecnología terminarán por librar a los hombres de las supersticiones religiosas. Los creyentes, por su parte, apuntan a la abundancia de bienes y al hedonismo generalizado como causa de la decadencia de la vida moral de las personas, y con ello el abandono de la religión tradicional. Desde luego, los cristianos deploran esta predicción, mientras que los escépticos la celebran, pero ninguno de los dos la pone en duda.
A propósito de esta idea, quiero compartir con los lectores de InfoCatólica las observaciones y conclusiones que el sociólogo de la religión Rodney Stark realiza en su artículo Secularization R.I.P., publicado en 1999.
Este es el resumen ejecutivo del artículo:Desde el comienzo, los científicos sociales han celebrado la tesis de la secularización, a pesar del hecho que nunca fue consistente con la realidad empírica. Hace más de 150 años Tocqueville apunto que “los hechos de ninguna forma concuerdan con la teoría [de la secularización]", y esta falta de concordancia ha empeorado desde entonces. De hecho, el único indicio de credibilidad para la noción de que la secularización ha tenido lugar ha dependido de un contraste entre ahora y una perdida Era de la Fe. En este ensayo reúno el trabajo de muchos historiadores recientes que son unánimes en que la Era de la Fe es pura nostalgia – que la falta de participación religiosa fue, si algo, incluso más común en tiempos medievales que ahora. A continuación, demuestro que no ha habido cambios religiosos recientes en la cristiandad que sean consistentes con la tesis de la secularización, ni siquiera entre los científicos. También expando el análisis de la doctrina de la secularización a las sociedades no cristianas mostrando que ni siquiera las altamente mágicas “religiones populares” en Asia han mostrado la menor declinación en respuesta a una modernización bastante rápida. Se ofrecen palabras finales para dejar descansar a la secularización.
La tesis es sumamente provocadora y contra intuitiva. Sin embargo, Stark la respalda con abundante evidencia.
En primer lugar, rastrea la tesis de la secularización hasta el año 1710. Sir Thomas Woolston habría sido el primero en predecir el triunfo de la modernidad sobre la fe, con la desaparición del cristianismo en el año 1900. Voltaire (1694-1778) previó el mismo resultado en el término de 50 años, y Thomas Jefferson, en una generación. Con el tiempo, sin embargo, los partidarios de la secularización se volvieron más cautos. El padre del positivismo August Comte (1798-1857) anunció el mismo proceso, aunque sin poner una fecha, mientras que Frederich Engels (1820-1895) habló de que ocurriría “pronto".
Stark explica que, si la secularización solo significa que las Iglesias tradicionales gozarán de menor poder político, no hay mucho que discutir. Ese proceso es innegable. Sin embargo, señala, el concepto de secularización es mucho más ambicioso. Esta teoría anuncia que la ciencia transformaría el concepto tradicional de un dios personal y que responde a las oraciones, en ideas en torno a una fuerza vital o espiritual, que eventualmente derivaría en el agnosticismo y el ateísmo. Eso es lo que no tiene visos de ocurrir, ni está apoyado por la evidencia empírica.
Una de las premisas de la tesis de la secularización es que hubo una época pasada cuando las personas eran mucho más religiosas que ahora. Stark niega esta premisa, con abundantes citas de documentos medievales, que describen una desastrosa situación del clero y los laicos. Los aristócratas en general no iban a misa y los que “asistían” hacían que se celebraran misas para ellos en sus aposentos. El pueblo, por su parte tampoco participaba en la eucaristía y cuando lo hacía llegaban tarde y se retiraban temprano. En 1430, un autor eclesiástico se quejaba de que la gente no se confesaba ni siquiera una vez al año, menos comulgaban, usaban encantamientos para sus bestias y para ellos, y no conocían los mandamientos. En 1547, un arzobispo de Brindisi Oria reportó que la mayoría de sus sacerdotes apenas podían leer y no entendían latín.
Así, se multiplican los ejemplos de una Época de la Fe que nunca llegó a existir. Entonces surge la pregunta ¿Por qué nunca se cumplió la cristianización de Europa?
Stark responde que una vez que el cristianismo fue declarado religión oficial del Imperio Romano, por Teodosio, la estructura de evangelización cambió. Antes se enfatizaba la relación personal y la participación en la vida de la Iglesia, pero después bastaba con que el rey y sus cortesanos se bautizaran para dar por terminada la labor catequística.
También aporta información acerca de la creencia religiosa entre las personas dedicadas a la investigación científica, y el resultado es que esta se mantuvo estable durante el siglo XX. Otro dato que contradice la teoría de la secularización proviene del Islam. En ese ámbito, las élites han tenido acceso a todos los centros de educación europea, pero eso no ha repercutido en dejar atrás el fundamentalismo musulmán.
La conclusión del artículo es que nadie puede probar que la religión no desaparecerá, pero si eso sucede, la evidencia muestra que no tendrá nada que ver con una secularización. Esto no quiere decir que la religión no cambie, y que una institución como la Iglesia esté sujeta a etapas en que su relevancia social aumente o disminuya. El punto es que ese lugar no será ocupado por el ateísmo o el agnosticismo, sino por otras formas de religiosidad.
Después de casi tres siglos de profecías fallidas y mitos acerca del presente y el futuro, parece que ha llegado el tiempo de llevar la doctrina de la secularización al cementerio de las teorías fallidas, y ahí susurrar el “requiscat in pace“.
Addenda: Se me ha hecho notar que mi resumen del artículo de Rodney Stark podría dejar la impresión de que el cristianismo goza de buena salud en occidente y nada de lo que suceda en el futuro podría cambiar es. Esa no es la conclusión del artículo ni tampoco la idea que quiero transmitir.
El cristianismo puede perfectamente quedar reducido a su mínima expresión en el futuro, puede permancer tal como está ahora, o puede recuperar la importancia que tenía en siglos pasados. Ese no es el punto. El punto es que, cualquiera sea el futuro, ello no tendrá nada que ver con una tendencia irresistible hacia el ateísmo, o con el aumento del conocimiento científico y la educación. Si el cristianismo tiende a reducirse, no será reemplazado por el ateísmo y el agnosticismo, sino por otras formas de espiritualidad.
12 comentarios
Por otro lado, si fuéramos capaces de estudiar y proclamar la antropología que la Iglesia nos presenta, sobre todo con la aportación de S. Juan Pablo II, en su "Teología del Cuerpo", estaríamos anunciando al mundo un grito de esperanza, de buena nueva y de belleza que sería irresistible. Tenemos un Dios Padre que nos ama, que no nos condena al azar, que nos cuida y se preocupa por nosotros. Y eso lo tenemos escrito en nuestro propio cuerpo, mirando al hombre como una totalidad, sin reducciones de ningún tipo.
Saludos cordiales.
Por eso, creo, es a partir de la idea de hombre que el ser humano tenga se planteará unos horizontes u otros. Si todo lo que se espera es de tejas abajo, comamos bebamos que mañana moriremos. Si se tiene la idea de que el hombre es un regalo para el otro, la norma de vida será muy diferente.
Somos los creyentes los que estamos llamados a proclamar a los cuatro puntos la razón de nuestra esperanza, por qué estamos alegres en medio de este mundo.
Eso, en treinta años. En ningún otro momento histórico se ha vivido nada semejante; es tan raro, que hace pensar que hay causas no naturales detrás de semejante apostasía.
Por ejemplo, en la Edad Media si bien a nivel cultural-académico había mayor religiosidad (la Universidad se creó dentro de un contexto católico), existía mucha corrupción de costumbres y proliferaban supersticiones. Son habituales las denuncias de los santos de entonces, que son perfectamente entendibles pues se repiten vicios: adulterios, fornicaciones, indisciplina clerical, abusos de poder, idolatrías y herejías varias... Quizá la gran diferencia con el presente es que la Iglesia perdió la fuerte influencia social y cultural de la Edad Media, por ende entre ambas situaciones el mismo pecado de manifiesta de diferente manera según el tiempo.
Por otro lado, si vemos la fuerte heterodoxia que comenzó en la Iglesia tras el Concilio Vaticano II, y cualquiera que lea con honestidad los documentos conciliares se dará cuenta que la crisis no fue causada por el mismo Concilio, hay que entender que la heterodoxia o sus fundamentos ya venían de antes, y que tras unos cambios en las sociedades, la pretendida religiosidad de antaño se derrumbó como castillo de naipes. En el fondo, esta religiosidad tenía un fundamento débil.
Es evidente que cada época impone su desafío a la fe. Y las crisis se pueden generar tanto en circunstancias favorables como desfavorables. Me imagino lo fuerte que debió haber sido al final del Imperio Romano salir de una Iglesia proscrita a ser la Religión Oficial. O por el contrario, el cambio de ser una Iglesia influyente a ser el catolicismo reemplazado por otras iglesias durante la reforma, y después por la masonería.
La superstición y la brujería entendidas como los restos del paganismo sobrevivieron hasta el s.XVIII.
*De todas formas que no fueran buenos católicos no significa que estuvieran secularizados. Creían en Dios, rezaban y eran supersticiosos, aunque no fueran a misa todos los domingos.
Cristianos, paganos o una mezcla de ambas, eran la inmensa mayoría.
*La secularizacion en Occidente no la ve más que el que quiere hacerse el ciego. En Alemania y Francia cada año se venden conventos e iglesias porque ya no tienen uso.
Yo diría que lo que aumenta es el pasotismo. La gente ni se molesta en definirse atea o agnóstica, simplemente pasa y como mucho acude a misa como algo social, como decimos en España la BBC, bodas, bautizos y comuniones.
E incluso eso se sustituye por ceremonias civiles.
Por otro lado aumenta la radicalizacion de los que sí se definen como creyentes.
*Lo sorprendente no es que en el siglo XXI siga habiendo religiones, pues es algo natural al ser humano y siempre habrá una mayoría de creyentes en algo sobrenatural, lo que sorprende es que la religión siga siendo tan importante que en América pueda decidir una elección presidencial o en Oriente provocar una guerra.
Para mí, lo sorprendente es que a alguien le parezca sorprendente. Si se es creyente, lo normal es que las ideas religiosas se tengan en cuenta siempre a la hora de tomar decisiones importantes.
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