Sacerdocio femenino y el P. Infante
Les invito a leer el post de Luis Fernando Pérez, sobre el caso del Padre Manuel Infante, párroco de Ciudad Real, España que defendió abiertamente el sacerdocio femenino.
¿Lo leyeron? ¿Se fijaron en el fundamento del curita para su opinión? Dice este sacerdote de Cristo:
No he encontrado razones teológicas profundas para pensar que una mujer no tiene cualidades o capacidad para ser sacerdote.
Este razonamiento es profundamente inválido, no sólo porque surge de la opinión personal que puede tener don Manuel sobre el tópico, en oposición a la doctrina definitivamente declarada por el magisterio ordinario de la Iglesia, como dice Luis Fernando, sino además porque supone que sólo si hay diferencias fundamentales a un nivel religioso entre hombre y mujer se justificaría que el sacerdocio se otorgue sólo a los hombres.
¡Pero no existen tales diferencias! Al menos desde un punto de vista teológico, hombres y mujeres somos iguales, y efectivamente hay muchas mujeres que tienen las cualidades y capacidades que para ser sacerdotes, y no todos los sacerdotes exhiben las características que deberían tener para ejercer como tales (yo tengo al menos uno en mente).
Y es que el ser sacerdote no nos viene de nosotros, ni siquiera de nuestras capacidades o santidad personal. De hecho, los santos más grandes, Nuestra Señora y su casto esposo, siempre fueron laicos, como la mayoría de los que leen esto. El ser sacerdote viene de Dios y la Iglesia, de quienes surge la iniciativa para llamar a uno a servir de ese modo, y por eso se habla de “vocación” que tanto quiere decir como “ser llamado” y no “tener derecho a".
Hombres y mujeres somos iguales en muchos sentidos esenciales: unos y otras fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,27) y podemos alcanzar idénticos niveles de santidad y relación con Dios, tal como lo han demostrado innumerables santos y santas a través de la historia.
Esto, sin embargo, no se extiende a todos los niveles, y efectivamente hay diferencias evidentes en lo biológico y sacramental. No vamos a entrar en los detalles de la biología, por lo mismo que son obvios, pero tal vez para explicar las diferencias sacramentales, sirva un ejemplo.
Pensemos en un sacerdote que pronuncia las palabras de consagración sobre un vaso de vino ¿Qué ocurre? Pues que lo que antes era vino deja de existir y se convierte en la sangre de NSJC, actualizando ante nosotros todo su cuerpo, sangre, alma y divinidad; mientras que si lo hace sobre un vaso de whisky, no pasa nada. ¿Implica esto que existe diferencia teológica entre ambos? ¿Que emborracharse con vino es más “santo” o tolerable que hacerlo con whisky? Desde luego que no, eso sería absurdo. La única diferencia entre uno y otro es la libérrima voluntad de Dios, que decidió que sus sacerdotes usaran vino –y no cerveza ni agua– para confeccionar la eucaristía.
Esta no es una decisión libre de consecuencias, pues hay sacerdotes que sufren del alcoholismo y para ellos sería más conveniente consagrar algún líquido sin alcohol, o personas intolerantes al gluten, elemento esencial del pan, que sólo pueden recibir la eucaristía bajo la forma del vino. Pero tales inconvenientes no son motivo suficiente para simplemente ignorar la voluntad divina, y pretender que Dios no dijo o hizo lo que efectivamente hizo o dijo.
Otro tanto ocurre en el bautismo, donde si se emplea agua se realiza la obra del sacramento, pero si se usa leche nada pasa, y es lo mismo con el sacramento del orden: con un hombre funciona, con una mujer no. Nuevamente, tal como entre vino y whisky, a partir de esto no se puede hablar que la Iglesia discrimine injustamente, entre hombres o mujeres, o que unos sean mejores que otras. Simplemente se trata de respetar lo que Dios ha querido expresamente. Es cierto que muchas veces eso no coincidirá con lo que cada uno quiera –habrá quien encuentre más rica la leche que el agua para bautizarse, o prefiera “comulgar” con un bizcocho en vez de pan–, pero en esos casos hay que tener claro quién es la criatura y quién el creador.
Puede que nuestra época esté totalmente embarcada en una odisea de igualdad entre hombres y mujeres, e incluso que tenga justificación para ello, pero de ningún modo eso debe llevarnos a ignorar las opciones de Cristo al seleccionar sólo a varones para ser apóstoles, y la tradición unánime y universal de la Iglesia de reservar dicho ministerio sólo a los hombres.
También habla el Padre Manuel Infante de la cultura machista de la época, punto que habitualmente se intenta contrastar con el trato directo que Jesús daba a las mujeres, tanto así que ellas formaban parte de su grupo de seguidores más cercano. Sin embargo, ese tampoco es un argumento convincente para admitir el sacerdocio femenino, precisamente porque si NSJC estuvo dispuesto a desafiar costumbres tan arraigadas en el judaísmo como el Sábado, no se entiende que al momento de elegir sacerdotes, se haya refrenado de expresar su verdadera voluntad y ordenar mujeres, simplemente por un temor humano al machismo imperante.
19 comentarios
¿Cómo sabemos que Dios no quiso? La Iglesia, columna y baluarte de la verdad, así lo ha determinado.
Por tanto, quien se opone a la enseñanza de la Iglesia en esta materia, se opone a Dios.
Si eso lo hace un sacerdote de forma pública, solo quedan dos opciones. O que se arrepienta y se retracte, o que deje de ser sacerdote.
Como ya he dicho mil veces, es una cuestión de sentido común.
Menuda limpieza de falsos curas y funcionarios de la sopa boba colados en las filas de la Iglesia hay q sacar afuera!!!!
Hay una pequeña imprecisión que creo vale la pena corregir:
"Esta no es una decisión libre de consecuencias, pues hay sacerdotes que sufren del alcoholismo y para ellos sería más conveniente consagrar algún líquido sin alcohol,... "
Existe una carta de 1995 sobre el uso de mosto para la Santa Misa:
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19950619_pane-senza-glutine_sp.html
En la parte: "II. Respecto al permiso de usar mosto:"
http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20030724_pane-senza-glutine_sp.html
Veo que en este tema no caben salvaguardas del tipo:
- Se encarnó varón porque en ESA EPOCA no le hubieran hecho caso a una mujer.
>porque si NSJC estuvo dispuesto a desafiar >costumbres tan arraigadas en el judaísmo como el >Sábado, no se entiende que al momento de elegir >sacerdotes, se haya refrenado de expresar su
Pero ustedes argumentaban en otros hilos que no hay pronunciamientos directos de Jesús CONTRA la esclavitud porque eran un pueblo muy bárbaro, etc, etc y la esclavitud era cosa común.
Veo que son de "argumentaciones" "flexibles".
Kewois
Y como sabe usted eso? Porque los "accidentes" del vino quedan inalterados, los de otra bebida también.
Como se da cuenta o es usted capaz de distinguir una hostia o vino consagrado de uno no consgrado???
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Supongamos un caso extrema necesidad. un moribundo pide comulgar, un sacerdote podría hacer una excepción y consagrar otro alimento y otra bebida????
Imaginemos en medio de una guerra en una batalla... situación totalmente extrema.
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Saludos
Kewois
@ abc: Aprecio el sentimiento, y si bien el tipo de argumento que propones tienen cierto valor edificante, no son definitivos, pues no se ve inconveniente en que Dios, dentro de su omnipotencia, por ejemplo hubiera optado por algún otro líquido para bautizar.
@ Kewois: Te agradezco la ocasión de establecer la diferencia entre los argumentos a favor del sacerdocio femenino y en contra de la esclavitud.
En ambos temas nos encontramos con el silencio de Jesús, de modo que la pregunta es qué podemos deducir a partir de ese silencio, y la respuesta es en ambos casos "nada, ni a favor ni en contra". La posición definitiva de los crisitanos tenemos que encontrarla en otras fuentes, como la práctica universal de la Iglesia, en el caso del sacerdocio, o la enseñanza respecto de la igualdad fundamental de los hombres, en el caso de la esclavitud.
Es al argumento desde el silencio al que yo respondo aquí, no para decir que apoya mi posición, sino para decir que la opinión contraria no debe basarse en él. ¿Se entiende la diferencia?
Y como sabe usted eso? Porque los "accidentes" del vino quedan inalterados, los de otra bebida también.
Hablamos aquí de la transustanciación, materia propia la fe, de modo que a la pregunta "¿Cómo lo sabes?" es válida la respuesta "Porque la Iglesia así lo enseña". También hay razones de por qué la Iglesia lo enseña así, pero son más propia de un debate con los protestantes.
Se han reportado casos de exorcismos donde el sujeto es capaz de distinguir entre una especie consagrada y otra que no, pero para los demás, el hecho de que el vino se convierte en la sangre y el whisky no es una cuestión de fe.
Supongamos un caso extrema necesidad. un moribundo pide comulgar, un sacerdote podría hacer una excepción y consagrar otro alimento y otra bebida????
Imaginemos en medio de una guerra en una batalla... situación totalmente extrema.
No, no podría, y el sacerdote que simulara una consagración cometería un grave pecado.
Insisto, es posible encontrar muchas situaciones en las que uno le diría a Dios "mira, debiste pensar en este caso extremo, hacer las cosas de este otro modo", pero en eso va la fe, en confiar que la forma en que él lo dispuso es la mejor.
Respetamos a las personas de diferentes opiniones, pero estarás de acuerdo conmigo que si pones tu propio criterio sobre el de la Iglesia, ya no eres un seguidor de Jesús, sino de ti misma.
Pero puestos a dar motivos por los que una mujer no puede ser sacerdote ministerial, diremos que éste debe ser ofrecido (por Cristo, con Él y en Él) como victima del Sacrificio Único. Dios no aceptará nunca una mujer como victima del sacrificio porque ésta ha sido creada para dar vida. Quizás para entenderlo mejor haya que entender el papel corredentor de la Virgen María sin necesidad de ser victima del sacrificio.
En cuanto a que ya no sigo a Jesús si pienso por mi misma, no creo que sea exacto porque tengo la completa seguridad de que dirige mis pasos igual que los del resto de los miembros de la comunidad, independientemente del grado que ocupen en el escalafón. ¿Por qué razón voy a pensar que establece diferencias? Simplemente, cada uno sigue un camino dentro de una red que nos une a todos.
La cuestión es qué hacer cuando lo que yo opino se contradice con lo que enseña NSJC. Un cristiano dice "confío en Él más que en mí mismo, haremos el esfuerzo por seguirle"; uno que no lo es dice "No puedo creer otra cosa que la que me dicta mi propio razonamiento".
Piensa en el discurso del pan de vida de Juan 6: Muchos discípulos abandonan a Jesús, pero cuando él se vuelve a los apóstoles, Pedro responde "¿Dónde iremos, Señor?".
Ambas opciones son válidas, nadie está obligado a ir contra su propia conciencia. El tema de fondo es si, siguiendo a la propia conciencia por sobre Cristo, uno puede seguir diciendo "soy cristiano".
Estoy muy acostumbrada en mi entorno laboral y personal a cambiar impresiones con personas que piensan de forma diferente a mí y nunca me ha supuesto un problema, al contrario, yo siento que me aportan puntos de vista diferentes que enriquecen mi vida y no menoscaban en absoluto la confianza en mis interlocutores.
Yo creo que el miedo a explorar territorios nuevos está reñido con el ser humano.
Es curioso que sólo las mujeres parecen defenderlo en esta página. También en el Calvario sólo permanecieron las mujeres, y fueron mujeres las testigas y apóstolas de la resurrección de Jesús. ¿Por qué será? ¿Es esto solo una coincidencia? ¿Está siendo Manolo crucificado injustamente como Jesús? ¿Tienen los hombres algún miedo o inseguridad ante la mujer y la verdad del Evangelio? ¿Es acaso miedo a perder el poder y los privilegios de la casta dominante?...
Por otro lado ¿qué poder o privilegio podría ganar o perder yo, por expresar la opinión de la Iglesia en este punto? A nadie lo están crucificando, guardemos las proporciones en cuanto a la crucifixión, que ni san Pedro se tuvo digno de decir que había sufrido la misma suerte que NSJC.
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