Una petición a los obispos chilenos
En los años que llevo en esto del blog, ha sido mi política tácita no criticar a obispos o sacerdotes, pues tengo la impresión que ese rubro se encuentra suficientemente copado por los medios de comunicación seculares y algunos eclesiásticos. Lo que yo podría aportar en ese sentido sería siempre redundante y dependiente de lo que otros pudieran haber dicho o hecho.
Por eso espero que esta petición no sea leída como una crítica, pero creo que ha llegado el momento de que la Conferencia Episcopal de Chile no sólo emita un pronunciamiento ante las iniciativas del gobierno para debilitar la familia, sino que organice actividades para manifestar el apoyo a la familia tradicional, y llame directamente a los fieles a participar en ellas.
En el día del orgullo gay, el 28 de junio de este año, los organizadores llamaron a una “marcha por la igualdad” y lograron que 12 mil personas (según el gobierno, 80 mil según los organizadores) salieran a las calles, en apoyo a que el gobierno reconociera el matrimonio entre personas del mismo sexo, y entre ellas no sólo los típicos políticos de izquierda, sino también la senadora democratacristiana Ximena Rincón [enlace]. Un mes después, el 30 de julio, los pastores evangélicos convocaron a una marcha por la familia, y reunieron alrededor de mil quinientas personas. Si alguien tenía dudas acerca del peso político que tienen los valores tradicionales, el resultado de esa marcha las despejó completamente Ningún representante de la Iglesia Católica emitió pronunciamiento público alguno en apoyo a esta segunda marcha.
Hace unos días el Presidente Piñera anunció con bombos y platillos el envío al Congreso del proyecto de ley de Acuerdo de Vida en Pareja, que establece una verdadero matrimonio 2.0 [enlace], y algunos diputados de la UDI se reunieron con representantes de las Iglesia Evangélicas para rechazar el proyecto y proponer una reforma constitucional que establezca el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer [enlace]. El pastor Eduardo Durán declaró:
“Como Iglesia Evangélica manifestamos nuestro más profundo rechazo al proyecto de ley presentado por el Presidente de la República, porque pensamos que esto debilita profundamente la institución de la familia”
Los obispos católicos no han dicho nada. Ya sé que la orgánica de una conferencia episcopal es más lenta que un solo pastor expresando la opinión de su sola congregación, por eso espero que los líderes católicos estén trabajando en una respuesta análoga.
No soy más que un laico con un blog y sólo puedo hablar por mí, pero creo que hay muchos que querrían decirles lo mismo: “Padres, las ovejas hemos escuchado a los lobos que se acercan, estamos asustados y esperamos ansiosos oír la voz de nuestros pastores, para seguirla con alegría y confianza, pero el silencio nos dispersa y nos hace caer en la desesperanza".
Algunos dirán que el liderazgo en este momento corresponde a los católicos que se encuentran en la arena política, y no a los obispos. Es cierto que toda ley tiene un trasfondo ético y no corresponde que cada vez la Iglesia tenga que decirle a los católicos qué hacer. Esta natural mesura es necesaria, porque salva al evangelio de convertirse en una herramienta más en manos de los políticos.
Sin embargo, tal principio debe ceder cuando se cumplen dos requisitos al mismo tiempo: que se trate de cuestiones fundamentales para la sociedad y que la Iglesia sea la única que queda para alzar su voz. Tal como se cumplieron esas exigencias en Chile hace 30 años –cuando se violaban los derechos humanos y la Iglesia fue justamente alabada por advertirlo–, en mi personal opinión, se satisfacen también hoy y por lo tanto es justo y necesario que la Iglesia no solo emita un pronunciamiento claro y directo, sino que además nos sugiera a los laicos qué acciones concretas puede tomar cada uno, según sus circunstancias.
Si se hiciera una nueva marcha por los valores y la familia, y los obispos invitaran a participar a los grupos de pastoral social o universitaria, a los grupos de catequesis para la primera comunión, a los encuentros matrimoniales y a los delegados de pastoral de cada colegio ¿No convocaríamos a más de doce mil personas?
Tal vez no, quizá la situación de la Iglesia chilena es tan lamentable que ya no podríamos convocar a diez mil personas en Santiago en defensa del evangelio, aún si quisiéramos. Si es así, entonces no he dicho nada y vuelvo a mi catacumba.
16 comentarios
Me temo que no dirán nada.
En las demás cuestiones, "podrían" manifestarse, pero en estas cuestiones, "deberían", me parece.
Amigos: no nos podemos quedar impávidos esperando que nos metan goles, que ya nos han metido bastante.
Cuando de moral sexual se trata, nuestra conferencia episcopal es un chiste. Recordemos su reacción frente e la encíclica Humanae Vitae.
En general, si bien confío en los obispos (no por ser ellos grandes sujetos, sino por orden de NSJC), desconfío de las conferencias episcopales. Creo que los comités son útiles como órganos de consulta, pero pésimos en la toma de decisiones, porque la responsabilidad se diluye. Esa dicotomía es evidente, para mí al menos, en el famoso caso de las conclusiones de la Comisión convocada por el Papa para revisar la doctrinas sobre la anticoncepción, y la profética enseñanza de Humane Vitae.
En el caso de la conferencia episcopal chilena, percibo una cierta cercanía general hacia la DC, que provoca el efecto pernicioso del que hablo, de paralizar su acción a nivel de comités, en aquellos temas que podrían tensionar a la concertación.
La recepción de Humanae Vitae en Chile fue negativa.
Comparto enlace de un blog del director de Infocatólica donde se toca el asunto del rechazo de la conferencia episcopal chilena a Humanae Vitae:
http://infocatolica.com/blog/coradcor.php/1102211132-los-obispos-no-tienen-autorid
Creo que cualquier cercanía especial de los obispos con un partido político es nefasta, ya que los partidos políticos velan por sus propios intereses (electorales), desconociendo muchas veces sus declaraciones de principios (ejemplos: RN, UDI y DC, con leyes de matrimonio civil, AVP, posturas frente al reparto de "píldora del día después", etc.)
@ Lactancio: Yo no critico el tono que han usado los obispos, sólo pido un pronunciamiento, porque ellos conocen la situación de la Iglesia de una forma que yo no puedo.
Tal vez, si hicieran llamados más combativos, a una marcha, por ejemplo, sólo lograrían juntar unas 500 personas, y ante tal ridículo perderían toda posibilidad de influir en las leyes. No sé, es una posible explicación.
Patoace: Si la Iglesia chilena hiciera llamados más "combativos", se distanciara de la DC y se preocupara igualmente del problema social como del moral, entonces no tendríamos el problema actual. Tal vez la Iglesia tendría un rechazo más explícito de parte de los "católicos" disidentes y de los no católicos, pero un apoyo más decidido de los católicos fieles a la ortodoxia, quienes están cansados de los últimos 40 años.
Y en cuanto a los obispos, lo dicho: claro que me gustaría una posición más combativa, pero qué sé yo.
También en la biografía de Jaime Eyzaguirre Gutiérrez elaborada por Gonzalo Vial Correa, aparece el episodio en que el Papa Pablo VI le dice al Cardenal Silva Henríquez que "le ha causado un gran dolor" luego de que este último haya criticado la encíclica Humanae Vitae y haya acusado al Papa de desconocer la realidad Sudamericana.
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