La doctrina de la Iglesia sobre el ecumenismo es muy hermosa, y muy noble la aspiración de restaurar la unidad entre los cristianos, pues no es otra sino la voluntad de Cristo, que todos seamos UNO.
Empiezo con esto para que no se piense que estoy en contra del ecumenismo o rechazo la doctrina de la Iglesia al respecto. Lo que si no puedo dejar de observar es que en numerosas ocasiones me parece que la praxis ecuménica dista mucho de la doctrina, y nuestros pastores frecuentemente cometen errores que terminan más bien exponiendo a los fieles católicos al agresivo proselitismo protestante.
Uno de ellos es precisamente no ver a la apologética y el ecumenismo como caras de la misma moneda. En muchos ambientes católicos la apologética no es sólo dejada de lado sino desalentada mientras se anima a los jóvenes a compartir y dialogar con nuestros hermanos separados. La apologética se vincula a peleas y disputas que no terminan en nada bueno.
Lo cierto es que quedarse con el sólo ecumenismo puede llevar a consecuencias desastrosas, sobre todo cuando entramos en contacto con aquellos protestantes de marcada tendencia sectaria y anticatólica. Insistir en “compartir” y “dialogar” con ellos es pretender comunicarse con una pared. Y no tener respuestas para sus objeciones implica dejar a los débiles en la fe a su merced.
Como ejemplo, he recopilado un largo diálogo que tuve con un cristiano evangélico que me escribió a mi web el día de hoy. Está integramente tal cual sucedió, a excepción de algunas correcciones ortográficas y de signos de puntuación. Aunque parezca increíble, personas como esta me escriben MUY a menudo. Normalmente cuando detecto que la conversación no va a ningún lado corto la conversación al poco rato, pero en este caso quise hacer un experimento para ver hasta dónde podía llegar.
Leer más... »