6.09.22

"Todo esto es muy santo!"

“Muchísimos fieles aspiran a integrarse en el culto divino participando de la celebración que se cumple en la Iglesia; no van a ella para sentirse feliz o mejor, sino para comunicarse con el Misterio Divino”

Monseñor Aguer, en su artículo “Formalismo litúrgico?

 

El domingo pasado resolví ir a la misa de la catedral para recordar cómo es ser católico y, para mayor bendición, celebró el querido padre Munguía. Victor Hugo Munguía, para ser precisos. 

El padre fue mi profesor de Sagrada Escritura y, como decimos en nuestro país, es una “eminencia”; me atrevo a decir que, lo que tiene de persona instruida, lo tiene de humildad y, cuidado, sino hasta más.

No cabía en mí de la emoción. Me había sentado en la primera fila sin saber quién celebraría ya que, de todas formas no era importante. Me había dejado llegar hasta la Catedral Metropolitana a misa de 9 am buscando recordar los “signos de identidad católica” que tanto extraño, no para “sentirme feliz o mejor” sino porque ayudan a mi pequeña cabecita a entrar en la dimensión del Misterio Divino. 

A veces, según suceda, no todas las parroquias lo facilitan. Cosas de la vida, y de mi parroquia, a la que tanto quiero.

Conozco allí personas que consideran inútil el incienso, las vestimentas, la cruz alta, las velas, las procesiones, los responsorios cantados y toda esa riqueza que nos habla de Dios; no tengo idea de por qué y, aunque se los preguntara, no creo que sabrían responder. 

Todos esos signos, según los recuerdo desde niña, han sido para mi algo vital ya que, como enseña la Iglesia, de lo que  realizan deriva gracia y por eso al alma la consume el deseo de Dios. Imposible para mi entender por qué alguien les restaría importancia, pero sucede. 

La cosa es que, amaneció el domingo y me fui a la ventana donde digo mis oraciones. Es mi lugar preferido y, como prometía un día brillante, no de “onda tropical” como es lo usual por estos meses, sentí la inspiración de ir a misa a San José. Lo pensé un poco y la que me quedaba perfecto para llegar con tiempo era a la Catedral. Así que me alisté, corriendo y me fui.

El padre Munguía incensó el altar y, para cuando llegó al acto penitencial dijo “Todo esto es muy santo” aquellas palabras retumbaron como las del Sinaí; seguido, hizo una pausa y  con la mayor dulzura y clemencia continuó diciendo: “y nosotros pecadores…” 

Al decirlo supe que aquél era el lugar donde debía estar.  

La misa transcurrió normalmente, al modo en que celebra el padre -que no es nada normal- ya que, como dijo un amigo: “El padre celebra de modo que nos descorre un poquito el velo que cubre el cielo”.

Y es que, el mismo ya está ahí, eso parece. 

Ya cumplí 75”, me dijo en el ratito que pasé a saludarlo después de misa

Todos necesitamos celebrar misa de forma como enseña la Iglesia porque es la manera en que Cristo, como en otro tiempo, realiza el milagro de dar salud. 

Es tan cierto lo que digo que, observen la diferencia entre un presbítero que celebra a la “chambonada” de uno que celebra con dignidad; pero, también observen en ustedes mismos lo que sucede cuando asisten a misa con gran devoción o cuando lo hacen de forma distraída o con desinterés.

No solo es fácil notar una gran diferencia de un sacerdote a otro sino que será muy diferente cada comunidad.

Por cierto, y por eso es que anduve buscando los signos el pasado domingo: existen muchos pobres sacerdotes que se pierden de conservar (o adquirir salud que quizá hayan perdido) debido a su desidia hacia la Liturgia.

La desidia, es falta de ganas, de interés o de cuidado al hacer una cosa. Por eso sabemos que es pecado. Algunos sacerdotes se pierden esa gracia pero también nosotros, por la misma razón.

“Todo esto muy santo!”

Que Dios nos perdone!

26.08.22

Hoy en la ferretería

“La gracia auxilia para comprender la esclavitud al pecado y, finalmente, liberarnos”.  

 

Hoy en la ferretería, platicando con algunos vecinos sobre la difunta Florcita Solano, persona muy querida quien falleciera apenas días después del querido Isidro, caíamos en la cuenta de cuán fácil es hablar mal del prójimo y qué difícil no hacerlo. Pero, es natural, lo nuestro es el pecado y todo lo bueno, es gracia de Dios.

Quiere decir que Dios no se equivoca, todo lo bueno es gracia y lo malo, cosa nuestra.

Lo decía con frecuencia Stewart Long (Father Stu), un boxeador que llegó a ser sacerdote y de quien se ha hecho recientemente una película muy agradable, ya que explica muy bien que todo lo podemos por gracia de Dios y que, por eso, cuando se trata de transformar al ser humano, para Dios nada hay imposible.

De hecho, yo veo entre la gente simple de mi pueblo tanta fe, esperanza y caridad que me parece imposible nada para Dios y para la Iglesia, que es Cristo.

De hecho, hasta sonrío ya que ni siquiera haber tenido muchísimos párrocos de variada teología, ha socavado su fe.

Dios me permite ver de forma muy cercana que nada le es imposible.

Y veo también tantos jóvenes seminaristas que entienden grandísimo daño que la apostasía le ha hecho a la Iglesia y que van creciendo en sabiduría y llegan a ser ordenados pese a los muchísimos desafíos que Dios les presenta en el camino.

Vengo pidiendo a Dios por muchos santos sacerdotes y, me parece que en estos seminaristas está la esperanza, en su amor por Jesús y su deseo de santidad.

Además, veo a tanta gente devota de María santísima, consagrada a su sacratísimo corazón que por eso también tengo confianza en el poder de Dios.

No sé si el Señor nos está preparando para el final de los tiempos pero si fuera así, me parece que lo está haciendo muy bien. Igual lo hace bien de cualquier manera.

Y, si fuera el final de los tiempos, como si no, todo es parte de un proceso que por fe sabemos tendrá un buen fin.

Por eso, si fuera que -como dijo Benedicto- llegáramos a ser un “resto”, estaría bien; de hecho, me parece que son pocos los consagrados y fieles significativamente libres.

Digo “significativamente” libres ya que, en razón del pecado, nadie es libre al 100%; libre es María Santísima, por ejemplo, pero ya sabemos que solo colmados de gracia podríamos serlo; por tanto, así como esclavos del pecado somos, quienes fueran “significativamente libres” serían personas cuya soberbia ha quedado en el tamiz del dolor y la humillación.

La Iglesia católica que pudiera estar preparando el Señor estaría formada por “un resto” de personas humildes en grado poco conocido y que, por humildes, desearan mucha santidad con la que el Señor los colmara.

En aquel tiempo fue algo raro de ver pero -dos mil años después- podemos decir que, siendo como sucedió, no fue rara la gracia que en los Doce transformó la historia humana; por lo mismo, por qué lo seria en nuestro tiempo?

Acaso hay algo imposible para Dios?

19.08.22

Ayer enterramos a Isidro

Ayer enterramos a Isidro.

Cuando llegamos a este pueblito, papá se mostró encantando de que viviera cerca un maestro ebanista que había hecho su carrera trabajando para una de las más afamadas mueblerías, la conocida Urgellés & Penón.

Y no era que papá fuese persona de gastar mucho dinero en muebles pero le gustaba tener libreros perdurables para sus cientos de libros.

Isidro fue el afortunado pero más nosotros porque tuvimos la dicha de conocerlo, también a Martina, su esposa querida y dos hijos, Johnny, el menor y William.

Ayer cuando regresaba del funeral, un vecino que andaba también, me pasó al lado al momento que decía “Que palo de hombre!”. Está en lo cierto, Isidro fue un “palo de hombre” y no solo por trabajar con la madera sino que parecía estar hecho de la misma fibra, de la misma nobleza, fuerza, resistencia y generosidad.

Ahora que lo pienso, tal vez eso tienen los maestros artesanos desde que existen y es que el oficio los moldea, los moldea el material con el que trabajan. 

Tal vez eso mismo sucede cuando alguno, desde muy joven, se da al oficio de conocer y amar a Dios. Podría ser que vaya y venga, que caiga y se levante, que ofenda y pida perdón pero al final su vida se habrá ido modelando con el material que le proporciona Dios. Y todo por mera gracia, sin que haya mérito ni otro objetivo más que el deseo de conocer y amar cada vez más y mejor.

Ahora que lo pienso, así le debe pasar a Kinxo, mi amigo de Huesca que es chef en mi país.

De hecho, a todo el que se tome su oficio de conocer y amar, le debe suceder igual; a menos que no le suceda, por supuesto; porque, digo yo que hay casos de casos, no es verdad?

Pues, eso, ayer enterramos a Isidro y hace poco habíamos enterrado a Martina, su querida esposa.

A mí, por lo que me alegra es porque, si Dios lo tiene a bien, ese par de dos se juntará de nuevo como cada domingo después de misa para ir a jugar Bingo a la Cruz Roja de Guadalupe toda la tarde.

Ayer sentí ganas de llorar pero no, ¡cómo voy a llorar por ese “palo de hombre”!
Sería como llorar debido a que Dios es bueno conmigo.

Aunque no sería malo llorar por eso también. :)

 

 

 

29.07.22

Romería 2022 | "Háblales al estilo de Dios"

“Al comprobar que tu sentir está de acuerdo con Dios y asentado como sobre roca inconmovible, yo glorifico en gran manera al Señor por haberme hecho la gracia de ver tu rostro intachable, del que ojalá me fuese dado gozar siempre en Dios”. San Ignacio a san Policarpo

 

De una, bien temprano y después de haber leído a san Ignacio, me decidí a no dejar pasar la peregrinación anual de los ticos a la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles por lo que me dirigí a Monseñor Garita, ya que tan gentilmente siempre me responde, para que me dijera qué aspectos quisiera que yo resaltara al escribir sobre el tema. 

Han de saber que Nuestra Señora de los Angeles, patrona de Costa Rica, tiene su celebración el 2 de agosto durante la que, por días y semanas, llegan los peregrinos de todas partes del país y hasta del extranjero.

Quienes no sean de romerías les parecerá exagerado que se tome un avión o se caminen doscientos o más kilómetros para cumplir una promesa a la Madre de Dios pero quienes han caminado corto o largo trecho saben lo que aquello implica tanto en lo externo como interno del alma.

La fuerza y convicción que, por gracia, nacen en un hijo que decide cumplir una promesa a su Madre, no es cosa para subestimar; así es como caminan cada año más de un millón de ticos por las calles del país, con el alma henchida de gratitud y el espíritu colmado de esperanza.

No habrá sido fácil para los romeros este año ya que la estación lluviosa ha estado más severa de lo habitual.

Es de dar gracias a Dios, sin quien “nada es fuerte ni santo”, que haya sido tan generoso con su gracia como para que tantos ardan en deseos de honrar a su Madre.

Es un gesto decididamente bello de parte de Nuestro Señor, derramar sus dones para que familias enteras, grupos de vecinos, asociaciones, movimientos, apostolados, etc. caminen uno sola hacia Cartago ya sea por su cuenta o junto a su obispo ya que de todas las diócesis se han dejado venir acompañados.

Por eso he citado a san Ignacio y lo cito de nuevo ya que, de un obispo a otro, de un santo a otro, podemos conocer lo que importa y que se aplica no solo a los obispos sino a cualquiera que tenga responsabilidad sobre sus semejantes:

“Yo te exhorto, por la gracia de que estás revestido, a que aceleres el paso en tu carrera, y a que exhortes a todos para que se salven. Desempeña el cargo que ocupas con toda diligencia corporal y espiritual. Preocúpate de que se conserve la concordia, que es lo me­jor que puede existir. Llévalos a todos sobre ti, como a ti te lleva el Señor. Sopórtalos a todos con espíritu de cari­dad, como siempre lo haces. Dedícate continuamente a la oración. Pide mayor sabiduría de la que tienes. Mantén alerta tu espíritu, pues el espíritu desconoce el sueño. Háblales a todos al estilo de Dios. Carga sobre ti, como perfecto atleta, las enfermedades de todos, Donde mayor es el trabajo, allí hay rica ganancia”.

Bendigamos a Dios ya que, vernos privados de la romería debido a la emergencia sanitaria, ha significado comprender lo que se puede perder y que vale más que la propia vida.

Bendigamos a la Madre por reservar un lugar en su corazón para cada uno y por no desfallecer en conducirnos al cielo y digamos “Bajo tu amparo nos acogemos, santa madre de Dios…”

Los invito a dar un paseo por las páginas de la Basilica de Los Angeles Oficial en Facebook para que, de forma gráfica, conozcan el actuar de Dios en las almas y juntos, demos gloria y alabanza a nuestro Dios “constatando la fe sencilla, espontánea, fuerte y manifiesta del pueblo católico costarricense, sobre todo al retomar esta bendita y hermosa tradición, luego de dos años de pandemia. Y el amor filial, confiado e incondicional a la Santísima Virgen María” (1)

Simultáneamente a la romería, se está realizando un Congreso Teológico Pastoral que ha sido llamado “Nationis Benigna Patrona” tratando el tema de la compañía de la Madre de Dios en nuestro particular camino eclesial y del que podrán obtener mayor información accediendo al enlace anterior. 

“Los tiempos requieren a que aspires a alcanzar a Dios, juntamente con los que tienes encomendados…” (2)

 

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(1)    Respuesta que me ofreció Monseñor José Manuel Garita, Obispo de Ciudad Quesada y presidente de la Conferencia Episcopal.   

(2)    San Ignacio de Antioquía, Carta a San Policarpo de Esmirna 1,1 -4, 3

23.07.22

Correspondencia (II)

Querido padre:

Hoy es viernes y hace una tarde lluviosa de encanto. Le escribo desde mi escritorio desde donde veo la lluvia y la escucho caer. 

Del libro sobre la humildad [1] que estoy leyendo llamó mi atención que tenemos pecados de soberbia que desconocemos y que, por su causa, no estamos en condición de recibir las gracias que Dios nos daría si no los tuviéramos; de tal forma que, el autor presenta con urgencia el asunto de suplicar a Dios para que nos descubra dichos pecados.

¡Dios mío, Dios mío, que no me domine la injusticia (Sal 118)!
No permitas que me domine la soberbia, que es la suma de todas las injusticias.
Límpiame de lo que se me oculta (Sal 18).
Purifícame de los pecados de soberbia que yo mismo no conozco y así no tendré mancha (Sal 18)

Supongo que una gracia relacionada con la humildad es el deseo de ser corregido al ser hallado en pecado que uno mismo desconoce. No se si el autor lo menciona pero lo menciono yo ya que, siempre he tenido ese deseo. No hace falta que mencione la gran ventaja que es para la salud de cuerpo y alma no solo desear sino, no temer la corrección.

Corrección fraterna, la única verdadera, la que se hace por amor pero, igual, si quien corrige lo hace movido por sus propios pecados, se recibe también ya que ser corregido de esa forma también es una gracia que contribuye a la humildad.

Ahora bien, vengo a tocar el asunto de los pecados ocultos porque, si bien reconozco sin problema que debo tener un montón, no se muy bien qué hacer cuando los veo en otros, sobre todo cuando esa persona tiene responsabilidad de transmitir asuntos de fe y la moral.

Es sumamente difícil saber qué hacer y por eso, lo que -en principio- prefiero es orar por la persona aunque, la “espinita no me deja” y de ahí sospecho que, la dichosa espinita podría ser “ese pecadito de soberbia” que no quiero ver.

En fin, que si fuera así, el Señor me lo descubra y que, si no, me ayude a actuar conforme a su Voluntad. Sobre todo si ello implica nada más guardar silencio, hacer penitencia y orar.

En ese sentido, el otro día en el autobús, la querida Yaya, la tia-abuela de mi sobrino mayor me dejó muy bien aleccionada. Deo omnis gloria!

Cada vez que recuerdo lo que me dijo, que no lo recuerdo todo ni podré transmitirlo tal cual, quedo asombrada ante la forma poco habitual en que el Señor nos dice lo que necesitamos escuchar.

Infinidad de razones tengo para el afecto entrañable que guardo hacia Yaya y su querida familia pero en esta ocasión en que -entre otros- íbamos recordando su aparatosa caída en un tremendo agujero que había en la calle, la subsecuente cirugía y rehabilitación, lo prolongado y difícil que fue cuidar a su mamá durante tantos años, la vida dura que tuvieron de pequeños, lo impenetrablemente doloroso que es tener a su cuñada en gravísimo estado de salud. En fin, Yaya conmigo, recapitulábamos sobre el sufrimiento y el dolor que se supera solo con ayuda de Dios pero, sobre todo, reconocíamos una en la otra y cada una respectivamente, las gracias recibidas. Así nos despedimos ese día. Fueron las últimas palabras.

Ahora bien, volviendo a la gracia que no se recibe por los pecados ocultos, me pregunto cómo será que Yaya, el día que le toque, se tomará lo de la “sinodalidad”; esa vez o alguna en que alguno consiguiera comprenderlo y se atreviera a mostrarle la finalidad y lo que de ella se espera?

Supongo que habrá alguno a quien le tocará hacerlo.

Aunque, a decir verdad, me parece que como Mireya, nuestra Yaya, es de la periferia ha de estar más que entrenada por el Espíritu Santo en asuntos sinodales y todo tipo de cuestiones y que, por eso, para cualquier otra cosa de la fe le basta el trabajo diario, su misa y sus oraciones.

El Señor tenga piedad y nos deje tan claro como el agua lo que pasa por nuestra cabeza nos enturbia el alma ya que, solo así, sabremos que estamos tras sus pasos y no solo, caminando en círculos, tras de nuestro rabo.

Amen

-o-

Padrecito, por favor, pónganos a Yaya y a mi, en sus oraciones.
Recibo su bendición. 

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[1] La humildad del corazón, FRAY CAYETANO MARÍA DE BÉRGAMO, Editorial Vita Brevis, 2022