Más milagros

Hablando acerca de los milagros, Kewois comenta:

Pero no sería muchísimo más convincente un milagro generalizado????

Imagina que el Papa diga que va a rezar por la cura del cáncer de TODOS los niños del mundo y que EFECTIVAMENTE se curan TODOS los niños del mundo.

Es lo mismo, sigues especulando acerca de lo que creerías si el milagro fuera un poco “más milagroso", pero la historia nos demuestra una y otra vez que la mente (¿o debería decir “el alma"?) humana no funciona así.

Ahora exiges uno “anunciado", y de esos también tenemos, como el milagro del sol, ocurrido en Fátima, pero claro, en ese caso también hay explicaciones como fenómenos atmosféricos y alucinaciones colectivas. Nada cambia.

Hay relatos de soldados que rezaron a la mañana y por la tarde una bala les impactó en el rosario salvándole la vida. Se habla de milagro.

Pero cuando en Perú durante un terremoto decenas se refugiaron en una iglesia a rezar y se cayó el techo aplastándolos se habla de casualidad o fatalidad.

Lo normal es que un edificio antiguo se caiga, lo normal es que las balas apuntadas al pecho maten. Cuando no ocurre lo normal, se piensa en un milagro.

Relatos de milagros dados por testigos “confiables” los hay de cientos de personas incluso del Emperador Vespasiano que curaba ciegos con su saliva.

Parecería ser que independientemente de la religión o el Dios invocado hay miles de “milagros” (Sai Baba, Pastores evangélicos, San la muerte)

Habría que ver si Vespasiano estaba dispuesto a morir entre horribles torturas por dar fe de su testimonio, y no estaba motivado por su deseo de adular al emperador.

Pero aún así, entiende que, salvo casos como el de Fátima, los milagros no ocurren para convencer a nadie, sino para el directamente afectado, y en ese sentido Dios puede hacer milagros en beneficio de cualquiera, no sólo de los que han aprobado determinados cursos de teología.

Por otro lado, no se puede descartar otros fenómenos sobrenaturales, de origen diferente a Dios.

Pero curiosamente nadie parece prestarse a comprobar esos milagros o testearlos bajo condiciones controladas.

No tiene nada de curioso: un milagro “bajo condiciones controladas” deja de ser extraordinario ¡y tampoco convence a nadie!. Así ocurre con los de Lanciano, el de Siena, la sangre de San Genaro, y un largo etcétera. ¡Si hasta hay actas de notarios!

Ya hemos visto lo que pasa: el milagro se estudia, se mide, se observa y se especula, pero nadie se convence; cuando no se tiene una explicación, el que no quiere creer recurre a la confianza de que la ciencia encontrará una en el futuro, y todo sigue igual.

Es mas los adherentes a la religión “A” desechan de un plumazo todos los milagros de las demás religiones o creencias y no dudan de sus propios milagros.

¡Ah! Pero es que sólo el genio de los católicos puede inventar el cargo de Abogado del Diablo, dedicado a dudar, objetar y exigir pruebas de los milagros, e implementarlo un siglo antes que Descartes publicara “El Discurso del Método".