Higinio Fernández: "Ese cura sedicioso"

Participante invitado: Higinio Fernández, licenciado en Teología Pastoral Buenista por la Universidad Koinonía de Teología a Distancia y profesor en el Instituto de Ciencias Sociorreligiosas de Parla (Madrid). Está casado y mantiene el blog Todos somos hijos de Dios en Multirreligión Digital.

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Me han llegado noticias de que he sido mencionado en el blog de cierto cura trabucaire y sedicioso con ínfulas de grandeza, de cuyo nombre no quiero acordarme. Para preservar su anonimato, solo diré que tiene apellido de río y que su nombre, de santo que nunca existió, empieza por Jo- y termina en -rge. En cualquier caso, es un personajillo insignificante. Su parroquia ni siquiera tiene categoría suficiente para estar dedicada a una santa y no le han asignado más que una beata. Y por supuesto, su blog no lo lee nadie.

Este curilla pretende… No, requiere… No, más bien exige que le ayude a salir del pozo en que se ha metido él solito. ¡Habrase visto tamaña desfachatez! Por fin se ha dado cuenta de que la trayectoria que llevaba lo conducía al abismo y ahora me pide ayuda, con un artículo titulado. “Estoy echado a perder. Higinio ¡te necesito!”. Patéticamente, se pone a mis pies, suplicándome que lo instruya en el progresismo para poder reciclarse teológicamente.

Mi primer instinto habría sido rechazar de plano su petición y sacudirme el polvo de las sandalias, como hizo el mítico Adán al salir del igualmente mítico paraíso. Sin embargo, ya que estamos en la década de la misericordia y después de mucho reflexionar, he decidido… rechazar de plano su petición y sacudirme el polvo de las sandalias. Sí, en este caso, darle la espalda es lo más misericordioso, porque es culpable del pecado que Pablo, en su carta a los Colonicenses, llamó “el pecado que no se perdona en esta vida ni en la otra". Es terrible, pero lo diré: lo de este cura es imperdonable. Im-per-do-nable.

Como todos sabemos, la ciencia ha demostrado que multitud de comportamientos que antes se consideraban “pecaminosos” son lo más natural del mundo. Las relaciones prematrimoniales, los anticonceptivos, el adulterio, la envidia, el robo (a los ricos, claro), la mentira, el genocidio y muchos otros no son más que instintos humanos naturales y perfectamente inofensivos. Una sana filosofía relativista y posmoderna descubre inmediatamente que lo que para unos es pecado, para otros (en general, los que lo cometen) no lo es. Citando las enigmáticas palabras del Poeta:

Si ya nada es pecado,
Si ya nada está mal,
Tú que me has escuchado
Eres un animal.

En fin, después de este proceso de desmitologización científica del pecado, en la práctica solo ha quedado una cosa que es pecado, lo que yo llamo el Pecado (verdaderamente) Original: defender la doctrina, la moral, la liturgia, la Escritura, la fe de la Iglesia y todas esas antiguallas opresoras y rigorísticobsoletas. Nada hay peor que eso. Nada. Es una mentalidad sectaria y condenatoria que, solo por el hecho de existir, nos fastidia a todos los demás. ¡Si hasta pretenden que no estamos automáticamente salvados o que algunas cosas que hacemos son malas! Algo así, por definición, es imperdonable: ¡Nos hace sentir mal!

Ante los abducidos por el catolicismo tradicional y ortodoxo, lo único que cabe es denunciarlos con las palabras más duras que podamos encontrar y abandonarlos a su suerte. El purgatorio no existe, pero si existiera estaría a rebosar de curas ortodoxos y tradicionales, purgando allí durante milenios la lata que nos han dado. El infierno no existe, pero si existiera solo estarían en él esos curas morbosos y rigoristas que asustan a la gente con el infierno. El pecado no existe, pero, si existiera, el único pecado sería decir que existe el pecado. No habrá un día del Juicio Final, pero, si lo hubiera, los únicos declarados culpables serían los que insistieron en que había que prepararse para él.

¡Ay de ti, cura carcundioso y satisfecho de tu propia carcundiez!

¡Ay de ti, que pretendes hablar de la Verdad a la gente, como si la misma idea de verdad no fuera un invento reaccionario, homófobo y fascista!

¡Ay de ti, que has creado una capilla de adoración perpetua, a pesar de que arrodillarse ante Dios es una aberración para el hombre libre y moderno!

¡Ay de ti, que cuidas de los pobres y hasta has creado un economato, olvidando que, como todo el mundo sabe, solo los progresistas ayudan a los pobres!

¡Ay de ti, que proclamas supuestas “verdades políticamente incorrectas", prescindiendo de que la voz del pueblo es la voz de Dios y, por lo tanto, lo políticamente correcto es siempre lo más evangélico!

¡Ay de ti, que te esfuerzas por ser fiel a la doctrina de la Iglesia, como si la misericordia no fuera un sentimiento indefinido y difuso, ajeno a cualquier definición!  

Tu castigo será terrible, aterrador, apocalíptico: nunca podrás disfrutar de mis enseñanzas ni de las de los demás teólogos progresistas, no te invitaremos a la Asociación de Teólog@s Juan XXII, seguirás anclado en la piedad católica tradicional y nunca, nunca, nunca serás un cura progresista.

Tú mismo te lo has buscado.