Un científico católico habla de otro gran científico católico
Cuando César Vidal escribió sobre el retraso científico que, en su opinión, suponía para España el hecho de haber sido un país católico y no protestante, me acordé enseguida de Alfonso Carrascosa, un microbiólogo del CSIC que siempre está hablando de la aportación que los católicos han hecho a la ciencia en nuestro país. Quizá algunos afortunados le recuerden de la presentación de Vita Brevis, en la que habló brevemente sobre los científicos católicos y sobre un libro que, por aquel entonces, aún estaba en preparación: la reedición de “Consideraciones sobre la investigación científica”, de José María Albareda.
Albareda fue un gran científico (especialmente en el campo de la Edafología y la Química) y, además, experto en el estudio de la historia y la organización del propio mundo científico, que conocía muy bien como primer Secretario del Centro Superior de Investigaciones Científicas. Sin embargo, su figura ha permanecido en el olvido, incluso en el propio CSIC, que el fundó. Este olvido se debe, en buena parte, al hecho de ser sacerdote (ver foto), ya que ello desmiente la absurda leyenda de la incompatibilidad entre la fe y la ciencia. Además, el hecho de que perteneciera al Opus Dei (fue el primer Rector de la Universidad de Navarra), pone la guinda al pastel de su rechazo por los medios laicistas que hoy dominan la Historia de la Ciencia en España.