Iglesia de locos y prudentes

En respuesta a la columna de Carlos Ernesto Sánchez  Una iglesia menos prudente y más loca de amor

El llamado de don Carlos a la acción es fascinante y atractivo, le agradecemos su pasión y compromiso con nuestra amada Iglesia.

Pero la Iglesia es una casa grande, donde caben locos y prudentes, y sobre todo los locos necesitan a los prudentes, y viceversa.

¿Qué se necesita ahora? Es una pregunta que cada uno puede responder según sus propias capacidades, porque no todos compartimos la misma evaluación acerca de la situación de la Iglesia. Durante la misma dictadura hubo hermanos que llamaron a la Iglesia cobarde por no condenar con más fuerza los abusos del Estado, y otros que acusaron su infiltración por haber amparado a los opositores del régimen.

El miedo por parte de la jerarquía a que la iglesia se politice o se abra demasiado hacia la izquierda, ha llevado a que la prudencia se trasforme en desarmar toda expresión de pastoral social, democrática, participativa.

No veo miedo en la jerarquía, porque el miedo es antónimo de la prudencia. Todo obispo debe ser prudente, según recomendó San Pablo a Timoteo (1 Tim 3-2 “es necesario que el obispo sea irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar;”), pues el poder que le ha sido confiado es enorme, y eso es algo que no debemos olvidar cuando opinamos acerca de nuestros pastores. A ellos les ha sido confiado el cuidado de las almas de todos (no sólo los cristianos) que viven en su territorio, y esa es una responsabilidad que no envidio, así que agradezco a Dios que si se han de equivocar, lo hagan de prudentes antes que de osados.

El santo, en cambio, siempre es un loco de amor, por Cristo y por su mensaje, pero debe someter su locura a los obispos, porque así lo quiso NSJC al entregarnos la Iglesia, que es su cuerpo, porque, tal como ocurre con el amor a una mujer, sólo una vez tamizada en la fragua de la obediencia, se mostrará si era nada más que locura o verdadero amor. En su labor de contener a los santos, muchas veces los obispos se equivocan, ¡pero no importa! en tanto no le pidan lo que contradice el amor de Dios, el santo debe estar sujeto a él.

Don Carlos nos invita también a un mayor compromiso social de la Iglesia, que parece identificar con las ideas de izquierda:

Hoy la iglesia sigue su camino, sin hacerse parte de la problemática que viven las grandes mayorías de los chilenos.

¿Donde está -por ejemplo- la Vicaría para la Pastoral de los Animales y el Medio Ambiente?, ¿está la Iglesia pronta a trabajar con las decenas de Travestis peruanos que inundan el centro de Santiago con grandes problemas de salud e indocumentados?

La respuesta es simple: subsidiariedad.

Cuando el Cardenal Raúl Silva Henríquez creó la Vicaría de la Solidaridad, la Iglesia era la única institución con el alcance necesario para proteger a las personas contra las violaciones a los derechos humanos. ¿Es posible comparar esa situación con el medio ambiente o la situación de los travestis? Creo que no. Hoy existen múltiples y poderosas organizaciones dedicadas a la defensa del medio ambiente y contra los abusos hacia las personas, donde los cristianos podemos participar y los obispos nos animan a que lo hagamos, pero no parece que eso deba traducirse en la creación de una Vicaría.

Consideremos además que vivimos inmersos en un Estado que ha asumido buena parte de los principios cristianos de igualdad fundamental de los hombres, protección a los más débiles y solidaridad, y al que hemos dotado de los recursos para llevarlos a cabo, de modo que quienes se encuentran en necesidad recurren primero al Estado antes que a la Iglesia, y naturalmente esto reduce su campo de acción caritativa. Por el contrario, en lugares donde el Estado no protege a los débiles, la labor de los cristianos se alza formidable.

Es cierto que muchos se han acercado a la Iglesia y a NSJC admirados por el sacrificio y amor que exhibían sus seguidores en defender a los más débiles (pienso en Eugenio Zolli, gran rabino de Roma, converso al catolicismo luego de observar la labor de Pío XII en defensa de los judíos), pero también se corre el peligro de reducir la Iglesia a sus obras de caridad y pensar que cuando éstas se reducen, ella pierde su centro. No es así.

Instituciones altruistas hay muchas (masones, rotarios, leones, GreenPeace), pero hay una misión para la cual nuestra amada Iglesia es indispensable, y esa es la transmisión del evangelio. Fundado en la promesa de NSJC (Mt 6:33 “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”), estoy seguro que cuando tengamos jóvenes capaces de recordar los 7 sacramentos y los10 mandamientos, esos mismos jóvenes prestarán alegremente su tiempo como voluntarios.

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1 comentario

  
Juan Carlos
Para el católico no basta con ser “naturalmente bueno”. Nos sentimos exigidos a realizar mucho más, nos sentimos llamados a la santidad misma, aunque no pocas veces hagamos oídos sordos a ese llamado. Decía un pensador católico que “hay sólo una tristeza verdadera, y es la de no ser santos”.Y es que si alguien piensa que su decencia es lo suficientemente alta para Dios, entonces su idea de Dios debe ser bastante pobre. Por ello consideramos indispensable la vida en la Fe y por lo mismo la vida en la Gracia. Toda obra buena hecha en gracia es meritoria para la vida eterna; pero la gracia no anula nuestra libertad y responsabilidad de obrar el bien, y cada vez de la mejor manera, por lo que no debemos esperar que las obras broten de modo espontaneo por el hecho de estar en gracia. Hay un pecado (que puede ser venial, y por tanto compatible con la gracia) que es el de los que esperan que la gracia haga todo: la acedia o pereza espiritual.
18/03/11 11:28 PM

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