Francisco de Enzinas y los luteranos burgaleses

Primeros años. Francisco de Enzinas traduce al castellano el Nuevo Testamento
Poco se sabe de la infancia de Francisco de Enzinas, aparte de provenir de una noble y rica familia burgalesa tratante en lana, y haber nacido a finales de la década de 1510 o principios de la década de 1520. Gracias a los contactos mercantiles familiares, fue enviado a estudiar a la universidad de Lovaina, del mismo modo que su hermano Jaime de Enzinas lo fue a Paris, alrededor de 1536 o 1537. En sus Memorias, documento de incalculable valor para conocer su punto de vista, no deja bien parados a dos de sus profesores en esa institución. De Jacobo Latonio, ex-rector afirma que “despreciaba toda doctrina honesta”, e injuriaba a los profesores de lenguas; y del deán Rouard Tapper dice que era “impío, pérfido, cruel y mísero”. En descargo de Enzinas diremos que en el Renacimiento, y es algo que se olvida en la visión embellecida que de él tenemos, las palabras gruesas y los denuestos eran ciertamente frecuentes en la relación epistolar y aún en la letra impresa. Tiempos nuevos, con la avidez por el saber, también aumentaron exponencialmente las disputas.








José Aparicio Sanz nació en Enguera (no lejos de Játiva) el 12 de marzo de 1893. Piadoso desde la primera infancia, cursó bachillerato en las Escuelas Pías de Valencia, ingresando posteriormente en el colegio de Vocaciones eclesiásticas de San José, y ordenándose en 1916. Fue primeramente destinado a vicario de la pedanía de Benalí, donde reconstruyó el templo y la casa abacial, e instituyó el catecismo infantil. Como coadjutor de Santa María de Oliva le sorprendió la terrible epidemia de gripe de 1918, donde dio muestras de la grandeza de su espíritu, sin dejar de asistir a los enfermos pese a la gran mortandad.
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