InfoCatólica / La Esfera y la Cruz / Etiquetas: escándalo de pedofilia

26.10.12

El encubrimiento de los curas pedófilos

A veces, la conversación acerca de los casos de pedofilia en la Iglesia Católica logra avanzar más allá de los eslóganes y las consignas baratas, lo que normalmente esto sólo es posible entre católicos, porque de nada sirve a otros ser veraces y justos con la Iglesia. Cuando eso ocurre, podemos decir que la Iglesia está menos afectada por el problema que el resto de la población, y que el problema no es tanto la pedofilia, como la homosexualidad de algunos de nuestros presbíteros.

Sin embargo, llegado ese punto todavía queda pendiente el problema del encubrimiento por parte de los obispos. Un comentarista en otro sitio católico lo expresaba perfectamente:

Pese a que las noticias se centran en el acusado (tenga sotana o no), en el caso de los abusos cometidos por sacerdotes lo más doloroso no es sólo el quiebre de la relación pastoral o evangelizadora, es la sensación que había una suerte de protocolo institucional de ocultamiento, de que no sólo se trata de responsabilidades personales, sino de que esas personas gozaban de una institucionalidad que los protegía más a ellos que a sus víctimas.

Si bien no es justo hablar de un “protocolo institucional", tampoco tiene sentido negar que había una actitud general de encubrimiento hacia estos casos, y no corresponde, porque es una verdad del porte de un buque. Más importante es conocer sus causas y estar conscientes de ellas, es decir, preguntarnos cómo llego a producirse esa cultura.

En cuanto a las causas del encubrimiento, y tal como ocurre con la pedofilia, la primera sospecha recae en aquellos aspectos de la Iglesia que resultan más llamativos al mundo moderno. Si en la pedofilia se atribuyen –tan fácil como falsamente– las causas al celibato, cuando hablamos de encubrimiento, inmediatamente se mira a la constitución jerárquica de la Iglesia, como un factor fundamental del fenómeno.

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11.10.12

La magnitud de la pedofilia

Un par de entradas atrás, les comentaba lo peligroso que resulta la percepción de que los abusos sexuales contra menores de edad es un problema que sólo afecta a los curas católicos, en circunstancias que es una realidad terrible que se encuentra tremendamente extendida en toda nuestra sociedad. En esa ocasión sólo pude ofrecer mi experiencia anecdótica, como abogado litigante, pero ayer el Presidente Sebastián Piñera anunció la implementación de un registro de personas condenadas por pedofilia, respaldando con números lo que les venía diciendo.

El registro parte con tres mil condenados por este delito, 232 de ellos incorporados entre mediados de junio, cuando entró en vigencia la ley, y septiembre de este año. Proyectando esa cifra, tendríamos que completar cada año con alrededor de 1000 personas más, condenadas por abusar sexualmente de menores de edad.

Ese número me parece escalofriante, considerando que se trata de un delito que todos rechazan, y que sólo se refiere a los casos en que el responsable es efectivamente condenado, sin contar los que no se denuncian, y aquellos en que, siendo verdadera la denuncia, no se arriba a una condena, por ejemplo, porque la edad de la víctima no permite que sea una prueba confiable.

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4.10.12

La Iglesia está llena de pedófilos ¿Cómo podría volver a confiar en ella?

¡Es increíble! ¡Cómo es posible! Ellos andan enseñando la moral, se creen superiores a todos los demás, ¿y luego los atrapan abusando de niños inocentes? Y no sólo a uno u otro ¡sino a cientos! Es de no creerlo ¿verdad? ¿Dónde está ahora toda su religión? ¿Acaso no pensaban en el daño que hacían a las víctimas?

¡Y encima los obispos los protegen! Se ha demostrado que en algunos casos supieron y no los denunciaron a las autoridades, sino que los trasladaron de parroquia. Y luego hasta les ponen abogados para que los defiendan. ¿Cómo no pensar que ellos también estaban metidos en los abusos?

Es claro que esto no es lo que quería Cristo para su Iglesia, los curas y los obispos han traicionado el mensaje de Jesús y a nosotros, los laicos. Por lo tanto, es claro que ha llegado el momento abandonar todo lo que pueda sonar a soberbia, secretismo o que facilite estas conductas horribles, como el celibato y la jerarquía, y comenzar a reconstruir una Iglesia más pura, más fiel a su fundador, siempre imperfecta, pero mejor.

Sin embargo, Cristo fundó una Iglesia, como lo confirma la historia, y prometió permanecer con ella hasta el fin de los tiempos, como lo indica el evangelio ¿Acaso ha faltado Cristo a su promesa?

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5.06.12

Respuesta al Padre Pablo Fontaine ss cc

Estimado Padre Fontaine

Antes que nada, permítame agradecerle por su sacerdocio, labor santa que hace presente a Cristo cada día en medio de nosotros los laicos.

Me he encontrado con su “carta a mis hermanos católicos” en el sitio web territorio abierto, también publicada en Religión Digital, y me he animado a responderle, porque los puntos que aborda son tremendamente relevantes, y me han interpelado en varios aspectos.

Disculpe que me sirva de las herramientas de internet para “trozar” su carta, pero espero que sea más claro para los lectores. Hay partes que no reproduzco, porque nada tengo que agrega a lo que escribe.

Dice Ud.:

El descenso de credibilidad de la Iglesia y su pérdida de prestigio no provienen de una persecución mal intencionada. Si así fuera, podríamos vanagloriarnos de ser perseguidos por la causa de Jesús. Pero no es así.

Nunca es vana la gloria que proviene de ser perseguido por la causa de Jesús.

Es cierto que no hay una campaña específicamente orquestada para destruir a la Iglesia chilena, como ocurre en otras partes del mundo, pero eso no quita que debamos olvidar la muerte del padre Gazziero, o ignorar que muchas personas, sin odiar Cristo, consideran que la Iglesia y su mensaje son un enemigo a vencer y desterrar de nuestras tierras.

La misma Iglesia Católica que ayer era valorada por su firmeza frente a la dictadura y su servicio a las víctimas, en un breve tiempo se ha hecho harto menos creíble y hasta despierta animosidad en muchas personas.

La defensa de las víctimas de la dictadura por parte de la Iglesia es una joya en la corona de la Virgen del Carmen, patrona de Chile, pero en su momento también fue causa de persecución y descrédito ante las autoridades. Cuando el signo del gobierno y de los tiempos cambia, no es de sorprender que la Iglesia siga siendo impopular por su defensa de la dignidad humana, aunque ahora por la de las personas que molestan a la izquierda.

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23.03.11

¿Excomunión a los curas pederastas?

Comentando la carta de Agustín Cabré Rufatt, Superior Provincial de los Misioneros Claretianos-Chile, publicada en El Mercurio de 23/03/11: Anatema a los pederastas

De partida, el titulo es llamativo pero engañoso, y exige aclaraciones. La pena de anatema es una forma especialmente solemne de excomunión, reservada para los clérigos que, luego de haber sido condenados, persistían en la conducta delictiva. Recordemos que hasta no hace mucho, comprobado el delito y determinado el culpable, el Estado no siempre tenía la posibilidad de encarcelarlo o  impedir que siguiera cometiendo sus fechorías, y por lo tanto se hacían necesarias ciertos rituales que avisaran a todos los miembros de una comunidad que no debían tener contacto con el sujeto peligroso.

Esta forma de sancionar fue derogada por el Código de Derecho Canónico de 1917.

Pero entonces ¿Será conveniente excomulgar a los curas pederastas?

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