La Iglesia Católica y la Contra-fe: Un estudio de las raíces del secularismo moderno, el relativismo y la descristianización
Por Philip Trower
Contenidos
Parte 1. La civilización occidental en los siglos XX y XXI: creencias centrales
Capítulo 1. Por favor use la puerta principal
Capítulo 2. ¿Qué fue la Ilustración?
Capítulo 3. Las denominaciones
Capítulo 4. El progreso perpetuo
Capítulo 5. Los principios de 1789
Capítulo 6. La salvación por la política
Capítulo 7. Los derechos humanos y los males humanos
Parte 2. Influencias secundarias
Capítulo 8. El cambio al sujeto humano en filosofía
Capítulo 9. El existencialismo: Heidegger y Sartre
Capítulo 10. El personalismo: Buber, Marcel y Scheler
CAPÍTULO 11. EL PERSONALISMO: MARITAIN Y MOUNIER
I. Jacques Maritain (1882-1973)
Debiendo poco o nada a la filosofía alemana, el personalismo de Maritain tuvo sus raíces en Santo Tomás, la Ilustración y el humanismo francés, y sus objetivos eran tanto prácticos como especulativos.
Hijo de un padre republicano incrédulo y una madre protestante, de joven se había sentido atraído por el socialismo. Luego vino su conversión al catolicismo (1906) y su descubrimiento de Santo Tomás. Fue como metafísico y tomista que Maritain se hizo famoso entre entonces y 1927. Durante ese tiempo adoptó las opiniones políticas más o menos conservadoras del grupo de dominicos con los que entró en contacto primero, y durante un tiempo estuvo asociado con L’action Française [La Acción Francesa]. Pero ante su condena por parte de Roma, se replanteó su posición política. Volvió a ser un liberal social y político y como tal permaneció. Sin embargo, el carácter y el tono de su liberalismo fluctuaron.
Durante la crisis económica de la década de 1930 él estuvo más “a la izquierda” (es decir, crítico de la libre empresa o del capitalismo liberal) que durante la década de 1940, cuando enseñaba en Estados Unidos. Un contacto más cercano con los Estados Unidos le dio una mayor apreciación de las virtudes de la democracia al estilo estadounidense. A esto le siguió un coqueteo con el radicalismo político estadounidense del agitador populista estadounidense Saul Alinsky. En la extrema vejez, tras la muerte de su esposa, se retiró a la casa de una orden religiosa.
No fue invitado a participar en el Vaticano II —sólo para leer un mensaje en las ceremonias de clausura. No obstante, la mayor parte de lo que había escrito sobre la persona humana y la sociedad humana ya se había incorporado a la corriente principal de la doctrina social de la Iglesia, había influido fuertemente en el desarrollo de esa doctrina por parte del Concilio y fue usado ampliamente por los tres “papas conciliares” Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II. Como lo esencial está en lo que he escrito en los capítulos 6 y 7 sobre la doctrina social de la Iglesia, no es necesario volver sobre ello, y me limitaré a los problemas que surgen de su famoso libro Humanismo Integral (1936), en el que [Maritain] comenzó a dar a sus principios personalistas un desarrollo histórico y evolutivo.91
Que había problemas, él mismo se dio cuenta con inquietud tan pronto como terminó el Concilio.
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