InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Anti-magisterio

16.09.24

No hay salvación en ningún otro

«…no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos»
Hechos 4,12

Ríos de tinta han corrido desde que Francisco dijo que todas las religiones llevan a Dios. No algunas, sino ¡TODAS! Artículos de opinión, blogs, vídeos, mensajes en Redes Sociales, etc. Ahora bien, ¿saben ustedes de algún obispo que haya dicho algo al respecto? Hasta donde yo sé o hasta que estoy escribiendo este post, ninguno ha abierto la boca. De hecho, cuando Francisco firmó la declaración de Abu Dhabi en la que se puede leer…: 

«El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta Sabiduría Divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente».

… sólo Mons. Athanasius Schneider hizo oír su voz para constatar que tal declaración es contraria a la fe cristiana y católica. La declaración fue modificada precisamente en Kazajistán años después, aunque el original permanece inalterado. En cualquier otro momento de la historia habría sido impensable que un Papa firmara algo así, pero sobre todo, habría sido imposible que el episcopado mundial en pleno hubiera permanecido en silencio. La crisis arriana no fue nada comparada con la que hoy asola la Iglesia.

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11.06.24

La gran farsa

La archidiócesis de Madrid acaba de hacer un gran favor a los fieles católicos de todo el mundo, o al menos a los de España. Nos ha mostrado el verdadero rostro de la sinodalidad.

No sé bien cuál es el número de católicos de misa dominical, pero si hacemos caso al CIS, la cosa debe de andar entre trescientos mil y seiscientes mil. Pues bien, el número de participantes madrileños en las respuestas al cuestionario para la segunda sesión del sínodo sobre sinodalidad que se va a celebrar, si Dios no lo remedia, en octubre de este año, llega a la asombrosa cifra de 856. O sea, no llega ni al 0,3% y seguramente esté por debajo del 0,2%.

Que con una cifra así se hable del “dinamismo sinodal que ha implicado a todo el Pueblo de Dios” es una tomadura de pelo. Si extrapolamos esas cifras a toda España, y me huelo que en la mayoría de las diócesis el porcentaje de participación ha sido menor, estaríamos hablando de alrededor de 17.000 fieles. ¿Ese es todo el pueblo de Dios en España?

En realidad, todo lo relacionado con este sínodo mantiene los principios que ya se marcaron en sínodos anteriores. A saber, se monta un escenario artificial en el que ya se tiene predeterminado el resultado, para dar la imagen de que hay una verdadera iglesia sinodal y no una iglesia en manos de grupos de poder que quieren reformarlo todo para convertir nuestra Iglesia en un instrumento más del Nuevo Orden Mundial masónico. Y si algo no sale como lo tienen pensado, da igual. Ahí aparecen los resortes del poder para cambiar las cosas por las bravas. Es exactamente lo que ha pasado con Fiducia supplicans. Es lo que pasó con el cambio sobre la marcha de las normas sobre la Relatio Final en la primera sesión del sínodo sobre la Familia.

Otro ejemplo de esta gran farsa es la reunión cuasi secreta -como toda buena tenida- que tiene lugar en Roma a la que acuden 20 teólogos, de quienes no sabemos ni el nombre ni la procedencia, para “discernir” y preparar el sínodo. 

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22.04.20

La estafa de Masiá es la estafa de la Compañía de Jesús y de la Santa Sede

Allá por febrero del año 2009 escribí un post titulado “Masiá no puede continuar ejerciendo el sacerdocio ni un minuto más”. La razón era que el jesuita había manifestado públicamente su apoyo a dejar morir a Eluana Englaro retirándole la comida y la hidratación.

Han pasado, pues, más de 11 años -más de seis millones doscientos mil minutos- y este señor sigue siendo sacerdote y jesuita. La lista de herejías y barbaridades que ha sostenido en público desde entonces no ha hecho sino crecer. Es proabortista radical, pro-eutanasia, pro-divorcio y gusta de arremeter contra los dogmas marianos.

Sin embargo, todo eso palidece ante lo último que nos ha revelado este señor. Resulta que ha presumido de dar los sacramentos a moribundos a través de un teléfono móvil. Lo ha hecho varias veces en los últimos años.

Ni que decir tiene que no hubo sacramento en ninguna de esas ocasiones. Y ahí es donde está el problema. Esos fieles, que estaban ante el trance de abandonar esta vida, fueron literalmente estafados por este sujeto, al que ni su orden religiosa ni la Santa Sede han tenido la decencia de retirar del ministerio sacerdotal a pesar de saber quién es, qué cree y qué difunde a través de los medios de comunicación. Ahora también saben lo que hace con los sacramentos. 

Creo sinceramente que el Señor no habrá dejado de su mano a esos fieles estafados. Supongo, aunque no lo sé con certeza, que se les podrá aplicar lo del bautismo de deseo pero en relación a esos sacramentos. Lo que sí es seguro es que cada minuto que pasa con este señor ejerciendo el sacerdocio, se ponen en peligro muchas almas. Y eso es responsabilidad directa tanto de la Compañía de Jesús como de la Congregación para la Doctrina de la Fe (que ayer recibió cumplida información de esta nueva hazaña de Masiá) como de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, al frente de las cuales están, respectivamente, el también jesuita Cardenal Luis Ladaria y el focolar Cardenal João Braz de Aviz.

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12.04.20

Fray Raniero Cantalamessa predica con errores sobre la Pasión de Cristo

Como es costumbre en el Vaticano en los últimos años, el franciscano Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, pronunció el pasado viernes la homilía en la ceremonia de la Pasión del Señor, celebrada en la Basílica de San Pedro. El texto entero de la mima se puede consultar en este enlace.

En homilía de este año del P. Cantalamessa se vierten afirmaciones que no se pueden conciliar con la doctrina católica. Cito y comento:

La cruz de Cristo ha cambiado el sentido del dolor y del sufrimiento humano. De todo sufrimiento, físico y moral. Ya no es un castigo, una maldición. Ha sido redimida en raíz desde que el Hijo de Dios la ha tomado sobre sí…

Y no sólo el dolor de quien tiene la fe, sino de todo dolor humano… Gracias a la cruz de Cristo, el sufrimiento se ha convertido también, a su manera, en una especie de “sacramento universal de salvación” para el género humano.

No hay una sola evidencia en la Escritura ni en el Magisterio de la Iglesia que avale semejantes afirmaciones. El sufrimiento del hombre que lo sufre rebelándose y blasfemando contra Dios no es un “sacramento de salvación".

¿Cómo puede decir que es igual el sufrimiento del cristiano, sea por castigo que busca su corrección y santificación o por cruz o prueba, que puede ofrecer al Señor con carácter expiatorio, tiene el mismo efecto que el de quien no tiene fe?, ¿Acaso los sufrimientos de los condenados en el infierno son “sacramento universal de salvación"? ¿es lo mismo el sufrimiento del que está en el purgatorio que el del que está en el infierno?

San Juan Pablo II enseña en la Carta Apostólica Salvifici Doloris:

Cuando se dice que Cristo con su misión toca el mal en sus mismas raíces, nosotros pensamos no sólo en el mal y el sufrimiento definitivo, escatológico (para que el hombre « no muera, sino que tenga la vida eterna »), sino también —al menos indirectamente— en el mal y el sufrimiento en su dimensión temporal e histórica. El mal, en efecto, está vinculado al pecado y a la muerte. Y aunque se debe juzgar con gran cautela el sufrimiento del hombre como consecuencia de pecados concretos (esto indica precisamente el ejemplo del justo Job), sin embargo, éste no puede separarse del pecado de origen, de lo que en San Juan se llama « el pecado del mundo», del trasfondo pecaminoso de las acciones personales y de los procesos sociales en la historia del hombre.
Salvifici Doloris, 15

De hecho, el sufrimiento punitivo, el castigo incluso en forma de muerte física, puede ser provocado expresamente por Dios. Que nos explique Fr. Cantalamessa qué hacemos con el relato de Ananías y Safira del capítulo 5 del libro de Hechos. Si Dios llega a obrar así con quienes son parte de su Iglesia, ¿qué no podrá hacer con los incrédulos?

¿Ha dejado de tener vigencia lo que enseña el apóstol San Pablo cuando indica que Dios paga con “ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo” (Rom 2,8-9)?

¿Quizás ya no tiene sentido preguntarse con el Catecismo Romano (Trento) lo siguiente?

¿De qué castigo seremos dignos, si después de haber entrado en la Iglesia, conocido la voluntad y leyes de Dios, y haber recibido la gracia de los Sacramentos, viviéremos según las leyes y máximas del mundo y demonio, como si al ser bautizados nos hubiéramos dedicado al demonio y mundo, y no a Jesucristo Señor y Redentor nuestro?
Catecismo romano 64

¿Y qué no decir respecto a la profanación del Santísimo Sacramento que está siendo promovida por quienes enseñan que pueden acceder al mismo los que viven en adulterio? ¿quedará sin castigo? Cito de nuevo el Catecismo romano en su artículo 393:

Así como entre todos los sagrados misterios que como instrumentos ciertísimos de la divina gracia instituyó nuestro Señor y Salvador, ninguno hay que se pueda comparar con el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, así tampoco hay que temer de Dios castigo más severo por alguna maldad, como de que no se trate por los fieles santa y religiosamente un sacramento lleno de toda santidad, o más bien que contiene en sí al mismo Autor y fuente de la santidad. Con gran perspicacia advirtió esto el Apóstol, y nos lo previene con igual’ claridad. Porque habiendo declarado de cuán grave maldad se hacían reos los que no discernían el Cuerpo del Señor, añade al punto: “De aquí es que hay entre vosotros muchos enfermos y sin fuerzas, y muchos que mueren”.

Se refiere a estas palabras de San Pablo en su primera epístola a los corintios:

Porque cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. Así pues, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese, por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz; porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación. Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y débiles, y mueren tantos.
1 Cor 11,26-30

El Predicador de la Casa Pontificia niega tajantemente que los sufrimientos provocados por la pandemia del coronavirus puedan ser un castigo de Dios, con argumentos ciertamente peculiares Dice:

Si estos flagelos fueran castigos de Dios, no se explicaría por qué se abaten igual sobre buenos y malos, y por qué los pobres son los que más sufren sus consecuencias. ¿Son ellos más pecadores que otros?

¿Qué hacemos con las palabras de Benedicto XV: quien en la Cuaresma de 1917 dijo que “los flagelos públicos son expiaciones de las culpas por las cuales las autoridades públicas y las naciones se han alejado de Dios”? ¿Es casual que, a día de hoy, dos de las naciones que más están sufriendo la pandemia son precisamente Italia y España, que apostataron desechando el Reinado Social de Cristo bajo el que no hace tanto tiempo se gobernaban?

Por otra parte, ¿dejaremos de creer que es doctrina católica que los sufrimientos de los justos que vive en gracia pueden satisfacer las deudas contraídos por otros?

Pero en lo que debemos engrandecer con sumas alabanzas y acciones de gracias la inmensa bondad y clemencia de Dios, es en haber concedido á la fragilidad humana, que pueda uno satisfacer por otro. Esto únicamente conviene a esta tercera parte de la penitencia. Pues tocante a la Contrición y Confesión ninguno puede dolerse ni confesarse por otro, pero todos los que están en gracia de Dios pueden satisfacer unos lo que otros deben a su Majestad, y de este modo vienen a llevar unos las cargas de los otros 
Catecismo Romano, 598.

El asombro que produce semejante alejamiento de la doctrina católica por parte del P. Cantalamessa aumenta considerablemente cuando vemos lo que afirma sobre el sacrificio de Cristo en la Cruz:

Dios participa en nuestro dolor para vencerlo. “Dios —escribe san Agustín—, siendo supremamente bueno, no permitiría jamás que cualquier mal existiera en sus obras, si no fuera lo suficientemente poderoso y bueno, para sacar del mal mismo el bien”

. ¿Acaso Dios Padre ha querido la muerte de su Hijo, para sacar un bien de ella? No, simplemente ha permitido que la libertad humana siguiera su curso, haciendo, sin embargo, que sirviera a su plan, no al de los hombres.

¿Cómo se puede decir que Dios Padre no ha querido la muerte del Hijo en la Cruz para sacar de ella el mayor de todos los bienes, que es la salvación de nuestras almas? ¿acaso la Cruz fue fruto de la libertad del hombre y no de la voluntad expresa de Dios? ¿En dònde deja el P. Cantalamessa la oración de Cristo en Getsemaní? ¿Acaso no fue el mismo Cristo quien dijo “no se haga mi voluntad sino la tuya"? ¿cómo se atreve a afirmar que la Cruz no fue voluntad del Padre? 

De hecho, dado que hace esa pregunta blasfema tras una cita de San Agustín, en la que el santo obispo de Hipona dice que Dios no permite ningún mal en sus obras, ¿debemos pensar que la muerte de Cristo es un mal que no forma parte de las obras de Dios? ¿se puede considersar un mal la obra de la salvación por la muerte de Cristo en la cruz?

Recordemos la advertencia de San Pablo:

Porque —como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos— hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo.
Fil 3,18

Sobre la doctrina de la Cruz como parte de la voluntad divina recomiendo la lectura de estos dos artículos del P. José María Iraburu:

 La Cruz gloriosa –I. El Señor quiso la Cruz

La Cruz gloriosa –II. Por qué Dios quiso la Cruz 

No es de extrañar que quien se separa tanto del evangelio de Cristo, acaba atribuyendo a la naturaleza una cualidad personal:

Esto vale también para los males naturales como los terremotos y las pestes. Él no los suscita. Él ha dado también de la naturaleza una especie de libertad, cualitativamente diferente, sin duda, de la libertad moral del hombre, pero siempre una forma de libertad.

Decir que la naturaleza inanimada tiene una cierta forma de libertad es obviamente una gran falsedad. Que no todas las catástrofes naturales, pestes y epidemias son voluntad positiva de Dios no se discute. Pero que pueden serlo tampoco cabe discutirlo, a menos que queramos abolir toda la Biblia. Desde el Pentateuco (Diluvio, plagas de Egipto, etc), hasta el Apocalipsis. Lo realmente patético es pretender que la naturaleza sea un sujeto con capacidad volitiva para obrar así. A menos, claro, que consideremos a la naturaleza como esa Pacha Mama a la que se rindió culto en los jardines del Vaticano el año pasado, como si fuera un ser con alma. Entonces sí es un sujeto: concretamente Satanás.

¿Qué cabe hacer ante quien predica ideas ajenas o contrarias al Evangelio? Cumplir el mandato de la Escitura:

Rechazarles:

Pues bien, aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os predicara un evangelio distinto del que os hemos predicado, ¡sea anatema! Lo he dicho y lo repito: Si alguien os anuncia un evangelio diferente del que recibisteis, ¡sea anatema!
Gal 1,8-9

Combatirles:

Queridos míos, al poner todo mi empeño en escribiros acerca de nuestra común salvación, me he visto en la necesidad de hacerlo animándoos a combatir por la fe transmitida de una vez para siempre a los santos.
Jud 3

Que la Virgen María, Destructora de todas las herejías, interceda por nosotros ante el Señor para que se nos conceda llevar adelante eficazmente esa tarea.

Laus Deo Virginique Matri

Luis Fernando Pérez Bustamante

10.02.20

La fanática

“Señora, comprenda las ideas católicas y no sea fanática, no sea fanática… Si continúa hablando conmigo, no sea fanática. Intente usar la razón". Así concluyó Mons. Marcelo Sánchez Sorondo su intercambio de pareceres con la periodista estadounidense Diane Montagna sobre lo acontecido hace días cuando dio de comulgar al presidente del gobierno argentino, Alberto Fernández, a la sazón proabortista y que viven en una “situación irregular” (adulterio lo llamó Cristo) con su actual pareja.

Según el Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, el hecho de que Fernández tenga la intención de legalizar en Argentina el asesinato de los no nacidos en el seno materno no le inhabilita para recibir el Cuerpo de Cristo. Tampoco el que conviva conyugalmente con quien no es su esposa ante Dios y la Iglesia. Según la periodista, ambas circunstancias ameritan que se le niegue la comunión.

Según Mons. Sánchez Sorondo solo se puede negar la comunión a los excomulgados. Es decir, o piensa que el canon 915 del Código de Derecho Canónico está equivocado..:

No deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave.

.., o piensa que legalizar el aborto y ser un adúltero no es pecado grave. Es más, lo más probable es que crea que no es heterodoxo afirmar esto:

ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.
Amoris Laetitia 301

Es decir, según ese texto pretendidamente magisterial, puede que Alberto Fernández conozca bien la doctrina católica sobre el aborto y el adulterio, pero, bajo ciertas circunstancias (pe, cumplir una promesa electoral o la posibilidad de quedarse sin pareja) puede hacer lo contrario de la misma sin culpa alguna. Ante lo cual, de poco vale lo que diga el mencionado canon del derecho canónico, el concilio de Trento o San Pablo.

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