Alegría de ser católico… y sus aguafiestas
Los católicos de Santiago se preparan hoy para asistir a la reunión “La Alegría de Ser Católico” a la que convocó un grupo de laicos, para expresar… bueno, eso, que estamos alegres de ser católicos. Se ha difundido en el portal de iglesia.cl, se ha mencionado en las noticias, estamos todos listos.
¿Todos? !No! Una aldea poblada por irreductibles jesuitas resiste todavía y siempre a la alegría.
Parece disonante, en el contexto en el que nos encontramos, llamar a mostrar la “alegría de ser católico” cuando constantemente nos vemos rodeados de signos de muerte e incertidumbre dentro de nuestra Iglesia. Signos que entristecen y confunden a un Pueblo de Dios que a momentos no comprende qué es lo que está ocurriendo. El ambiente parece no estar para esta clase de fiestas.
Y luego pasa a mencionar la demanda en La Haya contra el Papa, que los homosexuales y los divorciados se sienten marginados, y la desigualdad en Chile.
Los signos de muerte pueden ser inagotables, y, por lo mismo, parece mejor preguntarse ¿qué es lo que Dios nos pide en estos tiempos? ¿Será el momento de “mostrar” la alegría?, o ¿no será más bien el tiempo de hacer silencio?
Como decía Mark Shea “Lo mejor de la Iglesia Católica es que es como una gran familia; lo peor, es que es como una gran familia". Yo mismo tengo un tío que es comunista, fue exiliado para el ‘73 y en todas las reuniones familiares su único tema son las injusticias del capital contra los obreros y el inminente colapso del Estado neoliberal. Eso, por cierto no le impide tomarse el whisky a la par con el resto de mis tíos.
Lo que quiero decir es: Es cierto, nuestra alegría no será completa hasta que la muerte sea vencida y NSJC vuelva a poner todo en manos del Padre y Cristo sea todo en todos. Pero si nos ponemos a esperar que se acaben los pobres en la tierra, que la Iglesia deje de ser perseguida, y que todos los pecadores se sientan afirmados en su pecado… simplemente nunca vamos a estar alegres.
¡Ahora es el tiempo de estar alegres! ¿Quieres razones? Pues tengo una letanía de ellas
Por haber sido fieles por 2.000 años… estamos alegres de ser católicos
Por haber compilado la Biblia…
Por la mediación Papal de 1978…
Por la defensa de los derechos humanos…
Por la defensa del que está por nacer…
Por proclamar las verdades del matrimonio…
Por el Hogar de Cristo…
Por San Alberto Hurtado…
Por Santa Teresa de Los Andres…
Por los miles de judíos que los papas salvaron de los nazis…
Por la consagración de Rusia y la caída del régimen soviético genocida…
Por la evangelización de América Latina…
Por el triunfo de Fray Bartolomé de Las Casas…
Por la evangelización de Europa…
Por los curas que custodian los sacramentos…
Por las monjas que acompañan a los enfermos…
Por los curas que imparten la extremaunción…
Por los exorcismos…
Por el cura que perdonó mis pecados (muchas gracias, padre)…
Por los salesianos que me enseñaron la fe…
Por habernos enseñado la verdad acerca del ser humano…
Por la Humanae Vitae y la Rerum Novarum…
Por el Concilio Vaticano, I y II…
Por haber concurrido a fundar la cultura occidental…
Por calcuar el año de nacimiento de NSJC e iniciar la cuenta de los años…
Por extender la costumbre judía del descanso semanal…
Por los aportes al método científico…
Por haber conservado el alfabeto latino y griego…
Por las catedrales…
Por La Última Cena y El Juicio Final…
Por el David y el Moisés…
Por la curia romana…
Por Caritas, la fundación benéfica más grande del mundo…
Por el celibato de nuestros sacerdotes y los hijos de nuestros matrimonios…
Y eso no es más que lo que se me ocurrió ahora, porque podríamos ir mencionando cada uno de los Santos y cada aspecto de la vida de Nuestra Señora.
¿Signos de muerte inagotables? ¡Jamás! La virtud de la esperanza nos impide siquiera concebir que el mal sea inagotable o infinito. Silencio hemos hecho demasiado tiempo, ¿O acaso crees que hoy en Chile alguien oye la voz de la Iglesia (que es la voz de NSJC)? Nadie nos escucha porque no decimos nada, y esa táctica nos ha llevado a la situación lamentable en que nos encontramos hoy.
No solo es tiempo de mostrar la alegría, es tiempo de sentirla, y ponerla entre signos de exclamación y con negritas.
Tampoco es que una marcha exitosa solucione todo; luego de la fiesta todavía hay que ordenar y lavar los platos, y luego tratar de dormir para ir a trabajar al día siguiente. Ya se acerca el tiempo de adviento y tenemos la cuaresma para prepararnos para el viernes santo. Pero hoy hemos recibido una invitación, que hacen nuestros hermanos con cariño, sin un motivo especial, sólo por juntarnos y decir “aquí estamos, no estás solo”… como una familia, y los que podamos ir, deberíamos hacerlo. Claro que a mí me hubiera gustado que fueran nuestros padres los que nos invitaran, pero un paso a la vez.
PD: No vamos a convertir los comentarios en una lista de crítica a los jesuítas, todavía quedan muchos católicos entre ellos.
18 comentarios
Siendo respetable, me parece que también tiene su parte de razón. A la Iglesia le hace tanta falta la manifestación pública de alegría como el silencio y la penitencia (igual que a todos nosotros, que todos somos Iglesia).
Cuando Dios nos creó (o cuando evolucionamos de los monos, según a quién se escuche) hizo que fuéramos seres cíclicos. No somos siempre iguales, no mantenemos el mismo humor siempre, ni siquiera nuestra temperatura corporal es igual a lo largo de todo el día. Así pues, es tan válido estar alegre y gritar como estar callado y reflexionar.
Para mí, Javier Hernández busca evitar que estas explosiones de alegría conviertan nuestra ciclotimia en un síndrome maníaco-depresivo: Hay que estar felices, sí, pero sin olvidar que falta mucho por hacer. Hay que recordar el mal del mundo, sí, sin olvidarnos que al final el corazón inmaculado de María triunfará. Sin la reflexión de Javier -u otras parecidas- la "alegría de ser católico" puede terminar en una resaca monumental que cause más daño que beneficio.
Y para evitar resacas, ahí sí reconozco que los jesuitas son expertos.
Y esa alegría debe sostenerse y mostrarse por varias razones, entre ellas que Dios vencerá al Mal, entonces mostrar alegría en medio de las grandísimas miserias que nos rodean es una forma de afirmar nuestra Esperanza.
Es muy cierto que quedan almas santas entre los jesuitas. Yo conozco a un sacerdote argentino, el P. Alfredo Sáenz, y a uno uruguayo, el P. Bojorge, que son excelentísimos desde todo punto de vista. Son dignísimos hijos de San Ignacio.
Bien por ellos.
Sonrían, por favor.
Si tuvieramos que estar en silencio hasta que no hubiera ningún problema en el mundo, los católicos deberíamos estar callados hasta el fin de los tiempos.
Si un hombre tuviera que esperar para ser feliz, a que no hubiera ningún contratiempo, ni ningún problema, nunca sería feliz, nunca tendría ningún momento de dicha. La vida es así. Todo momento es adecuado para estar alegres, y tenemos que estar alegres porque tenemos una BUENA NOTICIA. ALABADO SEA DIOS NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Efectivamente, un santo triste es un triste santo.
La advertencia contra el triunfalismo sería oportuna, si efectivamente existiera ese peligro. Dado el estado de la Iglesia me parece que el peligro es exactamente el contrario, y por eso la advertencia me suena más a cinismo.
@ juvenal: No te entendí.
Por un amigo me llegó el dato que mi columna estaba siendo comentada en este sitio. No puedo negar que al ver el revuelo y los comentarios que he leído respecto a ella, se caiga en ataques contra la Congregación de la Compañía de Jesús, que tanto bien ha hecho y hace a la Iglesia Universal, en cuanto a que yo soy solamente un adherente a la espiritualidad ignaciana y no un representante oficial de tal institución, y por lo tanto mis opiniones son de carácter privado y exclusivo.
Las expresiones que durante esta columna utilizó no son antojadizas, y menos aún emanan de un deseo rupturista o poco conciliador. Muy por el contrario, emanan de mi propia experiencia de fe, que como bien decía un exalumno de mi colegio, inculcada en los valores de la Familia Marista. Y es por tanto, fundado en esa experiencia que me atrevo a escribir estas afirmaciones, de lo contrario, difícilmente lo hubiera podido hacer.
Uno no está en contra de la alegría y su expresión, de su manifestación externa. Tampoco en contra de las peregrinaciones o manifestaciones públicas de la fe, a las cuales asisto regularmente y siguiendo los preceptos de la Iglesia al respecto. Sin embargo, no hay que cerrar los ojos a nuestra propia debilidad e impotencia frente a las dificultades que como cristianos se nos presenta, y menos aún, desatender el mensaje principal del Evangelio, que es crear el Reino de Dios entre nosotros, aliviando el sufrimiento de muchos siguiendo Su modo, es decir, el modo de un humilde carpintero de Nazaret. Seguimos a eso, a un sencillo carpintero, y en cuanto tal, sus herramientas no eran las grandes manifestaciones públicas convocadas artificialmente, sino que era una masa de hombres y mujeres que se acercaban a El en cuanto irradiador de esperanza y amor. A eso estamos como Iglesia llamado, a irradiar amor y esperanza, y como los primeros cristianos, generar en esa irradiación una comunidad "católica" en todo el sentido de la palabra. Y, siguiendo la misma propuesta de Cristo, no podemos pasar por eso sin antes convertirnos de nuestra propia miseria, y atrevernos a cargar al cruz que a cada uno le corresponde en esta vida llevar. Para que así, el mensaje que como cristianos transmitamos no se quede estéril ante noticias o actitudes negativas que como Iglesia cometemos.
Es en razón de lo antes expuestos, que me atrevo a decir que muchos hermanos de mi colegio estarían de acuerdo, como así me lo asegura la relación cercana y muy estrecha que con la mayoría de ellos tuve durante mi formación.
Un salud fraternal a todos deseándoles consuelo y amistad.
Yo sí creo que existe el peligro del triunfalismo, pues estas manifestaciones se suelen medir en números, que nunca son una buena medida de la fe. Que si juntamos a mil, a dos mil o cincuenta mil fieles gozosos del Señor, suele redactarse en tono triunfalista y sentirse como si a partir de allí ya fuéramos "salvos", como dicen los hermanos separados.
Más comparto la idea de Javier Ignacio, de "no olvidar" -nada más eso, "no olvidar"- que tras la borrachera viene la mona y tras la mona el dolor de cabeza. Así, a menos borrachera menos cruda, o dicho en chileno, menos hachazo. Y lo mismo en sentido opuesto, que al ver al Cristo sufriente -nuestro hermano- jamás olvidar que al tercer día resucitó.
Estoy de acuerdo con mucho de lo que escribes, y enumerarlo haría una conversación muy fome, así que vamos a lo que, de tus palabras, vale la pena matizar, en mi opinión. Dices:
el modo de un humilde carpintero de Nazaret. Seguimos a eso, a un sencillo carpintero
Pero yo no tengo interés en seguir a un humilde carpintero judío, que sólo sea eso, después de todo, han habido miles de maestros espirituales durante la historia, ¿por qué deberíamos preferir a un hombre sabio por sobre otros?
Yo sigo a NSJC porque es Dios o el Camino la Verdad y la Vida, que es lo mismo. Y lo sigo, entre otras cosas, porque no era un pecador, como yo y todos nosotros. Más al respecto en El único Cristo útil.
estamos como Iglesia llamado, a irradiar amor y esperanza, y como los primeros cristianos
Cuidado de no idealizar a los primeros cristianos. Judas era un apóstol y traidor, Pedro no comía con gentiles, los cristianos despreciaban a Tito por su juventud, discriminaban entre griegos y judíos y se emborrachaban en misa.
Sólo eso tenía que comentar, como te decía es poco de lo que escribes con lo que no estoy de acuerdo.
@ Gaby: No viene de TinTin, sino de las noticias, que una y otra vez nos regalan las declaraciones de los asociados a esta congregación, contrarias al magisterio de la Iglesia. Basta buscar por jesuítas en Infocatólica, y verás por donde van los tiros.
Y si existe el peligro o no de triunfalismo hoy en Chile, es algo en lo que legítimamente podemos discrepar, creo yo.
La pregunta que deberíamos hacernos es ¿por qué? Si estuvieran haciendo algo malo, hace mucho que el Papa les hubiera expulsado del seno de la Iglesia. Entonces, si lo que hacen es bueno, ¿a qué se debe tanto choque y tanto rechazo? Yo pienso que es porque nos causan escozor. Porque no nos dejan vivir en paz, porque les gusta poner el dedo en la llaga.
Supongo que a ellos esos insultos y persecuciones los han de poner felices (Mt 5, 11).
Por otro lado si no los expulsan, ni lo censuran tampoco pueden hablar de persecusión ¿no? Acusar de que los persiguen porque unos cuantos bloggers se quejan, es una afrenta a los miles mártires que han sido realmente perseguidos.
No tengo problemas con los que ponen el dedo en la llaga, lo tengo con los que enseñan doctrinas falsas, como que una mujer puede decidir si aborta o no, y esa decisión no es moralmente reprochable.
En cuanto a Mt 5, debemos ser muy cuidadosos, porque nos alegramos cuando las persecusiones vienen por ser fieles a NSJC, y no por cualquier persecusión. Pero resulta que en puntos donde el evangelio se opone a la cultura de la muerte ¡estos sujetos adoptan la posición de la cultura! Entonces es evidente que no pueden aplicarse esta bienaventuranza.
Además, es cierto que la persecusión puede venir desde dentro de la Iglesia, como lo han sufrido tantos santos durante la historia, pero cuando eso ocurre, la marca de una verdadera fidelidad es la obediencia en todo lo que no sea contrario a la ley de Dios.
Yo me atrevo a hablar de "presecución", porque las acusaciones -incluyendo la suya- no se hacen contra cierta persona que podría tener cierta opinión, sino contra la Compañía en conjunto por cuestiones que, bien analizadas, no tienen nada de censurable (repito, aunque sé que no lo van a leer: BIEN ANALIZADAS). Usted mismo reconoce que lo que dijo Javier tenía razón, pero no se tocó el alma para acusarlo veladamente de no ser católico. ¿No es eso persecución?
Por supuesto es mucho fácil decirles "irreductibles" y "anticatólicos" e "infieles", porque eso no requiere análisis: Basta lanzar la piedra y esconder la mano. Nada de eso tiene nada de nuevo. ¿Por qué habría de extrañarnos?
Persecusión, para mí, es la que sufrieron los cristianos en Roma, o la que sufre la Iglesia hoy en China, que te maten por no adorar al Emperador como dios. Una persecusión muy disminuida es perder tu trabajo u oportunidades de ascenso por defender la fe. Que alguien te critique por la red y alegar persecusión es una falta de respeto a los verdaderos testigos de la fe.
Me mantengo en mis críticas a la columna original de Javier Hernández, sólo respecto de su comentario en este sitio pude decir que comparto su contenido, salvas las partes que indiqué.
Ya me dirá Ud. cómo hay que analizar un discurso para llegar a concluir que es moralmente legítimo procurar la muerte de un ser humano inocente.
Según el titular, Carlos Novoa (y los jesuitas en conjunto) están a favor del aborto. Al leer el artículo, Carlos Novoa dice que meter a la cárcel a la madre que aborta no resuelve el problema. ¿Observa alguna diferencia? Yo sí. La diferencia está en leer, cosa que el 80% de usuarios de Internet no hacen. La persecución se inicia cuando se descontextualiza una frase y se pone en el titular para que el pueblo llano le lance piedras al inocente (lo mismo hicieron con Jesús, no es nada nuevo). Muy distinta habría sido la percepción del pueblo si el titular hubiera dicho "Sacerdote jesuita afirma que no está de acuerdo con el aborto", cosa que también está clara en el texto.
Pero como eso no vende suscripciones, no se pone. El mandato de la Iglesia que dice "odiar el pecado pero amar al pecador" aquí no se aplica. Por el contrario, se odia al pecador, aunque no haya habido pecado.
Eso es analizar el discurso, o como decíamos cuando yo era más joven, "leer".
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