¿Honrar a tu padre y a tu madre?
En el blog de Luis Fernando, un visitante consulta:
Nunca he entendido lo de "honraras a tu padre y a tu madre"… ¿Qué quiere decir honrar¿ ¿Es lo mismo que obedecer?
El Catecismo de la Iglesia Católica explica que en este mandamiento, la ley divina expresa el bien que implica la familia y, a través de ella, la naturaleza social del hombre y el adecuado orden que debe existir en la comunidad. Por eso, en mi opinión, no debe sorprendernos que el cuarto mandamiento tome precedencia sobre el quinto, que nos ordena no matar, pues es más grave destruir a toda la comunidad, que a un individuo.
En lo que preocupa al lector de Luis Fernando, el Catecismo indica que “El respeto a los padres (piedad filial) está hecho de gratitud” y “se expresa en la docilidad y la obediencia verdaderas” (2215 y 2216). Luego, distingue tres etapas en el desarrollo de esa relación:
- Niñez y dependencia: Mientras vive en el domicilio de sus padres, el hijo debe obedecer a todo lo que éstos dispongan para su bien o el de la familia (2217)
- Emancipación: La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que les es debido, el cual permanece para siempre.(2217)
- Vejez de los padres: El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades para con los padres. En la medida en que ellos pueden, deben prestarles ayuda material y moral en los años de vejez y durante sus enfermedades, y en momentos de soledad o de abatimiento
Tenemos así, que a veces el honrar se identifica con el obedecer, especialmente durante la niñez y mientras los hijos viven en domicilio de los padres. Cabe mencionar aquí que en ningún caso se trata de una obediencia ciega, pues el Catecismo reconoce la capacidad de los menores de juzgar en su conciencia la moralidad de lo que se les ordena y de resistir una orden injusta, al señalar: “Pero si el niño está persuadido en conciencia de que es moralmente malo obedecer esa orden, no debe seguirla.” (2217)
Todo esto resulta bastante obvio y lógico cuando los padres han cumplido sus deberes hacia sus hijos (de los que también habla el Catecismo) y la gratitud es la respuesta natural hacia esa esa labor admirable. Pero ¿Qué ocurre cuando el padre biológico ha sido una influencia negativa en la vida del hijo? ¿o si ha estado ausente?
Es una situación lamentable y cada vez más común, pero sólo en ella este mandamiento adquiere su verdadera dimensión. Me refiero a que no tendría sentido ordenar algo que ya es natural, o que tiene su recompensa en sí mismo, y por eso, por ejemplo, no hay leyes que obliguen a dormir bien, o ir al dentista. Dios sabe esto, pero también sabe que muchas veces las relaciones más difíciles de mantener son las que se dan al interior de la familia, y por esa razón es necesario este mandamiento, que nos recuerda nuestro constante deber de honrar a los que nos dieron la vida.
Ahora bien ¿Qué significa “honrar” en esos casos difíciles?
En general, el Catecismo habla de gratitud, pero no es fácil ver razones para estar agradecidos, cuando un padre o madre han decidido abandonar a su hijo pequeño, o peor aún, han abusado psicológica o físicamente de ellos, por no mencionar casos peores. ¿Qué gratitud, qué deber de honrar se le podría exigir al hijo en esa situación?
Creo que en estas circunstancias, el cuarto mandamiento todavía es válido, pero –de una forma similar a mi planteamiento de la entrada anterior-, es ahí cuando debemos profundizar en la relación con Dios para alcanzar una comprensión nueva y más profunda de lo que se nos pide. Si NSJC nos pidió amar a los enemigos y orar por nuestros perseguidores, con mayor razón permanece vigente el deber de honrar a nuestros padres, incluso cuando ellos se han convertido en nuestros enemigos y perseguidores.
Entenderlo así nos obliga a tener presente que Dios ama a todos, incluso a los que a nuestros ojos están más allá de todo perdón o reconciliación, y nos recuerda que la persona humana es valiosa en sí misma, porque reside en ella una dignidad que no depende de sus actos. También nos lleva a considerar que, si no tenemos otra cosa por la que sentir gratitud, al menos debemos agradecerles el habernos dado la vida y eso, en esta cultura de muerte donde vivimos, no es poco.
“Honrar” es una forma de amor, que Dios nos puede exigir, porque él mismo nos ama a pesar de todo. No significa que ese padre o madre sea la persona favorita de su hijo, ni siquiera obliga a tener una relación cercana o a hablar regularmente, porque forzar un vínculo corrompido por recriminaciones y desconfianzas puede resultar en más mal que bien, incluso llegando a la violencia.
Sin embargo, el cuarto mandamiento sí nos impide tratar a esa persona como un extraño, ignorarla completamente o tratarla como si hubiera muerto. “Honrar” nos obliga a saber dónde está ese padre o madre que se ha comportado mal con nosotros, a conocer en qué condiciones vive y estar dispuesto a ayudarlo, especialmente cuando su situación económica es indigna; o su salud, crítica.
A veces, para evitar el conflicto, será conveniente mantener esta relación a través de terceras personas, pero sin importar lo que haya hecho un padre a su hijo, existe un vínculo real entre ambos, que no se acaba jamás.
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InfoCatólica:
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9 comentarios
Respecto al post, suscribo lo que dices, entendiendo que una cosa es "saberlo" intelectualmente, y otra cosa imagino debe ser ponerlo en práctica, respecto a la relación con los malos padres.
Recuerdo que durante su proceso de conversión a Scott Hahn le preguntaron por lo de la devoción a la Virgen y respondió, aparte de lo del Magnificat, que honrar en hebreo quiere decir glorificar y que dado que Jesús cumplió los mandamientos completamente, Él glorificó a su madre.
En cuanto a lo de amar al enemigo y por lo tanto que el hijo ame a los padres que han sido malos ellos, se me viene a la mente algo que le leí hace poco a Orígenes, es una opinión interesante que da para pensar, aunque en mí en lo personal me cuesta compartirla. Consiste en que hay distintos grados de amor. A Dios se le ama con todo el corazón, con todas las fuerzas, por sobre todas las cosas. Al prójimo, se le ama como a uno mismo. Pero al enemigo, simplemente se le ama, no se le ama como a uno mismo ni con todo el corazón, ni con todas las fuerzas ni por sobre todas las cosas, sino que simplemente se le ama.
Eres la primera en notar este detalle y te agradezco por eso. Estaré atento a si otros visitantes comparten tu objeción, pues no es más que un símbolo, y los símbolos sólo tienen sentido en cuanto sean percibidos de una forma correcta.
En cuanto al post, afortunadamente tengo una buena relación con mis padres, pero al escribir sí mantenía en mente algunos casos cercanos que he conocido, y por eso estoy de acuerdo contigo en lo difícil que es poner este mandamiento en práctica. Supongo que todos tenemos un mandamiento que nos cuesta más que los otros.
@ Sergei: Es indudable que hay diferentes grados de amor, y supongo que el amor por los enemigos estará dentro de los más bajos. Es posible que nuestros padres se conviertan en enemigos, y en ese caso pueden hacernos mucho más daño que un simple enemigo con el que no tenemos ninguna relación especial. A pesar de eso, el honor y respeto no se les debe negar, en razón de este mandamiento. Es muy difícil.
Y jamás podemos dejar de tener presente que existe la obligación bíblica de apoyarlos económicamente cuando se requiera. Así queda inequívocamente establecido en Marcos 7,11, cuando Jesús critica duramente a los que no prestan asistencia material a sus padres. Eclesiástico 3 es un capítulo precioso que debiéramos grabar en bronce.
debo aclarar a vos y otros comentaristas, que siempre soy consciente que soy una mentira total,infinitamente malo, indignisimo, inütil, con un amor propio que tengo que seguir aplastando, Santa Catalina dice que ésta con nosotros hasta la muerte.
A Cristo por Maria y con el Papa.
SI ME ESTÁS LEYENDO, POR FAVOR CONSIDERA QUE PRIMERO ESTÁ TU INTEGRIDAD FÍSICA Y TU SALUD MENTAL. LAS PERSONAS QUE HAN ESCRITO ESTE ARTÍCULO NO HAN EXPERIMENTADO NI EL ABUSO SEXUAL NI EL ABUSO EMOCIONAL O FÍSICO.
ALÉJATE DE ESOS MALOS PADRES Y PIDE AYUDA. SI TU INTEGRIDAD FÍSICA ESTÁ EN PELIGRO, ABANDONA A TUS MALOS PADRES Y BUSCA AYUDA PARA TI. NO LE DEBES NADA A ESAS PERSONAS QUE TENÍAN LA RESPONSABILIDAD LEGAL, ESPIRITUAL Y MORAL DE AMARTE, CUIDARTE Y PROTEGERTE.
NO ESCUCHES NI LEAS ESTE TIPO DE ARTÍCULOS QUE NO TE VAN A SERVIR. BUSCA AYUDA PARA TI SI ESTÁS EN PELIGRO DE ABUSO SEXUAL, FÍSICO O SICOLÓGICO.
SI TUS PADRES TE BUSCAN DE VIEJOS, NO ES TU RESPONSABILIDAD CUIDARLOS NI VELAR POR ELLOS. AUNQUE SI DECIDES HACERLO, HAZLO POR MEDIO DE UN ABOGADO, CONSEJERO O INTERMEDIARIO, PERO SI ESOS PADRES SIGUEN CON GANAS DE ABUSAR DE TI, **MANTENTE ALEJADO**.
En tu comentario abordas varias situaciones diferentes. Un padre ausente no es lo mismo que un padre abusivo.
En otras cosas que dices estamos de acuerdo: Lo primero es la integridad física y mental de las víctimas. No hay nada en el cuarto mandamiento que sea contrario a eso. Uno puede cumplir el deber de honrar padre y madre a través de otras personas, un abogado o consejero como dices.
Si alguien está en peligro de abuso sexual, efectivamente debe buscar ayuda profesional y no en un sitio como infocatólica. La complejidad del caso va más allá de cualquier cosa que se pueda decir en un blog público.
Dicho eso, queda uno de los mandamientos más radicales e increíbles de Cristo: amar a los que no nos aman, incluso a los que nos desean el mal. Obviamente no es algo que se pueda hacer sin auxilio de la gracia.
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