Pareja homosexual y derechos de herencia
Conversando acerca de la homosexualidad, un visitante comenta:
El otro día, escuché la conferencia de un abogado respecto a la necesidad de que la ley civil regule de algún modo la unión entre homosexuales, debido a que existe un vacío legal al respecto en muchos países.
Ponía la siguiente situación:
“Una pareja de homosexuales - A y B - lleva conviviendo 10 años. En ese lapso, con el aporte económico de ambos, han adquirido: un apartamento, un vehículo y diversos enseres domésticos. De mutuo acuerdo, todo ello está a nombre de A.
No obstante, muere A.
B entonces, cree poder quedarse con lo adquirido por ambos durante su convivencia.
Pero para su sorpresa, la familia de A (padres, hermanos)consiguen sin mayor dificultad adueñarse de todo, total, para los tribunales y demás instancias civiles/legales, al no “estar casados", B es simplemente “la pareja, el amigo” de A.
¿Qué les parece?
Efectivamente, planteada así, esta situación impacta como esencialmente injusta con una de las partes, que ha invertido tiempo y esfuerzo en formar un hogar común, pero que ante un imprevisto quedaría con las manos vacías, y muchas veces nuestra primera reacción es pensar que una ley que reconociera los derechos de estas parejas sería una solución.
Sin embargo, un análisis más cuidadoso del caso, nos muestra que la injusticia que percibimos no tiene nada que ver con la condición homosexual de los partícipes en la relación, o con el amor que puedan o no sentir, sino precisamente con lo que cada uno ha dedicado a la relación.
Así, en primer lugar tenemos que preguntarnos cuál sería nuestra respuesta a la misma situación, si quitáramos el elemento de la homosexualidad de la pareja. De hecho, dentro de la comunidad gay, la estabilidad de las relaciones es más la excepción que la regla, y sobre todo hablando de una relación por 10 años, y hay muchas otras parejas que viven juntas sin tener un vínculo amoroso entre ellas.
Sin ir más lejos, yo mismo tengo dos tías solteras que cuidaron de mi abuela hasta que falleció y actualmente viven juntas, ambas aportando al hogar que comparten por cerca de 25 años. Si una de ellas fallece, podrían plantearse las mismas preguntas acerca de si sus bienes pasarían a los hijos que pudieran haber tenido, o al resto de los hermanos, dejando en la calle a la otra. Otra situación, tanto o más común que la de las parejas homosexuales, es la de una hija que cuida a su padre viudo durante su última enfermedad, y vive con él sin cobrar nada a causa del cariño, pero al fallecer éste debe dejar la casa que considera su hogar y sus muebles, porque sus hermanos deciden vender todo lo que está a nombre del padre y repartir el dinero entre ellos. En esta clase de estas situaciones, atenta contra nuestro sentido de justicia el aplicar directamente la ley de sucesiones,
Pero la pregunta que debemos hacernos es si hace alguna diferencia que las personas que forman un hogar mantengan relaciones sexuales entre sí, o si entre ellos existe un amor romántico, o filial u otro tipo de vínculo. Y creo que la mayoría estaría de acuerdo en decir que no, que lo importante no es si comparten un dormitorio o no, sino lo que cada uno aporta, el tiempo y esfuerzo que se refleja en un hogar en común.
La forma como el derecho de cada país refleja esta realidad es muy variable, y pueden existir modificaciones legales necesarias para arribar a una solución más adecuada en estas situaciones, pero sería muy injusto limitar esa ley a los homosexuales o discutirlo solo en relación a esta clase de parejas, que son una minoría. En Chile, al menos, tal modificación legal no es necesaria, porque el Código Civil contempla el cuasicontrato de comunidad, que regula la relación entre dos o más personas que ponen una cosa singular o universal en común, cuando no existe un contrato expreso entre ellos.
Ya hablando de derecho sucesorio, es cierto que muchas legislaciones reconocen facultades concretas al cónyuge legal, y que una pareja homosexual nunca podría acceder a esos derechos, pero eso no priva de derechos al testador, sino que precisamente le otorga más libertad para testar a favor de su pareja. Con esto queremos decir existen las herramientas para hacer respetar la voluntad del testador, si es que efectivamente quería que sus bienes terminaran en poder de una persona determinada. Y ya que hablamos de libertad del testador, en el caso que se nos plantea, cabe preguntarse por qué A y B decidieron de mutuo acuerdo que todas las cosas estuvieran a nombre de uno de ellos.
Finalmente, y yendo más allá de si la pareja es homosexual o no, cabe recordar que no siempre es tan claro que el o la concubina de los últimos 10 años de una persona, tenga mejor derecho sobre sus bienes que la esposa legal, los hijos o los padres. Por ejemplo, es posible que el fallecido haya abandonado a su mujer y sus hijos de toda una vida, por una aventura, y que precisamente haya evitado los trámites del divorcio para no reconocer la compensación económica que le corresponde a su mujer por los sacrificios y privaciones de toda una vida. O si los padres del difunto esperaban contar con el apoyo de su hijo durante sus años de vejez y necesitan con mucha mayor urgencia los bienes del difunto, que una pareja joven que todavía tiene el tiempo de rehacer su vida luego de la tragedia.
En definitiva, las situaciones pueden ser muy variadas y el derecho debe alcanzar una salida justa para cada una de ellas. Lo claro y evidente es que en ninguno de estos casos resulta fundamental para la solución el conocer la orientación sexual de la pareja, ni tampoco conviene que el Estado haga diferencias entre parejas en razón de lo que ocurre o no en el dormitorio.
34 comentarios
El problema es que las leyes civiles de herencia son todo menos claras. En mi país por ejemplo, no importa cuántos papeles y ante cuántos abogados usted autorice la donación de sus órganos, siempre la decisión final le corresponderá a la familia. Cuando la familia no está presente, aún con papeles firmados, los órganos se desperdician, porque no hay quien autorice su extracción. Pasa lo mismo en vida: Un enfermo inconsciente o con capacidades disminuidas no puede ser atendido en un hospital a menos que un pariente lo autorice, así y se muera en el pasillo y aunque tenga el mejor seguro médico disponible.
Con las herencias pasa lo mismo. No importa lo que diga el testamento, los parientes siempre pueden impugnarlo.
Si usted deja fuera el aspecto moral y lo toma como inexistente, la única protección que puede tener un pareja homosexual es equiparar su relación al matrimonio civil porque la única persona cuya decisión supera las de los parientes consanguíneos es el cónyuge.
El argumento de quienes defienden el matrimonio civil entre personas del mismo sexo es ese: "tampoco conviene que el Estado haga diferencias entre parejas en razón de lo que ocurre o no en el dormitorio."
Por ejemplo, y saliendo de la polémica, a mi me parece inconcebible que exista (sea legal) el impuesto de sucesiones. Pero no nos engañemos, los jueces y abogados no están para hacer justicia; sino, en el mejor de los casos, para aplicar las leyes.
Saludos cordiales.
En cuanto al resto, muy de acuerdo con la tesis del articulista. Sin olvidar añadir que, si bien es cierto que las parejas homosexuales (al igual que otras realidades convivenciales que no implican mantenimiento de relación sexual alguna) estarían sin duda más protegidas si se las equiparase al matrimonio, igualmente cierto es que no hay razón alguna que justifique esa protección que, desafortunadamente, ya se les está otorgando. Se protege al matrimonio en razón de lo que aporta. Y lo que el matrimonio natural entre un hombre y una mujer aporta se presume que es sumamente improbable (cuando no imposible) que lo aporten esas otras realidades a las que tradicionalmente no se les ha dado el mismo tratamiento. Es sencillo: no hacen méritos comparables a los del matrimonio. De hecho, en algunos casos (como el de las parejas homosexuales), lo que hacen es deméritos serios que convierten a esas realidades en perjudiciales para la sociedad. IHS
Tiene usted razón, si vuelve a incorporar la moralidad en la ecuación.
La tesis original -o al menos así la entendí yo- es "moral aparte". Y allí es donde nos metemos en berenjenales, pero no ahora, sino desde hace más de 100 años.
Fue a principios del siglo 20 que se introdujo la doctrina de la separación de Iglesia y Estado que al final se convirtió en la práctica en el Estado ateo y amoral (no dije "inmoral", dije "amoral", es decir, sin criterio de moralidad).
En la medida que defendemos esa separación, nos quedamos sin argumentos para exigir moralidad al Estado. Las mismas leyes que todos aprobamos dicen que el Estado no puede meterse en la cama, por lo tanto el Estado es -o debería ser- ciego a lo que allí ocurre, a menos que se trate de relaciones no consensuadas, lo que nos pone en un ambiente penal y no civil.
Por eso es que yo a falta de un mejor término, hablo de un matrimonio civil. A ojos de la Iglesia y del creyente, el matrimonio civil no tiene ninguna validez moral. Una persona puede casarse y divorciarse civilmente treinta veces y ante la Iglesia todo eso no existe. Podría casarse civilmente con su perro, con un árbol o con el pueblo -como dicen los políticos en mi país-, que para la Iglesia da lo mismo.
Sí, es un error. Lo ha sido por más de cien años. La disyuntiva que se nos propone hoy es corregir el error original y volverle a exigir moralidad al Estado (podríamos empezar con el "no robarás", por ejemplo); o aceptamos la separación y no nos queda más remedio que decir que las parejas, sean del sexo o especie que sean, civilmente tienen la razón.
@ DavidQ: Creo que el Estado tiene un interés en el matrimonio que lo pone en la necesidad de proteger esa institución, incluso aparte de la teoría moral o amoral que tenga. Por eso, Estados no cristianos establecen una diferencia entre el matrimonio y los concubinatos, y por eso es posible hace la distinción que yo esbozo aquí entre los derechos que existen entre los cónyuges y otras parejas.
Lo mismo con el tema de la atención médica. Hay muchas más personas solteras sin familia cerca (nuestros mismos sacerdotes y religosos que pueden venir de lugares muy lejanos) que parejas homosexuales, y los hospitales deben velar por que sus cercanos que no son parientes otorguen las autorizaciones respectivas.
@ santir: De hecho, el derecho sucesorio en nuestros países responde a criteros generales (y a través de ellos, a las necesidades) de los tiempos de Justiniano, que estableció fuertes restricciones a la libertad de testar, en favor de la familia. Eso es lo que corresponde modificar, y no dar a las parejas homosexuales la categoría de matrimonio.
@ Néstor: Tú lo has dicho.
@ Libertódulo: La cuestión no es si las parejas homosexuales estarían más protegidas (que ciertamente lo estarían) sino si tienen derecho a esa protección. Y como tú dices, no lo tienen, porque no aportan a la sociedad lo mismo que un matrimonio.
Nuevamente vuelve a introducirse la moral en la cuestión. Civilmente, sin juzgar la moral, todos los ciudadanos tienen los mismos derechos indistintamente de su sexo. Eso es un principio general, no de minorías. Si aceptamos que el Estado no puede juzgar la moralidad, aunque los legisladores fueran creyentes, están de manos atadas y tienen que aceptar la tesis de que una persona -sea del sexo que sea- puede casarse civilmente con cualquier otra persona soltera, sea del sexo que sea.
Pato:
Sin pretender juzgar a abogados ni legisladores, nos enfrentamos a una realidad y es que la gente no sabe de leyes. Casi nadie hace testamento, muy poca gente firma boletas de donación de órganos, y casi nadie se preocupa de su salud o su eventual muerte hasta que es demasiado tarde. Si se buscara una ley para cada situación -una ley para sacerdotes sin familia, otra ley para tías solteras, otra ley para heredarle la casa al perro, una ley más para donar la empresa a los empleados-, los enfermeros de los hospitales tendrían que ser abogados y muy hábiles para saber si pueden o no atender a un accidentado.
La equiparación de derechos CIVILES de una pareja con los del matrimonio CIVIL soluciona todos los problemas de un plumazo. Es como la cláusula "in loco parentis" presente en casi todas las legislaciones: Mientras el niño está en el colegio, la maestra puede -y debe- actuar como si fuera su madre y puede -y debe- solicitar auxilio para el menor en caso de emergencia con los mismos derechos del padre o madre, sin necesidad de más trámites. Lamentablemente, los adultos perdemos ese derecho y lo único que queda son los parentescos de ley.
SOBRE EL APORTE A LA SOCIEDAD:
Civilmente no podemos negar que los institutos de vida consagrada no aportan lo mismo a la sociedad que los matrimonios, pero eso no es razón para no darles protección. Civilmente no es necesario que una pareja sea bien avenida ni que vivan juntos para que uno tenga derecho a los bienes del otro. Civilmente las tías solteras tampoco aportan nada al país como para merecer una protección del Estado.
No se puede juzgar qué tanta protección merece un ciudadano en función de qué tanto aporta al país. Si seguimos esa línea, los minusválidos, los enfermos terminales y los menesterosos no merecerían ninguna protección.
El dicho del 95% los abogados es muy bueno y adaptable, trataré de recordarlo.
felicidades por la excelente participación de Chile en el mundial. Mi hijo de 9 años no se cansó de gritar frente a la televisión, ¡Chile, si se puede! Me imagino que esos gritos fueron la causa que los brasileños fallaran un par de penales, siendo expertos tiradores no encuentro otra razón.
Derecho de sucesiones desde los tiempos de Justiniano... ¡eso sí necesita una reforma!
Segundo, la solución no es decir que todo (sacerdotes, tías solteras, parejas gays) son matrimonio, porque eso desnaturaliza a una institución que es anterior al Estado. La solución es dictar una sola ley que diga que el consentimiento lo pueden dar ciertas personas (cónyuges, o familiares) y a falta de estas, la que el propio paciente designe previamente.
Tercero, si alguien tiene el tiempo y la voluntad de asumir los compromisos del matrimonio, tiene el tiempo de testar.
Cuarto, no importa el aporte que hace una persona a la sociedad, merece protección por el hecho de ser persona. Caso diferente es el de las relaciones de las personas, porque hay relaciones que aportan y otras que no, y hay aportes que son diferentes unos de otros, y por eso los institutos de vida consagrada, que pueden hacer mucha caridad, no son lo mismo que un matrimonio.
@ santir: Al menos la legislación sucesoria chilena pone graves restricciones en la libertad de testar de las personas con familia, medidas que según explicaban mis profesores, se explican por las leyes romanas que buscaban evitar la asignaciones testamentarias irresponsables de los pater familia, y que se han mantenido desde esos tiempos.
En Chile se tramita actualmente un acuerdo de vida en pareja, con los mismos derechos que el matrimonio, y el lobby gay dice que no les interesa.
@ Marcelo: Los testamentos existen y se hacen todos los días, tal vez no son muy conocidos porque es un tema tabú, pero se usan. Los casos que planteo no son de laboratorio, yo tengo tías que viven juntas y conozco personas que viven encargados del cuidado de sus padres. Puesto que los homosexuales son apenas el 1-2% de la población y las parejas estables entre ellos serán menos, dudo que su situación sea más común.
Si los homosexuales quieren encarar su afectividad como quieran, es asunto de ellos. Mi pregunta es por qué necesitan el apoyo del Estado para eso ¿acaso lo necesitan los pololos? ¿o los adúlteros? Prefiero que el Estado no se meta en asuntos de amor.
Se crearía un nuevo contrato que permita que dos personas –independientemente de su sexo– puedan establecer compromisos que hoy día la ley solo considera para parejas casadas. Lo que se haría es permitir que dos personas del mismo sexo puedan tener determinados acuerdos patrimoniales entre ellas.
por la fijación de un contrato que permita que dos personas, independientemente de su sexo, acuerden cláusulas y libertad económica, e incluso la facultad de decidir sobre mi situación si estoy enfermo, si voy a tener beneficios sociales
Hecha esta salvedad, con todo me parece que es demasiado decir que una vez separados la Iglesia y el Estado, éste se vuelve amoral. Desde mi perspectiva yo diría que sí, que el Estado está gravemente amputado de una dimensión importantísima. Pero de ahí a la amoralidad total, me parece que no.
Ante todo porque la moral, como matrimonio, antes de ser católica, es humana, sin más.
Los diez mandamientos, enseña Santo Tomás, son de ley natural. Lo único sobrenatural de su revelación en el Sinaí es el modo en que fueron comunicados a Moisés, no el contenido.
Por eso es que no robar, no matar, no mentir, no cometer adulterio están presentes en prácticamente todos los pueblos de todos los tiempos.
Y también, porque si el fundamento de la ley positiva no es la moral, entonces sólo puede ser la fuerza, aunque sea la fuerza del número. Y eso no es digno del ser humano.
Saludos cordiales.
Primero: Sí, la gente se muere en los hospitales por falta de autorizaciones. Yo estuve a punto de pasar por ese tránsito cuando era soltero, dos veces. En ambos casos mis amigos tuvieron que hacer escándalos mayúsculos para que se me atendiera. Del segundo conservo la lesión y aún me duele.
Segundo: Como decía antes, el problema de los consentimientos privados es que son papel mojado. Nadie los respeta. Ya me veo al primer paciente llegando a la emergencia de un hospital privado acompañado del guardián legal y de un pariente, a ver a quién de los dos hacen caso. Lo mismo si fallece. Ningún testamento tiene validez si hay un pariente que quiera impugnarlo.
Tercero: Nuevamente, no es cuestión de tiempo, es cuestión de validez. El testamento es inválido en la medida que un pariente consanguíneo lo quiere invalidar. Y si hay parientes, habrá quien lo quiera invalidar. Tengo muy cerca de mí un caso, de un hombre que convivió con una mujer por años sin casarse y tuvo tres hijas. Hizo testamento, de su puño y letra, ante notario, legalizado y todo (en España, además). Ahora que ha muerto todos sus hermanos, que ni siquiera lo trataban y que quienes los conocemos sabemos que son personas decentes, están disputándose los despojos. Si se hubiera casado, no habría discusión.
Cuarto: Precisamente ese es el punto. La persona merece protección por ser persona, sin importar lo que haga o deje de hacer en la cama. La pareja no casada -sea del sexo que sea- no tiene esa protección. En el caso que citaba, se puede culpar a la mujer por no haberse casado. En el caso de la pareja del mismo sexo, no tiene la opción.
Nestor:
Hago la distinción: A-moral no es lo mismo que in-moral. No necesariamente el Estado es in-moral (aún), pero sí es, por ley, a-moral, es decir, que la moral no le importa ni le influye.
Pongo un ejemplo que se me ocurrió hoy en la mañana. En mi país la ley penal no castiga atropellar y matar a una persona que se atraviesa la calle, si lo hace bajo una pasarela. La ley de tránsito por su parte privilegia la libre locomoción sobre todas las cosas. Eso significa que si yo veo a un peatón atravesándose bajo una pasarela, tengo la obligación legal de atropellarlo y posiblemente matarlo, para no obstruir el tránsito frenando. Así está escrita la ley. Obviamente nadie en su sano juicio, aunque no sea cristiano, va a atropellar a una persona a sabiendas, ni habrá agente de tránsito que me multe por frenar. Pero la ley, que no considera la moralidad, dice lo contrario. Las personas, el policía que no me multa y yo que no mato, aceptamos la ley natural. La ley escrita no.
Igual de a-morales son todas las leyes. Se castiga el robo no porque robar sea malo, sino porque hace daño a otro ciudadano. Cuando el daño es menor, no se castiga. No se castiga la blasfemia, ni el chisme, el sexo extramatrimonial, ni prácticamete ninguno de los diez mandamientos, excepto el robo y el asesinato. En la práctica, al menos en mi país, el mayor ladrón es el Gobierno y es cómplice activo de la "limpieza social". Todo el mundo lo sabe, los mismos diputados lo admiten públicamente, pero como no se les puede juzgar moralmente, lo siguen haciendo.
Y con respecto a la separación iglesia estado, esta empezó en la edad media. Los conflictos imperio y papado son un ejemplo de ello.
Y los que no son homosexuales todo el santo día hablando de cómo curar a los homosexuales, de los derechos que deben tener los homosexuales, de si los homosexuales son o no un peligro social, de si es lo mismo homosexual que pederasta, de si este cura o este otro admiten el matrimonio civil gay, de si pueden o no dar charlas en las escuelas, de si pueden o no salir a manifestarse a la calle, de si en Irán los ahorcan o en Uganda los meten en prisión...
y lo fácil que sería que los homosexuales tuvieran los mismos derechos y deberes que los heterosexuales y que dejáramos de hablar de ellos, como ya nadie habla en los EEUU de si los negros pueden ir a las mismas escuelas que los blancos o de si un negro puede casarse con una blanca.
Un heterosexual puede llevar una vida tranquila y a su aire sin acordarse para nada de los homosexuales.
La función de la ley positiva es aplicar la ley natural a los detalles concretos y variables de cada sociedad, no contradecirla.
Tan es así que por lo que Ud. me dice de hecho esa ley no se aplica. Es lo que dice Santo Tomás, la ley injusta no es ley y no obliga en conciencia.
Y es cierto que la ley mira solamente a las conductas que afectan a otras personas, y por tanto, sólo a una parte de la moral, la que tiene que ver con la virtud de la justicia, que es necesaria para la vida en sociedad.
¿Tiene algo de malo, o no, que se cause daño a otro? ¿Porqué se penaliza, sino porque se está violando un derecho de la otra persona, o sea, se está cometiendo una injusticia?
De lo contrario, daría lo mismo sancionar una ley que penalice al que se defiende de un intento de robo, argumentando que perjudica al aspirante a ladrón.
Pero el aspirante a ladrón, por serlo, no puede reclamarse de un derecho, mientras que la víctima del robo sí, evidentemente.
Y en cuanto a esos políticos, no es que no se los pueda juzgar moralmente, de hecho, por lo visto, todos lo hacen, lo que no se puede al parecer, es juzgarlos legalmente. O bien se puede en teoría, pero en la práctica nadie le pone el cascabel al gato.
En el primer caso, la ley está mal hecha, en el segundo caso, hay que buscar la forma de aplicarla.
Saludos cordiales.
Saludos cordiales.
En el cuarto, estamos de acuerdo en que la persona merece protección, no así en que todas las parejas, trío o cuartetos tengan derecho a alguna protección de parte del Estado.
@ gringo: ¿Quién está hablando de homosexuales? Nosotros hablamos aquí de matrimonio, uno de los temas más importantes para los católicos, desde que es signo de la unión de Cristo y su Iglesia.
Qué tiene que ver si un gay puede heredar de otro gay con el matrimonio canónico? .
Estais obsesionados que parece que los gais van a entrar en las sacristías para impediros casaros.
Que no inventateis el matrimonio ni teneis el copyright.
Ahora que en el hemisferio norte estamos en verano, paz colega, vive y deja vivir. Toma un margarita y relájate.
El matrimonio monogamo e indisoluble es un invento relativamente reciente en la Historia.
Antes existían la poligamia, tanto poliginia como poliandria, el divorcio, incluso tres siglos antes de Cristo una unión legal entre varones del "Batallón Sagrado" del ejército de la ciudad-estado de Tebas.
Y nadie os acusó a vosotros de poner patas arriba el orden social con vuestras nuevas costumbres.
Hasta que el cristianismo se hizo religión oficial y ni poligamia, ni divorcio, ni homosexualidad y todos a pasar por el aro.
Y ahora hablais de imposición e intolerancia solo porque se deja a cada cual hacer lo que quiera.
Efectivamente, la ley es ineficaz, excepto en contadas excepciones. Y por eso, quien desea protección se acoge a esas excepciones y no quiere otras, porque ya sabe que las otras lo dejarán igual.
Néstor:
En mi opinión, la clave de la cuestión está allí: La ley ha dejado de ser ley, porque no respeta ni los más mínimos criterios de lógica, no digamos de derecho natural y mucho menos de justicia o moral.
Estoy seguro que soy el primero en darse cuenta que la ley "obliga" a matar gente bajo las pasarelas. Ni uno solo de los legisladores lo ha notado. Otra ley aprobada el año pasado prohibía que las motocicletas circularan a la izquierda... hasta que se dieron cuenta que era imposible para un motorista virar a la izquierda. La ley sigue existiendo, es físicamente imposible cumplirla. Si seguimos examinando cada ley, la mayoría de ellas son absurdas y por eso no se aplican o tienen trampas y vacíos legales tan grandes que cualquier cosa se cuela por ellas.
Al cristiano del siglo 20 se le presenta una oportunidad: denunciar la ley humana o simplemente dejar de obedecerla, o al menos, dejar de tomarla en cuenta. El caso que nos ocupa es paradigmático: eventualmente los legisladores aprobarán el "matrimonio" entre personas del mismo sexo, entre personas y animales y entre objetos. Como cristianos nuestra postura debería ser, a mi juicio, desconocer totalmente el matrimonio civil. Hacer de cuenta que no existe, que no significa nada.
De hecho ya lo hacemos: Para nosotros el divorcio no existe. No importa lo que digan los papeles, para nosotros una pareja casada sigue casada hasta la muerte. El siguiente paso es nada más desconocer que hubo matrimonio si no fue canónico. Cosa que también hacemos, pero no lo denunciamos públicamente.
¿Por qué deberíamos hacer eso? Porque una vez se apruebe el matrimonio civil homosexual, el siguiente paso será exigirle a las iglesias su reconocimiento canónico bajo el argumento de discriminación. Si nosotros denunciamos preventivamente el matrimonio civil damos un paso en la dirección correcta: no aceptamos leyes injustas, tontas ni imposibles de cumplir. Ya lo hacemos, pero no lo hacemos públicamente.
Un cristiano, y de hecho cualquier persona con dos dedos de frente, no puede ni debe obedecer leyes amorales ni inmorales. Así pues, la única ley que rige para un cristiano es la ley de Dios. Hasta hace poco, habían pocos conflictos entre la ley de Dios y la ley humana, de tal manera que quien obedeciera a Dios automáticamente obedecía la ley humana con creces. Ya no es así. Ahora es imposible obedecer la ley humana sin entrar en conflicto con Dios, no sólo en materias álgidas como el aborto y el matrimonio homosexual, sino en materias nimias como los impuestos y el tránsito.
Mientras no sea posible introducir moral en el Estado y el Gobierno, el desconocimiento del Gobierno es el camino moral.
Los que están todo el día hablando de homosexuales son los medios de comunicación, la ONU, los partidos "progresistas", etc.
Y lo hacen así porque está detrás de todo ello la plata de grandes fundaciones y corporaciones inglesas y norteamericanas por lo general, que se han propuesto hacer "ingeniería social" en vista a un "Nuevo Orden Mundial" en el que las que mandarían serían curiosamente ellas mismas.
Como no hay otra alternativa que adorar a Dios o al mundo y a su Príncipe, eso determina los dos bandos que existen hoy día en este tema.
Saludos cordiales.
Mas que de heredar los bienes pasajeros de este mundo, los homosexuales debieran de estar seriamente preocupados por no heredar los bienes eternos si no se arrepienten de sus nefandas prácticas homosexuales.
Respecto a la virtud de la Justicia, esencial a la vida social y política, creo que al ser una virtud cardinal, aunque se refiera al orden temporal, necesita también de la Gracia divina para poder ser practicada, ya que el hombre no puede practicar ninguna verdadera virtud sin el auxilio de la Gracia divina, ni siquiera la misma virtud de la Justicia aun en lo que ésta se refiera al orden meramente humano temporal.
"En verdad en verdad os digo, que sin Mí no podéis hacer nada" dice Jesucristo, y de ello no se excluye la misma virtud de la Justicia, la cual como toda otra virtud es imposible sin la Gracia.
Afirmar que la Justicia es practicable sin el auxilio de la Gracia divina me parece caer en una especie de
pelagianismo o semipelagianismo imcompatible con el vero catolicismo.
Por eso, como sin la Gracia divina es imposible la virtud de la Justicia, y sin virtud de la Justicia es imposible que exista verdadera sociedad política, resulta que sin la Gracia divina es imposible que exista verdadera sociedad política, ya que como dijo San Agustín "quitada o removida la Justicia, ¿qué son los reinos de este mundo sino grandes latrocinios?
Lo cual lo podemos comprobar en nuestras actuales sociedades que creen posible que los ciudadanos sean justos por sólo sus meras fuerzas humanas, sin necesidad de Dios, cómo en ellas abunda la corrupción a todos los niveles y cada vez las más graves situaciones de injusticia se asientan en ellas.
Por ello separar a Dios de la política es hacer imposible la Justicia y por ende la misma sociedad política, que no puede darse sin Justicia.
Y es que, a mi entender, la voluntad humana no se basta a sí misma para actuar, sino que precisa de la Gracia divina, incluso para actuar en el mero plano de lo temporal y natural y no sólo en el plano de lo eterno y sobrenatural. Necesitamos de la Gracia divina para que nuestra voluntad actúe virtuosamente en ambos planos.
Hay muchas mas personas en sacerdotes, conventos, seminarios, etc. y no están pidiendo leyes especiales para ellos, si nos atreviéramos, hablarían de "favoritismo". Otra vez el mundo al revés.
¿Cuántos pacientes de síndrome de Asperger hay? ¿Menos del 0.1%? ¿Y el porcentaje con posibilidades de curación? ¿1 en 10,000? Haciendo números, darle calidad de vida a esos enfermos es ridículo... ¿o no?
(Sólo quería ejemplificar que el razonamiento de números es inválido. Por cierto, debería de verificar sus cifras antes de usarlas como argumento, porque se le pueden revertir muy fácilmente. Los estudios serios calculan la población homosexual en un 3%. Los menos serios estiman 10%, pero igual existen y no son fáciles de contradecir. Conociendo las causas, yo creo que la cifra es grande y en aumento. Sobre la fidelidad, no hay cifras oficiales, pero si usted se sienta en un foro gay de cien asistentes, encontrará a más de 25 parejas estables, y todo su argumento se fue a la basura, sobre todo cuando empiecen a esgrimir el argumento de la tasa de divorcio en parejas heterosexuales).
Me temo que el razonamiento es inválido, si hay 1 caso por cada 10 millones o cuando mucho 1 cada millón, en España estaremos hablando de una ley para 40 personas y en México una para 100 en el mejor de los casos y en el peor, para 4 personas en España y 10 en México.
Existen OTROS métodos para manejar esas situaciones de excepción, por ejemplo, pueden escriturar mancomunadamente y con el usufructo recíproco, o cualquier otra opción......
Disculpa, pero una ley no tiene sentido......
Con respecto a estadísticas: las del Lobby hablan, como tu dices de un 10%, PERO NO DE HOMOSEXUALES, sino los que "alguna vez en la vida tuvieron un contacto homosexual", esto es, si alguien fué abusado, si alguien experimentó una vez, etc. LA ESTADISTICA DEL LOBBY LOS CUENTA COMO HOMOSEXUALES a quienes no son, triste realidad.
Los homosexuales fieles representan una minoría tan pequeña, que son una ANORMALIDAD ESTADISTICA EXTREMA, esto ya fué debatido en infocatólica y esa fué la conclusión. Y no, no soy homofóbico, muchos de ellos me caen muy bien, los respeto y trato, pero son promiscuos en extremo y una ley para la excepción de la regla (homosexualidad) de la excepcion (fidelidad) tiene sentido.
Sorry
Seguramente no me dí a entender: no importan las cifras, el derecho no es cuestión de cifras sino de personas.
A menos que usted quiera negarle el derecho de ser persona a un homosexual, obligatoriamente tiene que concederle los demás derechos inherentes a la persona, así y sólo existiera uno en el Universo. Incluso si no existiera, por ejemplo, "la persona con tres pies izquierdos", usted no puede preventivamente prohibirle a la persona con tres pies izquierdos a jugar fútbol.
(Vuelvo a repetir, todo esto si no se considera la moral en la ecuación. Con la moral todo es distinto).
Puesto así, el derecho que piden los homosexuales es nada más a casarse con quien deseen, derecho que tienen todas las demás personas, independientemente de su sexo. No hay excepción a la ley, solamente es aplicación de una ley que en muchos casos ya es vigente y se trata como excepción. En mi país, por ejemplo, la Consitutución dice que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, independientemente de su sexo, raza o religión. Estrictamente hablando y sin tomar en cuenta la moral, la ley que limita el matrimonio a las parejas heterosexuales es nula ipso iure por ser anticonstitucional, exactamente igual -ante la ley- que si se quisiera prohibir a un K'iché casarse con una T'zutuhil: legalmente esa prohibición es nula.
Y si usted quiere añadir el argumento de la fidelidad, el caso es aún peor. Si la ley limitara el derecho al matrimonio únicamente a las parejas fieles, una enorme cantidad de maridos y mujeres verían desaparecer su matrimonio de los libros como por acto de magia.
Hágase un favor a sí mismo y revise sus argumentos antes de presentarlos. Aquí está usted en un foro amable y que esencialmente le apoya. En otro foro lo destrozarían.
Es una posición defendible, pero creo que nos aisla innecesariamente de la sociedad.
Sobre la constitucionalidad de la actual ley, no se puede interpretar el principio de igualdad entre todas las personas de la forma que lo haces, porque bajo ese mismo paradigma también sería inconstitucional la exigencia de estar casado con una sola persona o de no hacerlo entre hermanos consanguíneos.
Por otro lado, se respeta la igualdad a establecer para todos el mismo de derecho. No es que los heterosexuales tengan el derecho de casarse y los homosexuales no, ambos tienen el mismo derecho: casarse con alguien del sexo opuesto, y la libertad de no hacerlo.
Una vez despojada la ley de su dimensión moral, la ley pierde sentido y por eso no se obedece.
Es completamente ilógico matar gente por atravesarse bajo una pasarela, es inmoral. Todo el mundo lo sabe, o al menos lo intuye. Pero cuando al legislador le arrebataron el argumento moral no le quedó más remedio que optar por lo que le dijeron que era el bien mayor: dejar circular a los automóviles.
Del mismo modo, sabemos que el matrimonio homosexual está mal, que daña a la persona, daña a la sociedad, daña a las nuevas generaciones. Pero si no podemos decirlo desde una postura moral ¿quién nos va a creer?
La ley ha dejado de lado el concepto de bien y mal. Sólo se rige, en el mejor de los casos, por lo que pareciera ser equitativo, aunque no sea justo. Por lo que sea conveniente, aunque no sea moral.
Por eso nuestra primera lucha en esta y todas las batallas se debería concentrar en lo que es moral, no en lo que es conveniente. Sin duda, es inmoral que a una persona se le despoje de la casa en la que ha vivido y que ha pagado con el sudor de su frente, sólo porque es un pecador. Nosotros deberíamos ser los primeros en defender a la víctima de esa discriminación injusta, porque lo que le están haciendo es inmoral, aunque la ley diga lo contrario.
¿Significa eso que apoyo el matrimonio homosexual? No. Apoyo lo que es justo, lo que es moral, lo que es decente. Chicos y chicos, ustedes saben que no quieren matrimonio. Ustedes quieren que no los odien, que los vecinos no les tiren piedras, que la comunidad les comprenda y les acompañe hasta el último de sus días. Están cansados de luchar una batalla por algo que en su fuero interno están convencidos que no eligieron. ¿Sería tan malo respetar sus testamentos, permitirles la entrada a los hospitales, dejarlos llorar en los funerales y atesorar la casa que construyeron juntos?
Si realmente el matrimonio civil es la única salida para que estas personas obtengan un poco de paz, que así sea. Pero si hay otra salida más justa, que no nos dañe a ninguno y sea buena para todos, propongámosla juntos, defendámosla juntos.
En todo acto de justicia hay una gran porción de amor. Si le quitamos el amor a la justicia, queda bonito, pero es un esqueleto descarnado que tarde o temprano volverá para mordernos.
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