Los evangelistas: evidencia histórica
Al hablar sobre la historia de los evangelios y su confiabilidad, se ha vuelto un lugar común decir que son textos seudónimos. Se indica al pasar, como una verdad incuestionable, que no sabemos quién los escribió, pero que al menos estamos seguros que no fueron Mateo, Marcos, Lucas ni Juan. La Iglesia por su parte, se mantiene en afirmar el origen apostólico de los evangelios, dejando la cuestión acerca de los detalles de su composición a los expertos.
¿A qué viene dudar tanto de esa tradición?. Después de todo no hay nada extraordinario o milagroso en ella. Los evangelistas son mencionados en otros libros del Nuevo Testamento, dos de ellos apóstoles y dos compañeros de los apóstoles, que perfectamente podrían haber escrito lo que se les atribuye. Por otro lado, tampoco deja la impresión de una atribución “demasiado conveniente". Los evangelistas son reconocibles, pero tampoco son los más importantes líderes del cristianismo. De hecho, más bien son figuras oscuras, si los comparamos con san Pedro y san Pablo, Santiago, Bernabé apóstol o san Clemente, el cuarto Papa.
En definitiva, no hay razón para desconfiar de la atribución tradicional… a menos que a alguien le moleste que los evangelistas transmitieran fielmente el mensaje puro y simple de Jesús.
Al indagar más a fondo en la cuestión, encontramos que el respaldo histórico en favor de estos autores es sólido y bien conocido.