Que se viene Halloween
Ya no es que se viene, es que ha llegado para quedarse entre nosotros. En un principio los católicos intentamos resistir a esta celebración. “Importación gringa” dijimos, “no va con nuestra cultura", “no es más que una excusa para vender dulces", y “fiesta pagana que glorifica lo diabólico y el ocultismo". Pero ya se ve que nadie puede resistir al poder omnímodo de las golosinas y los disfraces, así que el paso siguiente fue “bautizar la fiesta", repartiendo santos con los dulces y disfrazando a nuestros hijos de ángeles, hadas y sacerdotes.
Eso fue antes, ahora nuestros hijos han crecido, y tienen ilusión de participar en esta celebración, pero ya no están en edad de usar trajes “buenitos", quieren escoger su propio disfraz, mientras más tétrico y aterrorizante, mejor ¿Qué hacer al respecto?
¡No se preocupen! Vuestro blog favorito de infiltración cristiana en el mundo pagano (ya saben, La esfera y la cruz) les ofrece, libre de todo cargo, algunas ideas de disfraces para difundir el mensaje de NSJC en medio de Halloween, o aterrorizar a todos en el intento. Para este año dos mil doce, nuestra colección de disfraces incluye
Inquisidor
¡Nadie espera a la inquisición española! Bueno, salvo tal vez los españoles. Pero en el resto del mundo ¡usted puede expandir el evangelio y combatir la leyenda negra! iniciando fascinantes conversaciones gracias a este estupendo disfraz. No olvide llevar consigo un listado de hechos, para dejar a los que le pregunten.
Si este atuendo no es lo suficientemente tétrico para la fiesta donde también hay vampiros y zombies, la opción es tomar el camino de la película “El Sicario de Dios", para lo cual tomamos la túnica negra con capucha que todos tenemos en casa –ya saben, la que recibieron con el kit infocatólico estándar–, y pintarnos una gran cruz sobre la nariz y los ojos.
San Genesio
El patrono de los actores, fue martirizado luego de interpretar a un cristiano ante el emperador, rasgándole los costados con garras de hierro y quemándolo con hachas calentadas al fuego, para luego ser decapitado. Si bien el disfraz puede ser un poco rebuscado, podemos tomar un típico traje de “fantasma de la ópera", por la máscara que indicará la labor actoral, y rasgar las ropas, todo con un hermoso maquillaje de herida fatal al cuello para indicar la decapitación.
Santa Lucía
Santa Lucía de Siracusa (283-310), patrona de los oftalmólogos, fue llevada ante un tribunal pagano para que renegara de la fe, y ante su obstinada negativa, decidieron sacarle los ojos, pero ella siguió viendo. El disfraz combina los atributos habituales del martirio (una palma en la mano), con la innegable nota macabra de un par de pelotas de tenis de mesa en un plato, mientras un trapo sangrante cubre los ojos.
San Lorenzo
Un clásico de los martirios, se cuenta que no sólo fue muerto mediante incineración en una parrilla, sino que además, en el proceso les dijo a sus verdugos, “Dadme la vuelta, que por este lado ya estoy hecho". El disfraz es uno de los más sencillos, pues basta tomar una túnica apropiada y dibujar sobre ella un patrón en tonos que muestren el chamuscado de la parrilla.
San Dionisio de París
Para los que quieren ser el alma de la fiesta, y dejar una impresión perdurable, nada supera a San Dionisio de Paris, quien, tras ser decapitado, anduvo durante seis kilómetros con su cabeza bajo el brazo, y al término de su trayecto, la entregó a una piadosa mujer descendiente de la nobleza romana, llamada Casulla, y después se desplomó.
El “efecto decapitado” puede ser difícil de obtener, sobre todo si uno quiere usar la propia cabeza al día siguiente, pero seguramente nadie objetará que uno mantenga una máscara negra sobre el rostro, si al mismo tiempo lleva una convincente réplica en las manos.
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