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1.04.22

Philip Trower, La Iglesia Católica y la Contra-fe -9

La Iglesia Católica y la Contra-fe: Un estudio de las raíces del secularismo moderno, el relativismo y la descristianización

Por Philip Trower

Contenidos

Parte 1. La civilización occidental en los siglos XX y XXI: creencias centrales

Capítulo 1. Por favor use la puerta principal

Capítulo 2. ¿Qué fue la Ilustración?

Capítulo 3. Las denominaciones

Capítulo 4. El progreso perpetuo

Capítulo 5. Los principios de 1789

Capítulo 6. La salvación por la política

Capítulo 7. Los derechos humanos y los males humanos

Parte 2. Influencias secundarias

     Capítulo 8. El cambio al sujeto humano en filosofía

Capítulo 9. El existencialismo: Heidegger y Sartre

Después del final del primer brote modernista, La evolución creadora de Bergson había seguido ejerciendo influencia en Francia, y el pragmatismo de James en los Estados Unidos, mientras que durante las décadas de 1920 y 1930 los filósofos ingleses estaban cada vez más preocupados por las complejidades de la filosofía lingüística. Pero para la década de 1960, las tres escuelas de pensamiento habían sido superadas por un formidable recién llegado alemán, un recién llegado, no sólo poderoso en círculos académicos, sino con un conjunto popular de seguidores en todo el mundo.

La llegada de una nueva filosofía de moda es como un diluvio tropical. Por un tiempo corto deja a un lado todo lo demás, mientras que cualquiera que no tenga un techo de creencias religiosas sólidas sobre su cabeza, o el paraguas de una filosofía rival, se empapa. Luego deja de llover y las personas se dicen unas a otras “se acabó". Pero están equivocadas, o al menos en parte. Habiéndose convertido su terminología y sus actitudes en parte del vocabulario y del acervo de ideas común, sigue un período largo durante el cual continúa ejerciendo influencia de manera subliminal, a pesar de los aguaceros subsiguientes de ideas muy diferentes. Así ha sido con el existencialismo.63 No ha habido nada como él desde que Rousseau tomó por asalto la Europa culta a fines del siglo XVIII.

Las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer con la liberación de París en 1944 y el descubrimiento de la nueva filosofía por parte de los miembros más literarios de los ejércitos aliados. A lo largo de la década de 1950, a medida que un número creciente de la intelectualidad occidental caía bajo su hechizo, la lluvia se convirtió en un aguacero constante. Para fines de la década de 1950 el aguacero se había convertido en un diluvio, que alcanzó proporciones torrenciales a fines de la década de 1960 y principios de la de 1970, la era de la rebelión estudiantil. Después de eso su fuerza comenzó a decaer y, a mediados de los años ochenta, se lo miraba como algo perteneciente al pasado. Sin embargo, en todos los niveles sociales y en todo el mundo occidental, continúa influyendo profundamente en el pensamiento, el discurso y las actitudes seculares y cristianas. Para apreciar esto sólo será necesario reconocer cuántas de las palabras característicamente existencialistas que he puesto en cursiva en este capítulo son ahora parte del habla cotidiana. Sin embargo, antes de llegar al existencialismo en sí, primero debemos echar un vistazo a los tres pensadores que proporcionaron gran parte del material de construcción.

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18.12.21

Philip Trower, La Iglesia docta y la rebelión de los eruditos -4B

(Véanse en este blog los tres capítulos anteriores y la primera sección del Capítulo IV).

PASANDO POR EXPERIENCIAS SUCESIVAS

El otro aspecto trata de lo que los hombres y las mujeres son específicamente, su naturaleza esencial, y enfatiza su nada, su voluntad y su libertad. Sobre este tema, Sartre es el que habla más fuerte.

Cuando los existencialistas hablan de la nada, no están describiendo lo que los cristianos quieren decir cuando hablan metafóricamente de la “nada” del hombre ante Dios. Ellos lo dicen literalmente. En relación con nosotros mismos, es una idea difícil de entender. ¿Cómo los hombres pueden existir y no existir al mismo tiempo? Sin embargo, ésta es otra parte vital del mensaje existencialista.

Los hombres y las mujeres no son seres que tienen una realidad sustancial y duradera desde el momento del nacimiento, o más bien de la concepción, en adelante. El hombre es un no-ser que logra, o semi-logra, ser de un tipo transitorio pasando por sus experiencias sucesivas. Es como una voluta de vapor —capaz de absorber la “experiencia"— que se ha materializado (inexplicablemente) en un vacío. La existencia de un hombre, como dice el famoso pronunciamiento existencialista, precede a su esencia. Pero, de hecho, el hombre existencialista nunca tiene una esencia. Lo que él es esencialmente sólo puede calcularse en la muerte cuando sus unidades acumuladas de existencia o experiencia son sumadas —presumiblemente por sus amigos después de su funeral— y luego él ya no es, en ningún sentido.

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16.12.21

Philip Trower, La Iglesia docta y la rebelión de los eruditos -4A

(Véanse en este blog los tres capítulos anteriores).

Capítulo IV. El existencialismo —el intruso feo

Las filosofías que eran modernas en 1910 y a las que se le había dicho a la Iglesia que ella debía adaptarse ya no eran tan modernas en 1940. Varios recién llegados habían hecho su aparición. Pero el existencialismo alcanzó rápidamente el primer lugar.

Es casi imposible exagerar la importancia de esta filosofía, que ha transformado el pensamiento religioso en todas partes —dentro y fuera de la Iglesia Católica. Si la forma de la fe cristiana te pareció clara una vez, pero ahora parece borrosa y sin sustancia; si tu sacerdote te habla de la fe cristiana, las situaciones de vida, el compromiso, el encuentro o las experiencias significativas, sin que estés seguro de si él cree en la Encarnación y la Resurrección, en el más allá o incluso en Dios, el existencialismo es en gran parte responsable.

Esta filosofía, que fue armada en Alemania en los años ‘20 y ‘30 del siglo XX, principalmente por Martin Heidegger (1889-1976), con contribuciones de Karl Jaspers (1883-1969) y algunos tecnicismos filosóficos tomados del austriaco Edmund Husserl (1859-1938), representa las mismas tendencias filosóficas que mencioné anteriormente en esta serie de artículos, pero con algunas diferencias. Se lo podría llamar un primo del vitalismo y el pragmatismo de Bergson y James; no un descendiente directo, sino un miembro de la misma familia filosófica. La ocupación alemana de París lo popularizó en Francia, y después de 1945 fue presentado al mundo en general por Sartre, Camus, Samuel Beckett y una gran cantidad de otros escritores exitosos. Hacia 1950 puede haber habido pocos intelectuales católicos que se respetaran a sí mismos, ortodoxos y heterodoxos, que no hubieran sumergido sus mentes en esta turbia primavera.

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