Los otros fariseos
En el sitio católico Territorio Abierto, el P. Nathan Stone S.J. escribe:
Fundamento de la fe cristiana es la experiencia mística del discípulo. Los cristianos conocen al Resucitado, lo han visto, lo han oído, han sido tocados por él. Su Señor no es un concepto; no es una doctrina; sino un viviente con quien tienen vínculos de afecto, compromiso y amistad.
Personalmente, jamás he tenido una “experiencia mística del discípulo”. Mi experiencia como cristiano se relaciona más con aprender de la fe de mis padres y catequistas, luego examinar los motivos de credibilidad que otros cristianos han propuesto a lo largo de la historia, y finalmente, por considerarlos razonables, prestar el asentimiento de la fe a las verdades que propone la Iglesia que Cristo dejó para continuar su labor.
Con razón se podría decir que esta es una forma de encuentro, pero jamás he visto, oído o tocado a Jesús, a quien se refiere el P. Stone con “el Resucitado”. Por la fe, puedo decir que en cada comunión veo el cuerpo y la sangre de NSJC y soy tocado por él, pero no diría que se trata de una experiencia mística, pues la realidad profunda de esa experiencia siempre ha permanecido velada a mis sentidos.
El P. Stone, insiste:Sin la experiencia mística, queda solamente la ideología, el dogma, el concepto y la abstracción. Al desconocer al eterno viviente, a la fuente de fuerza y amor, los fieles substituyen estructura, autoridad y procedimiento. El sometimiento se ha vuelto más importante que la solidaridad. La burocracia institucional nos pesa más que la compasión.
Así que según esto, mi fe cristiana carecería de todo fundamento, y solo tendría estructura y procedimiento.
En definitiva, se nos plantea una dicotomía insuperable, un verdadero maniqueísmo, donde por un lado la experiencia mística, la fuente de fuerza y amor, la solidaridad y la compasión; y por otro la ideología, el concepto, la abstracción, estructura, autoridad y procedimiento, la burocracia institucional.
Es cierto que el cristianismo no es ajeno a esta clase de planteamientos, como lo demuestra la parábola de la puerta ancha y la estrecha, pero creo que el P. Stone se equivoca. La Iglesia es una casa grande, donde tienen espacios los de experiencia mística y encuentro personal con Jesús, y también los que, como yo, han encontrado al Resucitado a través de la filosofía, la razón, la historia y sobre todo a través de otros cristianos. Creo también que en todos los católicos, místicos o no, debe haber amor y compasión, y que eso no es incompatible con los dogmas y la estructura.
Es irónico, porque ser fariseo debería ser lo contrario de un cristiano, pero al imponer esta dicotomía el P. Stone crea un verdadero fariseísmo de la inclusión. Según estos nuevos fariseos, la Iglesia será inclusiva o no será, estará abierta a todas las teologías y experiencias de Dios, a los divorciados, homosexuales y prostitutas, a todos… menos a los católicos. A esos hay que dejarlo afuera, porque son autoritarios, dogmáticos e ideológicos, porque no han tenido la experiencia mística del Resucitado.
No niego que uno puede caer en el mismo vicio. Uno se alegra por encontrar la verdad, a veces expresadas en un dogma, y puede equivocarse al compartir ese hallazgo con más ímpetu que amor. Un dogma o un concepto pueden convertirse en ídolos, pero eso no debería cegarnos a admitir que estos elementos tienen un lugar en nuestra relación con Cristo. De igual modo, nadie desconoce que la compasión y el amor son centrales al mensaje cristiano, pero también pueden llegar a tomar el lugar de Dios. Debemos ser capaces de combinar ambos factores en torno a lo central, que es nuestra relación con Jesús
Una vez hace tiempo, me lo explicaron muy claramente. Los dogmas vendrían siendo como el esqueleto de la Iglesia, quedarnos solo con ellos puede ser sencillo y claro, pero en definitiva es no sería más que los restos de un cuerpo muerto. Al mismo tiempo, extirpar completamente todos los huesos y la estructura que forman nos deja convertidos en una masa amorfa e incapaz de moverse o reaccionar. Supongo que la persona a la que se le ocurrió esta analogía solo estaba haciendo eco de las palabras de San Pablo:
De hecho, hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: «No te necesito», ni la cabeza, a los pies: «No tengo necesidad de ustedes» Más aún, los miembros del cuerpo que consideramos más débiles también son necesarios, y los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera.(1 Cor 12,20-25)
Al poner la “experiencia mística del discípulo”, e incluso la compasión como la piedra de toque del ser cristiano, el P. Stone nos está diciendo “no te necesito, vete de la Iglesia”, a sus hermanos que no cumplen con este requisito esencial.
Y eso es lo que hace un fariseo.
14 comentarios
Es cierto que muchos cristianos parten de una experiencia, mística o no, de un encuentro con el Señor. De ese encuentro nace la insuperable atracción de Jesús. Los creyentes no creemos en dogmas, proposiciones de fe o de una liturgia. Porque hemos encontrado a Cristo y creemos en Cristo, aceptamos lo que la Iglesia nos propone: los dogmas, la Liturgia. Descubrimos que esta es la forma de seguir al Cristo de quien nos hemos enamorado. Nos enamoramos de una persona, no de una idea o de un dogma.
El centro sí está en el encuentro con Cristo, que repetimos, por fe en cada Eucaristía, donde nuestro Amor se nos da, se nos entrega totalmente como lo hizo en el Calvario.
No sé si he sido capaz de poner en palabras lo que vivo, lo que siento, lo que por fe sé.
Dios le bendiga.
Saludos cordiales.
Y si seguimos el ejemplo del paralelismo con los fariseos podríamos llegar a conclusiones tipo:
Vientre de alquiler . . . No seas dogmático, lo importante es que esos padres que alquilan el vientre de una mujer le van a dar mucho cariño al niño ¿Acaso has tenido tu una experiencia mística de comunión con Nuestro Señor?^¿No te estarás dejando cegar por la rigidez de la ley?
No se, es una conclusión rápida que saco. No se muy bién como conceptualizar la compasión si ésta no se fundamenta firmemente en una definición clara. A cualquier cosa se le puede llamar "compasión".
Tampoco entiendo que quiere decir con:
"Fundamento de la fe cristiana es la experiencia mística del discípulo. Los cristianos conocen al Resucitado, lo han visto, lo han oído, han sido tocados por él."
No se si es algún tipo de metáfora que haya que descifrar o si realmente está hablando de hechos que pertenezcan a lo concreto.
¿Cuantos católicos han visto, oído o tocado a Nuestro Señor más allá de en el sacramento de la eucaristía?
Para empezar, hay que entender que la experiencia mística no es un concepto sensible sino "...acontece de diversas maneras, dependiendo de la persona, su cultura y el momento histórico". O sea, no es un arrebato ni una sensación. Puede perfectamente ser una elaboración intelectual después de muchos años de estudio.
Pero lo más importante es que Stone no está separando los dogmas, sino integrándolos a Cristo. "La doctrina por sí sola no salva a nadie." "substituir otra cosa en el lugar de Cristo el Señor, no es un bien"
Justamente en la nota al pie Stone advierte contra quienes consideran la experiencia mística como una sensación "jamás he visto, oído o tocado a Jesús": "Algunos reemplazan la experiencia mística con la euforia pentecostal. Pero eso va de la mano con el autoritarismo. Por eso, los movimientos eufóricos tienen tendencia al sectarismo y al culto de la personalidad."
Por no decir que los sacramentos, que han sido creados por él, son acciones directas suyas sobre sus discípulos, que operan la redención en cada uno de nosotros, cuando entramos en comunión con él, cuando nos perdona los pecados, etc.
Y sí que formamos parte de su cuerpo místico que es la iglesia, según la teología paulina.
Los cristianos están locamente enamorados de Cristo, que es una persona viva y visible, no tendría sentido nuestra fe si Cristo no hubiera resucitado...
Dios es amor, el amor no puede tomar el lugar de Dios, porque el Amor mismo es Dios, el amor verdadero claro está, es decir "caritas in veritate".
Cristo, que ha sido enviado por el Padre para ser el primogéntio de muchos hermanos, no ha sido enviado para salvarnos a todos, sino solamente a los que él ha elegido para si, los que están inscritos en el libro de la vida.
En tu artículo me parece a mi que estás haciendo una reducción humana del misterio de la iglesia que en el fondo es una realidad divina.
Bendiciones.
Saludos cordiales.
En definitiva, mi crítica no va al concepto de "experiencia mística" que podamos emplear, y ambigua como puede ser, sino a lo irónico que resulta usar este (o cualquier otro concepto) para distinguir entre los que son cristianos o no, en boca de quien dice que la Iglesia debe estar abierta a todas las concepciones e ideas.
Entendiendo la experiencia mística "el grado máximo de la unión del alma humana a lo sagrado, durante la existencia; como unión directa y momentánea con Dios", pudiera decir que todos los que hemos participado de la economía sacramental, hemos tenido experiencias místicas, pues el misticismo esta generalmente relacionado a la santidad.
Pero para mi el misticismo no solo se queda en experiencia de lo sagrado, sino que tiene su culminación en la practica de la caridad, pasando por las virtudes teologales de la fe y la esperanza.
La transfiguración, la Resurrección de Jesucristo y Pentecostés, son hechos que narra la Sagrada Escritura y a los que tuvieron estas experiencias los transformo, cambiando extraordinariamente su proyecto de vida.
No leo ese rechazo al dogma en el texto de este jesuita que leen el bloguero y otros. Estemos claros, el dogma por sólo el dogma es tan sólo ideología. Por eso es necesaria la vivencia vital de la fe, la liturgia vivida desde la profunda experienncia de fe y los sacramentos que nos hacen participar del cuerpo de Cristo.
Tampoco veo una positura modernista (que varios por aquí ven hasta debajo de o mesa), que esencialmente es racionalista y reduccionista y,por lo tanto,opuesta a este tipo de experiencias vitales de la fe.
A nadie se le exige ser santa Teresa en cuanto a experiencia mística, no es esa la idea, sino que por lo menos llegar a la segunda o tercera morada. Que es vivir como discípulo de Cristo. Tampoco es malo si alguien llega a tales alturas, lo malo es permanecer siempre a la entrada del castillo interior y no llegar nunca a entrar.
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